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Nombre: Alforja Calasanz
Ubicación: Valencia, Malvarrosa, Spain

miércoles, octubre 29, 2008

XX Asamblea Nacional de Pastoral Educativa: sede UCCXX Asamblea Nacional de Pastoral Educativa: sede UCC

Carlos Álvarez Barroso
78, Navegar Juntos, 2aQ.X.08

“El hombre es el camino de la Iglesia”

Con una dinámica que se viene realizando año con año, dejando en claro el interés de la Iglesia Católica para hacerle frente a los grandes retos que plantea el incipiente siglo XXI, la Universidad Cristóbal Colón abrió sus puertas para la vigésima Asamblea Nacional de Pastoral Educativa, la cual tomó como eje temático la antropología cristiana en la educación.

El evento organizado por la Comisión para la Pastoral Profética del Episcopado Mexicano y la Diócesis de Veracruz, contó con la Juan Jaime Escobar Valencia, Sch. P. presencia de destacadas personalidades como el Nuncio apostólico en México Mons. Christopher Pierre, Mons, Luis Felipe Gallardo Martín del Campo S.B.D. y Mons. José de Jesús Martínez Zepeda, obispos de Veracruz e Irapuato respectivamente; Mons. Alfonso Cortés Contreras, obispo auxiliar de Monterrey, el Lic. Rafael Domínguez Morfín, Coordinador de Órganos Desconcentrados y del Sector Paraestatal de la SEP, el Lic. Luis Roberto Carbonell Landa, encargado de asuntos religiosos del Gobierno del Estado de Veracruz, el Lic. y P. Francesc Fuster Ángel Rector de la Casa de Estudios anfitriona, entre otras personalidades.

Tomando como premisa la triada presentada en el Documento de Aparecida “Ver, juzgar y actuar”, el programa de la Asamblea se desarrolló durante tres días contando con la participación de ponentes de la más alta calidad como el Lic. Rafael Domínguez Morfín, el P. Provincial de los Escolapios de Colombia Juan Jaime Escobar Valencia, el Mtro. Carlos Wagner Wagner, el Dr. Luis Eugenio Espinosa González, el Pbro. Salvador Saucedo, entre otros.

De igual manera los asistentes al evento se integraron en diversas mesas de trabajo, donde se plantearon los problemas que la realidad en su localidad presenta, haciendo eco en los compañeros y presentando un panorama nacional, para finalmente elaborar propuestas que desembocarán en acciones que darán un nuevo giro a la forma en que se promueve la Educación Católica en nuestro país.

Tras una significativa clausura de actividades en la Sala de Consejo de la Universidad Cristóbal Colón y habiendo elegido por votación de los presentes a Toluca como la sede de la próxima Asamblea, todos los asistentes partieron de la Universidad con rumbo a la catedral veracruzana.

En emotiva Eucaristía presidida por Mons. Christopher Pierre, Nuncio Apostólico, se aprovechó para agradecer al Señor por el satisfactorio desenlace de este encuentro, así como para ofrecer los trabajos y compromisos que en éste germinaron en aras de hacer una sociedad que rescate esos valores efectivos que han sido suplantados y poniendo de nuevo a Dios al frente de nuestros ideales, mirándolo de nuevo como Padre y asumiéndonos todos como hermanos en la construcción de una nueva Iglesia y un mejor país.

Carlos Álvarez Barroso, Alumno de Ciencias de la Comunicación

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Sinodo, 2008

JUAN G. BEDOYA
5 de octubre de 2008
Madrid

¿Tiene remedio la crisis de la Iglesia católica, sobre todo en Europa, donde esta confesión "está siendo devastada por los jabalíes del relativismo y la increencia"? Benedicto XVI, autor de esa apreciación, abre hoy en Roma un sínodo general de obispos para buscar soluciones. Lo hace dentro de las conmemoraciones del año paulino, que el Papa quiere subrayar.

Pablo de Tarso no sólo fue el gran secretario de organización de la Iglesia católica, sino uno de sus grandes apóstoles, escritores y oradores. Fue él quien impulsó a los primeros cristianos, a los que estuvo persiguiendo con saña antes de su conversión, a salir de Palestina e instalarse en Roma, el centro del imperio.

Éste es el vigésimo segundo sínodo que se celebra desde la constitución de ese organismo por el Concilio Vaticano II, en 1965. Se prolongará hasta el día 26, con la participación de 250 prelados y un número parecido de expertos. Es la primera asamblea episcopal convocada por este Papa (la anterior, presidida por él, se desarrolló en otoño de 2005 tras la muerte de Juan Pablo II, su convocante).

Aunque el programa de este miniconcilio fija como tema central de los debates "la palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia", el pontífice tendrá ocasión de conocer opiniones de prelados muy alejados físicamente de Roma sobre la situación del catolicismo y las pautas a seguir.

Entre las preocupaciones del Vaticano destaca el bajo índice de lectura de la Biblia entre sus fieles. En España, la Federación Bíblica Católica sostiene que sólo el 20% de los que se dicen católicos ha leído un pasaje de la Biblia en el último año. Preocupa a Roma, además, el poco caso que hacen los fieles a las predicaciones y a las orientaciones morales de la jerarquía. El Papa quiere conocer los motivos por los que una mayoría de sinceros creyentes termina construyéndose una religión a la carta y a conveniencia.

El Vaticano II instituyó la figura de los sínodos para "fomentar la unión estrecha entre el romano pontífice y los obispos". Hasta entonces, eran frecuentes las diferencias entre prelados diocesanos y el Vaticano sobre la organización de la Iglesia o su futuro. Juan XXIII, promotor de aquel concilio, quería evitar la dispersión de mensajes y puntos de vista. Buscaba también mantener el contacto con las jerarquías periféricas. Su tesis era que la curia romana se había distanciado de la realidad. Pablo VI, su sustituto, no era ajeno a esta preocupación. Fue él quien creó formalmente el sínodo de obispos, el 15 de septiembre de 1965.

Este sínodo se abre esta mañana con un discurso papal. Será excepcionalmente en la basílica de San Pablo Extramuros. Entre los convocados hay 14 españoles, entre padres sinodales, expertos y auditores. La Conferencia Episcopal envía, previa votación de sus miembros, a su presidente y vicepresidente, el cardenal Antonio María Rouco y el obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez, y al cardenal de Toledo, Antonio Cañizares.

Los ocho españoles restantes fueron elegidos directamente por el Papa. Son el prelado del Opus Dei, Javier Echevarría; el prepósito general de la Compañía de Jesús, Adolfo Nicolás; el presidente de Comunión y Liberación, Julián Carrón; el director de la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), Jorge Juan Fernández Sangrador; la monja y profesora de Teología Bíblica en la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma, Nuria Calduch Benages; el presidente del Instituto Litúrgico en el Pontificio Ateneo San Anselmo de Roma, el benedictino Juan Javier Flores Arcas, y el profesor de la Facultad de Teología de Cataluña, Salvador Pié Ninot. En la lista de auditores también se encuentra, por expreso deseo del Papa, el iniciador del Camino Neocatecumenal (los Kikos), Francisco José Gómez Argüello Wirtz, conocido como Kiko Argüello. José Rodríguez Carballo, José María Abella Batlle, Jesús María Lecea, superiores generales de los franciscanos, misioneros claretianos y escolapios, respectivamente participan en este sínodo pero como miembros de la Unión de Superiores Generales (USG).


El Papa alerta de la pérdida de influencia del cristianismo en la cultura moderna

Benedicto XVI abre el sínodo de los obispos advirtiendo de que desembarazarse de Dios sólo crea confusión y división

AGENCIAS - Roma - 05/10/2008

El Papa Benedicto XVI ha abierto esta mañana el sínodo general de obispos que se celebra en Roma alertando de la pérdida de influencia del cristianismo en países que en otros tiempos fueron "ricas en fe y en vocaciones" por la "influencia nociva y destructiva de cierta cultura moderna", en la que muchos han decidido que "Dios ha muerto". El Pontífice ha advertido de que esa falta de Dios redunda en una sociedad "más confusa y dividida".

El Papa ha hecho estas observaciones durante la homilía de la misa celebrada en la basílica de San Pablo Extramuros y con la que ha inaugurado la XII Asamblea del Sínodo de Obispos, que mañana empieza sus trabajos. La misa ha estado concelebrada por 52 cardenales, 45 arzobispos, 130 obispos, 85 presbíteros y 14 miembros de la Iglesia Ortodoxa.

Benedicto XVI ha denunciado que en esa cultura moderna existe quien "ha decidido que Dios ha muerto y se declara Dios a sí mismo, considerándose el único artífice de su propio destino y el propietario absoluto del mundo". Al "desembarazarse de Dios" y convertirse el hombre en "propietario absoluto" de sí mismo y "único patrón de la creación", se expanden "el arbitrio del poder, los intereses egoístas, la injusticia y la explotación", así como "la violencia en todas sus expresiones". Ante esta situación, se ha preguntado si "cuando se elimina a Dios del horizonte propio, se puede ser ciertamente feliz" para responder después que "al final, el hombre se encuentra más sólo y la sociedad está más dividida y confusa".

No obstante, pese a ese olvido de Dios, cuenta Benedicto XVI con que " al final vence Cristo. ¡Siempre!" y ese es el "mensaje de consuelo que recogemos de los textos bíblicos, que el mal y la muerte no tienen la última palabra". El sínodo que abre mañana, bajo el lema "La palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia", intentará renovar ese mensaje.

