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Nombre: Alforja Calasanz
Ubicación: Valencia, Malvarrosa, Spain

sábado, octubre 30, 2010

Imagen de Cuba II (S. Rodríguez 16.IX.2010)

INVITACIÓN
Por Silvio Rodríguez

Fuente: La Jiribilla
Jueves, 16 de Septiembre de 2010

Creo que la Revolución Cubana dignificó a nuestro país y a los Cubanos. Y que el Gobierno Revolucionario ha sido el mejor gobierno de nuestra Historia.

Sí: antes de la Revolución La Habana estaba mucho más pintada, los baches eran raros y uno caminaba calles y calles de tiendas llenas e iluminadas. Pero ¿quiénes compraban en aquellas tiendas? ¿Quiénes podían caminar con verdadera libertad por aquellas calles? Por supuesto, los que "tenían con qué" en sus bolsillos. Los demás, a ver vidrieras y a soñar, como mi madre, como nuestra familia, como la mayoría de las familias cubanas. Por aquellas avenidas fabulosas sólo se paseaban los “ciudadanos respetables”, bien considerados en primer lugar por su aspecto. Los harapientos, los mendigos, casi todos negros, tenían que hacer rodeos, porque cuando un policía los veía en alguna calle “decente”, a palos los sacaban de allí.

Esto lo vi con mis propios ojos de niño de 7 u 8 años y lo estuve viendo hasta que cumplí 12, cuando triunfó la Revolución.

En la esquina de mi casa había dos bares, en uno de ellos, a veces, en vez de cenar, nos tomábamos un batido. En varias ocasiones pasaron marines, cayéndose de borrachos, buscando prostitutas y metiéndose con las mujeres del barrio. A un joven vecino nuestro, que salió a defender a su hermana, lo tiraron al suelo, y cuando llegó la policía ¿con quién creen que cargaron? ¿Con los abusadores? Pues no. A patadas por los fondillos se llevaron a aquel joven universitario que, lógicamente, después se destacaba en las tánganas estudiantiles.

Ahí están las fotos de un marine meando, sentado en la cabeza de la estatua de Martí, en el Parque Central de nuestra Capital.

Eso era Cuba, antes del 59. Al menos así eran las calles de la Centrohabana que yo viví a diario, las del barrio de San Leopoldo, colindante con Dragones y Cayo Hueso. Ahora están destruidas, me desgarra pasar por allí porque es como ver las ruinas de mi propia infancia. Lo canto en “Trovador antiguo”. ¿Cómo pudimos llegar a semejante deterioro? Por muchas razones. Mucha culpa nuestra por no haber visto los árboles, embelesados con el bosque, pero culpa también de los que quieren que regresen los marines a vejar la cabeza de Martí.

Estoy de acuerdo en revertir los errores, en desterrar el autoritarismo y en construir una democracia socialista sólida, eficiente, con un funcionamiento siempre perfectible, que se garantice a sí misma. Me niego a renunciar a los derechos fundamentales que la Revolución conquistó para el pueblo. Antes que nada, dignidad y soberanía, y asimismo salud, educación, cultura y una vejez honorable para todos. Quisiera no tener que enterarme de lo que pasa en mi país por la prensa de afuera, cuyos enfoques aportan no poca confusión.

Quisiera que mejoraran muchas cosas que he dicho y otras que no.

Pero, por encima de todo, no quiero que regrese aquella ignominia, aquella miseria, aquella falsedad de partidos políticos que cuando tomaban el poder le entregaban el país al mejor postor. Todo aquello sucedía al tibio amparo de la Declaración de los Derechos Humanos y de la Constitución de 1940. La experiencia pre-revolucionaria cubana y la de muchos otros países demuestra lo que importan los derechos humanos en las democracias representativas.

Muchos de los que hoy atacan la Revolución, fueron educados por ella. Profesionales emigrados, que comparan forzadamente las condiciones ideales de “la culta Europa”, con la hostigada Cuba. Otros, más viejos, quizá alguna vez llegaron a "ser algo" gracias a la Revolución y hoy se pavonean como ideólogos pro capitalistas, estudiosos de Leyes e Historia, disfrazados de humildes obreros. Personalmente, no soporto a los "cambiacasacas" fervorosos; esos arrepentidos, con sus cursitos de marxismo y todo, que eran más papistas que el Papa y ahora son su propio reverso. No les deseo mal, a nadie se lo deseo, pero tanta inconsistencia me revuelve.

La Revolución, como Prometeo (le debo una canción con ese nombre), iluminó a los olvidados. Porque en vez de decirle al pueblo: cree, le dijo: lee. Por eso, como al héroe mitológico, quieren hacerle pagar su osadía, atándola a una remota cumbre donde un buitre (o un águila imperial) le devore eternamente las entrañas. Yo no niego los errores y los voluntarismos, pero no sé olvidar la vocación de pueblo de la Revolución, frente a agresiones que han usado todas las armas para herir y matar, así como los más poderosos y sofisticados medios de difusión (y distorsión) de ideas.

Jamás he dicho que el bloqueo tiene toda la culpa de nuestras desgracias. Pero la existencia del bloqueo no nos ha dado nunca la oportunidad de medirnos a nosotros mismos.

A mí me gustaría morir con las responsabilidades de nuestras desdichas bien claritas.

Por eso invito a todos los que aman a Cuba y desean la dignidad de los cubanos, a gritar conmigo ahora, mañana, en todas partes: ¡Abajo el bloqueo

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Imagen de Cuba I (O. Payá 17.XII.2002)

El Proyecto Varela

"Los cubanos no podemos, no sabemos y no queremos vivir sin Libertad"
Oswaldo Payá
(Discurso pronunciado en el Parlamento Europeo el 17 de Diciembre del 2002, con motivo de otorgársele el Premio Sajarov a la Libertad de Conciencia 2002)

El Proyecto Varela, promovido por cientos de cubanos bajo la dirección de Oswaldo Payá Sardiñas , es, sin duda, la iniciativa más exitosa de la oposición cubana en los últimos tiempos, quizás en la historia. Por primera vez, la dictadura militar que dirige el país se siente atrapada en sus propias contradicciones y a la defensiva por una iniciativa ciudadana que pide el derecho de votar los cambios deseados. Además está basada en la propia constitución cubana, a través de algunas de las "rendijas democráticas." que contiene sobre el papel

A continuación explicamos en detalle en qué consiste el Proyecto Varela y qué ha logrado

Si vas a Cuba, bájate trípticos explicativos, imprímelos y dáselos a los cubanos con los que te encuentres.

¿Qué es el Proyecto Varela?

El Proyecto Varela representa una alternativa de futuro. Es un proyecto de ley, promovido por ciudadanos desde dentro de Cuba, para que sean los propios cubanos los que decidan si realizar o no los cambios que Cuba necesita.

El Proyecto Varela recibe su nombre del padre Felix Varela y Morales, gran personalidad de la historia cubana, en especial por su defensa de los derechos del ciudadano y la abolición de la esclavitud.

El proyecto que lleva su nombre ha sido concebido en Cuba, por cubanos y para todos los cubanos.

¿Qué pide el Proyecto Varela?

El Proyecto Varela quiere mejorar el bienestar económico y moral de los cubanos, a través del reconocimiento de derechos y libertades que les corresponden y merecen. Derechos tanto políticos como económicos, para mejorar la penosa situación de pobreza en la que se encuentran, así como para que Cuba transite hacia la democracia. Este proyecto de ley propone un voto popular acerca de los siguientes aspectos:

Libertad de expresión y de prensa.

Libertad de asociación respeto a la diversidad de ideas presentes en nuestra sociedad, no todos pensamos igual y todos tenemos derecho a expresarnos y a crear organizaciones.

Amnistía para los presos políticos que no hayan atentado contra la vida de otras personas, abriendo más caminos para la reconciliación nacional.

Libertad económica para dar a los cubanos la posibilidad de prosperar y mejorar su economía a través de la creación de empresas privadas de los cubanos. Actualmente están humillados porque esto sea privilegio de los extranjeros. Asimismo, la libertad generaría una economía una economía mucho más eficiente y mayor bienestar para los cubanos.

Nueva Ley Electoral y Elecciones Libres. Que haya más de un candidato por puesto de diputado y se respete el pluralismo político.
¿Que ha logrado ya el Proyecto Varela?

Ha roto la cadena del miedo.

El Proyecto Varela ha logrado reunir las firmas de más de 25.000 cubanos de forma consciente y voluntaria. Estos miles de ciudadanos que viven en Cuba han dejado atrás su miedo y apoyado esta propuesta que, a pesar de ser legal, no ha sido publicada por el Gobierno.

Gracias a estas firmas, el Proyecto fue presentado a la Asamblea Nacional del Poder Popular el 10 de Mayo del 2002 y de nuevo, el 3 de Octubre del 2003. Por eso, además de ser legal, según la Constitución, es un proyecto de ley, al reunir más de 10.000 firmas en dos ocasiones.

Nadie puede explicar por qué los cubanos no pueden tener derechos a crear sus propias empresas y los extranjeros sí, ni a contratarse libremente, ni a asociarse libremente, ni a pensar y expresar sus ideas sin miedo a ser reprimidos y marginados. La Ley Electoral no permite a los cubanos elegir a cada uno de sus diputados entre varios candidatos y es una comisión de candidatura la que designa, como ahora, los 609 candidatos para los 609 puestos de diputados. Así los electores ni eligen, ni nominan a sus diputados y esto viola la Constitución. El Proyecto Varela contiene una ley electoral que garantiza el derecho constitucional a elecciones verdaderas y libres.

Más logros

El Proyecto Varela también ha logrado reconocimiento internacional de numerosos dirigentes políticos, sociales y religiosos del mundo, desde parlamentos iberoamericanos hasta la Unión Europea, pasando por presidentes de numerosos países como Vaclav Havel, José María Aznar, Vicente Fox, y muchos otros lideres mundiales. Durante su visita a Cuba, el ex-Presidente de los EEUU, Jimmy Carter lo nombró y alabó.

Aunque en Junio del 2002 mediante una llamada "Modificación Constitucional" se agregaron algunos párrafos a la Constitución, supuestamente para hacerla "irreformable" no se eliminaron los artículos en que se apoya legalmente el Proyecto Varela. Estos son entre otros, los siguientes artículos: Art. 1, Art. 88 g, Art. 53, 54 y 55 Art 41, 42 y 43, Art 9, Art 15, 16 y 17, Art 63 y 64, Art 68, Art 70 y 71, Art 23, Art 84, Art 131 al 136.

En todo el país continúa la recogida de firmas. El artículo 292 del mismo Código Penal cubano establece que comete un delito el que "impida u obstaculice que una persona dirija quejas o peticiones a las autoridades".

Pero lo más importante: el Proyecto Varela ha conseguido establecerse como la vía de cambios pacíficos que Cuba necesita.


Discurso de Oswaldo Payá al Recibir el Premio Sajarov

El opositor cubano de mayor relieve internacional en estos momentos, el ingeniero Oswaldo Payá Sardiñas, líder del Movimiento Cristiano Liberación y principal impulsor del Proyecto Varela, recibió el 17 de diciembre de 2002 el Premio Sarajov a la Libertad de Pensamiento que otorga el Parlamento Europeo.

El Proyecto Varela propone un referendo político para que los cubanos puedan decidir su destino en cuanto a las libertades de expresión y asociación, y el derecho a tener empresas privadas propias. También pide la liberación de prisioneros políticos y cambios en la ley electoral cubana, que actualmente sólo admite como legal al Partido Comunista. Los proponentes del Proyecto Varela presentaron el documento avalado por 11 mil firmas de cubanos, como exige la ley, a la oficialista Asamblea Nacional de Cuba, pero el gobierno de la isla ignoró la petición y puso en vigor un contraproyecto que establece que el sistema político y económico imperante en la isla es "irrevocable".


Las siguientes palabras fueron pronunciadas por Payá ante el Parlamento Europeo en ocasión de recibir el Premio Sajarov, el 17 de Diciembre de 2002 en Estrasburgo, Francia:

Gracias al señor presidente, Pat Cox, y a este Parlamento en el que están representados muchos pueblos de Europa.

