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Nombre: Alforja Calasanz
Ubicación: Valencia, Malvarrosa, Spain

jueves, febrero 28, 2008

Tres rostros

Manolo Nebot, Escolapio
29 de febrero de 2008

Continuamente agradecido por la acogida a estos envíos en su buzón de correo. Y, también, con actitud siempre agradecida ante Nuestro Señor por todo el bien que nos permite hacer por medio de las humildes tareas de cada día, paso a presentarles el envío de hoy.

Los días de esta quincena han ido poco a poco delineando tres rostros que por orden lógico de presentación son Fidel Castro, Mnsr. Oscar Romero y Sta. Paula Montal.

Cambiando lo que haya que cambiar son rostros al modo de Cristo, rostro del Padre. Rostro que hace visible al invisible, al inefable, a la luz resplandeciente de oscuridad. De la misma manera esos rostros hacen visible lo invisible, lo indecible, el sufrimiento de los pueblos. Rostros que no están delineados por cámara fotográfica sino por los anhelos insatisfechos de los pueblos. Más que rostros de individuos son expresiones del alma de los pueblos. Son mitos. No considerarlos así es perderse en bosque de anécdotas del cual es difícil salir.

Primero, Fidel Castro. Así sin Dn., sin título. Quizá solo como el compañero Fidel. Indudablemente Fidel Castro en esta quincena ha estado en el candelero de las 10 mejores noticias. Como estuvo hará poco más de un año por su enfermedad. Como ha estado casi siempre. Desde luego siempre ha tenido un lugar de primer orden en el ranking noticiero. Alabado, condenado; sí, pero …; no, pero …

Pero siempre presente dando rostro a un proceso histórico, a una de sus etapas, a un momento. Rostro que hace visible lo que normalmente esta invisibilizado por capas y más capas de abstracción, justificaciones, racionalizaciones.

Este proceso es el que recorre como columna vertebral la historia de Latinoamérica, que va, como tal, vertebrando lo que en primera instancia parece una Latinoamérica invertebrada. ¡Disculpas, Ortega y Gasset!.

Este proceso arranca en el mismo instante en que empezaron a sonar en estas Indias Occidentales, o América, o Latinoamérica, o Hispanoamérica, o Iberoamérica, los atabales de conquista. Es el proceso de rebeldía de los pueblos contra el conquistador que les arrebato todo, hasta su propio nombre.

Este proceso está inmerso en la misma naturaleza humana como ansia del ser en ser a plenitud y para el creyente nace de la misma voluntad de Dios que en su realidad eterna comparte el sufrimiento de los pueblos en esclavitud. Que sufre y libera. Digamos, pues, un sufrimiento militante.

Este proceso ha estado siempre presente desde que el conquistador puso el pie en estos pueblos que teniendo su nombre propio les fue arrebatado. Los primeros, por ejemplo, Guanahaní bautizada como San Salvador; Quisqueya, renombrada La Española. Basten para no cansar, pero señalando que son innumerables los nombres propios perdidos de estas naciones. Desde este primer momento el proceso de recobrar la identidad ha estado presente. Brotando aquí y allá; agotándose aquí y allá; rebrotando aquí y allá.

Este proceso ha ido sembrando continuamente nuevos rostros aquí y allá; ha ido personalizándose de esta forma, de aquella otra. Por ejemplo. De entre los antiguos, Chuauhtémoc del pueblo azteca del que hay AQUÍ una referencia gracias a ¨Navegar Juntos¨. Adiac del pueblo Xuchiatl (Sutiava). Pablo Pebrere del pueblo Bri – Bri.

Este proceso rebrotó, pues no salió de la nada, en la segunda mitad del siglo XX, en Centroamérica y el Caribe del que es resultado la situación actual de la región. Como rostro que ayuda a visualizarlo está, entre otros muchos, Fidel Castro y como fecha, el 1 de Enero de 1959. Este continente anónimo y sus pueblos sin nombre ya no son lo mismo a partir de éste rostro, de esta fecha.

