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miércoles, febrero 25, 2009

Día Internacional de la Lengua Materna

Mtro. Javier Fuentes
Navegar Juntos, II,2009
Boletín electrónico del ICCE-América
Departamento de Idiomas (UCC)

Como Licenciado en idiomas, es frecuente que se me pregunte: ¿y cuántos idiomas hablas? A lo que generalmente respondía: “dos, inglés y francés”, hasta que alguien me hizo la observación: “tres, español, inglés y francés”. Hasta ese momento había dejado de lado y por la mera costumbre de hablarla, mi lengua materna. Pero ya que estamos hablando de ello, y en el Día Internacional de la Lengua Materna, bien valdría la pena comentar acerca de ese tesoro invaluable, y muchas veces mal empleado, que es nuestro idioma. De entrada, ¿cómo referirnos a ese sistema de comunicación que por su carácter verbal lo hace único de y en los seres humanos?

Lengua materna, lengua natural, idioma materno, lengua nativa, o primera lengua son algunas denominaciones para referirnos al sistema de signos y convencionalismos que nos permite comunicarnos con individuos de nuestra comunidad primaria. Se pueden dar varias circunstancias para la consideración de lengua materna, como describe Louise Dabène profesora de la Universidad Stendhal de Grenoble:

- La lengua de la madre.
- La primera adquirida.
- La lengua que se conoce mejor.

Ésta está asociada a la valoración subjetiva del individuo con respecto a las lenguas que conoce.

• La lengua adquirida de forma natural, es decir, mediante la interacción con el entorno inmediato, sin intervención mínima, o sin ella, de reflexión lingüística consciente.

Generalmente pensamos en el primer idioma que aprende una persona, regularmente durante la niñez y principalmente en el seno de la familia.

La lengua materna es nuestro sello de identidad, es lo que nos da sentido de pertenencia, lo que nos hace sentirnos parte de un grupo. Por eso no debemos permitir que continúe la invasión de extranjerismos promovida por los avances primordialmente en el campo de la tecnología y -debido a nuestro propio atraso en el área- lo único que hará será crear una nueva raza de ciudadanos híbridos en los que sea difícil distinguir su “denominación de origen”.

Con frecuencia por moda, otras por sonar elegante o impresionar atribuyendo una supuesta superioridad a la lengua de la cual proceden, pero la mayoría de las veces por un limitado conocimiento de las posibles acepciones que ofrece nuestro idioma, reproducimos formas no pocas veces pedantes, adustas o incluso erróneas. ¿Cuántas veces no ha escuchado al empleado bancario ofrecerle facilidades para “aperturar” una cuenta? ¿Para qué usar esa rebuscada forma si existe nuestro simple y llano abrir o iniciar? O cuando en el curso de una reunión de trabajo paramos para el “coffee break”, cuando podemos decir que haremos la pausa para el café. Ya no digamos de faxear documentos, chatear con los amigos, comprarle un souvenir a la abuela o escuchar el más reciente CD del cantante de moda. Ejemplos así sobran, pero por el momento lo dejaré hasta aquí; lo que menos quiero es que “panda el cúnico” o que alguien vaya a apanicarse.

¡Buen Día Internacional de la Lengua Materna!

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