Ustedes han concedido el premio Andrei Sajarov al pueblo de Cuba; digo al pueblo cubano porque es el gran merecedor de este reconocimiento. Lo digo sin excluir a ninguno de mis compatriotas, sea cual sea su posición política, porque los derechos no tienen color político, ni de raza, ni de cultura. Tampoco las dictaduras tienen color político, no son de derecha ni de izquierda, son sólo dictaduras. En mi país hay miles de hombres y mujeres que luchan por los derechos de todos los cubanos en medio de la persecución. Cientos de ellos están presos sólo por proclamar y defender estos derechos, por lo que yo recibo este reconocimiento en su nombre.

Digo que este premio es para todos los cubanos porque entiendo que, con este premio, Europa quiere decirles: "Ustedes también tienen derecho a los derechos''.

De esto siempre estuvimos convencidos, pero hubo etapas en las que parecía que esa verdad no era tan evidente para muchos en el mundo.

No vengo aquí a pedir apoyo para la oposición al gobierno cubano, ni a condenar a los que nos persiguen. No es una ayuda para Cuba que algunos en el mundo tomen partido por el gobierno cubano o por los que se le oponen, a partir de posiciones ideológicas. Nosotros queremos que se tome posición a favor del pueblo cubano, con todos los cubanos. Y eso significa apoyar el respeto a todos sus derechos, apoyar la apertura, apoyar la demanda de que se consulte a nuestro pueblo en las urnas sobre los cambios que estamos demandando. Pedimos la solidaridad para que se le dé la voz a nuestro pueblo en las urnas, como lo propone el Proyecto Varela.

Muchos han relacionado este premio con el Proyecto Varela, y tienen razón, porque los miles de cubanos que, en medio de la represión han firmado esa petición de referéndum, están haciendo una contribución decisiva a los cambios que Cuba necesita. Estos cambios significarían participación en la vida económica y cultural, significarían derechos políticos y civiles y reconciliación nacional. Ese sería el verdadero ejercicio de la autodeterminación de nuestro pueblo. Debe terminar el mito de que los cubanos tenemos que vivir sin derechos para sostener la independencia y soberanía de nuestro país.

El padre Félix Varela nos enseñó que la independencia y la soberanía nacional son inseparables del ejercicio de los derechos fundamentales. Los cubanos que viven en Cuba y en la diáspora, como un solo pueblo, tenemos la voluntad y las capacidades para construir una sociedad democrática, justa y libre, sin odios ni revanchas y como lo soñó José Martí: "Con todos y para el bien de todos''.

No hemos escogido el camino pacífico como una táctica, sino porque es inseparable de la meta de nuestro pueblo. La experiencia nos dice que la violencia genera más violencia y que cuando los cambios políticos se realizan por esa vía se llega a nuevas formas de opresión e injusticia.

Queremos que nunca más la violencia y la fuerza sean vías para superar crisis o gobiernos injustos. Esta vez realizaremos los cambios mediante este movimiento cívico que ya está abriendo una nueva etapa en la historia de Cuba, en la que prevalecerá el diálogo, la participación democrática y la solidaridad. Así construiremos una paz verdadera.

Los héroes luchadores cívicos cubanos, los ciudadanos que firman el Proyecto Varela, no tienen armas en las manos. No tenemos un brazo armado. Tenemos los dos brazos extendidos, ofreciéndoles las manos a todos los cubanos, como hermanos, y a todos los pueblos del mundo. La primera victoria que podemos proclamar es que no tenemos odio en el corazón.Por eso decimos a quien nos persigue y a los que tratan de dominarnos: tú eres mi hermano, yo no te odio, pero ya no me vas a dominar por el miedo, no quiero imponer mi verdad, ni que me impongas la tuya, vamos juntos a buscar la verdad. Esa es la liberación que estamos proclamando.

Todavía hay quien sostiene el mito de la disyuntiva entre los derechos políticos y civiles, por una parte, y la capacidad de una sociedad para construir la justicia social y lograr el desarrollo, por otra. No son excluyentes. La ausencia de derechos civiles y políticos en Cuba ha tenido graves consecuencias como la desigualdad, la pobreza de la mayoría, los privilegios de una minoría, el deterioro de algunos servicios, aun cuando éstos están concebidos como sistemas humanos y positivos.

De esta manera, aunque muchos cubanos han trabajado durante años con amor y buena fe, hoy existe una grave situación en materia de derechos civiles y políticos, además de una creciente desigualdad y deterioro de la calidad de vida para las mayorías. Inclusive se les atan las manos a los ciudadanos, neutralizando las inmensas potencialidades de creatividad y laboriosidad de los cubanos. Esa es la principal causa de nuestra pobreza. No se puede justificar esta realidad afirmando que el pueblo cubano escogió libremente este sistema.

Ustedes saben que ningún pueblo de los representados en este Parlamento, ni ningún pueblo en el mundo, renunciaría jamás al ejercicio de sus derechos fundamentales. Cada vez se demuestra más que el bienestar y el progreso en materia económica y social son frutos del ejercicio de los derechos. De igual manera, una democracia no es verdadera o no es completa si no es capaz de iniciar y sostener un proceso de elevación de la calidad de vida de todas las personas. Porque tampoco ningún pueblo ejerce su voto libremente para optar por la pobreza y la desigualdad que reduzca a las multitudes a una situación de desventaja y marginación.

Nuestros pueblos latinoamericanos están reclamando la democracia real que es aquélla en la que se puede construir la justicia. Es escandaloso que en nombre de la eficacia se apliquen métodos que pretenden superar crisis y acabar con la pobreza, pero que, en la práctica, amenazan con aniquilar a los pobres.

No pretendo anunciar nuevas posiciones o modelos, pero nuestro pueblo ha vivido y sufrido diversos sistemas políticos y económicos. Hoy sabemos que cualquier método o modelo que, en una supuesta búsqueda de la justicia, el desarrollo o la eficacia, se sitúe por encima de la persona o anule cualquiera de los derechos fundamentales conduce a alguna forma de opresión, a la exclusión, y sumerge a los pueblos en la calamidad.

Queremos expresar desde aquí nuestra solidaridad con todos los que sufren cualquier forma de opresión y de injusticia, con los que están silenciados y marginados en el mundo. La causa de los derechos humanos es una sola, como una sola es la humanidad. Si hoy se habla de globalización, anunciamos y denunciamos que si no se globaliza la solidaridad no sólo peligran los derechos humanos, sino el derecho a seguir siendo humanos. Sin solidaridad humana tampoco conservaremos un mundo limpio donde siga siendo posible la vida para los seres humanos.

Por eso, humildemente creo que más que nuevos modelos, tanto en las sociedades como en las relaciones entre los países, lo que se necesita es un nuevo espíritu. Este nuevo espíritu debe expresarse en la solidaridad, la cooperación y la justicia en las relaciones entre los países y no será un freno al desarrollo. Porque si se subordinan las políticas y los modelos a la realización de la persona, a la construcción de la justicia y la democracia, si se humanizan las políticas, entonces se superarán los abismos que separan a los pueblos y seremos una verdadera familia humana.

Llegue desde Cuba nuestro mensaje de paz y solidaridad a todos los pueblos. Todos los cubanos reciben este premio con dignidad y proclamando nuestra esperanza de reconstruir nuestra sociedad con el amor de todos, como hermanos, como hijos de Dios. Los cubanos somos sencillos y sólo queremos vivir en paz y progresar con nuestro trabajo, pero no podemos, no sabemos y no queremos vivir sin libertad.

Ante el Señor de la historia, que fue acostado en un humilde pesebre, depositamos este homenaje, y nuestras esperanzas.

Gracias y feliz Navidad.

(La Asamblea, de pie, aplaude al orador.)

http://www.solidaridadconcuba.com/oswaldo/oswaldo.asp

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Golpeó con fuerza el Huracán Karl - Veracruz (X.2010)

Tras desolación y despojo, solidaridad
Escribe: JUP
Navegar juntos X,2010.a

Después de dos días de festiva vacación por las celebraciones nacionales del Bicentenario y fiestas patrias, el viernes 17 de septiembre se reanudaron las clases; mas hacia las 11 de la mañana se desató el ya anunciado huracán “Karl” con vientos de velocidad de 195 Km por hora y rachas de 250 km, todo ello con fuertes lluvias; esa situación bajó de intensidad hacia las 14 horas, pero los efectos fueron devastadores en el Estado de Veracruz estimándose que jamás en la historia de esta zona o Estado se ha visto meteoro tan desolador, tres veces más fuerte que el famoso Stand del año 2005 que asoló Nueva Orleans en Estados Unidos: casas derribadas, alrededor de 500.000 árboles derribados, de ellos muchos miles en la propia ciudad de Veracruz, 70 % de los semáforos destruidos, anuncios o espectaculares sin rastro de su existencia… Un panorama de destrucción en grandes zonas de esta ciudad de más de un millón de habitantes.

Pero lo peor estaba por llegar: debido a la acumulación de agua en la zona y en sus montañas, el sábado día 18 a partir de las 3 p.m. comenzaron a desbordarse todos los ríos –apareciendo como nuevos unos 20 torrentes más- así como los canales antes de desembocar en el Golfo de México, lo cual fue en aumento progresivo a lo largo de toda la noche; consecuencia de ellos colonias enteras bajo el agua, calles y avenidas intransitables, puentes caídos, carreteras cortadas… En los momentos más críticos, pasar por la mayoría de las amplias zonas de esta ciudad portuaria ha resultado escalofriante: mucha destrucción, caos, riesgos de postes de electricidad de alta tensión partidos; en algunas calles, lanchas y remeros en lugar de taxis y carros.

Casos penosos como la señora de edad mayor al lado de su vivienda arrasada, sentada en una piedra, rodeada de barro, sosteniendo una sombrilla para evitar el quemante sol y… esperando la providencia de algún transeúnte, se han repetido, sólo que más dramáticos pues han terminado en muertes, cuyo número se desconoce; todos opinan que fue un mal menor que las inundaciones se iniciaran en pleno día y de forma algo progresiva, lo cual permitió salir de las viviendas y refugiarse en lugares más altos y seguros.

Son muchas las personas integrantes de la Comunidad del Centro de Estudios Cristóbal Colón afectadas muy severamente por los efectos de este meteoro, esperado y anunciado pero de tales proporciones que nadie sospechaba; ahí se encuentran quienes han de comenzar por comprarse ropa, camas, muebles, refrigerador…, y por supuesto rehabilitar su vivienda y plantearse si es ése el lugar donde les conviene vivir en el futuro o soñar otra ubicación más segura. De momento, varios miles de personas se refugian en albergues que ha puesto a disposición tanto el Gobierno del Estado como los dos Alcaldes de la ciudad conurbada Veracruz - Boca del Río; quienes tienen más medios, optan por residir el tiempo que fuere preciso en algún hotel.

La Comunidad Generalicia, ante la realidad que se presentaba y las urgencias de las autoridades gubernamentales para abandonar el lugar, debió pasar a vivir durante dos semanas fuera de su Casa, que quedó inundada con más de un metro de aguas contaminadas, provenientes más que de lluvias, de alcantarillas y lodo de las calles; parte
de las oficinas del Campus Torrente Viver, sobre todo el amplio Departamento de Pastoral y
actividades culturales y sociales, aparecía con más de un metro de altura de aguas sucias y lodo.

Asimismo, el Campus Calasanz forma parte de una amplísima laguna debido a que en su alrededor llegan al Golfo ríos de mucho caudal; los accesos a este nuevo y moderno Campus y a toda esa zona están tomados por los agentes de Protección Civil y el Ejército, responsables de controlar la situación de emergencia en la ciudad.

Han estado llegando numerosas adhesiones de solidaridad a la Comunidad Religiosa; entre éstas se hallan la del P. General Pedro Aguado, P. Asistente General Sergio Fernando Hernández, P. Provincial de México Emmanuel Suárez Serrano, P. Miguel Giráldez anterior Rector de esta Universidad, Comunidades de la Provincia de México.

En estos difíciles escenarios que nos trascienden por su poder de impacto a los seres humanos y nos igualan a los diferentes niveles sociales, hay algo que aflora de forma espontánea en los Pueblos de América Latina: la solidaridad, la cual se traduce en gestos de
cercanía, de colaboración, de ayuda, de compromiso. Y esto es lo que aparece y se palpa hoy –gracias a Dios- con variadas expresiones en la ciudad y Estado de Veracruz, así como en el Centro de Estudios Cristóbal Colón.