Alejados de la Biblia

Según el Instrumentum Laboris, documento de trabajo para el Sínodo presentado el pasado mes de junio, los obispos católicos están preocupados por el desconocimiento entre los fieles de la Biblia y advierten del peligro de las varias interpretaciones "fundamentalistas" o equivocadas del Antiguo y Nuevo Testamento. Por ello, uno de los principales objetivos de los obispos será decidir cómo se corrige ese desconocimiento entre los fieles y superar así "la indiferencia, la ignorancia y la confusión sobre las verdades de la fe acerca de la Palabra de Dios".

En el Sínodo, participarán 253 religiosos, de los que 90 proceden de Europa, 62 de América, 51 de África y 9 de Oceanía.

El Papa saluda a algunos cardenales después de la misa en la basílica de San Pablo Extramuros.- AP

http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Papa/alerta/perdida/influencia/cristianismo/cultura/moderna/elpepisoc/20081005elpepusoc_1/Tes

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Reflexión en torno a Nicaragua

Fineza Rafael Aurelio Somarriba
X.2008

Bueno.

Creo firmemente en estas reflexiones, empezar los cambios en nosotros mismos, es empezar a cambiar la sociedad, siempre estamos prestos a señalar lo que están haciendo mal los demás, veámonos en el espejo, a veces asusta ver tu propia imagen viéndola con toda la sinceridad, antes de criticar a los demás, reflexiones que hemos hecho el día de hoy para mejorar nosotros y nuestro país.

SE NECESITA MATERIA PRIMA PARA CONSTRUIR UN PAIS

La creencia general es que los Somoza Debayle no servían, como así tampoco Daniel Ortega y Violeta Barrios de Chamorro, Arnoldo Alemán, Enrique Bolaños. Hoy se dice que Ortega nuevamente no sirve, pero, quienquiera que venga después de este último, tampoco servirá para nada.

Por eso estoy empezando a sospechar que el problema no está en lo ladrón y corrupto de Alemán, lo dictador que haya sido Daniel Ortega, o en lo entregado a los gringos que haya sido Bolaños.

El problema está en nosotros, nosotros como PUEBLO, nosotros como materia prima de un País. Porque pertenecemos a un país donde la VIVEZA es moneda valorada tanto o más que el dólar. Un país donde hacerse rico de la noche a la mañana es una virtud más apreciada que formar una familia a largo plazo, basada en valores morales y respeto por los demás.

Pertenecemos a un país donde, lamentablemente, los periódicos jamás podrán venderse como se venden en otros países, es decir, poniendo unas cajitas en las aceras donde uno paga por un solo periódico y saca un solo periódico dejando los demás donde están.

Pertenecemos un país donde los lugares de trabajo son, entre otras cosas, las papelerías particulares de sus empleados deshonestos que llevan a su casa, como propias, hojas de papel, lapiceras, bolígrafos, lápices, marcadores y todo lo que pueda hacer falta para la tarea de sus hijos.

Pertenecemos a un país donde la gente se siente triunfante si consigue pegarse al cable del vecino y donde la gente 'inventa'' a la hora de llenar sus declaraciones, para pagar menos impuestos, o directamente para no pagarlos.

Pertenecemos a un país donde la impuntualidad es un hábito, donde los directivos de las empresas no generan capital humano, donde las personas tiran basura en las calles y luego reclaman al gobierno porque las calles están sucias o se tapan las alcantarillas, donde no existe la cultura por la lectura y donde no hay conciencia ni memoria política, histórica o económica. Donde nuestros diputados trabajan dos días al año (y cobran todos los demás como altos ejecutivos) para aprobar una reforma fiscal al gas, que lo único que hace es hundir al que no tiene, joder al que tiene poco y beneficiar sólo a unos pocos.

Pertenecemos a un país donde las licencias de conducir y los certificados médicos se pueden 'comprar', sin hacer ningún examen. Un país donde se puede subir a un bus, una persona de edad avanzada, una mujer con un niño en brazos, o algún discapacitado y la persona que viene sentada en el asiento se hace la dormida para no dárselo y si alguien le reclama se levantará pero para dar un golpe o decir una mala palabra.

Un país en el cual la prioridad de paso es para el automovilista y no para el peatón. Un país donde su gente está llena de faltas, a las que ignora, pero que disfruta criticando a sus gobernantes. Mientras más le diga rata a Alemán u Ortega, mejor soy yo como persona, pese a que apenas ayer me consiguieron todas las preguntas del examen de matemáticas de mañana. Mientras más le diga dictador a Ortega, mejor soy yo como Nica, a pesar de que apenas esta mañana estafé a mi cliente a través de un fraude, lo que me ayudó a pagar algunas deudas o pagar cualquier chuchería que en realidad no eran necesarias.

Cada vez más le digo mentiroso a Alemán, pero cuando le pegamos o regañamos a nuestro hijo porque lo mandamos a la pulpería y lo maltratamos porque nos mintió al decir que estaba llena, cuando en realidad se quedó jugando chibolas con sus amiguitos, pero minutos después de castigarlo, llegan los cobradores de cualquier cosa a nuestras casa y le decimos al niño diga que 'no estoy', entonces qué?, le mostramos que la honestidad y la mentira está en dependencia del momento, el lugar y de quien es la autoridad para ejercerla.

No, No, No. Ya basta. Como 'Materia Prima' para un país serio, tenemos muchas cosas buenas, pero nos falta muchísimo para ser los hombres y mujeres que nuestro País realmente necesita.

Esos defectos, esa alardeada VIVEZA congénita, esa deshonestidad en pequeña escala que después crece y evoluciona hasta convertirse en casos de escándalo, esa falta de calidad humana, más que Alemán, Bolaños, Chamorro u Ortega, es lo que nos tiene real y francamente mal, porque éstos no han sido ni más ni menos que nuestros presidentes, léase y entiéndase bien, NUESTROS PRESIDENTES, nacidos aquí y no en otra parte.

Lo siento. Porque, aunque el presidente en turno renuncie hoy mismo, el próximo presidente que lo suceda tendrá que seguir trabajando con la misma materia prima defectuosa que, como pueblo, somos nosotros mismos. Y no podrá hacer nada. No tengo ninguna garantía de que alguien lo pueda hacer mejor, pero mientras nadie señale un camino destinado a erradicar primero los vicios que tenemos como pueblo, nadie servirá.

No sirvió Somoza, Ortega, Violeta Chamorro, no sirvió Alemán, ni Bolaños, ni servirá el que venga. O qué ... ¿Es que necesitamos traer a un dictador, para que nos haga cumplir la ley por la fuerza y a los palos?

Aquí hace falta otra cosa, algo más que 'cañonazos' o 'morterazos'. Y mientras esa 'otra cosa' no empiece a surgir desde abajo hacia arriba, o desde arriba hacia abajo, o del centro para los lados, o como quieran, seguiremos igualmente condenados, igualmente estancados... igualmente sumergidos y hechos nada como país

No podemos seguir pensando, 'El nica hace como que trabaja y el gobierno hace como que le paga'. Es muy bueno ser nicaragüense. Pero cuando esa nicaragüanidad empieza a hacerle daño a nuestras posibilidades de desarrollo como Nación, ahí la cosa cambia...

No esperemos encenderles una velita a todos los Santos, a ver si nos manda un Mesías. Nosotros tenemos que cambiar, un presidente diferente con los mismos nicas, no podrá hacer nada. Está muy claro... Somos nosotros los que tenemos que cambiar.

Ahora, después de este mensaje, francamente he decidido buscar al responsable, no para castigarlo, sino para exigirle (sí, exigirle) que mejore su comportamiento y que no se haga el que no oye, el que no entiende.

Sí, he decidido buscar al responsable. ESTOY SEGURO QUE LO ENCONTRARE APENAS ME MIRE EN EL ESPEJO. Ahí estará, NO NECESITO BUSCARLO EN OTRO LADO.

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Padre Pedro Casani

Religioso escolapio, colaborador del fundador, san José de Calasanz.
L’Osservatore Romano 37 (29.IX.1995)

Pedro Casani nació en Luca (Toscana, Italia) en 1572 y murió en Roma en 1647. Su niñez y juventud fueron las de un muchacho inteligente, piadoso y responsable. Cuando tenía casi 20 años, influido por la muerte ejemplar de su madre, se sintió llamado a una vida de mayor entrega a Dios y entró en la congregación de la Bienaventurada Virgen, que acababa de fundar san Juan Leonardi, en cuya parroquia de Santa María de Corteorlandini había sido educado en la vida cristiana.

Casani tuvo la suene de tratar asiduamente al fundador San Juan Leonardi, que en dos ocasiones lo escogió como secretario y acompañante, al nombrarle Clemente VIII visitador apostólico de dos congregaciones monásticas. Esta fuerte experiencia explica el celo y el rigor de Pedro Casani por la observancia religiosa.

Antes de entrar en el noviciado habla hecho estudios de filosofía y teología con los franciscanos de Luca, que completó luego en el Colegio Romano con los jesuitas. Casani fue buen teólogo. Además de elegante latinista y esmerado calígrafo. Ordenado sacerdote en la basílica de San Juan de Letrán, ejerció su ministerio en la predicación, confesiones y pastoral juvenil; para los jóvenes estableció en Luca la congregación de Nuestra Señora de las Nieves. Fue, pues, un religioso ejemplar y muy estimado mientras vivió en la Congregación luquesa.

