Mi foto
Nombre: Alforja Calasanz
Ubicación: Valencia, Malvarrosa, Spain

miércoles, enero 27, 2010

DÍA NACIONAL DE LA GRATUIDAD DE LA EDUCACIÓN

INVOCACIÓN AL ALTÍSIMO
Ariel Ortega Gasteazoro
León, 11 de enero de 2010

Muy queridos hermanos:

El Ministerio de Educación, mediante la Licda. Marta Lorena Alaniz López, Delegada Municipal del Poder Ciudadano para la Educación en el Municipio de León, ha tenido a bien solicitar a nuestro Señor Obispo que realice una invocación al Altísimo, ya sea personalmente o mediante un enviado suyo que lo represente.

Esta invocación iniciaría el acto central de la celebración del Día Nacional de la Gratuidad de la Educación, en este Año del Señor dos mil diez.

S.E.R. Mons. Bosco Vivas Robelo, excusa su asistencia y me ha delegado para realizar esta invocación.

Y debo decirles que este tema de la Educación, y de una Educación Gratuita para todos, sin distingos de credo, ideología, posición económica o social, es decir: PARA TODOS, ocupa un lugar preferente en el corazón de la Iglesia, y la Educación viene a estar íntimamente vinculada con la misión de evangelizar, encomendada por Jesucristo, nuestro Dios y Fundador.

“De modo singular, el deber y derecho de educar compete a la Iglesia, a quien Dios ha confiado la misión de ayudar a los hombres para que puedan llegar a la plenitud de la vida cristiana”, dice nuestro Código Universal de Derecho (Can. 794, § 1, C.I.C.).

Los Santos Evangelios dan testimonio que, incluso antes de su Resurrección, la gente se dirigía a Jesús de Nazareth con el título de “Rabí” o “Rabuní”, es decir, “Maestro”, el cual hemos seguido utilizando a través de los Milenios de nuestra existencia hasta el día de hoy. Y la propia Iglesia se auto-concibe no sólo como Madre, sino, también, como “Maestra”, y denomina a su propia enseñanza de la Doctrina como “Magisterio”, El Magisterio de la Iglesia.

Bastarían estas consideraciones elementales para probar, sin lugar a dudas, que, para la Iglesia el tema y la tarea de la educación es entrañable.

Además, la constatación histórica pone de manifiesto que, desde el inicio, en la Época de las Primeras Persecuciones, y aún a pesar de ellas, la Iglesia estableció un diálogo profundo con las culturas de ese tiempo: las estudió, ayudó a su perfeccionamiento y las enseñó no sólo a quienes se preparaban para ser Ministros de la Iglesia, sino, también a quienes se atrevían a ser cristianos, aún a riesgo de su propia vida. Desde el inicio de su propia existencia la Iglesia fundó y mantuvo no sólo Templos sino también Escuelas.

Llegada la Paz de Constantino y el reconocimiento civil de Iglesia por parte del Imperio Romano que, incluso estableció el cristianismo como su Religión Oficial, se facilitó nuestra tarea del cultivo de las Ciencias, las Letras y el Arte, naciendo las Basílicas Romanas, tesoro cultural y artístico de la humanidad. En estas épocas surgió la Patrística tanto la Griega como la Latina.

Con la barbarización de Europa, la Iglesia emprendió la ingente tarea de salvar la cultura occidental, y en sus monasterios se comenzaron a copiar sobre pergamino todos los conocimientos que se poseían hasta entonces, resguardando estos volúmenes en sus Bibliotecas. Se produjo, además, todo un movimiento tendiente a transmitir el arte de la caligrafía y de la ilustración de estos volúmenes. Era indispensable, se comprende fácilmente, la enseñanza de la lectura y de la escritura, además de los idiomas para poder realizar la traducción a lenguas más conocidas. Y este “movimiento”, para su época, se dio a gran escala. A estos religiosos, a estos monjes, le debemos el poder leer y estudiar, por ejemplo, los Clásicos Griegos. A escala menor la Iglesia ya había emprendido esta tarea, consta que el Papa encomendó a San Jerónimo la traducción de la Biblia de los originales Hebreos y Griegos a la lengua que utilizaba el pueblo, el vulgo, de allí el nombre de “Vulgata”, la finalidad es clara: La enseñanza para todos, aún para los no versados en lenguas extranjeras.

Cabalgando el cambio del Primer Milenio al Segundo, el Espíritu indicó a la Iglesia la fundación de las Universidades, que se gestan, recordemos, en los pasillos, patios y aleros de las Catedrales. Indudablemente, supuso, para la Iglesia, un redoblar esfuerzos en los Centros que preparaban a los niños y jóvenes para poder ingresar a esos Centros de Educación Superior, de quienes llegarían a ser los alumnos de esas Universidades.