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Estudiantes de Italia y Europa Central (Noor István X.2010)

Encuentro de los juniores de la Circunscripción de Italia - Europa Central

Más allá de las diferencias culturales
Ephemerides Calasanctianae
Moór István, escolapio

Del 16 al 19 de septiembre los juniores de las Provincias polaca, eslovaca y húngara se reunieron en una aldea de montaña de Piwniczna-Zdrój, cerca de la frontera entre Polonia y Eslovaquia. Además de los representantes de las respectivas naciones, también participaron los juniores de Bielorrusia, Filipinas e India, venidos de nuestra casa de Monte Mario (Roma).

El idioma oficial era el inglés, pero no pocos hablaban también español y alemán.

El encuentro comenzó con la celebración de la Santa Misa, presidida por el P. Józef Tarnawski, Provincial polaco. Después, para conocernos mejor, nos fuimos presentando por grupos de proveniencia. Muchos ya se conocían de los encuentros de novicios organizados en los últimos años por el P. József Ruppert.

Al día siguiente, por la mañana, analizamos la situación actual de nuestras Provincias, utilizando como modelo de presentación el sistema solar, con el que buscábamos el sol, las estrellas y los distintos planetas de nuestra realidad. A pesar de las dificultades lingüísticas, logró crearse entre nosotros un verdadero diálogo y constatamos con alegría que nuestros valores eran comunes.

Para distraernos un poco, fuimos a un pueblito cercano llamado Stary Sącz, donde visitamos la tumba de Santa Kinga (Cunegunda), patrona de toda la región, muy estimada por los polacos y los húngaros.

Por las tardes presentamos nuestras Demarcaciones y naciones. El primer día tocó a Filipinas, India y Hungría. Resultó muy interesante para todos conocer un poco el contexto cultural de los demás y tener una visión del trabajo que los escolapios realizan en los distintos lugares. Fue, además, muy entretenido conocer las costumbres y las danzas características, y gustar las distintas comidas y bebidas.

El 18 fue un día de excursión, en el que hicimos una larga caminata por las montañas vecinas. Hizo un tiempo espléndido, pero el paseo fue bastante fatigoso. Por la tarde se presentaron las Provincias italiana y eslovaca.

Terminadas las presentaciones, compartimos una parrillada y nos entretuvimos hasta tarde cantando y jugando.

El último día, por la mañana, organizamos una competición, terminada la cual los juniores polacos presentaron su Provincia. Después del almuerzo nos despedimos.

Durante estos pocos días pudimos constatar que más allá de las diferencias culturales y lingüísticas, nos unen la vocación común, la apertura y el interés mutuo. Hemos vivido la alegría de la comunidad fraterna en las oraciones, los coloquios y las conversaciones personales.

Queremos agradecer al P. Mateusz Pindelski, Asistente General de nuestra Circunscripción, que tuvo la idea del encuentro, y a nuestro hermano Michał Warzyc que se encargó de la mayor parte de la organización.

Moór István Sch.P.

La carta del Padre General:

El 12 de septiembre el P. General envió a los participantes en el encuentro una extensa reflexión sobre la vocación y una invitación cordial a vivirla en profundidad. A continuación presentamos un fragmento tomado del capítulo dedicado al amor por la Orden y a la disponibilidad.

“Queridos hermanos, todos formáis parte de la Orden. Lleváis en ella pocos años, pero la amáis con todo el corazón y sois amados por ella desde el compromiso de ayudaros a crecer y ser escolapios en plenitud. Hoy, más que nunca, amar a la Orden significa conocer y asumir, con un compromiso creciente, las grandes opciones desde las que las Escuelas Pías quieren servir, en la Iglesia, a la causa de la educación evangelizadora de los niños y jóvenes, encarnada como un carisma en la vida de San José de Calasanz y ofrecida a los escolapios como don y tarea.

Os propongo que profundicéis en esta vuestra pertenencia a la Orden. Os invito a amar profundamente a vuestra Provincia sabiendo que al hacerlo, amáis a la Orden. Os pido que hagáis crecer en vuestro corazón el don de la disponibilidad, pidiendo a Dios que os fortalezca para estar siempre disponibles a lo que las Escuelas Pías pidan de cada uno de vosotros. Todo esto, hermanos, es también una tarea espiritual, hemos de vivirlo y alimentarlo también desde la oración.”

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Dos imágenes de Iglesia (J. A. Pagola 3.X,2010)

José Antonio Pagola, teólogo vasco, autor de "Jesús. Aproximación histórica"

"Hay una confrontación entre dos modelos de Iglesia"

"Jesús puede ser un desafío demasiado peligroso para la Iglesia actual”

Redacción, 03 de octubre de 2010

El sacerdote vasco José Antonio Pagola (Guipúzcoa, 1937), el ya célebre autor de «Jesús. Aproximación histórica», mantiene una visión contemporánea y radical de Jesucristo. El número dos de José María Setién en la diócesis de San Sebastián vendió 40.000 ejemplares de su libro en dos meses, antes de que la Conferencia Episcopal tomara cartas en el asunto y fuera retirado de las librerías eclesiásticas y diocesanas por la editorial católica que lo publicó. Asegura que "Jesús puede ser un desafío demasiado peligroso para la Iglesia actual" y que es evidente que, en la actualidad, "hay una confrontación entre dos modelos de Iglesia o dos sensibilidades sobre la interpretación del Vaticano II".

Lo entrevista Matías Vallés en La Nueva España.

-¿Se considera una víctima?

No. En mi libro presento a Jesús como conflictivo y peligroso, ahora he comprobado en mi propia carne que lo fue y lo será siempre. Cuando se conocen sus palabras de fuego, su libertad para defender a las personas, su proyecto de una sociedad al servicio de los últimos o su crítica a una religión vacía de compasión, Jesús genera reacciones encontradas de atracción o de rechazo. Creo que, en buena parte, mi libro ha suscitado inquietud cuando se ha captado que Jesús puede ser un desafío demasiado peligroso para la Iglesia actual.

-¿Jesucristo era más hombre que Dios?

Probablemente nadie ha ejercido un poder tan grande sobre los corazones como Jesús, nadie ha expresado como él las inquietudes e interrogantes del ser humano, nadie ha despertado tantas esperanzas. Todavía hoy, cuando las ideologías y religiones experimentan una crisis profunda, Jesús sigue alimentando la fe de millones de hombres y mujeres. Los cristianos pensamos que Jesús es tan plenamente humano que no es como nosotros. Leonardo Boff decía que «tan humano sólo puede ser Dios». Para mí, Jesús es Dios hablándonos, acompañándonos y salvándonos desde este hombre entrañable.

-¿El nombramiento de Munilla es un desafío de Rouco a la Iglesia nacional vasca?

Es un error analizar lo ocurrido en San Sebastián desde claves exclusivamente políticas. Pienso, más bien, que lo que se vive en mi diócesis es, sobre todo, un conflicto eclesial que se está produciendo también en otras partes, como consecuencia de una confrontación entre dos modelos de Iglesia o dos sensibilidades sobre el contenido y significado del Vaticano II o sobre el quehacer de la Iglesia en la sociedad secularizada. Lo lamentable es que, por lo general, nuestras mutuas descalificaciones no nos están conduciendo hacia una Iglesia más fiel a Jesús y a su proyecto.

-¿Leerá el libro de Hawking que niega la existencia de Dios?

No. Siempre me han interesado los trabajos de Stephen Hawking sobre astronomía, pero no sus conjeturas sobre Dios. Los expertos en el diálogo ciencia-fe afirman que ni las religiones pueden probar la existencia de Dios ni las ciencias su no existencia. Parece que el hombre moderno ha decidido que lo que el ser humano no puede probar científicamente, no existe.

-¿Dios es necesario?

Dios no es necesario para ganar dinero, adquirir poder o lograr bienestar. Tampoco para dispensarnos del mal, del sufrimiento o las desgracias de la vida. Dios nos sirve a los creyentes para enfrentarnos con una luz, un estímulo y un horizonte nuevo a la dureza de la vida y al misterio de la muerte.

-¿Le gustaría mantener un debate abierto con Benedicto XVI sobre los contenidos de su libro?

Me gustaría que en Roma se escucharan las diversas corrientes teológicas existentes en el seno de la Iglesia -no sólo en Europa- pero, sobre todo, me alegraría que la jerarquía liderara un movimiento de conversión a Jesucristo. Nada hay más urgente.

-¿Tomaría Jesús las mismas decisiones que el Vaticano sobre la mujer?

Jesús critica una sociedad patriarcal que establece el dominio y el poder del varón sobre la mujer. Esta actuación de Jesús nos está exigiendo hoy una revisión profunda de la situación injusta de la mujer en la Iglesia y en la sociedad, una toma de conciencia más viva de nuestra infidelidad a Jesús y un proceso valiente de renovación orientado a que la mujer pueda disfrutar de su dignidad, sus derechos y su protagonismo.

-¿Jesucristo acabó en una fosa común como los desaparecidos de la Guerra Civil?

No, históricamente es muy poco probable. Esta hipótesis del norteamericano John Dominic Crossan no encuentra apenas aceptación entre los especialistas.

-Incluso sus críticos más acerbos se han rendido ante el brillante estilo literario de «Jesús».

Lo que a mí me llena de alegría es comprobar que muchas personas que leen mi libro sienten a Jesús más vivo y cercano, encuentran un sentido diferente a su vida, se despierta en ellos el deseo de una vida más humana. Encuentran en mi libro algo que yo no he puesto.

-¿Pensó alguna vez que se convertiría en un superventas?

Nunca. De ordinario, el éxito de un libro se mide en esta sociedad por el número de ejemplares vendidos. Yo no lo creo así. De «El código da Vinci» de Dan Brown se han vendido millones de copias, pero yo lo considero un fracaso, pues no introduce verdad ni esperanza, no acerca al misterio de Jesús, no ayuda a vivir de manera más humana.

-¿Abundan las contradicciones en el discurso de Jesús en los evangelios?

Los evangelios no son relatos biográficos redactados para ofrecer información precisa de carácter histórico. Son relatos en los que, de forma variada y matizada por cada evangelista, se recoge la memoria de Jesús. Para aproximarnos al contenido histórico que conservan sobre Jesús es necesario contrastarlos, analizar los géneros literarios que emplean, los procedimientos narrativos, el vocabulario propio de cada evangelista, el contexto.

-¿Jesucristo expulsaría a los mercaderes del Vaticano?

No hay que esperar a que vuelva Jesús. Desde los millones de hambrientos y desnutridos de la tierra, desde los pobres olvidados por las religiones, desde las mujeres humilladas en todos los pueblos, Jesús nos está gritando ahora mismo a los dirigentes del Vaticano y a todos los que nos decimos cristianos que expulsemos de la Iglesia riquezas, poderes, grandezas o intereses que ocultan su mensaje de esperanza.

-¿Se puede seguir a Jesús sin seguir a su Iglesia?

En estos momentos yo no encuentro otra manera mejor de seguir a Jesús que viviendo en esta Iglesia, pero esforzándome por convertirme yo mismo al Evangelio y trabajando por alentar en ella un clima de conversión a Jesús.

-¿La crisis económica que tanto nos ocupa provocará un renacimiento de la espiritualidad?

Observo que el deseo de espiritualidad se despierta sobre todo en personas que experimentan con fuerza el vacío existencial, el sinsentido de su vida, el hartazgo de bienestar. No es fácil vivir una vida que no apunta hacia ninguna meta.

-¿Qué saca un no creyente de la lectura de su libro?

He recibido muchos cientos de cartas y escritos de lectores no creyentes. La mayoría me dicen que se han encontrado con un Jesús que ni siquiera sospechaban, algunos se han sentido llamados a replantearse su vida con más verdad y honestidad, bastantes se han sentido liberados de miedos y fantasmas religiosos que les han hecho sufrir mucho a pesar de haberse distanciado de la Iglesia, bastantes quedan conmovidos por un Dios amigo que ama con amor increíble e inmerecido a todos sus hijos. Algunos dicen: Ojalá exista ese Dios, bastantes se animan a trabajar por un mundo más humano y justo.

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Día Mundial del Docente (M. P. Arias X.2010)

Mtra. Martha Patricia Arias Kuri
Catedrática de la UCC

Desde 1994, la UNESCO celebra el día mundial del docente el 5 de octubre, conmemorando de esta manera el aniversario de la firma de la Recomendación UNESCO/OIT relativa a la situación del personal docente en 1966.