En 1609 falleció san Juan Leonardi, Pero ya desde los primeros años del siglo había intervenido con su asistencia y su consejo en el desarrollo de la naciente congregación de las Escuelas Pías, cuyas bases había puesto en 1597 tan José de Calasanz, al crear en la parroquia de Santa Dorotea de Trastévere la primera escuela popular, pública y gratuita de Europa», como escribió Ludovico Pastor. D nuevo los hijos de San Juan Leonardi prestaron sus servicios pastorales a las Escuelas Pías después de la muerte de su propio fundador. Estos contactos hicieron pensar a Calasanz en la conveniencia de dar mayor estabilidad y asegurar la perpetuidad de sus Escuelas Pías uniéndolas con la Congregación luquesa de San Juan Leonardi, lo cual se llevó a cabo con la aprobación de Pablo V en 1614.

Como consecuencia de esta unión, el p. Pedro Casani fue nombrado rector de la casa de San Pantaleón, donde estaban instaladas las Escuelas Pías y todo el grupo de colaboradores de Calasanz, que continuó siendo responsable y prefecto de las mismas. Comenzaba así una nueva etapa, que afrontaron todos con buena voluntad. Pero este encuentro con Calasanz y su obra fue particularmente trascendental para Casani

Tres años después de la unión, los padres luqueses comprendieron que no podían aceptar definitivamente el ministerio de las escuelas con absoluta prioridad, sin traicionar su propio carisma fundacional. Intervino, de nuevo, Pablo V separando ambas instituciones que en 1621 fueron elevadas a órdenes religiosas por Gregorio XV, manteniendo ambas el apelativo común ¨de la Madre de Dios¨.

Pedro Casani decidió quedarse en las Escuelas Pías, formando parte del grupo de Calasanz y participando activa y eficazmente desde entonces en la transformación progresiva del instituto desde simple congregación secular sin votos hasta orden de votos solemnes, la última en la historia de la Iglesia. El santo fundador José de Calasanz encontró en Casani al hombre providencial e imprescindible, a quien mantuvo durante 30 años en los cargos de mayor responsabilidad, siendo su primer asistente general y primer rector de la casa madre de San Pantaleón, primer maestro de novicios, primer provincial de Génova y luego de Nápoles, comisario general para las fundaciones de Europa central y primer candidato para suceder al santo fundador como vicario general, cargo éste que no quiso aceptar por humildad, creyéndose incapaz. Pero, sobre todo, fue siempre su fiel colaborador, dispuesto a todo, su defensor, su amigo y compañero, profundamente piadoso, hombre de espíritu y de acción, cumpliendo incansables misiones de gobierno, de visitador, de formador de novicios y jóvenes, de animador de la observancia en Roma, Frascati, Narni, Fanano. Génova, Savona, Mesina. Nápoles, Nikolsburg, Leipnik, Strasnitz y Cracovia.

Tenía dotes de gran predicador de multitudes, convocando en determinadas celebraciones a seis mil y diez mil personas. Su ejemplo de vida y su fuerza de captación y convicción le hicieron promotor eficaz de vocaciones religiosas, primero entre los luqueses y luego entre los escolapios. Entre sus conquistas puede recordarse como ejemplo, a su propio padre, ya viudo, que le siguió en la congregación luquesa, y al p. Francisco Castelli, que, como él mismo, fue una de las personalidades más relevantes en los principios de la orden de las Escuelas Pías, con cargos de asistente general, provincial de Liguria y de Toscana, rector y maestro de novicios.

Fue muy notable su amor y defensa de la suma pobreza religiosa, una de las razones de su vinculación a Calasanz y a sus exigencias testimoniales de pobreza, dada la dedicación escolar preferencial para los niños pobres. Pero tenía a la vez un don especial para tratar con los grandes de este mundo, tanto de orden civil como eclesiástico, de lo que era consciente el fundador, que se valía de ello. Ambos, sin embargo, eran contrarios a condescender con la excesiva generosidad de los bienhechores, por mantener la pobreza en su rigor.

Participó con el santo fundador do los dolores y gozos del naciente instituto, viéndolo sumamente estimado por Papas, cardenales, obispos y príncipes de Europa, y por muchas ciudades y pueblos, con la angustia de no poder atender a tantas demandas de fundación. Pero, como todas las obras y hombres de Dios, también fueron probados por la tribulación. Y Casani fue acusado y llevado preso con el fundador al Santo Oficio, a sus setenta años, por las calles céntricas de Roma y depuesto luego de su cargo de asistente, como culpable, y la orden reducida a simple congregación sin votos. En aquellos momentos de humillación, de descrédito y de destrucción, Casani se mantuvo fiel defensor del fundador y de la obra, soportando la tribulación con paciencia y resignación heroicas, con oración y confianza eh Dios, pidiendo de palabra y por escrito la intercesión favorable de los amigos y de los grandes, aunque inútilmente, e inculcando la confianza y la fidelidad a los vacilantes.

Murió el 17 de octubre de 1647, asistido por el santo fundador, que en días sucesivos escribió muchas cartas comunicando la noticia y diciendo que ¨como había vivido muy devotamente durante su vida, así plugo a Dios bendito que ... muriese santamente. Esperamos que ayude a la orden más después de la muerte que en vida. Su cuerpo fue llevado a la iglesia, donde el viernes y el sábado hubo un concurso tan innumerable del pueblo y de la nobleza, que fue necesario retirar su cuerpo dentro de casa. De las gracias que algunos han recibido no diré por ahora nada ...¨ Poco después daba Calasanz los primeros pasos para iniciar el proceso de beatificación. Pero al morir el fundador diez meses más tarde, la preferencia por llevar adelante su proceso, bloqueó todos los demás.

En 1738 en la ciudad húngara de Szeged, donde los escolapios tenían colegio desde 1720, una muchacha ya moribunda en un hospital fue sanada de una enfermedad incurable cuando un padre escolapio que atendía a los enfermos le hizo besar una imagen del p. Casani.

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Era un mendigo que derrochaba amor


P. Alejandro García Durán, Chinchachoma
Reyes Muñoz Tónix, escolapio
Chiautempan 291 (VII/VIII, 2008) 18 - 19

1a. Parte

Así lo conocí y así lo recuerdo. Su figura enigmática cautivaba hasta el espíritu más insensible. Todos podían estar en desacuerdo con él, en sus formas o en sus métodos de amar, pero a todos infundía respeto su trabajo con los niños de la calle; nadie pudo sus-traerse a quedar cautivado por lo que hacía. Para algunos fue un testimonio de entrega y de servicio, para otros un soñador y un idealista. Para mí, un hombre de oración. A partir de ella se construía todo lo que hacía. En la oración él encontraba las respuestas ante tantas preguntas que se formulaba a causa de la pobreza y la miseria del hombre en el mundo. Experimentó el dolor y el sufrimiento humano en carne propia y no se detuvo a contemplarlo, se involucró con el para transformarlo, para rescatar la perla preciosa que cada persona lleva en sí mismo, su dignidad.

Convivió con los pobres, con los drogados, con los rateros, con los opresores, con las prostitutas, con los violentos, con los olvidados, con los marginados, con los iletrados, con los ignorantes. Sus amigos eran ellos, los sucios, los malolientes, los mugrosos, los de mal aspecto. En torno a él, también se reunían hombres cultos, periodistas, políticos, jerarcas de la iglesia, religiosos, empresarios, humanistas, profesores, profesionistas. Unos y otros le escuchaban hablar con su lenguaje florido, con su aspecto folklórico y sucio. Niños y adultos lo escuchaban con atención. Su palabra estaba impresa de mensaje.

Afirmaba que todo ser humano tiene el derecho a nacer en un clima de amor. Y luchó por establecer ese derecho en todos sus Hogares en donde reunía a sus niños y niñas. Hablaba de amor aquél que tenía aspecto de mendigo, fumaba puro, y era capaz de andar descalzo para que otro caminara con pie seguro.

Su amor nunca fue un bello pensamiento, ni un discurso bien articulado. Su amor era detalle y acción, abrazo tierno, caricia suave, pan que alimenta, agua que sacia la sed. Nunca se conformó con hablar de los pobres, ni se ufanaba de entender las complejas tramas sociales, si bien tenía un conocimiento claro de ellas, ni de identificar las neopobrezas actuales. Vivió como ellos y con ellos, en sentido espiritual y literal. Vivió como soñaba, dando y dándose a su estilo, con un gozo reflejado en su rostro. Su voz profética puso en crisis a más de uno, que en nombre del amor, se quedó en su mundo ideal y fantasioso.

Quienes lo vimos en acción jamás podremos olvidar su carisma, su extremada extravagancia con que seducía a sus interlocutores. Lo recuerdo muy bien en el Hogar de primer ingreso que instituyó para los niños y jóvenes de primer ingreso, los de la calle. Ahí puro drogadicto y mal portado. Todo olía a droga barata, a esa que mata el pensamiento, pero que aparentemente saciaba el hambre y la soledad. En medio de ellos él, arropado y empujado por todos. Encima de él reían y él se dejaba tirar por ellos. Y de entre una montaña de niños, haciendo acopio de todas sus fuerzas, emergía alegre el hombre que los hacía felices. Y comenzaba la persecución en el salón pintarrajeado y derruido. Se quitaba un zapato y lo botaba a cualquier parte, sin dirección alguna. Los más avispados lo evadían, pero casi siempre había un atolondrado a quien le tocaba pagar las consecuencias de tan semejante acto pueril. Entonces todos reían a grandes carcajadas, dejando de lado el sufrimiento y la droga por un momento ...

