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lunes, noviembre 29, 2010

Carta abierta al Comandante Daniel Ortega 9.XI.2010

Juan Álvarez Iglesias

Presidente de Nicaragua.

Excelentísimo Sr. Presidente:

Pensando en Ud. como presidente de todos los nicaragüenses, mis respetos.

Lo anterior no es óbice, para que desde la más profunda decepción y amarga tristeza, pensando en el bien general del pueblo que tanto amo, me tomo la libertad de invitarle a reflexionar en voz alta.

Gasté años de mi vida, trabajé, con la alegría que proporciona estar cerca del que sufre, de los que no tienen voz, en el servicio a las clases más desposeídas de mi amada Nicaragua, en la zona del Pacífico: San Rafael del Sur, Pochomil, Masachapa, Ingenio Montelimar El Salto…Y otras comunidades como Las Américas y los Gutiérrez Norte.

En el caso del Ingenio Montelimar, en la época de zafra, defendí, corriendo riesgos, los derechos de los honestos trabajadores y denuncié el inhumano trato, largas y agotadoras jornadas de los “esclavos” de Somoza. Además, coseché las iras del poder, por negarme a recibir, en la Iglesia de S. Rafael del Sur, a A. Somoza D. y señora, Hop Portocarrero, con motivo de la inauguración de los silos recién construidos. ¡No era el momento y tampoco había motivos, dadas las aciagas circunstancias, para un Te Deum de acción de gracias!

Estuve en la “huelga de hambre” en la Catedral, una semana, -ya no sé si en septiembre del año 69 o 70- en defensa de los derechos y vida de estudiantes universitarios de la UCA, detenidos arbitrariamente. También en marchas pacíficas en defensa de los educadores, en la casa del Maestro, cercada por las turbas “nicolasianas”, donde fue agredido el entonces Arzobispo de Managua Monseñor Barni.

Durante años, bajando hacia Managua, en la carretera Sur, en el kilómetro ocho, más o menos, a mano izquierda, pude ver en un muro -y supongo que ahí sigue- el siguiente letrero: “El Río San Juan es nicaragüense”. Pensaba para mis adentros… ¿y quién lo pone en duda?

Con el correr de los años, me fui dando cuenta de que, cuando se alzaba el justificado clamor del pueblo, en mil formas oprimido, reclamando derechos conculcados una y otra vez y solución a los problemas de hambre y marginación denigrantes, el gobierno de turno, recurría a la cantinela de la “necesaria y solidaria unidad, en defensa de la integridad y dignidad nacionales”: los nicaragüenses debían estar dispuestos a todo…

Defensa de la “soberanía de Nicaragua sobre el Río San Juan”, entonces y ahora, de amenazas inexistentes y no sé de qué enemigos por el corrupto poder inventados.

Después de los ríos de sangre derramada por gentes que creían en ideales nobles y en una liberación definitiva de la dinástica dictadura de los Somoza, estamos como al principio: poses dictatoriales y antojadizas, en este caso de un Presidente y partido en el poder, FSLN, que al final traicionó la Revolución en la que, al principio y pecando de ingenuidad, muchos habían creído.

El noble pueblo del universal R. Darío, sigue esperando la ansiada liberación.., para poder vivir en paz y dignidad.

Costa Rica, pueblo hermano y de cuya nacionalidad me siento orgulloso, solo gestos de apoyo y solidaridad ha tenido con Nicaragua. Que lo digan si no los más de 500.000 nicaragüenses que hoy -añorando su terruño- han sido recibidos con los brazos abiertos en suelo tico. Que lo digan los miles de estudiantes, obligados al exilio, y que culminaron sus estudios Secundarios y Superiores, gracias a la generosidad, comprensión del MEP y de muchas Universidades costarricenses.

Ud, señor Presidente, los nueve comandantes, el grupo de Los Once -en tiempo de lucha apoyados incluso por instituciones y gobiernos europeos- tuvieron esa experiencia de acogida, cercanía, solidaridad con su causa, por parte del pueblo costarricense y de la “benevolencia” del gobierno en aquel entonces en el poder.

Otra sería la “historia” si no hubiesen contado con la franja “Tierra de Nadie” en el Frente Sur donde luchaban y arriesgaban vidas los que en verdad creían en la liberación: descalzos, mal alimentados, dejados no de la mano de Dios, pero sí de la de ustedes que cómodamente vivían sin privarse de nada y a cubierto de cualquier peligro en S. José. No es necesario caer en señalamientos. Sí se me ocurre, pregunte al Comandante Borge si sabe dónde queda, en San José, la iglesia de Santa Teresita y ciertas “mansiones” en la zona de Tres Ríos y en la carretera de acceso al antiguo Chapuí.

Pegúntese, señor Presidente, por qué personas como S. Ramírez M., C. Tünnerman, los hermanos Cardenal, Moisés Hassan -dudo de la grafía de algunos nombres-, y tantos y tantos otros, abandonaron las filas de una revolución que ofrecía una tierra prometida, tanto tiempo anhelada, al sufrido pueblo nica.

“Ser agradecido, es de bien nacidos”. Muestre Ud. un mínimo gesto de gratitud para con el noble y civilista pueblo costarricense; pueblo siempre amante de la paz y respetuoso del derecho de los pueblos. De no ser así… ¡”No ser agradecidos, es de mal nacidos”!

Lo de la frontera y su propuesta de “mojones”, que no sea una cortina de humo más, una manipulación más de los sentimientos del pueblo nicaragüense, para seguir en el poder y cometer tropelías a su antojo intentado humillar a un pueblo hermano.
Los ticos, nunca seremos sus esclavos.

La razón y el Derecho Internacional nos amparan.

Mire hacia dentro, su conciencia y respete el querer y sentir de sus nobles compatriotas que necesitan servidores honestos.

Garantizar el bien común, la felicidad, la paz, dentro de sus fronteras que tiene como fundamento la justicia, es la misión de “quien ha recibido el mandato de gobernar”.

Mi esperanza, que haya paz en “las fronteras” y en el corazón de todos los hombres de buena voluntad; pueblos hermanos, nicas y ticos.

Le recuerda algo, le suena de “sus tiempos de lucha” ¿”Mañana, hijo mío, todo será distinto”? ¡Qué pena!

Atentamente,
Juan Álvarez Iglesias, costarricense
Valencia, España, 09/11/ 2010

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