El documento establece normas internacionales relativas a las preocupaciones más importantes de tipo social, ético y material de los docentes, así como cuáles son sus responsabilidades y derechos.

El contenido de algunas disposiciones que abarca la recomendación UNESCO/OIT son:

Profesionalismo,
haciendo hincapié en la posibilidad de que la enseñanza pueda considerarse como una profesión.

Cooperación en materia política
entre las autoridades y organizaciones de personal docente con miras a definir la política docente.

Capacitación del personal docente
para contar con profesores de calidad.

Libertades profesionales al seleccionar y

adaptar estrategias de enseñanza
adecuadas a cada contexto en colaboración con autoridades escolares.

Los esfuerzos de la UNESCO/OIT han contribuido para que el mundo reconozca la labor de los docentes y la importancia que tiene la formación y profesionalización de su práctica.

Hoy día es primordial reconocer su labor social, la función que cumple como formador y agente crítico de su entorno. Es necesario reivindicar la libertad de cátedra con miras a mejorar su contexto y por ende, la vida de sus estudiantes.

A través de su ejercicio y de una educación liberadora, forman ciudadanos responsables con su sociedad, donde el alumno es capaz de conocer y reconocer sus competencias, donde puede tomar conciencia de su papel en el entorno y de la responsabilidad que tiene cuando accede al conocimiento.

Aunado a lo anterior, se debe promover también una formación docente de calidad, acorde a las tendencias del entorno y a las finalidades de la sociedad. Una formación alejada del mercantilismo y centrada en el desarrollo holístico de las personas. Una formación caracterizada por la creatividad, la entrega y la formación humana.

De esta manera, queremos rendir homenaje a todos aquellos docentes que con su desempeño profesional, su formación y el papel esencial que desempeñan en la formación de sus estudiantes, coadyuvan a hacer de este mundo un mejor lugar para vivir y crecer.

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Día internacional para la reducción de los desastres naturales (D. M. Juárez X.2010)

C.P. Dulce María Juárez Zorrilla
Profesora de Enseñanza Media, Colegio Cristóbal Colón
Navegar Juntos X.2010.A

Después de los acontecimientos vividos en el Estado de Veracruz, es importante recordarle a la población que somos solidarios con las desgracias vividas por el meteroro que atacó a nuestros hermanos veracruzanos. Por ello hablaremos de la existencia de un Día dedicado a éste tipo de situaciones que están fuera del control de los seres humanos y que sólo con la ayuda de Dios podremos superar éste tipo de adversidades.

El segundo miércoles de octubre de cada año se celebra el día internacional para la reducción de los desastres naturales, instituido por la Asamblea General de las Naciones Unidas en el año 1990. El sentido del día internacional para la reducción de los desastres naturales tiene como objetivo prevenirlos, mitigarlos y lograr que se esté preparados para enfrentarlos. Para ello, será necesario que todos los países que forman nuestro planeta se organicen en asociaciones, mismas que tendrán diversos planes de acción para enfrentar tan difícil tarea de prevención y de recuperación cuando se vivan sucesos de tal magnitud.

Cuatro son las bases de estos planes:

Aumentar la conciencia
del público respecto de los riesgos y la vulnerabilidad de los desastres, pues cuánto más información posean las personas, las organizaciones y los gobiernos, el modo de hacer frente a los desastres será más eficaz.

Lograr el compromiso de las autoridades
de cada estado tanto para la colaboración con otros estados como en la educación y legislación fronteras adentro.

Estimular alianzas interdisciplinarias.

Por último, aumentar los conocimientos científicos sobre el tema, lo que implica inversión y

reconocimiento nacional e internacional.

Si todos los ciudadanos del mundo hacemos caso de los puntos anteriores podremos estar preparados para cualquier suceso natural que se presente en los diferentes países del planeta Tierra. Y si mantenemos el sentido de responsabilidad y solidaridad haremos que los momentos de dificultad pasen con mayor rapidez y logremos la estabilidad de todo un Estado o país completo.

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Historia de las Escuelas Pías de Vasconia - reseña (J. Unanua X.2010)

Desde las raíces hacia el futuro:
“Historia de las Escuelas Pías de Vasconia”
José F. Unanua Pagola, Sch.P.

El escolapio navarro y doctor en Historia por la Universidad de Zaragoza, P. Joaquín Lecea Pellicer, acaba de sacar a la luz pública el II tomo de la Provincia de Vasconia (1933 - 2005), en total un lapso de tiempo de 72 años que marca su nacimiento, su vida y su dinámica evolución hacia la denominada Provincia de Emaús.

Hace muchos siglos el político y pensador Cicerón sostenía que la historia es testigo de los tiempos, luz de la verdad, vida de la memoria, maestra de la vida, mensajera de los tiempos pasados. Y este doble tomo sobre un trozo de la geografía escolapia con su epicentro en el país vasco, eso es ni más ni menos, para todo lector que quiera acercarse con curiosidad de estudioso a su fácil y atractiva lectura.

Evoca el autor cómo el Capítulo General de los PP. Escolapios celebrado en Roma en 1967 en la ilusionante etapa postconciliar, mostraba su interés por los estudios históricos y recomendaba se escribiera la historia de cada Provincia, de las Casas y de nuestra propia Orden por considerarse altamente iluminador para los religiosos y las nuevas generaciones de los mismos.

Desde esa óptica se gesta esta Obra, iniciándose este II tomo con un espléndido prólogo, ubicando la labor de la Provincia de Vasconia en el amplio contexto de la Obra y carisma de José de Calasanz, cuyo proyecto de hacer un mundo mejor desde la profunda regeneración de la sociedad, pasa por la educación de los niños; hoy vemos, nos dice el autor, que lo válido para la sociedad del siglo XVI goza de plena vigencia en el siglo XXI.

En gran parte y de forma gráfica, la evolución de la Provincia de Vasconia queda reflejada en la sobria y elegante tapa de la publicación: la imagen del Fundador y del carismático San Pompilio como Patrono, el mapa de las provincias vascas en el centro cual lugar o escenario de gestación del proyecto y del gobierno, las Obras de Chile desde los propios inicios fundacionales, las nuevas presencias misioneras de Japón, Brasil, Venezuela.

Adentrarse en las páginas de este libro es asomarse a la realidad de la historia nacional, mundial y eclesial por cuyas movidas corrientes atravesó la nave de la nueva Provincia: conflictos de la República y de la Guerra Civil (1933 - 1939), etapa de la postguerra española (1939 - 1952) coincidiendo con la segunda guerra mundial y sus secuelas, expansión de la Provincia (1952 - 1961), vivencia de los febriles tiempos que desembocan en el Concilio Vaticano II.

Una de las etapas aquí descritas que resulta más interesante es la que comprende los años 1985 - 2005, es decir, el lapso de tiempo previo a constituirse Vasconia como Provincia de Emaús, fusionada con la Provincia Independiente de Andalucía, todo ello hecho realidad en los inicios del siglo XXI. Resulta sugerente e iluminadora la reflexión del autor: “una de las características históricas de la Provincia había sido su expansión constante, buscando nuevos horizontes más allá de los mares”.

Esos horizontes habían llegado sucesivamente y con bastante agilidad: sus Religiosos se hicieron presentes en el Imperio del Sol Naciente Japón, en el Trópico venezolano, en el país del mítico Amazonas; así como en el hermano, leal y fuerte colaborador desde los inicios fundacionales, el lejano Chile. Mas quedaban otras fronteras por otear y nuevos desafíos que afrontar, sutiles y nada fáciles: cómo ubicarse con discernimiento y valentía en el inicio del nuevo siglo, en el mundo de la postmodernidad, en contextos secularizados y con sus ejes que hacen girar a la sociedad en torno al materialismo, hedonismo, relativismo; con crisis en las instituciones, en flagrante sequía vocacional, con signos que evidencian urgencias por reestructurar la Orden y sus Provincias para afrontar el futuro con esperanza y a la luz de la sabia invitación del Evangelio de Jesús: estar atentos a los signos de los tiempos…

La Historia, maestra de la vida, sigue enseñando; aquí, de las manos del historiador P. Joaquín Lecea Pellicer.

Nuestra gratitud a su labor, seria y profesional. Que su densa Obra ilumine, motive y comprometa a presentar con los mejores aciertos el carisma de José de Calasanz en el III Milenio.

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DECÁLOGO PARA UNA NUEVA ESCUELA CRISTIANA (X. M. Domínguez, VI.2008

Xosé Manuel Domínguez Prieto

Simposio ¨Una nueva educación cristiana en una sociedad plural¨, 2008
Analecta Calasanctiana, 49 (I/VI, 2008) 151 -

1. La Escuela Cristiana entiende la educación como tarea antropológica, y no como cuestión técnica o de capacitación. No persigue como objetivo primordial la productividad sino la promoción de la persona y la propuesta del ideal.

2. La Escuela Cristiana pretende una educación integral y no sólo la intelectual. Por ello tiene presente quién es la persona.

3. La Escuela Cristiana toma en consideración que el alumno es un ser llamado.

4. La Escuela Cristiana toma en consideración que el docente es un ser llamado.

5. La Escuela Cristiana promueve la identidad del profesor cristiano.

6. La Escuela Cristiana cuida la vida educativa cristiana.

7. La Escuela Cristiana es lugar de encuentro, de estudio y de oración.

8. La Escuela Cristiana es comunidad de docentes que viven su fe como Acontecimiento.

9. La Escuela Cristiana cultiva su fe, que se hace cultura.

10. La Escuela Cristiana, lugar del nuevo Logos cristiano.

1 La Escuela Cristiana entiende la educación como tarea antropológica, y no como cuestión técnica o de capacitación. No persigue como objetivo primordial la productividad sino la promoción de la persona y la propuesta del ideal

En algún momento de su actividad educativa, quizás todo docente debiera preguntarse sobre lo que está haciendo cada día, cuál es su principal objetivo y motivación: ¿Ganarse la vida? (si es así tendríamos un docente que reduce su misión a su función), ¿guardar niños o jóvenes? (si es así, tendríamos una docencia puramente lúdica y cosificante), ¿promocionar el éxito académico de los mejores alumnos? (en este caso, tendríamos una docencia pragmática y productivista), ¿trasvasar datos a la siguiente generación? (sí así fuere, estaríamos ante una docencia bancaria).

También resulta interesante preguntarse cómo, de facto, se entiende la actividad docente desde las autoridades políticas competentes’, habida cuenta de que si hay fracaso escolar, se señalan como causas suyas las deficiencias del sistema educativo o incluso la impericia técnica del profesorado. Si hay que formar al docente, se pretende enseñarle técnicas pedagógicas. Si hay que revisar el sistema educativo, se analizan los protocolos de actuación, cómo se presentan los contenidos, la adecuación de estos a las edades, los modos de evaluación, etc. Parece que la educación sería un proceso de aplicación de técnicas adecuadas, de las asignaturas adecuadas o los protocolos adecuados de actuación para actuar mecánicamente sobre el problema, a modo de bálsamo de Fierabrás.

Sin embargo, lo que le conviene a las personas, por ser personas, no son técnicas, pues la techné es lo que se aplica a las cosas para producirlas o para arreglar- las y la persona es justo lo que no es cosa. A fortiori, la educación no puede ser una cuestión tecnológica. No se trata primordialmente de evaluar el contexto social, psicológico y establecer sistemas pedagógicos adecuados. No se trata de capacitación, de preparar a los alumnos para que sean piezas eficaces en el entramado productivo del mercado laboral, en amaestrar mentes para lograr un buen rendimiento. La educación es, ante todo, una cuestión antropológica.

La educación es comunicación de lo que es, vive y piensa el educador y la comunidad educativa, al servicio de la promoción integral de la persona de modo que, en conexión con lo real, pueda realizarse en plenitud. Significa esto, además, que la educación puede tener un doble signo, pues no es indiferente lo que se haga y lo que se pretenda ya que no todo acerca a la plenitud de la persona. La educación, por tanto, puede ser personalizante o despersonalizante. Por ello creemos que un primer paso para aclarar qué pretendemos en educación consiste en el análisis de lo que entendemos por persona. Sólo ello nos permitirá estar en guardia frente a formas de vida despersonalizantes:

• Frente a la cosificación, pues la persona nunca debe ser tratada como una cosa, nunca puede ser etiquetada, utilizada, empleada como instrumento. Y en nuestros días no sólo es esto frecuente, sino también que la persona se conciba a sí misma como instrumento en función de una empresa, un sistema económico, una actividad lucrativa, etc.
• Frente a la reducción de la persona a alguno de sus papeles o personajes: a mero consumidor, a ciudadano, a burgués de vida acomodada, tranquila y sin tensiones.
• Frente a las formas degradadas de comunidad, sobre todo a su masificación, pues la masa es el reino de lo impersonal, del ‘se’, de lo irresponsable.
• Frente al economicismo capitalista y neoliberal y el modo de vida que traen consigo: afán de posesión y consumo, despilfarro y la lógica del dinero.