Él acudía presuroso por el zapato que había alcanzado a su objetivo y abrazaba a su hijo, causa de su alegría, quien según donde le hubiera tocado, o estaba amoratado o con un hilillo de sangre escurriendo de la nariz o boca. Pero acto seguido, lanzaba un grito que penetraba el alma: ¡Yo los amo! - ¡Dios nos ama! - ¡Nos amamos! Su grito callaba todo ruido existente, dejando paso al pensamiento interno, a la semilla del amor que se siembra en el corazón, y luego, más tarde, da fruto: el ciento por uno, el setenta, el cincuenta, o el uno por ciento.

Él decía que los amaba amando, que los quería queriendo. Y ellos experimentaban en él, el amor de un padre, de un amigo, de un buen hombre, que a base de lucha, esfuerzo y cariño, quería transformar la vida de cada uno de quienes amaba, aunque no todos estaban en la misma sintonía, ni querían dejarse amar, porque nunca habían experimentado lo que era el amor.

Su amor no siempre fue comprendido, también fue rechazado por propios y extraños. Aún recuerdo las críticas que le hicieron en un foro en la Ciudad de México por su forma de vivir, de vestir, de derrochar – decían - lo que otros le daban. En su recta intención, lo que él quería era que sus niños tuvieran la oportunidad de experimentar un mundo diferente al de la marginación, elevar su autoestima, su auto-apreciación. Por eso los regalos y las fiestas, las vacaciones y los restaurantes, que tanta mella causaba en sus observadores.

Era un mendigo que derrochaba amor, así lo identificaban quienes lo conocían y se comprometían con su causa; un hombre diferente que cautivaba y que generaba todo tipo de comentarios; un líder social que cuestionaba e invitaba a la reflexión, desde cualquier perspectiva.

Pero en el centro de su vida, yo le oí decir personalmente, que la fuerza de su acción se derivaba del amor profundo que sentía que le daba Dios: ¡Cómo no amar, si Dios me ama tanto!, ¡cómo no dar, si Dios me ha dado tanto! Para él Dios era Padre de ternura, Padre Providente, Padre de Misericordia. Todo se reducía a Dios y de Dios todo procedía. Esa era su confianza y su fe. La consecuencia del amor a los callejeros tenía su causa en Dios.

Una tarde de julio (9/07/97) recibí, por azares del destino, la llamada telefónica de que el Chincha había muerto. Las horas siguientes hasta su entierro son dignas de mención a parte, y que entregaré, en el siguiente artículo...

Reyes Muñoz Tónix, escolapio

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sábado, octubre 25, 2008

Mejoras en León: Remodelación auditorio / gimnasio

Explica Miguel Ángel Acebal,
Voluntario larga duración

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lunes, octubre 13, 2008

Una familia, un dólar por día

Unos 2.600 millones de familias malviven con un presupuesto raquítico: dos dólares o menos al día. La crisis alimentaria los ha hecho aún más pobres. Es la especulación del hambre. Este es un viaje a la empobrecida Etiopía.

RAMÓN LOBO
El País Semanal
Proa, La nación, 5.X.2008


La familia de Abiyu Yasin no sabe dónde está Chicago. Ni que en esa ciudad estadounidense se halla la sede del mercado que regula los precios mundiales de los granos y otros alimentos de primera necesidad.

Tampoco sabe que la soya subió más del 90% en un año, que el trigo se encareció un 130% y que hay problemas graves con el arroz, plato básico de 3.000 millones de seres humanos.

La geografía vital de los Yasin carece de matices, su mundo es la pobreza extrema y el hambre. Sobreviven en Oromia, una región aislada del centro de Etiopía que depende de la lluvia y la suerte y en la que los grandes comerciantes locales están amasando fortunas a costa de la desgracia ajena. Lo llaman libre mercado.

Hay países, Nigeria y Guinea Ecuatorial entre otros, para los que su principal fuente de riqueza es el petróleo; otros, como Kenia, atraen turistas deseosos de aventura. En Etiopía, el negocio es la pobreza, esos dos millones de dependientes crónicos que en una crisis se duplican o triplican. Toda la ayuda humanitaria que entra en el país está sujeta al pago de impuestos. A veces se abona en especies, granos que emergen después en los mercados pese a los sellos de “prohibida su venta” estampados en el lomo de las sacas; otras se cobra en divisas: cientos de millones de euros que no han modificado sustancialmente las condiciones de vida de personas condenadas a la subsistencia porque se perdieron por los desagües de la corrupción.

A un occidental que estira cada mañana el brazo y gira la muñeca para obtener abundante agua caliente bajo la ducha, le puede resultar difícil comprender las estadísticas de la miseria, que 1.100 millones de personas del Tercer Mundo no tienen acceso a agua potable o que una familia de Oromia, como los Yasin, debe caminar tres o más horas para llenar sus bidones de un líquido pardo, denso e insalubre con el que se lavan, beben y cocinan; apenas cinco litros diarios por persona, los mismos que se gastan en Occidente cuando alguien tira de la cadena del retrete.

Josette Sheeran, directora general del Plan Alimentario Mundial (PAM), organización de la ONU dedicada a combatir el hambre, trató de poner rostro a la escalada de los precios de los alimentos en los mercados internacionales. Explicó en The Economist que una familia que dispone de $2 (¢1.120) al día (el caso de 1.500 millones de personas) deberá sacar a sus hijos de la escuela para hacer frente al incremento del gasto; que los que viven con $1 (¢560) (que son 1.000 millones) deberán recortar su alimentación a una única comida diaria, y que los que malviven con 50 céntimos (¢280) (cerca de 100 millones) están en grave riesgo: son los que morirán si no se actúa con urgencia y eficacia, pues el PAM y otras organizaciones similares son también víctimas de la subida: igual presupuesto, menos cantidad de alimentos, menos raciones y beneficiarios.

En el mapa de la pobreza crónica (que en África recorre una franja que abarca Malí, Burkina Faso, Níger, Chad, Sudán, Etiopía, Eritrea y Somalia) es difícil establecer la división entre los que viven con $2, $1 y 50 céntimos. No es sencillo determinar el grado exacto de miseria en un mundo de penuria, desgracia y muerte. La zanja es otra: los que se enriquecen y los que sufren.

En Sanbate Lencho, una aldea a unos 300 km. al sur de Addis Abeba, Adaru Kurkure vigila las cuatro vacas que le quedan. Son su despensa, la única reserva de la que dispone para resistir hasta la cosecha de setiembre. En este mal año, en el que fallaron las breves lluvias de enero y febrero, ha perdido gran parte de su patrimonio: tuvo que malvender cuatro y otras dos murieron.

En el mercado de Sembete no se paga demasiado por ellas, pues son muchos los que acuden a comerciar en tiempos de penuria: 800 birr (unos ¢37.000) por una vaca sana, lo que ahora cuesta un quintal de maíz. Lo llaman la ley de la oferta y la demanda.

Ganaderos como Kurkure, que ha cumplido los 55 años (la esperanza de vida en su país es de 52; dos más para las mujeres), serían candidatos perfectos para la categoría de los que viven con cerca de $2 al día, pero en esta zona de África, en el centro del majestuoso valle del Riff que desciende hasta Kenia, cuando no llueve, la tierra se seca rápidamente y se evaporan la aritmética y los decimales.

El cabeza de familia de los Kurkure (tres hijos, de ocho, cinco y tres años, que comparten choza de barro y paja con sus abuelos y los animales) desgrana su vida acuclillado sobre un promontorio: “Nos despertamos con el sol. Antes tomábamos café. Las mujeres iban a buscar agua, y los hombres, a pedir trabajo. Teníamos otras dos comidas antes de acostarnos. Una a las 2, y otra al caer el sol. Ahora solo comemos una vez, a las 7 de la noche. Las vacas no dan leche porque no comen suficiente. No llovió en el momento que lo necesitábamos”, explica. Shegitu, que escucha cabizbaja las palabras de su hijo, mueve rítmicamente los dedos dentro de un cuenco de madera. En él hay unas hojas verdes que llama “regalo de naturaleza”. Son de repollo, el único alimento disponible.

Vivir cada día

El valor de las cosas en un mundo donde el horizonte de sus habitantes es tratar de llegar con vida al día siguiente, lo marca el precio de los alimentos. Mientras que una familia occidental destina el 20% de sus ingresos a la cesta de la compra, en lugares como Oromia se dedica el 80%. No hay margen para recortar otros gastos. Si sube el precio del cereal, se deja de comer. Aquí no hay electricidadm ni televisiónm ni frigoríficom ni ocio. Tampoco hay educación, ni cultura, ni futuro para unas mujeres que a diario dedican entre cuatro y ocho horas a buscar agua. Casi el 100% son analfabetas y el 50% de los niños no son escolarizados.

En Berada Ashoka vive la familia de Daimo Meka. Ellos deberían representar a los que sobreviven con un dólar al día, la clase media de los más pobres. Daimo tiene 42 años y es agricultor, como el 80% de sus compatriotas. La última vez que su familia comió carne fue el 22 de diciembre, en la fiesta del Aïd Kebir, que se celebra dos meses y 10 días después del ayuno del Ramadán.

Los Meka, como la mayoría de los que viven en Oromia, son musulmanes. En aquella gran ocasión, compraron una vaca entre 20 familias.