En los albores del Siglo XVI, aunque ya se había iniciado el Siglo anterior, se potenció la Educación como medio para “La Reforma de la Sociedad Cristiana”, se decía así en esa época, y se veía como tarea urgente dada la decadencia de las costumbres y la corrupción reinante. El Concilio Ecuménico de Trento, porque fue un Concilio Universal, fue el instrumento que utilizó la Iglesia para escuchar la voz del Espíritu Santo, que es el Alma de la misma, y ordenar se emprendieran acciones concretas para “sanear” la mencionada “Sociedad Cristiana”.

La Ciudad de Roma, que aún era la Capital del Poder Temporal de los Papas, ya había sido dotada, en cada uno de sus Barrios, “Rione”, dicen en italiano, de un Maestro, pagado por el Gobierno del Papa, para que educara gratuitamente a los niños y jóvenes que habitaban el Barrio. Pero no era suficiente. La Compañía de Jesús abrió las puertas de su famoso “Colegio Romano”, bien organizado, totalmente gratuito, abierto para todos... Pero, en nuestra terminología, equivalía a un Instituto de Educación Media, a una Secundaria. Para ingresar a él se tenía que conocer rudimentos de Retórica y de Gramática Latina, entre otros requisitos.

Entonces, en la misma ciudad, José de Calasanz, movido por el Espíritu Santo y con la bendición y protección del Papa, abrió “La Escuela Pía”, que era una especie de Pre-Escolar y Primaria, totalmente gratuita, para los hijos pobres y abandonados del pueblo. Comenzó a recoger a los “niños vagos” que estaban en la calle y los introdujo a lo que llamamos hoy “Educación Formal”. Y para combatir un de los problemas que presentaban estos “Maestros Rionales” (que se excusaban de no aceptar a muchos alumnos porque no podían estar atendiendo los distintos niveles de conocimiento de los alumnos), invento la “gradualidad” de la Educación poniéndola en práctica. Así el mundo veía el ocaso de lo que hoy aún llamamos “multigrado”. Los niños aprendían Latín y se iniciaban en la Retórica, para entrar en el Colegio Romano. Pero también aprendían Caligrafía, para poder trabajar como Secretarios o Amanuenses; Aprendían “computa facienda”, a hacer Cuentas, que hoy llamamos Matemáticas, y así podían emplearse como Contadores... Su método, que era silábico, de lecto-escritura conseguía que en cinco semanas los niños aprendieran a leer y a escribir.

A finales del Milenio pasado celebrábamos el IV Centenario de la Escuela Popular Gratuita Para Todos.

Por qué no decir que la Escuela de Pago, como la conocemos hoy, pues todavía no había nacido en ese momento de la Historia, aunque ya comenzaban a producirse sus antecedentes.

En el Siglo XVI, nosotros, Nicaragua, ya habíamos comenzado la andadura de nuestro Período Español.

Y los trabajos de defensa de los indios, de nuestra población pre-colombina, digo, los ingentes trabajos de defender a los que vinieron a ser los más pobres entre los pobres de nuestro País, no impidieron a la Iglesia emprender la tarea de la Educación.

En los Conventos surgieron unas pequeñas escuelas, limitadas ciertamente, y se intentó una obra estable de la Compañía de Jesús, pero sólo se lograron dos fugaces Escuelas, primero en Granada y luego en El Realejo. En ambas ocasiones los Jesuitas dejaron el territorio y no consolidaron las Escuelas.

En 1622, el Obispo Baltodano fundó la primera Escuela para la enseñanza del Castellano, de la Aritmética y de la Doctrina Cristiana. Fue la precursora del Colegio San Ramón, que, nacido en 1680 sigue funcionando hasta el día de hoy. No fue mera casualidad que en ese Colegio evolucionara hacia la Enseñanza Eclesiástica Superior en 1774; Que en 1803 ya se enseñara Leyes, Medicina y Cirugía, y que lógicamente se solicitara la autorización para abrir en él una Universidad. Se obtuvo el Decreto de aprobación en 1812 y se puso en marcha en 1815, es lo que conocemos hoy como Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua.

Ya en nuestro período Independiente se produjo la fundación de una pléyade de Colegios de la Iglesia, algunos especializados para varones, otros para mujeres, sin haber dejado olvidados a los niños pobres y huérfanos, tanto varoncitos como mujercitas. La gran mayoría de ellos sigue funcionando en la actualidad.

Hace poco más de treinta años, al inicio del Gobierno Revolucionario, después de sufrido una maliciosa y mal informada campaña mediática en contra de nuestros Escuelas, las Autoridades Revolucionarias reconocieron públicamente que los Colegios de la Iglesia, los Colegios de Educación Católica, habían salvado la dignidad de la Educación en Nicaragua durante la dictadura de los Somoza. La verdad histórica es que compartimos ese honor con personas y Escuelas que aún esperan el reconocimiento, aunque no tuvieran la extensión y notoriedad de las nuestras, que lo tuvieron precisamente por ser de la Iglesia.