La Escuela Cristiana no puede estar al servicio de fines espurios o de finalidades distintas a la promoción de la plenitud de la persona porque sólo ésta es el objetivo que resulta personalizante y, por tanto, evangelizador. El objetivo básico de la Escuela Cristiana no puede ser la mera capacitación, ni la socialización, ni mucho menos la expenduría de títulos, sino la personalización. Si la educación no es esto, será adiestramiento, entrenamiento, preparación técnica. Pero no será educación. Podrá ser habilitación para conseguir un título, mercancía para consumo, pasaporte para entrar con ventaja en la sociedad del conocimiento. Pero no educación. La educación tiene un sentido ético y remite a la persona. No sólo a la persona del alumno como si la educación fuese algo que ‘hace’ el docente para que la persona del alumno crezca: también la educación debe contribuir al crecimiento de la persona del maestro. Si no son estos los objetivos últimos de la educación, tendrá cualquiera otros de los mencionados, quizás no explícitamente, quizás como ‘currículum oculto”, pero no hay enseñanza que sea aséptica ni ayuna de un ‘para qué’. De ahí la importancia de esclarecerlo. sajo esta perspectiva, educar es cooperar a que la persona lleve a plenitud todas sus dimensiones: espiritual, intelectual, afectiva, volitiva, corporal, comunitaria. Y esto no ocurre sino a través de acontecimientos antropológicos: el encuentro entre personas, la acogida y la donación mutua.

Por todo ello, el profesional docente en una Escuela Cristiana no persigue sobre todo eficacia práctica y buenos resultados académicos, sino otros fines más altos:

• El crecimiento de la persona del alumno.
• El crecimiento de la persona del docente.
• La instauración de una sociedad y una cultura mejor y más justa, esto es, personalista y comunitaria.

2. La Escuela Cristiana pretende una educación integral y no sólo la intelectual. Por ello tiene presente quién es la persona

Si la educación en la Escuela Cristiana busca ser integral, no puede promocionar sólo la calidad de los procesos de enseñanza-aprendizaje, la dimensión cognitiva del alumnado o los resultados académicos. Ha de procurar promocionar a la persona como un todo. Para ello resulta imprescindible tener una idea clara de quién es la persona.

Desde una experiencia elemental, descubrimos que la persona es indefinible, porque sólo son definibles las cosas, y la persona es precisamente aquello que no es una cosa: es la antítesis de una cosa.

a. Que la persona sea un modo de existencia opuesto al de una cosa, significa, en primer lugar, que la persona es aquella realidad que no puede ser tratada como objeto. Por tanto, la persona nunca puede ser utilizada.
b. Por otra parte, se descubre que mientras que la cosa, cuando ya no es útil, cuando ya no sirve, es eliminada o desechada, la persona es aquel ser no eliminable.
c. En tercer lugar, las cosas siempre son de una persona, siempre son de otro. Pero la persona es aquel ser que se pertenece a sí misma, es suya.
d. La persona nunca puede ser un medio sino un fin en sí, esto es, que la persona es valiosa por sí misma: que la persona tiene una dignidad. Por ser digna, la persona merece siempre un respeto absoluto al margen de su edad, condición, coeficiente intelectual, género e, incluso, actuación moral.
e. Mientras que la cosa es pura exterioridad, la persona es exterioridad e interioridad. Esto significa que la persona ha tomado conciencia de que es, y, frente a lo real, ha tomado con ciencia de lo que es. Justamente por esto es posible la antropología filosófica: porque la persona ha sido capaz de tomar distancia de sí y de lo real y se ha descubierto como problema.
f. Que la persona sea justo lo que no es cosa implica además que, frente a lo ya acabado o construido, la persona es un ser inacabado. Tiene que construirse. Pero, ¿quién llevará a cabo esta tarea?: ella misma. La persona es una tarea para sí misma. Nunca está determinada y le queda siempre la responsabilidad última sobre su futuro. La persona tiene que decidir quién quiere ser.
g. Sin embargo esto no significa que seamos autosuficientes. La persona tiene que hacer su vida pero apoyado en la realidad, esto es, en las cosas y, sobre todo, en las otras personas. Frente a las cosas, que son realidades cerradas en sí, es la persona una realidad abierta: a sí misma, a las cosas, a los demás y a Dios.

Esta primera descripción de quién es la persona por contraste con qué es una cosa, nos permite hacer cuatro afirmaciones sobre sus dinamismos esenciales, que habremos de tener en cuenta en todo proceso educativo:

En primer lugar,
la persona es una constelación de capacidades y dones.
A diferencia de las cosas, que tienen componentes, podemos decir que la persona consiste en un conjunto de capacidades que forman una unidad, que son capacidades-de- esta-persona. Dado que la persona es un exterior y un interior, la persona tiene, de modo ‘natural’ un conjunto de capacidades corporales, intelectuales, afectivas y de voluntad. Pero no unas independiente de otras, sino formando una unidad. Así, por ejemplo, podemos decir que la inteligencia es afectuosa y que el cuerpo, por su parte, es afectuoso e inteligente. Pero cada uno tiene estas capacidades de una determinada manera, con sus originalidades, límites y con su orientación a ciertos tipos de acción: La identidad de cada persona es irrepetible.

Pero, además de las capacidades que podríamos llamar ‘naturales’, hay otras muchas que vamos adquiriendo: los conocimientos, las virtudes (como la prudencia, fortaleza, la humildad, el humor, la templanza, el respeto, la tolerancia, la misericordia...). También son dones que se nos ponen a disposición las cosas que tenemos, la educación recibida.... Pero, sobre todo, los principales dones que recibimos a lo largo de la vida son las otras personas especialmente significativas con las que nos vamos encontrando: padres, hermanos, profesores, amigos, sacerdotes, escritores, terapeutas... Nuestra biografía está tejida con la presencia de muchos de ellos. No seríamos quienes somos sin lo que nos aportaron esas personas: posibilidades, orientación, conocimientos, impulso, ánimo, bienes materiales, etc. Cada una despertó en nosotros parte de lo que estamos llamados a ser.

Sin embargo, no somos simplemente lo que señalan estas potencias o estos dones, sino lo que permiten estas potencias: somos lo que estamos llamados a ser y podemos ser. Los propios dones y capacidades nos llaman, nos reclaman su puesta en acción. Es decir: cada uno de nosotros ha recibido unas cartas. Pero el juego depende de cada persona. Cada uno juega su partida de ajedrez con las fichas que se le han dado. Por supuesto, no controla todo el juego, porque no sabe lo que hará el otro. Pero su suerte dependerá de cómo responda a lo que el otro le va proponiendo. Este es el primer compromiso que el ser humano tiene que asumir: no ser un mero actor de su vida sino ser el autor de la misma. Y, para ello, estos dones y estas capacidades deben ser acogidas, alentadas, valoradas y puestas en juego. Es esta precisamente la enseñanza evangélica de la Parábola de los Talentos: somos responsables de hacer fructificar los talentos que nos han sido confiados.

En segundo lugar,
este dinamismo de poner en juego lo que la persona es se orienta hacia un límite: hacia la plenitud.
Una de las respuestas más comunes cuando se pregunta a cualquier persona qué es lo que, en el fondo, busca en la vida, es señalar que lo que se quiere haciendo lo que se hace es ser feliz. Si atendemos a su raíz etimológica, el término ‘felicidad’ nos ofrece sus secretos y nos comienza a revelar algo de lo que pueda realmente significar la felicidad. Así, ‘felícitas’ procede del adjetivo ‘felix’ que quiere decir ‘fecundo, fértil, fructífero’. Por tanto, parece que la felicidad tiene que ver, en la persona, con cierta fertilidad personal, con una cierta forma de fecundidad, de ir-a-más. Parece, por tanto, que la persona es un ser dinámico y que uno de los dinamismo más íntimos de la persona es el de crecer hacia su plenitud, dar-de-sí, ir siempre a más, aspirar a existir en plenitud o voluntad de ser más. No es cierto que la persona sólo aspire a ser o a mantenerse en la existencia o en equilibrio homeostático. La persona es siempre querer ir a más. Y esto ocurre en la medida en que va actualizando sus potencialidades.

Lo tercero que constatamos es que la propia vida, y cada circunstancia dentro de ella, tienen un sentido, tienen siempre un para qué que se puede descubrir.
La persona va hacia su plenitud pero desde un sentido que va descubriendo. No se trata de lo que meramente se propone (que, sin duda, podrá tener sentido). El ser humano hace proyectos para vivir. Pero sus proyectos sólo serán personalizantes si responden al sentido que descubre en su vida. Si no se abre a este sentido, si no lo descubre o silo ignora, terminará por asumir el sentido de lo que se propone en la sociedad, en ese momento histórico, que le propongan otros o que proponga su mero interés material. Así, ahora, el sentido socialmente impuesto puede ser el éxito profesional o económico, la posesión sin límite de objetos y bienes de consumo o la continua diversión. Sin embargo, ninguno de estos sentidos impuestos son personalizantes. Antes bien, son impersonalizantes. De ahí la importancia de abrirse a ese sentido global, personal pero no subjetivo (porque no depende de la imaginación, o de la voluntad o de la inteligencia personal). Este sentido es el para qué de la vida. Y este horizonte es importante descubrirlo porque lo que desea la persona, más allá del placer, la riqueza, el poder, es un sentido desde el que poder caminar hacia su plenitud. Y es que la persona está llamada y orientada a algo más allá de sí misma, está orientada a algo que le trasciende. No es ella misma su sentido: tiene que realizar su vida pero desde un sentido para su existencia en el mundo.

Además de lo anterior, la persona descubre (y experimenta desde sus primeros latidos), que todo crecimiento hacia la plenitud sólo ocurre en el encuentro con los otros, y con el Otro. Se trata de la constatación de la esencial apertura a la trascendencia y a la fraternidad, a los otros y al compromiso con ellos. Sólo a través del encuentro con otros la persona puede realizarse como tal. La persona, más que un ser social, es un ser comunitario, es decir, un ser que ha de hacer su vida acogiendo y dándose a otros, siendo acogido y siendo objeto de don, de modo que en este contexto cada uno tome al otro como un fin en sí y nunca como un medio. Por el encuentro, un ‘yo’ y un tú’ se convierten en un nosotros.

3. La Escuela Cristiana toma en consideración que el alumno es un ser llamado

Frente a lo que ha proclamado el pensamiento occidental desde la modernidad, la persona no tiene la última palabra sobre su vida, sino la penúltima. Para reconocer este hecho quizás haga falta desenmascarar un prejuicio al que nos ha llevado toda nuestra cultura occidental: concebir a los humanos como seres absolutamente autónomos (idea ilustrada) omnipotentes, dueños y señores de su propia vida, de su destino y del destino del mundo. A lo largo de la historia de la filosofía occidental, la mayor parte de los pensadores han supuesto que lo definitorio del ser humano era su actividad, el ejercicio de su función propia: su actividad racional, o su capacidad para actuar, su voluntad de poder o su voluntad de placer. Siempre se ha presentado al ser humano como agente, actor o autor de su vida. Y lo es. ¿Pero, acaso, de modo absoluto?

Lo que pretendemos ahora investigar es si no sería más adecuado para entender quién es la persona considerar que, previo al hecho de ser autora de su vida, la persona es un ser llamado, siendo la acción y la vida de la persona la respuesta a esta llamada. Es más, creemos que esta llamada constituye el gozne que permite diferenciar el concepto de ser humano del de persona. La actividad personal está asentada en una pasividad radical: la de ser llamados. El horno sapiens es, ante todo, ‘homo vocatus’, llamado, vocado, con-vocado. La persona no es quien es sino quien está llamada a ser. La persona como ser llamado. La llamada es la interpelación a una persona concreta, por su nombre, como invitación para que realice algo.