Los Meka explican que los dueños del mercado, como todos llaman a los comerciantes locales, otorgan préstamos a los campesinos si la situación se vuelve insostenible. Por cada kilo de grano deberán devolver tres en la siguiente cosecha. A esa usura del 300% lo llaman interés. Kuftu, la mujer de Daimo, hoy está de suerte: un extranjero le regaló dos kilos que lanza al aire como si los granos fuesen perlas que vuelan. Hoy tienen un menú extraordinario: hojas de repollo con maíz.

Los campesinos de Oromia no tienen medios para conservar el grano. Desde la recogida disponen de un mes y medio para venderlo o comerlo, antes de que se seque y pudra. Los dueños del mercado adquieren las cosechas a 1,2 birr (unos ¢56) el kilo. Después esperan tranquilos a que se impaciente la demanda. Aunque a esta práctica se le podría llamar acaparamiento, aquí prefieren decirle previsión comercial.

En tiempos de lluvias abundantes, como el 2007, venden a 3 birr el kilo. Un buen margen. Este año, sin las pequeñas lluvias, los comerciantes exigen entre 7 y 8 birr. Las ganancias serán astronómicas. Los campesinos previsores adquirieron ovejas, cabras y vacas con aquel pago, así que podrán comer o vender. Los que no, quedaron presos en la estadística del máximo riesgo.

Durante el Gobierno comunista de Menguistu Halie Mariam todos estaban obligados a entregar parte de su producción a las cooperativas, una tasa que podía alcanzar el 50%. Las autoridades depositaban el grano en silos repartidos por los distritos y lo liberaban cuando había carestía. La puesta en circulación de miles de toneladas hundía los precios e impedía la especulación. De aquella dictadura, en la que miles de personas fueron asesinadas, solo quedan una mala memoria y unos almacenes abandonados. No lejos de ellos crecieron otros, más modernos, como los que se alinean en la localidad de Arsi Megmeli. Son propiedad de los dueños del mercado. En ellos se apilan miles de toneladas en espera del gran golpe.

Etiopía exporta electricidad a Sudán, pero raciona el suministro a sus ciudadanos. Existe una gran necesidad de divisas con las que pagar una deuda exterior que ha crecido con las guerras: Ogadén, Eritrea y ahora Somalia. Hay cortes de luz tres y cuatro días a la semana que afectan a empresas, escuelas, hospitales y particulares. Por los 240 kilómetros de la poblada carretera entre Addis Abeba y Shashamene, capital de los rastafaris, se desplazan camiones, coches, carros, animales y turistas que se asoman a este bellísimo país de 84 millones de habitantes.

En Holeta sorprende el paisaje: un mar de telas blancas, gigantescos invernaderos, donde se cultivan flores para la exportación, un negocio que el año pasado produjo $100 millones, cinco veces más que en el 2005. Para estas empresas, participadas por capitales indios, británicos, holandeses y alemanes, no faltan la electricidad ni el agua. Su negocio es prioridad nacional.

En Etiopía, el hambre es parte de su piel, su imagen internacional tras las hambrunas de los 80 y los conciertos organizados por Bob Geldof. También es una buena vía para la entrada de divisas. Para introducir al país una máquina que controla la salubridad del agua (en la Unión Europea cuesta 2.400 euros), las organizaciones humanitarias abonan impuestos por 1.800.

“Cuando se acaba la misión, las autoridades exigen que dejemos todo”, dice una fuente extranjera que no desea dar su nombre. “Lo que da más rabia es que no usan el material, se lo reparten o lo amontonan en un almacén”.

Tierra seca

En Sembete, en el centro de la sección española de Médicos Sin Fronteras (MSF), es jornada de baño. Decenas de niños que llegaron enfermos y desnutridos (un indicador de la hambruna) se alinean desnudos juntos a sus familiares. Los médicos y enfermeros muestran a los adultos los secretos de la buena higiene.

Algunos niños lloran, pero pasado el trago, parecen felices con sus ropas limpias. La escasez de agua salubre es una de las causas que explican la pobreza estructural de Oromia.

Apenas hay pozos porque uno de 400 metros puede costar 100.000 euros, y pantanos como el de Koka, construido por los italianos para compensar los destrozos causados en la ocupación fascista, tienen más barro que líquido.

Abiyu Yasim tiene 28 años y acompaña en el baño a Maru, su hijo de cuatro años ingresado en el centro de MSF. En Basa-Basa, a una hora de distancia en carro de Sembete, espera su mujer junto a Tigest, de cuatro meses. Es una aldea paupérrima y aislada en la que sus habitantes sobreviven con menos de un dólar al día.

“El año pasado comíamos maíz y papas que traíamos de las naciones del sur, pero este año no llega nada. El año pasado regalaban los ajos en el mercado de Rogi, pero este año no hay nada que regalar”. Como en los casos de las familias Kurkure y Meka, los Yasin también han reducido su alimentación a una comida de hojas de repollo. ¿Y cuando se acaben? “Entonces solo nos quedará rezar”, responde Helore, de 60 años, padre de Abiyu y jefe de la aldea.

Los habitantes de Basa-Basa se sientan en un apretado semicírculo para escuchar a los blancos. Algunas madres dan un pecho exhausto a unos niños grandes. “Maman hasta los tres años. Después comen lo mismo que todos. Si solo hay hojas de repollo, solo comen hojas de repollo”, dice una de ellas. La vida es dura en Basa-Basa. Las mujeres caminan cuatro horas de ida y otras cuatro de vuelta para conseguir un agua que podría masticarse.

“El Gobierno repartió ayuda al principio”, responde Kedir Gudiso cuando se les pregunta por el Estado. “Cincuenta kilos de grano y cuatro litros de aceite por cada 10 hombres, que se acabaron en 15 días. Desde junio no hemos vuelto a probar el maíz”.

El hospital más cercano está en Regalen. Entre médicos y transportes (autobuses y carretas tiradas por burros que sirven de ambulancia), la consulta sale por 1.000 birr (unos ¢58.000). “Si alguien necesita acudir al médico, todos ayudan a reunir el dinero”, explica Abiyu.

La madre de Kufa, un bebé que murió hace unas semanas, ha vuelto al centro de Sembete. Los médicos de MSF los enviaron al hospital, como mandan los protocolos impuestos por el Gobierno etíope, que limitan la acción de la emergencia a la medicina primaria y a atender a los niños desnutridos.

La madre cumplió con las normas, pero su hija murió en la espera porque en los hospitales hay un broker que necesita su tiempo para mediar entre el donante y el receptor, ajustar el precio de la sangre y el de su comisión. La madre ha regresado con otra hija, Dedi, que padece malaria. Si no recibe sangre, morirá. Esta vez se niega a volver al hospital. Solo quiere que los españoles salven a la niña.

Este bello país africano, que se enorgullece de no haber sido colonia de nadie (solo fue invadido por la Italia de Mussolini), está inmerso desde diciembre del 2006 en una guerra por delegación en Somalia. Desalojó de Mogadiscio a la Unión de Tribunales Islámicos a petición de Estados Unidos, que los consideraba radicales, y por interés propio (Etiopía y Somalia se disputan la soberanía del Ogadén, rico en gas natural).

Esa guerra que no va bien, se ha iraquizado con ataques constantes de los islamistas, ha obligado a reintroducir un impuesto del 10%, que existió en los años de la guerra con Eritrea, que se suma a los demás existentes.

El doctor Luisma Tello, del centro de Sembete, ha decidido no enviar al hospital a Dedi. Van a realizar la transfusión que necesita. Un primer obstáculo: la niña es O negativo y solo puede recibir del mismo grupo sanguíneo.

Los sanitarios recorren nerviosos las instalaciones rastreando donantes. Unos proponen ir en busca del padre, que vive a dos horas; otros organizan un concurso con premio para convencer a otros familiares y a los trabajadores locales de que se dejen analizar.

El coordinador Abdelkader está punto de tomar una decisión. “Hay que establecer límites. No podemos salvar a todo el mundo. No se debe perder la perspectiva de cuál es nuestra misión”, dice este francés de origen argelino.

Cuando todo parece estar en contra y estudian la posibilidad de claudicar, surge el donante milagroso. Tras cuatro horas de transfusión y un período de espera, la niña empieza a recuperarse. “Solo le hemos dado otra oportunidad. En un lugar así puede morirse mañana de cualquier otra enfermedad”, dice el doctor Emiliano Lucero.

Pese a que el caso de Dedi es solo una gota en el océano, una rara euforia, una sensación de triunfo sobre la muerte se instala en el campamento y los conmueve a todos, incluido Abdelkader, que se ha quitado un peso de encima: tener que poner cara y nombre a esos límites.

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Pasajeros en tránsito

Hace más de una década, el Paso de la Vaca se volvió punto de referencia para inmigrantes dominicanos. Hoy, son los colombianos los que le dan una nueva fisonomía. Quiénes son, de dónde vienen y por qué están ahí son preguntas que ellos y nosotros intentamos responder

MARÍA MONTERO
PROA
LA NACIÓN, 5.X.2008

Un grupo de negros parados en una esquina es, a los ojos del tico promedio, un cuento de terror. Evito decir “un grupo de afrodescendientes”, como obligan la corrección política y la buena conciencia. Si he de respetar los antecedentes de este reportaje, solo puedo ser fiel a estos describiendo a “un grupo de negros parados en una esquina”, es decir, una jauría amenazante que en cualquier momento puede abalanzarse y destrozar algo indefinido e indefinible. Tal vez algo como la inmaculada blancura de nuestro ser interior.

