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Nombre: Alforja Calasanz
Ubicación: Valencia, Malvarrosa, Spain

lunes, noviembre 29, 2010

LA PROVOCACION NICARAGÜENSE XI.2010


Todos los que cursamos la educación primaria en escuelas públicas costarricenses en la década de los años 50 del siglo pasado recordamos que el límite norte con Nicaragua a partir de El Castillo Viejo es la ribera o margen derecha del río San Juan hasta su desembocadura en Punta Castilla. Por eso hemos sentido profundamente la invasión de los militares nicaragüenses en el territorio costarricense de Isla Calero, pues representa algo así como si un vecino irrespetuoso invade nuestra casa y persiste en su empeño de no salir. Sentimientos aparte, los mapas geográficos elaborados por las instituciones especializadas de ambos países claramente delimitan los límites entre Nicaragua (Departamento de San Juan) y Costa Rica (Cantón de Pococí). Así se presentó en el diferendo sobre derechos de navegación en dicho río, resuelto por la Corte Internacional de la Haya, hace un par de años: el límite es el margen derecho del río y Costa Rica tiene derecho a la libre navegación.

Resultan sorprendentes las descaradas declaraciones de los más altos funcionarios políticos de Nicaragua: el presidente, el vicepresidente, el canciller, el embajador ante la OEA y el General del Ejército quienes en una forma u otra han declarado que no salen del lugar invadido en la frontera porque es territorio nicaragüense. El Vicepresidente nica en el noticiero CNN se ha burlado de la democracia pacifista costarricense afirmando que es un eufemismo decir que no tenemos ejército porque contamos con militares y armas de grueso calibre. El embajador ante la OEA también hace mofa de nuestras preocupaciones en materia ambiental. El colmo son las declaraciones del Comandante Cero: “ese es un pantanal tierra de nadie, lleno de alimañas peligrosas y por tanto le asiste el derecho de invadirlo”. Han derribado bosques y utilizado lagunetas costarricenses para tirar los sedimentos del dragado. Como si fuera poco: agresión territorial y agresión ecológica.

En un cierto momento era la dictadura de los Somoza la que provocaba a los costarricenses, ahora es la dictadura de izquierda de Ortega la que sigue los mismos pasos. Tal parece que no importa el signo político de los vecinos del norte, cuando los militares nicas no tienen nada más que hacer o mediante aviesos propósitos político-electorales, salen a relucir imaginarias disputas limítrofes.

Desde el punto racional, varias cosas me han sorprendido, que anoto a continuación en forma objetiva.

Los mapas presentados por Nicaragua en el diferendo sobre derecho de navegación por el San Juan, claramente indican que el límite sur con Costa Rica es la ribera derecha del río y punto. No hay la menor duda y sin embargo pretenden correrla hacia territorio tico abarcando cerca de 150 km2 o sea: 1.500.000 Ha. La chiquillada presidencial de pedirle a los directivos de Google que no corrijan el equivocado límite de los mapas es una prueba de la mentalidad arrogante de Ortega.

Causa tristeza que Edén Pastora que utilizó la zona norte de Costa Rica como su baluarte contra la dictadura, décadas atrás, recibiendo ayuda médica, alimentaria y militar en su esfuerzo liberador, ya de viejo se ha olvidado de los favores que recibió de la tierra tica, la misma que educó y protegió a su familia. Un comandante con cero sentido de agradecimiento, pues nadie mejor que él conoce que esa es tierra costarricense.

Como era de esperar la tibieza inoperante de la OEA se hizo presente y en vez de ordenar el retiro de los efectivos militares de la tierra costarricense para dirimir si es que lo hubiere una hipotética disputa limítrofe, ha resultado en proponer reuniones bilaterales para discutir lo que no tiene discusión. El límite norte de Isla Calero nunca ha estado en disputa: es tierra costarricense como lo demuestran los documentos cartográficos del siglo antepasado (Tratado de Cañas-Jerez).

Pero todavía más serio ha sido la tibia actitud patriótica costarricense, de la mayor indiferencia, no sólo a nivel popular sino que las universidades, una vez llamadas la conciencia lúcida de la patria, no se han manifestado. Tampoco han hecho defensa alguna el Colegio de Abogados o la Academia de Historia y Geografía. Los sindicatos, tan sensibles a protestar se han olvidado de la defensa de su patria e igualmente permanecen callados los ecologistas marchistas que no defienden el humedad tico alterado por mano extraña.

Debemos reconocer la actitud civilista de nuestro gobierno en la búsqueda de una solución pacífica, pero enérgica e inclaudicable en la defensa del territorio. Nuestra presidenta, el canciller y el embajador ante la OEA han dado la batalla legal, pero no han tenido un abierto apoyo popular a su gestión. Sin embargo, ¿cómo puede haber diálogo si de una parte se utiliza la fuerza de la razón y del otro bando, la razón de la fuerza?

Los países hermanos centroamericanos aunque votaron a favor del SÍ, a propuesta del Secretario General de la OEA, sólo el gobierno de Panamá tuvo una definición pública y altiva a favor de Costa Rica.

Creo que debemos tener el coraje al menos de darle otra denominación a Isla Calero:

Propongo se le llame Isla Costa Rica, un recóndito rincón de la patria donde las sucias manos de los militares invasores han osado plantar su bandera en tierra ajena.

Dentro de esta situación de apatía nacional por el débil apoyo dado al gobierno por su gestión de defensa del patrimonio territorial, es de destacar el acuerdo del consejo universitario de la UNED que condena la invasión y recoge como suyo los argumentos del gobierno: no es un disputa limítrofe sino una descarada invasión.

Finalmente, es doloroso que el gobierno nica, incapaz de superar la pobreza de su pueblo, haya enviado forzosamente a Costa Rica medio millón de sus ciudadanos y en vez de agredir a Costa Rica, debiera iniciar proyectos de desarrollo en beneficio de sus nacionales. Para estar a la moda, algunos “progres” costarricenses hablan de desarrollo fronterizo como solución. Este asunto no es el tema de discusión, simplemente han invadido tierra ajena y agresivas botas militares están contaminando nuestra tierra y alterando nuestra pacífica forma de vida.

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