La llamada es la forma en que se concreta para cada uno el camino para ser plenamente persona. Por eso, la llamada personal es fuente de sentido, orientadora de la biografía personal, pues por ella la persona se descubre a sí misma, como alguien que está invitado a mucho más que simplemente mantenerse en la existencia: se descubre llamada a actualizar y perfeccionar todo lo que es.

Descubrir esta llamada es descubrir una vida nueva que se le promete. El modo concreto por el cual descubre que puede ir perfeccionándose constituye, si quiere, la ley de su obrar, su canon biográfico. Es la vocación, la manera concreta en que la persona está llamada a tomar posesión de sí, allí donde se encuentra.

Esta llamada o vocación se experimenta como aspiración, como orientación personal. De este modo, la persona sólo se despliega desde la toma de conciencia de su vocación y desde el compromiso con ella. Desde ella, cabe la posibilidad de volver al exterior sin correr el peligro de quedar encerrados fuera de nosotros mismos. La vocación es por tanto, fuente de sentido para orientar la vida personal.

La llamada constituye el acontecimiento fontanal de la vida personal. Ignorar esta llamada es permanecer en la somnolencia de lo cotidiano como horizonte último. Lo que nos llama es lo que nos nombra. Y tener nombre es estar ya siempre llamados a tener un rostro. La vocación es, por tanto, el principio de personalización. En fin, el quién de la persona viene dado por su llamada, por la misión a la que está llamado. Y es que la llamada implica una respuesta que abarca toda la vida. No se trata de algo que se le propone a su vida de modo accidental, sino algo que afecta radicalmente al ser personal, que ejerce predominio sobre su vida.

La Escuela Cristiana promociona la plenitud de la persona del alumno despertando en ella el descubrimiento de su llamada y, en la medida en que la va descubriendo, acompañándola. Esta llamada se va descubriendo a través del conocimiento de las propias capacidades (que llaman a ser puestas en acción), a través de lo que se descubre como valioso, como importante (que se constituye en guía de la existencia), a través de los acontecimientos y a través de la presencia de los otros. Por ello, acompañar y educar desde la llamada es permitir que los alumnos despierten a sí mismos, descubran su vida como aventura, que descubran la importancia de navegar mar adentro. Y es que la llamada es el factor más importante de dinamización de la vida personal.

Por supuesto, hay que mostrar que la llamada tiene diversas mediaciones. La realidad es elocuente. Ante todo, me llama aquello en lo que creo, en lo que espero y a lo que amo. Y a ello respondo. Y esto, a su vez, es recibido a través de lo que soy, de lo que me acontece y de los otros que se hacen presentes en la vida. Pero en última instancia, si superamos el nivel de lo inmanente, surge el problema de quien llama. Porque la llamada, de modo eminente, ocurre a través de las demás personas que aparecen en mi vida.

Nadie es una entidad aislada. Somos siempre en referencia a otros. Somos ahora lo que vamos siendo gracias a otros que me han cuidado, que me quieren, que me han educado, que me han abierto horizontes, que me han acompañado, que me han proporcionado formas de pensar, de sentir, de actuar. Somos gracias a los que otros han despertado en nuestro ser más profundo. Esas personas significativas son para mí llamada, pues hacen vibrar lo más auténtico de mí mismo. Los otros que nos impactan desvelan nuestro ser más profundo, despiertan por empatía lo que nosotros queremos ser.

Más que cualquier otro tipo de llamada, estas propuestas explícitas exceden mis previsiones, mis cálculos, pues van más allá de la lógica puesta en marcha de mis dones o de lo que exige mi situación actual. Se trata de momentos en los que se me presentan horizontes que van más allá de mis prudencias y que son promesas de colmar mi deseo de plenitud. Son tiempos de pura gracia.

Pero la Escuela Cristiana enseñará que todas estas mediaciones remiten a la llamada de Dios. Desde la experiencia religiosa, la llamada se presenta como Voz que no se confunde con la propia voz ni con la voz de otra persona. Es voz con identidad propia. La llamada religiosa se percibe como auténtica llamada. Y se percibe llamada de Otro, no de algo. Sin embargo, quien llama, en este caso, oculta su Rostro. Se escucha una voz, una voz que no se confunde con la propia, una voz que llama y descentra, que recrea y enamora. Pero no se percibe a quién llama. Esta llamada se percibe como proviniendo de alguien que no soy yo. Se trata, evidentemente, de una presencia apelante, que me llama. Y me llama aunque yo no quiera. Lo que se experimenta se experimenta como llamada de Otro. Por prejuicios o por ceguera, se puede negar la idiosincrasia de la llamada, que se trate de la llamada de Otro. Pero no puedo negar esa conmoción interna en la que se me llama a algo. La llamada la percibirán todos. Aceptar que sea llamada de Otro, sólo aquellos que estén abiertos al fenómeno religioso, aquellos que no estén ahogados por sus prejuicios y aquellos a los que les sea concedido entenderlo así.

Pero, en segundo lugar, esta llamada religiosa es elección personal. Al ser llamado, soy elegido por Alguien para ser alguien, para tener un rostro concreto. Descubrir que soy llamado y soy elegido confiere a la vida personal su dinamismo más hondo y fecundo. Educar en la llamada y acompañar la llamada, es decir, educar en el itinerario vocacional, es tarea prioritaria en la Escuela Cristiana.

4. La Escuela Cristiana toma en consideración que el docente es un ser llamado.

En la Escuela Cristiana no sólo el alumno es concebido como alguien llamado, sino que también lo es el docente. Es llamado a ser persona y a serlo a través de la docencia. Su tarea docente no sólo es trabajo, ocupación, puesto laboral: es, sobre todo, misión.

La llamada docente es un anuncio personal: se me anuncia a mí que soy llamado a recorrer mi camino a través del servicio docente. Por eso, la llamada es elección: al llamárseme, se me elige. Como se dijo de San José de Calasanz en su 450 aniversario, el docente es una persona ‘nacida para educar’.

Por ser el docente ‘tocado’ personal e intransferiblemente merced a la llamada a ser educador, se siente aludido. No se recibe una voz, sin más, no se recibe una palabra, sino una palabra que le dice: “A ti te lo digo”. Por eso, la llamada es envío. Quien que me llama, me envía. Se me anuncia que soy enviado. Y soy enviado a unos alumnos. Y es que la vocación docente no lo es para uno mismo sino para la misión, una misión que transfigura lo cotidiano, que me catapulta a una vida imprevista, a una abundancia interior nunca vista, aunque presentida. Y adonde me envía es a la escuela, al encuentro con los alumnos y con los otros docentes. Ante esta misión que se recibe se puede eludir, actuando con mínimos o decir ‘fiat’ y concebir es para la misión. Y esto es así porque ha sido llamado, esto es, elegido.

La docencia es la llamada a poner la propia persona al servicio de la promoción integral del otro. Esta llamada a ocuparse de la promoción de la persona es la que dota de identidad al docente, pues su ser se hace responsable de la promoción del otro poniéndose a su servicio. Por ello, la vocación docente o educativa es, así, diaconía responsable: servicio al otro que responde a su presencia menesterosa. Pocas tareas más hermosas y más ilusionantes.

Pero no se trata, en este servir y acompañar al alumno, de olvidarse de uno mismo. Al revés: es también camino de crecimiento personal. Poner la vida al servicio de otros trae consigo el propio crecimiento. Y, por otro lado, el crecer como persona es esencial al docente, pues la mejor pedagogía es el propio maestro. La mayor riqueza que puede recibir el alumno es la propia persona del maestro. La calidad de la enseñanza no depende de la cantidad de ordenadores por alumno o de los medios técnicos a su alcance, sino de los quilates personales del profesor. Creciendo como persona, será mejor maestro. Pero, además, es que la llamada a ser docente es una llamada a hacerse don, a entregarse personalmente al alumno. De lo contrario, será informador, funcionario, instructor o domador, pero nunca maestro.

La Escuela Cristiana pone medios para que los docentes vivan en estado de vigilia personal, esto es, para que vivan despiertos a su propia vocación, a su identidad. ¿Despertar, de qué? A veces, de su comodidad, de su conformidad con el estado de cosas que le lleva a no percibir la realidad que le circunda y, sobre todo, a quienes les circundan, que no son números ni casos, sino personas. Pero, sobre todo, se trata de despertar al docente que vive en la superficie de su vida, que ha sustituido su vida por los personajes o cargos o papeles que desempeña, diluyéndose en ellos. Especialmente a quien, desde sus papeles, cargos o personajes, renuncia a vivir comunitariamente, prefiriendo el cómodo y neoliberal individualismo. También despertar al docente de la creencia de que ya ha dado con el buen método, con la buena práctica docente, sin revisar ni evaluar nunca su propia actividad. En definitiva, lo que se le propone al docente es que despierte para recuperar su vida personal, la conciencia de su vocación. Y esto supone la invitación a que se recupere a sí mismo y viva unificadamente desde su vocación. Sólo así podrá vivir con pasión su tarea, que es parte esencial de su propia identidad. Sólo tras esta conversión, el docente tendrá despierta la genialidad y recuperada la ilusión necesaria para la inmensa y apasionante tarea que tiene entre manos.

5. La Escuela Cristiana promueve la identidad del profesor cristiano

Hablar de ‘profesor cristiano’ supone identificar una de las formas específicas de vivir la vocación cristiana. No se trata, por tanto, de que un bautizado imparta clases como modus vivendi, ni consiste en que un profesional de la enseñanza, en su vida personal privada, sea creyente. Se trata de un cristiano para quien el Evangelio constituye el eje de su actividad de enseñante, y de que esta actividad se conforma corno un tipo de vida. Se trata de un cristiano que ha descubierto que su vocación religiosa, su modo de ser cristiano, pasa por encarnar su fe en su acción docente. Se trata, por tanto, de una vocación laical y un carisma eclesial. Y es así en la medida en que se trata de una misión eclesial orientada y enraizada en el mundo, un modo de instaurar el Reino de Dios en el mundo. Por ello, su docencia la quiere vivir explícitamente desde el Evangelio y como camino de santidad.

De esta manera, el docente es testigo vivo del Evangelio ante sus alumnos. Pero, por ser testigo, necesita tener sus raíces en Cristo. Es un docente que vive su docencia desde la fe, sin cálculos sin reservas, sin detenerse ante el dolor, el fracaso o las contradicciones. Es el docente que ha descubierto, como decía San José de Calasanz, que educar es amar.

La identidad del docente es una identidad recibida de Dios. Por eso ha de escuchar a Dios: quien no quiere escuchar primero a Dios, nada tendrá que decir al mundo. Se afanará en sus programaciones, se agobiará en las evaluaciones, corregirá mil y un ejercicios, pero no será transmisor de Vida, no será compañía que haga más pleno a otros, no será evangelizador. No construirá el Feino sino su reino particular.

La Escuela Cristiana cuida excelentemente la selección de sus colaboradores: no basta con que sean buenos profesionales, no basta un currículum académico con suficiente solvencia científica. Hace falta un requisito mucho más importante: que haya descubierto su vocación docente como modo de vivir su vida cristiana, su relación con Cristo. Sólo así su tarea docente será, en el mismo acto, educativa y evangelizadora. Con menos no nos podemos conformar.

Además, la Escuela Cristiana no sólo procurará la formación continua de su profesorado en el ámbito pedagógico y científico, sino también en el ámbito cristiano. Sólo así el claustro de profesores se podrá acercar a la constitución de una comunidad cristiana, una comunidad que trabaja y ora, un lab-oratorio.

6. La Escuela Cristiana cuida la vida educativa cristiana

El educador sabe que su tarea es la promoción de las personas. Y como cristiano sabe que la persona es el camino de la Iglesia, y que tiene que ser en el aula, donde se de la buena noticia para su alumnado. Para ello no basta con ser un profesor ilustrado y sesudo. El ‘cogito, ergo sum’ no puede ser su última palabra, sino el ‘amo, ergo sum’: soy amado, y amo, luego existo. Y esto se concreta, en su caso, en hacerse disponible para los alumnos, acogerlos y darse a ellos en tanto que personas, en el aula y fuera de ella. No actúa, pues, estando ‘a mínimos’, sino siempre disponible para hacer crecer a las personas como tales. Encarna en su vida la propuesta del Evangelio.