Estos negros, juntos, atemorizan. “Dan mala pinta”, afirma la mayoría. Quizá por eso los conductores, cuando agarran en rojo el semáforo de la esquina del Paso de la Vaca – en avenida 7, entre calle 4 y 6, en San José – se apuran a cerrar las ventanas y a trancar las puertas, encerrados en el horror de ser agredidos, en primer lugar, por esa imagen letal. Fui testigo de esta reacción no una, sino muchas veces.

Confrontado, difícilmente un tico aceptará que es racista, pero invítelo a caminar por el Paso de la Vaca.

El lugar, de todos modos, es una especie de subproducto geográfico al fondo de una larga pendiente y tampoco invita a una plácida caminata urbana.

Vecina del viejo cine Líbano y en la trastienda del Mercado Borbón, la zona colinda con otro paisaje histórico de la capital pero de bajo valor publicitario: la antigua Penitenciaría Central, hoy convertida en Museo de los Niños. La avenida 7, que corre en sentido oeste-este, es su arteria principal y una de las pocas alternativas para atravesar San José. Allí, el infierno suele materializarse cada vez que un aguacero desborda las alcantarillas y, si es durante la tarde y en hora pico, todo tipo de gases y vapores emergen del asfalto recalentado para mezclarse con el humo de los carros, las bocinas y los insultos. Muy cerca están las paradas de buses de barrios populares como la León XIII y La Carpio.

Erigida bajo el imperativo categórico de Zona Roja, esas cuadras han tenido todas las opciones disponibles de la marginalidad, a pesar de intentos públicos y privados, como el Mercado del Paso de la Vaca – hoy inexistente – y del elegante apéndice del hotel Best Western.

Pero nada sería realmente llamativo –ni sus pequeñas peluquerías, negocios electrónicos, librerías, soditas, mueblerías, Internets, cantinas, clubes nocturnos, bodegas y viviendas– si no fuera porque “un grupo de negros”, constante y cambiante, se mantiene gravitando en esos escasos 200 metros y se concentra precisamente en esa esquina y en ese semáforo.

Recién llegados

Estos nuevos vecinos, varones en su gran mayoría, levantan pasiones no necesariamente amorosas y han revuelto las especulativas aguas de la colectividad local. Las versiones sobre lo que ahí acontece son parciales, incompletas, injustas o contradictorias, dependiendo de donde vengan. En el coro de voces que se pronuncian al respecto hay una estricta jerarquía, que tiene que ver con su grado de influencia en ese Estado paralelo llamado opinión pública.

En primer lugar, están las versiones de la Policía de Migración (entidad encargada de estudiar, otorgar o rechazar el reconocimiento de estatus de refugio) y los medios de comunicación, ambas parecidas. “Es una zona eminentemente delictiva. Se consiguen armas, drogas y, según informantes nuestros, es un centro donde se pueden contratar sicarios. Es una zona muy problemática y hemos tratado de mantener un control sobre ella”, dice Francisco Castaing, jefe de la Policía de Migración.

En segundo, los voceros del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) y el ACAI (Asociación de Consultores y Asesores Internacionales, encargada de ejecutar los fondos de Acnur), que acompañan los procesos institucionales locales y trabajan con base en el derecho internacional de los refugiados. “Hay muchos migrantes que no caen en la definición de lo que es un refugiado”, explica Jozef Merkx, representante de Acnur. “Un refugiado tiene un fundado temor de persecución por cuestiones de raza, religión, opinión política o pertenencia a un grupo social y por lo tanto no puede quedarse en su país de origen y tampoco puede contar con su protección. Un refugiado no sale voluntariamente de su lugar de origen”.

En un tercero y rezagado último lugar están los propios protagonistas, sean refugiados o simplemente inmigrantes. ¿Dónde puede consultarse su versión de los hechos? En ningún lado, salvo que se les consulte directamente. ¿No es extraño? Entonces no es la paz social lo que corre más riesgo en esas cuadras, sino el reconocimiento genuino de estos “otros”: los inmigrantes colombianos intimidan pero, al mismo tiempo, son invisibles.

Autorretratados

Muchos de ellos son jóvenes que no rebasan los 30 años, fornidos y blindados por joyas descomunales que aparentan el oro y los diamantes que, en la vida real, solo pesan en el opulento cuello de raperos gringos como 50 Cent y Puff Daddy.

Lucen tatuajes, cicatrices y camisetas por las que se sale buena parte de su anatomía. Algunos tienen buenos carros –o mejores amigos –, a veces brindan con whisky, cerveza, ron o aguardiente en la vía pública y, especialmente los más jóvenes, se guardan el pelo con una panty femenina sobre la cabeza.

Los domingos de sol pueden llegar a poner música a todo volumen y a relajarse por la vereda, en un intermitente hormigueo sin principio ni fin. A veces, en esa aparente espera que los concentra en el mismo punto, puede llegar a parecer que sus domingos nunca se terminan.

Esta forma de ser y estar, en una especie de ostentación festiva permanente, suele indisponer especialmente a las autoridades. Pero ya lo dijo el sabio Maquiavelo: “Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos”.

En el interminable relato que ellos hacen de sí mismos, la idea central puede resumirse en un párrafo. Son inmigrantes y la mayoría proviene de uno de los puertos más importante de Colombia: Buenaventura, en el Valle del Cauca, “una de las bahías más seguras para el arribo y partida de barcos de gran calado y por donde entra y sale más del 70% del comercio del país”, según los panfletos turísticos.

Muy lejos del edén, Buenaventura también es un lugar en el que la violencia expulsa a sus habitantes y que, gracias a las ironías del lenguaje, está encallado en la costa “pacífica” del país.

“Buenaventura es un territorio donde las condiciones de vida de la población son de las más críticas del país”, reza un documento elaborado en Colombia entre dependencias oficiales y de organismos internacionales.

“La pobreza por ingreso es del 80,6% y la indigencia es del 43,5%. Además, el 28,8% de la población económicamente activa se encuentra desempleada, el 34,7% es subempleada y el 63% de las personas ocupadas ganan menos de un salario mínimo mensual vigente. La prestación de los servicios sociales en educación y salud son altamente deficitarias en calidad y oportunidad”.

Más adelante, el informe precisa: “Desde la intensificación del conflicto armado, Buenaventura se ha constituido en un territorio altamente expulsor y receptor de población desplazada, donde las mayores víctimas son las comunidades negras e indígenas que lo habitan”.

Según las estadísticas del Registro Único de Población Desplazada, a nivel nacional, “el acumulado de personas desplazadas en el Distrito de Buenaventura, en el período comprendido entre 1997 y el 2008, es de 57.212, y en la oficina local de dicha agencia se registran 2.107 personas desplazadas en los primeros cinco meses del presente año”.

El caso de la Señora X

Dice que tengo suerte de que me haya dirigido la palabra y que no quiere nada de entrevistas ni de fotografías ni de nada.

Afirma que no le interesa y que de todos modos la prensa nunca cuenta nada bueno. Alega que no tiene nada más que decir, salvo que fue una de las primeras en llegar aquí. Asegura que no es miedo: tiene 13 años de vivir en Costa Rica, es residente y todos sus papeles están en regla. Es que está harta. Harta de lo mal que la retratan, a ella y a su gente. Pero la carne es débil y, aunque me prohíbe que la mencione, acepta que diga que es dominicana y que la llame Señora X.

“Vine de visita a Costa Rica en el 95. Siempre hacía frío, caía neblina y desde la mañana estaba lloviendo. La situación ha cambiado muchísimo desde entonces, hasta la lluvia. Ahora llueve menos pero llueve peor”, dice, y se ríe, fascinada por su propia exageración.

La Señora X es una inmigrante con más de diez años de comerciar en los alrededores del Paso de la Vaca, la zona que sus paisanos y ella misma convirtieron en Tierra Dominicana, hace unos 15 años, a fuerza de reunirse por allí y fundar un negocio cuya memoria logró superar su propia extinción: un enclave de inmigrantes caribeños adoradores del ron, el merengue y el pescado con coco.

A la Señora X le gusta precisar y no quiere que, ahora que habla, nadie se tome a la ligera lo que dice. “El 14 de febrero de 1996 abrió el bar y restaurante Tierra Dominicana. El negocio duró 6 años”, recuerda. “En esa época, aquí no había colombianos y los que vivían estaban en Limón. Ellos llegaron como en el 2003. Ahora por aquí hay pocos dominicanos y los que quedan, tienen negocios”.

Quizá la fecha que generosamente nos regala la memoria de la Señora X sea la más precisa para marcar el inicio de un nuevo fenómeno urbano en la capital: la presencia de nuevas e importantes poblaciones de inmigrantes, además de la consabida presencia de nicaragüenses.

Retrato familiar

Hablar es lo que más les cuesta. Hablar con desconocidos. Entre sí, hablan tan rápido que el español parece ahogarse en sus gargantas. Como si fluyera con desesperación. Como si huyera.

Nuestra presencia los eriza y la cámara fotográfica los espanta. Para ellos, no es una simple herramienta: es un arma.

“En el caso de los refugiados, no hay que olvidar que la persona y su familia vienen buscando confidencialidad y que se respete la privacidad de su situación”, advierte el sociólogo Guillermo Acuña, investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) y especialista en migraciones internacionales. “Por eso mismo es que se acogen al estatus. No es que están evitando que se conozca su pasado sino que respeten las causas por las cuales salieron de Colombia. Que se respete su integridad como personas”.