A finales de 1979 e inicios del año siguiente, en conjunto con el Ministerio de Educación inventamos y pusimos en marcha la “Educación Mixta” para satisfacer las ansias de la inmensa mayoría de nuestro pueblo y responder al momento histórico que vivíamos. La “Mixtura” consistía en que, por una parte, el Colegio sería “Privado”, pero, por la otra, contaría con los Recursos Económicos, suficientes y estables, del Estado de Nicaragua, quien incorporaría los Presupuestos de estos Centros en el Presupuesto General Anual de la República. La consecuencia fue la Educación Gratuita.

Permítanme hacer un reconocimiento a las personas que integraban la Comisión que llegó a ese Acuerdo inédito y original en la historia de las relaciones Iglesia-Estado y no sólo en nuestra Patria. Por parte del Gobierno estaba el Dr. Carlos Tunnermann Berheim, Ministro de Educación, y sus Vice-Ministros: Dr. Miguel de Castilla y los Licenciados Francisco Guzmán y Francisco Lacayo; estaba también el Lic. Octavio Rivas, Oficial Mayor del Ministerio de Educación. Por la otra parte estaba la Iglesia.

Es una verdadera lástima que los subsiguientes Ministros de Educación no hubieran querido seguir extendiendo y profundizando esta Educación Mixta. Pienso que, en la coyuntura actual, habría que repensarse y relanzarse para el beneficio, sobre todo, de las familias más pobres de nuestra Nación. ¿Por qué no?

Como hemos visto, efectivamente el tema de la Educación y de la Educación gratuita para todos tiene un lugar especial en el corazón de la Iglesia y, a través de la Historia la hemos intentado realizar, aunque no siempre hemos contado ni con la comprensión ni con la colaboración de los Estados.

Pero hemos de advertir dos cosas:

En primer lugar esa gratuidad de la Educación no debe, no puede construirse en base a un mayor sacrificio económico de los docentes y del personal auxiliar de las Escuelas, ya más que sacrificados y con una remuneración económica que aún no se ajustan a su dignidad ni al trabajo que desarrollan. La Iglesia sigue pidiendo una mejor y mayor remuneración económica al Magisterio y al personal auxiliar que labora en las Escuelas, Colegios e Institutos.

Es posible que, esta vez, el sacrificio económico para conseguir y mantener la gratuidad real y efectiva de la Educación le corresponda a otros sectores del Gobierno. Es función propia de los Especialistas y Asesores Económicos encontrar esos recursos monetarios, tal vez en base a la austeridad, necesarios para la Educación.

Habría que buscar en la Cooperación Internacional la ayuda necesaria para el funcionamiento de los Colegios, para el justo pago de los docentes, rubro en el que aún no han participado, aunque sí lo hayan hecho en la construcción y restauración de las instalaciones físicas e, inclusive, en la dotación de las mismas. Ayuda que reconocemos y agradecemos de corazón.

Por otra parte no hay que caer en la tentación de seguir sacrificando la calidad de la Educación en aras de obtener la extensión de la cobertura.

Nosotros
Entendemos la Educación Cristiana
como un proceso
orientado al desarrollo de la persona,
tomando en cuenta
tanto la formación cultural como el crecimiento en la fe.
San José de Calasanz, Patrono Universal de todas las Escuelas Populares Cristianas y creador de la Escuela Católica como la entendemos hoy, decía:
“Si desde los más tiernos años el niño
es imbuido diligentemente en la Piedad y en las Letras,
puede preverse,
con fundamento,
un feliz transcurso en toda su vida”.
Más concretamente,
[este proceso está] orientado
a formar un tipo de hombre integral:
con desarrollo físico,
con madurez afectiva e intelectual
e iluminado por la fe cristiana,
para ser:

de mente crítica
que le permita discernir realidades

objetivo
en sus apreciaciones

creativo
en su actuar

sensible
en su entorno, para solidarizarse libre, activa y responsablemente en las realidades sociopolíticas

respetuoso
de la cultura de cada pueblo, de su historia y de su modo de concebir la vida
abierto, para ello, al diálogo, que supone respeto a la persona, a sus ideas y a sus creencias

miembro activo
de la Iglesia, presencia de Cristo al servicio del hombre.

Así lo recoge el Ideario Educativo de nuestra Diócesis.

Sabemos que esta labor no puede ser desarrollada sin el auxilio del Altísimo; Por ello, por medio de Jesucristo, Nuestro Señor, imploramos a Dios Padre que envíe sobre todos nosotros al Espíritu Santo para que nos guíe, fortalezca y acompañe en el desempeño de esta misión en favor de los más necesitados de nuestra Patria. Al tiempo que rogamos a la Madre del Señor, a quien, con la invocación de Nuestra Señora de las Mercedes, la Ciudad de León se honra de tenerla como su Patrona, nos consiga de su Divino Hijo la gracia de la perseverancia en el bien actuar.

Amén.

Mons. Ariel Ortega Gasteazoro
Presidente
Comisión Diocesana de Educación
Diócesis de León.

Etiquetas: , ,