El educador cristiano está así comprometido con la promoción integral de las personas, de su vida intelectual, afectiva, relacional o espiritual. Pero esto sólo ocurre en el encuentro personal con sus alumnos. Mediante el encuentro, el profesor, con su palabra y su presencia, despierta lo valioso en la persona del alumno, invitándole a crecer. La palabra sola, pues, no basta. El docente cristiano comunica su forma de ver la realidad, hace su propuesta evangélica, sobre mediante su propio ser. Y, en segundo término, con lo que hace y dice. Por eso su identidad debe ser clara y propositiva, patente e inequívoca.

Comunicar es, ante todo, hacer a otro partícipe de lo que uno tiene o es. Este término procede del latín ‘communicare’ que significa ‘compartir’. En segundo lugar, y de modo derivado, significa también descubrir o manifestar algo a alguien.

Ante todo, el docente cristiano ha de tener en cuenta que lo que se comunica a las personas de los alumnos es, sobre todo, quién es él mismo. Lo que seamos como personas y profesores, lo que seamos como comunidad educativa eso es lo que sobre todo, comunicamos. No basta con que la Escuela tenga ‘inspiración’ cristiana si ese ideal ha ‘expirado’ en la práctica. Es de total importancia encarnar en la práctica el ideal y la propuesta cristiana, procurar la máxima coherencia entre lo que decimos vivir y lo que de hecho se vive. Tanto el docente cristiano como la Escuela Cristiana, se transmite más que lo que se dice, lo que se vive, el ‘éthos’ colectivo es decir, aquellos modos de comportamiento, aquellos valores y virtudes vividos realmente en la escuela. Éste será el ‘estilo’ real del centro educativo, no es el que está sobre el papel sino el que los docentes, personal y comunitario, transmiten. Así, podría pasar que el mensaje teórico anunciado será católico y calasancio, pero lo que se transmite en la práctica puede ser escepticismo, pragmatismo, ética del éxito y la competitividad, incredulidad o minusvaloración de la fe, desilusionado. Por ello, nunca está de más analizar si los valores vividos realmente son evangélicos o responden, por el contrario, a la moral del éxito y el bienestar, a la moral burguesa, relativista, escéptica y economicista.

En segundo lugar, también transmite el educador a través de lo que hace. Lo que es, se manifiesta en su modo de actuar, en los comportamientos en clase, en las actividades extraescolares, en el modo de tratar a alumnos y padres. Si se propone una actitud y se comporta de otra, se invalida lo que se dice. Así, el profesor cristiano actuará sin juzgar a la persona —sino sólo sus actos—, (1) cumplirá sus promesas, (2) no será vengativo, (3) amará a todos los alumnos incluido a aquellos que le disgusten o le hayan incluso hecho mal, (4) vivirá intensamente el momento presente sin angustiarse por lo material, (5) vive serenamente confiando en Dios, (6) atiende a los más pequeños y necesitados, (7) perdona siempre (8) es condescendiente con todos y corrige con dulzura, (9) pacífico, amable, afable, (10) controla su lengua, (11) de su boca no salen malas palabras, sino que su hablar es bueno, constructivo y oportuno, pues así hace bien a los que le oyen. No se dejará llevar por rencores, enfados, cólera, voces ni insultos. Antes bien, será servicial y compasivo, (12) no busca figurar ni los primeros puestos, (13) pone en juego todo lo que es, (14) está siempre alegre (15) hace, en fin, del amor, la norma de su vida. (16)


1 cfr. Mt 5,21 - 26; 7, 1-6
2 cfr. Mt 5, 33-37
3 cfr. Mt 5,38-42
4 cfr. Mt 5, 43-48
5 cfr. Mt 6, 25-33; 19, 16-30
6 cfr. Mt 6, 7-12; 8, 23-27
7 cfr. Mt 9, 6-14
8 cfr. Mt 18, 21-35
9 cfr. 2 Tim 2, 24- 25
10 cfr. Tito 3, 2
11 cfr. Sant 3,1 -12
12 cfr. Ef.4, 29-32
13 cfr. Mt 23,1 -36
14 cfr. Mt 25,14-30
15 cfr. Flp 4,4
16 cfr. Ef 5,2


En tercer lugar, también el docente cristiano comunica por lo que dice. Por ello no hay que tener reparos en anunciar claramente lo que se cree. Ni tampoco en corregir, en alabar o desaprobar. El educador cristiano no elude, cuando sea menester, declarar explícitamente su identidad cristiana y anunciar explícitamente el Evangelio. Por ello resulta de especial relevancia la orientación que se le den explícitamente a los ámbitos educativos humanísticos: filosofía, ética, historia, literatura, economía, etc. Ahí hay que ser muy cuidadosos en la orientación, dado que son materias especialmente formativas. El profesorado de estas áreas debería estar especialmente escogido y bien formado, pues aunque todo docente transmite una cosmovisión, estos lo hacen de un modo especial. Y podría fácilmente transmitirse una cosmovisión no cristiana e, incluso, anticristiana.

7. La Escuela Cristiana es lugar de encuentro, de estudio y de oración

La Escuela Cristiana es un espacio con tres lugares centrales: el ágora, que son los lugares en los que ocurre el encuentro con el alumnado; la biblioteca, donde se estudia y se incrementa el saber, pues nadie da de lo que no tiene; el oratorio, donde la mirada y el brazo se alzan a lo Alto, hacia Aquel que es Luz.

En primer lugar,
la Escuela Cristiana consta de un ágora de encuentro.
Puede ser el aula, o el salón de actos, o el patio de recreo o todos aquellos lugares donde se produce el acontecimiento personalizante por antonomasia: el encuentro. Sin duda, este acontecimiento es el más importante en el proceso de acompañar el crecimiento de las personas. Es un acontecimiento que no se basa en la simpatía ni en la empatía, sino en la inclusión mutua, en implicarse mutuamente. Y esto ocurre en un doble plano: el de la acogida y en el de la donación al otro. Y esto de modo recíproco (aunque, evidentemente, no de modo igual en alumno y profesor). Para ello, es necesario el descubrimiento del otro como persona, lo cual sólo ocurre cuando uno mismo es tratado como tal, y no como socio o como cosa. El acontecimiento del encuentro en educación es disimétrico, siendo primero el acompañante -el docente- el que acepte al otro como es, le comprenda, le afirme, le llame por su nombre, le ofrezca su propio rostro (no el que de facto tiene sino el que está llamado a tener) y le muestre que le incumbe. En segundo lugar, se da una fundamentación personal: uno se hace para el otro apoyo (material, afectivo...), posibilitante (siendo la principal posibilidad que se le ofrece la propia persona del acompañante) y, en tercer lugar, impulso para la vida. Por ello, el lugar educativo por excelencia es la comunidad, contexto en el que se producen todos los encuentros.

En segundo lugar,
la Escuela Cristiana debe contar con una biblioteca.
La sabiduría, el amor a la verdad, a la belleza y a la bondad es virtud esencial en el docente cristiano, pues sin sabiduría no hay educación. Quien ha encontrado un atisbo de verdad no puede guardársela para sí, sino que desea ardientemente comunicarla para encender en otros el deseo de verdad. Este amor por la verdad y la sabiduría se concreta en que el docente tiene que ser un experto en su materia: si puede ser un sabio, no se le disculpa que no lo sea. Nadie ayuda a otros sin esfuerzo, sin horas delante del libro, vivido como deber alegre. No hay docente sin estudio, ni estudio sin cansancio, que debe ser asumido con alegría. Y esto incluye, primero, el estudio de la antropología, para profundizar en la imagen de la persona que tiene y que quiere promocionar. Sólo así promocionará no sólo inteligencias, sino la afectividad, la voluntad, la dimensión comunitaria y relacional, todo desde la vocación de sus alumnos, así como su apertura a los otros y su apertura a la trascendencia. De este modo, el educador no educa para el éxito ni para saber, sino para la vida y vida plena. También deberá conocer la Sagrada Escritura, pues el Evangelio será criterio de actuación y de interpretación de la realidad Y, por último, deberá estar actualizado en su propia materia.

De todas formas, saber no es pedantería academicista no es mera erudición, archivo de datos, de citas. Tampoco el saber por saber es sapiencial, si no va unido al ideal, sin la adhesión a una escala de valores que dimanan del Evangelio.

En tercer lugar,
la Escuela Cristiana debe contar con un oratorio.
El profesor cristiano, consciente de su vocación, sabe que su misión es superior a sus fuerzas y por eso es persona de oración. Sólo en el Espíritu puede encontrar la fuerza y la luz que exige la misión de educar. Descubre, además, que educar no es sino evangelizar. Para no perderse en la desmesura de dicha misión, es necesario pedir la ayuda de Dios y vivir una vida de oración intensa. No puede ser un profesor cristiano maduro profesionalmente e infantil en el ámbito de la fe. El educador cristiano no puede ser simplemente bueno: tiene que ser santo.

Así es posible transmitir a los alumnos que la oración y la vida interior son tan esenciales -o más- que el estudio de las asignaturas. Esto rompe con la lógica del mundo, pero es esencial en la lógica de una Escuela Cristiana. No basta una Misa optativa al mes para cumplir el expediente. No basta un minutito opcional de silencio (o de recitativo distraído) antes de empezar la jornada. Hace falta cultivar la vida interior como elemento central del crecimiento personal y como camino de santidad.

8. La Escuela Cristiana es comunidad de docentes que viven su fe como Acontecimiento

En muchas ocasiones, si se pregunta a un cristiano qué es ser cristiano, le resulta una pregunta obvia. Pero si se le insta a precisar en qué consiste serlo, muchas veces comprobamos que no es capaz de expresarlo adecuadamente. Y es que suele suceder que no llegamos a conocer de verdad aquello que ya creemos conocer.

Ante todo, habría que aclarar que el cristianismo no es un conjunto de normas, una mera tradición, un conjunto de leyes e ideas morales. Si se redujese a esto seria mero moralismo. El cristianismo no es tampoco un conjunto de ritos y prácticas. Si se redujese a esto sería mero ritualismo. El cristianismo no es tampoco un tipo de discurso, una cosmovisión articulada en discurso interpretativo. No es mera palabra. Si se redujese a esto sería dogmatismo.

El cristianismo es un Acontecimiento Es un acontecimiento histórico (vida y anuncio de Cristo) y personal (experiencia personal y comunitaria de Cristo como salvador de la propia contingencia, de las propias pobrezas, heridas, indolencias). Y este acontecimiento se propicia mediante el anuncio de un hecho que puede ser experimentado. Esto es el Evangelio: la buena noticia de Cristo. Se trata del anuncio de un hecho objetivo, histórico, que puede ser experimentado por cada hombre. Y este hecho lo encontramos en la comunidad de los creyentes, es decir, en la ecclesia. Pero la persona ha de estar dispuesta a recibir el anuncio (Ecce) y, luego, a admitir y adherirse a lo anunciado (fiat).

Es el encuentro con la Iglesia, con sus creyentes, con sus comunidades, con los sacramentos, con la Palabra, y mediante la oración como se hace experiencia de este Acontecimiento. Y este es un acontecimiento de gracia, un don, recibido no por esfuerzo sino abriéndose a él en la Iglesia. En la Iglesia, el cristianismo sigue siendo una experiencia posible y presente. Por tanto, no cabe un docente cristiano que viva al margen de la Iglesia y al margen de cualquier comunidad.

Para el docente, como para cualquier creyente, este acontecimiento es un hecho totalizante, es decir, implica a toda la persona. Supone una forma y una actitud concretas de percibir, afrontar, valorar y actuar en la vida docente. Se trata de una nueva perspectiva desde la que se mira toda la realidad con nuevos ojos. Es un nuevo criterio para mirarlo todo y quedarse con lo que vale. Como este acontecimiento revela a la persona la verdad sobre sí misma se convierte en fundamento educativo básico.

Mas no se trata de una mera postura intelectual. Para situarse en esta nueva perspectiva es necesaria la centralidad de Dios en la vida del docente, de modo que ahora todo gire afectiva y efectivamente entorno a El. Cristo se convierte así en la Presencia real que afecta a todo lo que hay en la vida: inteligencia, voluntad, afecto, proyectos, relaciones y vida docente. Esta perspectiva, por tanto, no permite el dualismo vital, en la que la religión se vive por un lado y la docencia por otro. La experiencia religiosa, para el docente, no puede ser nunca algo estrictamente privado y que sólo atañe a él: se trata de un modo de vivir.