Vladimir Hurtado Bonilla, conocido como Black, es la excepción de un escenario dominado por el temor, antes y ahora.

Tiene 28 años, es refugiado, padre de muchos hijos (solo una en Costa Rica) y peluquero. Aunque llegó hasta octavo año de bachillerato, también estudió plomería, electricidad y refrigeración. Llegó al país en julio del 2004 y pasó tres meses sin trabajo, hasta que se montó una especie de peluquería comunitaria, donde varios comparten un mismo local pero no así las ganancias.

“Nunca pasó por mi cabeza venir para Costa Rica pero mi país es un país violento”, recuerda Black . Vivía en Cali y atendía su propia peluquería, hasta que un día, unos manes mataron a uno de sus clientes, a vista y paciencia suya. “Ya no pude trabajar más porque me andaban buscando para matarme, para no dejar testigos. Fui a la Fiscalía pero no declaré por miedo a que me fueran a hacer algo”.

Las mujeres, por el contrario, son mucho más accesibles. Ahí están los libros abiertos de Tamara Varona, la chica del café Internet, de 26 años, oriunda de Cali, hija de Delis y madre de Tayra, su hija tica, Luz Mabel Gómez, refugiada de 38, madre de dos hijos, oriunda del Cauca y una de las populares cocineras de la soda El Malecón, ubicada en lo que queda de la ruinosa infraestructura de Tierra Dominicana.

O la historia de la dominicana Julia Castellanos Rojas, de 52 años, que en agosto cumplió cuatro de vivir en Costa Rica y de cuidar a la hija de una amiga suya, y que está a punto de recibir la ciudadanía. O la de Ximena Valencia, colombiana de 39 años, madre de un adolescente y refugiada desde hace dos años, cuyo relato parece el eco interminable de una única historia de vidas violentadas.

“Trabajaba por mi cuenta. Siempre fui vendedora de productos por catálogo. Me vine de Colombia por temor a la violencia. A veces uno sin querer ve cosas o escucha cosas e inmediatamente vienen las amenazas. El que aguanta se queda, el que no puede, sale”, relata.

Delis Campaz es otra historia, aunque la suya comparta la misma trama. La semana pasada, cumplió 56 años pero hace menos de uno tuvo que volver a empezar en un país que no conoce y que tampoco la conoce a ella. En su tierra, Delis era modista y artesana. Ahora, entre semana, vende frescos en la calle y los domingos, chicharrones para sus paisanos.

Su problema es sencillo: Delis vio cómo mataban a un hombre. Sin querer. Venía por la calle, volteó la mirada y presenció el momento en que unos hombres apuñalaban a otro dentro de un auto. Delis no quería ver, pero vio, y no quería gritar, pero gritó. Sin querer, le dijo a los asesinos: Aquí estoy . “No sé cómo pero consiguieron mi número y empezaron a llamarme”, dice. “Yo vivía sola en mi casa. Me puse muy nerviosa. Nada volvió a ser igual”.

El autorreconocimiento

Históricamente, Costa Rica ha sido un país de tránsito migratorio y actualmente es, junto con Guatemala y Belice, uno de los principales países receptores de inmigrantes de la región.

“Es un poco aventurado plantear cifras a partir de los censos oficiales, por la fragilidad que tienen estos para medir movimientos de migración”, explica el sociólogo Guillermo Acuña. “La tendencia general es que Costa Rica, entre 1984 y el 2000, aumentó su recepción de población migrante de un 3% a un 7%”.

Según datos de la Dirección General de Migración y Extranjería, entre el año 1998 y el 2007 se reconocieron 6.593 solicitudes de refugio a ciudadanos colombianos y, en el mismo período, se denegaron 4.101. Los años que registraron el mayor número de otorgamientos y rechazos de solicitudes, fueron el 2001, con un total de 3.586 casos (se otorgaron 1.974 refugios), y el 2002, con 2.749, en que se otorgaron 1.844.

Las cifras de las autoridades locales coinciden con las fechas que marcan el inicio de la escalada de violencia en Buenaventura, según el reciente Informe Misión de Acompañamiento Humanitario a Comunidades Urbanas del Distrito Especial de Buenaventura, elaborado este año, entre el 21 y el 24 de julio.

“Desde el año 2000, Buenaventura registra un incremento en las tasas de homicidios, alcanzando la cifra de 450 víctimas por año”, dice el informe. “Este puerto reporta un promedio de 121 muertes violentas por cada 100.000 habitantes, superando a la capital del Departamento de Cali, que registra 112 por cada 100.000”. Y agrega: “Las cifras oficiales de homicidio muestran por sí mismas la magnitud y escalada que ha tenido la violencia y violación del derecho a la vida en los últimos ocho años en el distrito. Los registros del Comité de Estadísticas Vitales del Distrito indican que entre el año 2000 y 2007, en el territorio se ejecutaron 2.853 homicidios, con tasas anuales muy superiores a la nacional. Particularmente, en el 2007, la tasa fue de 113,6% cuando en el país solo llegó a 37,5%”.

Para Acuña, las causas del ingreso de población colombiana al país habría que buscarlas “en el contexto sociopolítico del escenario colombiano”. Aunque este escenario es absolutamente desalentador, no es inexplicable, lo cual, según el especialista, nos insta, como país, a definir una política migratoria.

“El Estado costarricense administra la migración pero no la gestiona. Esto significa que únicamente está controlando los flujos migratorios, bajo un concepto de seguridad nacional. Si gestionara la migración, tendría que adoptar un enfoque de seguimiento de los procesos migratorios desde un enfoque de derechos humanos”, asegura.

“La población colombiana, junto con la panameña y la nicaragüense, es de las tres poblaciones con mayor importancia estadística y social en Costa Rica, luego de la población local”, dice.

Y es que, aunque es difícil que alguien lo ignore, en Colombia se libra un conflicto armado complejo, profundo, histórico y salvajemente violento, cuyos alcances son incluso extraterritoriales. Sin embargo, el conflicto también es salvaje en lo social y lo político, por la exclusión de la mayoría y la corrupción endémica.

De muchas maneras, Buenaventura, con sus 342.260 habitantes, condensa las tensiones y condiciones estructurales de esta violencia extrema.

Sin que exista una guerra declarada, en Buenaventura explotan bombas y granadas, hay un número cada vez mayor de desaparecidos, los asesinatos selectivos de líderes sociales son frecuentes, los desplazamientos interurbanos parecen inevitables y las amenazas de muerte e intimidaciones a la población civil mantienen a la comunidad en un estado de terror puro.

En el citado informe (en cuya elaboración participaron diferentes despachos de Naciones Unidas, el Servicio Jesuita a Refugiados, el Proceso de Comunidades Negras y las Secretarías de Gobierno y Salud del Distrito Especial), se revela que en algunos barrios de Buenaventura, en la lucha por el control entre grupos armados irregulares, la coerción de la población pasa por castigos “ejemplarizantes”, como descuartizamientos, exposición de cadáveres y ajusticiamientos frente a las comunidades.

“La población de Buenaventura es mucho más vulnerable por su carácter de afrocolombianos y porque la mayoría de las víctimas de desplazamiento son mujeres cabeza de familia, las cuales deben asumir el cuidado de su prole”.

Aunque ninguna mujer entrevistada aceptó haber sido detenida por funcionarios policiales costarricenses –aunque sí maltratada–, Black cuenta que lo han aprehendido unas 80 veces. A pesar de tener todos sus papeles en regla.

El jefe de la Policía Migratoria ofrece su explicación: “Hay mucha documentación falsa y hemos detectado que las cédulas anteriores las gemeleaban “, dice Castaing. “También puede ser que se está dando una suplantación, por eso se aprehenden, para verificar su estatus migratorio”.

Finalmente, Castaing matiza su propio discurso. “No todos los refugiados son delincuentes. La gran mayoría es gente muy honesta y muy trabajadora que ha tenido que salir de sus países por situaciones de riesgo. La Fuerza Pública, el OIJ y la Policía de Migración ha detenido en actividades ilícitas a un pequeño sector, algunos residentes e inclusive solicitantes de refugio”.

Las poblaciones inmigrantes asentadas en el Paso de la Vaca tienen cerca de 15 años de existencia, pero la conciencia colectiva parece impermeable a estos nuevos sesgos culturales.

“Nosotros tendemos, como población nacional, a desplazar al otro, al que no es igual a nosotros”, insiste el sociólogo. “Tendemos a atribuirle características que se diferencian de las de la población nacional –frente al costarricense pacífico, emerge el colombiano violento– y cuando hacemos esto, metemos a todo ciudadano colombiano que llega al país en esa categoría y no hacemos diferenciaciones”.

“No vemos que hay muchas familias que vienen aquí como producto de una situación y que pueden ser profesionales, académicos, inversionistas, pequeños y medianos empresarios, gente que también podría estarle aportando un beneficio al país”.

Moradores - merodeadores

Hace una década nadie sabía quiénes serían los herederos de los dominicanos en el Paso de la Vaca; de dónde vendría el nuevo éxodo. Hoy lo sabemos: inmigrantes colombianos. Su llegada a Costa Rica ha sido una bendición para ellos, pero no todas las bendiciones están benditas.

Algunos son refugiados, otros están a la espera del refugio, algunos son residentes y otros tantos están más allá del bien y del mal, en un limbo migratorio de ilegalidad y permanencia. Algunos tienen trabajos estables, negocios propios, y muchos son trabajadores informales.

Su situación actual, tal y como la describen, es radicalmente distinta en un sentido (la violencia en primer lugar) pero aún guarda temibles semejanzas con la pasada, en cuanto a la sensación de rechazo social y de incertidumbre en general.

“Los barrios de bajamar están señalados como zonas rojas o violentas y, por ende, sus habitantes sufren esta estigmatización, lo que repercute en las oportunidades laborales por cuanto, al conocerse que una persona reside en estos lugares, se les niega la vinculación a cualquier tipo de trabajo y normalmente para estos sectores el servicio de taxi es restringido”, dice el Informe Misión elaborado en Colombia.

De vez en cuando, ellos exhalan el aroma de su propio racismo –¿usted ha estado alguna vez con un negrito de estos?–, de su propio rechazo xenofóbico –¿y ustedes qué hacen aquí?–, y del insuperable machismo que comparten con sus pares latinoamericanos –¿no necesita que le ayude a hacer un hijo?–, pero eso solo significa que son el producto del lugar de donde vienen, y del lugar en que están. Más que violencia, lo que los inmigrantes proyectan es miedo. Miedo disfrazado. Ellos huyen del miedo. Y nosotros, quizá, huimos del suyo.

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LA VIOLENCIA LOS QUIERE

En Buenaventura, ellos son las víctimas
Proa
La Nación 5.X.2008

Desde el punto de vista criminológico-académico, el fenómeno de la inmigración colombiana no ha pasado inadvertido. Según los registros de la Universidad Libre de Costa Rica (Ulicori), la única del país que imparte la carrera de criminología a nivel de licenciatura, existen al menos dos tesis que abordan el tema: Estudio criminológico y social de la migración colombiana en Costa Rica, del 2007, y Conductas delictivas en inmigrantes colombianos y nicaragüenses que influyen en el desarrollo de la delincuencia juvenil, durante el período 2005-2006 en San José, Costa Rica, del 2008. “Es un enfoque criminológico que busca explicar las causas de la inmigración de sujetos criminales, pues hay dos tipos de inmigrantes: los ciudadanos normales y los criminales que tienen antecedentes penales en sus países y que vienen aquí a extender sus redes”, explica Gerardo Castaing, director de la carrera. Consultada al respecto, Marlen Berrocal Solís, coautora de Conductas delictivas(...), explica que para elaborar su trabajo recurrieron a entrevistas con especialistas como abogados y profesores pero, sobre todo, a las informaciones de la prensa. ¿Y no entrevistaron a ningún colombiano? “La verdad es que ni a uno”, confiesa. ¿Y para el trabajo de campo? “Nuestro trabajo era más general y no se enfocaba en una zona específica. Además, tocábamos el tema del sicariato y, qué íbamos a hacer, ¿entrevistar a un sicario?”.

El Informe Misión de Acompañamiento Humanitario a Comunidades Urbanas del Distrito Especial de Buenaventura afirma que “es importante resaltar que en este año, el 95% de las víctimas han sido hombres, particularmente jóvenes, y que las armas de fuego son las más utilizadas para asesinar. Además, que las acciones violentas se han presentado en todas las comunas del distrito”. Bajo estas condiciones, no es de extrañar que la zona conocida como Tierra Dominicana esté colmada de varones jóvenes.

“En esta época se mueven las mercancías, los símbolos, los mensajes, las marcas. Y las personas deberían tener ese mismo estatus”, explica el sociólogo Guillermo Acuña. “Pero bajo un enfoque de seguridad nacional, la persona no tiene derecho a moverse”.

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¿HACIA DÓNDE QUIERE IR NUESTRO VICARIATO ESCOLAPIO DE BOLIVIA?

Daniel Mª González
4 – InfoBolivia, IX.2008
25 de agosto, festividad de Nuestro Santo Padre.

“A pesar de cuanto se dice de nuestra Orden, deben saber que el Señor la protegerá siempre y andará de bien en mejor, a condición de que pongamos la diligencia que debemos en educar a los niños, particularmente a los pobres, en el santo temor de Dios” Calasanz.

Diez y seis años de historia (1992), sitúan la presencia escolapia en Bolivia pasando de la adolescencia a la juventud (salvando siempre la distancia entre el proceso de una Institución y el de una persona). Lo que equivale a decir, que la estructura y el armazón de la “criatura” no ha tenido tiempo de consolidarse y, menos aun, de esclerotizarse. Es tiempo de aplicar el refranero popular: “un árbol joven puede ser orientado, un tronco viejo difícilmente se enderezará”. Todo un reto, responsabilidad y esperanza para los que trabajamos en esta fertilísima viña boliviana.

Veo que la Viceprovincia de Andalucía dio unos pasos firmes cuando decidió abrir horizonte hacia América Latina. En primer lugar, eligiendo Bolivia, y dentro de Bolivia, Anzaldo y sus comunidades. Optando, por consiguiente, por zonas y personas, en aquel momento abandonadas. Haciéndose presente con actitudes tan evangélicas como la sencillez y la pobreza. Asumiendo obras no propias para sentirse más libre en su misión evangelizadora.

El tiempo pasa y nuestra realidad crece (Cocapata, Casa de Formación y parroquia-colegios de San Rafael, en Cochabamba). Señal de ese crecimiento es la creación del Vicariato Escolapio de Bolivia (Decreto del P. General, del 4 de junio, de 2007). No podemos confiar sólo al paso del tiempo, el desarrollo de nuestra presencia escolapia. Es necesario tomar la iniciativa con planteamientos conscientes que señalen el horizonte de crecimiento y determine los medios convenientes para conseguirlo. ¿Hacia dónde quiere ir nuestro Vicariato? ¿Cómo queremos que crezca?

Con la humildad de sentirme uno de los “obreros de la undécima hora” (Mt.20,6), me permito soñar. Me gustaría una Escuela Pía boliviana,

• Creciendo en la línea marcada en su fundación: a favor de los pobres, desprendida de riquezas, con marcado acento evangélico de sencillez y pobreza, identificada con la realidad boliviana.
• Plenamente convencida y comprometida en el seguimiento del Señor Jesús, fiel a las invitaciones del Evangelio
• Apasionada por nuestro ministerio a favor de los niños y jóvenes, especialmente de los más desprotegidos; identificada con el espíritu de Calasanz
• Fraterna, cuyas comunidades sean remansos de paz y sosiego, plataformas potenciadoras para la misión.
• Una Escuela Pía con capacidad de llamada para jóvenes que buscan sincera y profundamente a Jesucristo; “faro” para los que desean el crecimiento del Reino y su justicia.
• En la que nadie se sienta al margen sino que todos y cada uno, según su capacidad, sea un miembro necesario; donde la palabra de cada uno sea contrastada con la palabra de los demás.
• Donde el “nosotros” sustituya al “yo” y los proyectos sean siempre del grupo vicarial y nunca de personas.

Muchas veces he soñado, quedando el sueño en mi interior. Ahora, ante el reto ilusionante que tenemos por delante y la esperanza que lo anima, me atrevo a compartir con ustedes el contenido de mis sueños.

Al hacerlo, quiero que sea el primer paso, por mi parte, para abandonar mi yo y apuntarme al NOSOTROS.

25 de agosto, festividad de Nuestro Santo Padre.
Daniel Mª González

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EL MERCADO DEL HAMBRE

Un mundo en emergencia humanitaria
Proa
La nación, 5.X.2008


Los economistas discuten sobre las causas de la subida del precio del trigo, arroz y maíz, que ha provocado que 37 países se declaren en alerta alimentaria y adopten medidas por temor a los motines. Miles de personas salieron a las calles en Egipto, México, Burkina Faso y Haití.

En Puerto Príncipe, los manifestantes gritaban: “¡Tenemos hambre!”.

Algunos expertos culpan a la fiebre de los biocombustibles (etanol fabricado a partir de maíz; se calcula que Senegal destinará un 15% de sus cultivos a este fin). Otros, al petróleo, que encarece el transporte. Unos terceros añaden más razones: sequía en Australia y la incorporación de millones de personas en China, India y Brasil a una mejor dieta (tres comidas y consumo de carne; más ganado, más pastos).

“El desequilibro entre la oferta y la demanda es un problema transitorio. Sucede cíclicamente”, explica un experto que pide el anonimato. “Muchos de los agricultores occidentales volverán a cultivar arroz porque es rentable. Mientras que se reajusta el mercado, el problema son países como Etiopía, paraísos para la especulación”.

La FAO estima que es necesario duplicar la producción mundial de alimentos antes del 2050.

Solo en el 2007,
el número de pobres en el mundo aumentó en 50 millones, y llega a 856 millones.

Para invertir la situación, hará falta algo más que reuniones del Grupo de los Ocho. La ONU considera imprescindible la inversión de $300.000 millones al año durante una década. Algo más de la mitad de esos $300.000 millones es lo que EE.UU. presupuestó en el 2008 para las guerras de Iraq y Afganistán.

Recientemente, la ONU alertó que 17 millones de personas de cinco países del Cuerno de África corren peligro de muerte por la larga sequía que sufre la región y los precios de los alimentos:

Etiopía, con 12 millones,
Somalia con 3,2,
Kenia con 1,38,
Yibuti con 265.000 y
Eritrea, de la que no se tienen cifras exactas.

Además de la pobreza, muchos han sido desplazados de sus hogares por la violencia.

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