La misión de la Escuela Cristiana será, pues, el desarrollo personal y comunitario de la conciencia de la pertenencia a la Iglesia, es decir, a Cristo, y del desarrollo del estilo de vida cristiano. Y esto implica un nuevo horizonte cultural, una nueva creatividad desde el criterio del Evangelio.

La educación supone, en este sentido, ayudar a las personas a que descubran la posibilidad real de salvación, de liberación y de promoción integral de sus personas. La educación cristiana invita a la persona a nacer de nuevo, a dejarse recrear por el Espíritu. Cuando se hace esta experiencia, todo, hasta lo más pequeño y cotidiano, cobra un nuevo gusto, una nueva dignidad, porque se sitúa en función de Aquel que descubrimos como lugar de pertenencia y de destino. El valor de cada cosa dimana entonces de la función que cumple en esta pertenencia.

9. La Escuela Cristiana cultiva su fe, que se hace cultura

En la Escuela Cristiana la educación consiste en la propuesta de sentido y un criterio para vivir y leer lo real, el acontecimiento de Cristo es el criterio totalizante para llevar a cabo esta propuesta. Desde esta perspectiva, todo cobra su particular sentido y valor. De este modo se entiende mejor qué es la educación desde parámetros cristianos: la promoción de la persona y de su capacidad crítica y creativa. Se trata de proporcionar un esquema interpretativo de lo real desde el que valorar todo.

Pero para que sea posible esta capacidad de juicio sobre las cosas no es suficiente conocer el Evangelio, no es suficiente su anuncio. Es imprescindible adherirse a la presencia de Cristo de modo total (en esto consiste la fe). Se trata de afrontar todo, de modo real, desde el hecho de esta adhesión. No basta descubrir la Presencia: hace falta el compromiso con ella. Pero este compromiso no es meramente interior, sino que se trata de una adhesión a la Iglesia: a alguna comunidad, a la Palabra, a los sacramentos, al obispo. Repetimos: el docente cristiano no puede ser religiosamente un francotirador.

La adhesión a Cristo a través de la comunidad debe ser total total: intelectual y afectiva. Para ello es necesario abandonar los propios proyectos voluntaristas para vincularse en lo más íntimo al proyecto de Otro, en el que encuentro la propia plenitud, la propia totalidad. Si no se da la adhesión total, si nuestro corazón, que está hecho para lo absoluto, se quiere contentar con lo contingente, la inquietud por nuestra realización y nuestra felicidad será asfixiante y terminará, inexorablemente, en desilusión, frustración y anestesia.

Juzgar lo real, tener un criterio sobre lo real, sobre las circunstancias históricas y sociales es el primer modo en que la fe se hace cultura. Pero que la fe se haga cultura no consiste sólo en tener un juicio crítico sobre lo real, sino también desarrollar una creatividad: una fe que se hace cultura es una fe que se encarna en acciones en el mundo que revelan y realizan el Evangelio. Se trata, así, de que la fe sea criterio de análisis de la realidad y criterio de acción. Pero no sólo criterio, sino fuerza que impregne, impulse y confiera una dirección a la acción. Pero no se trata de una acción ‘confesional’, sino de una realización ‘laical’, en el mundo, de ideales evangélicos. Así, la fe ha llevado a construir catedrales y grandes obras musicales, obras literarias e instituciones sanitarias, escuelas filosóficas y partidos políticos, normas morales y políticas y asociaciones vecinales.

Reiteramos que se trata de instituciones y obras movidas por a fe, orientadas por la fe, pero independientes de la Iglesia (por lo mismo, la Iglesia tampoco puede vincularse en exclusiva a ninguna forma cultural concreta). Son obras en el mundo, en el ámbito social e histórico, plenamente humanas, pero realizadas desde un logos cristiano. Sin embargo, su proyección es extra-eclesial, para utilidad de todos los hombres sin excepción en la sociedad. Desde el espíritu evangélico se responde a las necesidades del mundo, de la sociedad, y se pone en juego la creatividad personal y su manifestacion más plena. (17)

Así, pues, una Escuela Cristiana no sólo procurará transmitir cultura y proponer un juicio crítico sobre formas culturales impersonalizantes, sino que ella misma creara cultura, será promocionante de actos, obras, instituciones, productos, investigaciones, que se pongan al servicio de la sociedad, que manifiesten lo que es la persona en su crecimiento hacia la plenitud y que lleven a plenitud la misma comunidad humana. La Escuela Cristiana ha de ser en cada ciudad y en cada sociedad un motor de cultura, motor autónomo y creativo, definido sobre todo por la responsabilidad hacia los otros.

10. La Escuela Cristiana, lugar del nuevo Logos cristiano

Las bienaventuranzas constituyen una biografía interior de Jesús. También muestran el camino de la Iglesia y, también, el de la Escuela Cristiana y el de cada persona. Ser Iglesia, ser Escuela Cristiana y ser persona sólo es posible haciéndolo desde Dios, desde su llamada, desde su presencia... ¡y desde su lógica! Esta lógica es contraria a la del mundo, contraria a la dirección espontánea, o a la dominante. Exigen conversión. Pero disponen a la persona para lo más elevado, despojando al ser humano de la hybris, del querer ser como dioses, de la autosuficiencia.

a. Primera bienaventuranza:
dichosos los pobres de espíritu porque de ellos es el Reino de los cielos (frente a la lógica del éxito, del ‘escalafón’, del ‘ser importante’).

Consiste en reconocer la propia menesterosidad y abrirse al otro para que nos ayude. El que se descubre menesteroso pide ayuda y la brinda. Pero también se puede la persona hacer menesterosa, diciendo ‘adiós’ a lo que le ata para poder abrirse a la luz, al don, dejando así todas sus seguridades. El rico, por el contrario, es el que se adormece (en sus bienes: salud, bienestar, alta renta, éxito). El exceso de pertenencias adormece, haciendo creer a la persona que es propietaria de algo y que en ello descansa su identidad. Difícilmente el rico, el saciado, el que ríe, aquel de quien todos hablan bien, (18) puede descubrirse necesitado. Quien está absorbido por sus cosas, difícilmente se descubre necesitado de Dios. En estos casos, el ser humano queda atado a lo provisional, a lo aparente, a lo menos valioso.

b Segunda bienaventuranza:
Dichosos los afligidos porque ellos serán consolados (frente a la lógica hedónica y anestésica).

No hay explicación al dolor. No es un problema sino un misterio. Pero un misterio apelativo. La cuestión no es ¿por qué tengo que sufrir? sino, ¿qué hago con el sufrimiento? (con el propio o con el del otro que sufre a mi lado). En todo caso, el dolor me descubre quién soy. Por eso hay que acogerlo y vivirlo con esperanza. El dolor es llamada a la acción. ¿Cómo acompañar y consolar al que sufre? Siendo presencia disponible, diciéndoles con nuestra presencia ‘Aquí estoy, a tu lado’. Huir del dolor (del cansancio, del fracaso, del esfuerzo, de la contrariedad, de la lucha) es huir de la propia vida. Buscar el placer como fin es ahogar la propia vida. El dolor nos despierta, nos hace más humanos, más abiertos al otro.

c Tercera bienaventuranza:
Bienaventurados los mansos (sufridos) porque poseerán la tierra (frente a la lógica del poder y la violencia).

Se trata de aplicar el principio de ruptura: no devolver el mal recibido, romper la cadena del mal, del pasado. Acoger el dolor sin infringirlo, no defenderme. La palabra ‘praeis’ viene de ‘praos’: suave, manso, dulce, afable, tranquilo, pacífico. Cristo habla de sí como manso y humilde de corazón (Mt 11, 29). El Reino no es de poder político o militar, sino humilde, manso. En esto Cristo se contrapone a los otros reyes (entró en Jerusalén a lomos de una borrica). Renuncia a toda violencia.

d Cuarta bienaventuranza:
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados (frente a la lógica relativista).

Consiste en ajustarse a la verdad: la verdad de uno mismo, de los que nos rodea: ajustarse a la luz, a la realidad. Esta bienaventuranza propone la búsqueda de lo grande, de la justicia, del bien, porque no se conforman con la realidad tal y como la encuentran ni huyen o tratan de desentenderse de ella, sino que tratan de dar respuesta. Están atentos a la injusticia, a lo que no se ajusta al plan de Dios, a la dignidad de las personas. Descubren que ‘no todo vale’ porque no todo se ajusta a la verdad del hombre. Se trata, por tanto, de mantener el corazón despierto, sensible, tanto a las necesidades ajenas como, sobre todo, a que se instaure el Reino, a que la salvación llegue a todos.

e Quinta bienaventuranza:
Bienaventurados los misericordiosos, porque Dios tendrá misericordia de ellos (frente a la dureza de corazón).

El otro no es algo que pasa sino algo que me pasa. No es evento sino acontecimiento. Por eso, el otro sólo me dinamiza si me duele. Para ello hace falta no inmunizarse ante el otro. El modelo: el buen samaritano. Parábola del buen samaritano. Ante el dolor ajeno, el samaritano no echa cálculos: se le rompe el corazón, se le conmueven las entrañas, no considera peligros ni considera si es de los suyos, sino que se hace prójimo (se hace él de los del otro). No hay igualdad sino desigualdad, conmoción amorosa que abre al otro.

f Sexta bienaventuranza:
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios (frente a lógica de la idolatría y del prometeísmo).

El limpio no sólo es el que no piensa, quiere ni siente mal de otros sino que piensa, siente y quiere rectamente, esto es, no cae en los ídolos, en la absolutización de lo que son medios. Se trata de abrirse a la realidad tal cual es, sin hacer de un aspecto un dios. Para percibir a Dios hace falta armonía personal, pues no se le percibe sólo con la razón. Es el corazón el que es capaz del bien, capaz de Dios, Y esto supone ser fuente de acciones rectas respecto de sí y de los demás: el amor. Se trata de asimilar la propia vida a lo que le pide Dios, a la voluntad de Dios para cada uno.

g. Séptima bienaventuranza:
Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hilos de Dios (frente a la lógica de la violencia y también frente a la lógica de la ataraxia estoica).

Construir la paz es un compromiso. Pero se refiere sobre todo a la paz interior, que procede de descubrirse amados. Sin embargo, esto no significa apatía, indiferencia, sino posición firme y confiada, activa. En todo caso, no hay paz sino desde la filiación divina, vivir desde Dios. “Sólo el hombre reconciliado con Dios y consigo mismo puede crear paz a su alrededor y en todo el mundo”. (19) La paz en la tierra es tarea de todo hombre

h Octava bienaventuranza:
bienaventurados los perseguidos por razón de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos (frente a la no implicación, a vivir en la masa, sin comprometerse).

Quien se atreve a nadar contracorriente desde esta nueva lógica, se ha sacudido los ídolos y vive según su llamada. Pero entonces es cuando el mundo no se lo perdona y surgen las críticas, la incomprensión, la burla, la persecución. Se trata de ser perseguidos por la fidelidad al Evangelio, a la palabra, por seguir los caminos de Dios. El que se ha ajustado al camino al que ha sido llamado, será perseguido. Vivir de la justicia de Dios equivale a decir que vive de la fe. Pero este no querer emanciparse de Dios, este antiprometeísmo resulta molesto al mundo, al poder dominante, por lo que será perseguido. Es una invitación a seguir al Crucificado, a tomar la propia cruz. Y lo que se promete es alegría y júbilo a quien sea así perseguido o calumniado. Estar de parte de Jesús es el criterio de justicia.

Conclusión:

Ante los ojos del mundo, la Escuela Cristiana irá más allá de lo razonable en su propuesta educativa. Cristo va más allá de lo razonable: no sólo no matar sino amar al enemigo y salir al encuentro del hermano para buscar la reconciliación; no divorcio sino fidelidad por vida; no sólo igualdad de derechos sino dejarse pegar sin devolver el golpe. Frente a aplicar venganza o represalia al agravio, propone el perdón. La lógica del Logos amoroso va más allá de la lógica y la justicia humana. Este es el Logos que ha de regir la Escuela Cristiana. Y esto será, permanentemente, una novedad.

17 cfr. Gaudium et spes, 53.
18 cfr. Lc 6, 24-26.
19 Idem. P. 114.

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