En este momento las preguntas serían. ¿Se ha agotado este proceso en Cuba?, ¿o, quizá, nunca hubo tal proceso?. Si hubo y está agotado ¿dónde está rebrotando?. ¿Dónde están surgiendo los nuevos rostros, los nuevos mitos?.

Segundo rostro. Mnsr. Oscar Romero.
La prensa ha difundido la noticia que el ¨Vaticano frena el proceso de beatificación de Mnsr. Oscar Romero¨. Noticia vertida en un formato de categoría mediana. Página interior. Un recuadro mediano al final de la página. Destaca el título; letras de las más grandes para ese formato categoría media.

Aunque Mons. Romero tenía el aprecio de su pueblo, éste no era compartido por la curia vaticana ni por la mayoría de los obispos del Salvador; pero no parece que el documento sobre el proceso diocesano para la beatificación de un cristiano refleje esta poca estima que en un tiempo - ¿aún en éste? - se le tuvo.

Por lo que se lee en la nota de prensa se trata un conjunto de normas de prudencia para ayudar al que tiene la misión de discernir los espíritus y fortalecer en la fe; en este caso, del Papa. Es impensable que expresamente esté elaborado contra el proceso de beatificación de Mons. Romero. Ni, tampoco del de Juan Pablo II como ciertas palabras perdidas por aquí y por allá podrían sugerir. De ambos tienen amplios sectores del pueblo la firme convicción de su santidad.

No obstante la noticia está dada, aunque sí una íngrima vez y en forma vergonzante; como que sí, pero que no se note. Aderezada también con cierta pimienta, declaraciones del cardenal encargado de presentar el documento como que hay que examinar, hay que matizar la muerte, que si política, que si fe. Además, Jesuitas en pie de guerra.

Más que una noticia sobre el proceso de beatificación de Mnsr. Romero, es una noticia en el marco del proceso que ha delineado el rostro de Fidel Castro. Este proceso que como línea directriz está uniendo a los sin nombre en este continente anónimo genera su contraproceso. En la conquista, el conquistador; en la segunda mitad siglo pasado, la Seguridad Nacional. De esta dialéctica proceso – contraproceso, revolución – contrarrevolución, tesís – antítesis, victimas – victimarios, no está al margen la Iglesia porque por su propia realidad no puede estarlo, ella es pueblo, su pueblo, y todo lo que él vive, lo vive la Iglesia. Así en ella hay victimas y victimarios.

Desde la época de la conquista los cristianos han tenido que escoger, decidir estar entre los unos o los otros. Unos escogieron la parte de las víctimas, otros escogieron ser victimarios. Un cristiano, Mnsr. Valdivieso, obispo de Nicaragua, por ejemplo, optó por las victimas, los pueblos indígenas, y fue convertido en una de ellas. Otro cristiano, piadoso si cabe, Pedrarias, gobernador de la misma Nicaragua fue su victimario; de él y de centenares de indígenas, muertos y esclavizados.

En estos tiempos, Mnsr. Romero escogió ser obispo de su pueblo victima. Otros cristianos, lo asesinaron. Sea lo que se piense de los dos obispos, Valdivieso y Romero, el haber escogido ser víctima en lugar de victimario es su gloria, ante la cual es irrelevante si están o no en la lista oficial de los santos; las disquisiciones de si sí o no política, de si sí o no fe.

Tercer rostro. Snta. Paula Montal.
Este proceso es la misma realidad pues todo ser esta llamado a realizar su plenitud. El proceso es uno y diverso según los distintos niveles y aspectos de ella en los que nos situemos.

La mujer, en cuanto tal, en situación de subordinación, de minusvalía personal y social, limitada a realizar una única de sus posibilidades. Tensionada por todas sus otras posibilidades insatisfechas, exige en silencio primero, a gritos después, un cambio social, de mente, en las que pudiera realizar todas sus posibilidades. Y exigió, en un primer momento en forma inconsciente, que la educción para todos fuera realmente así, también para ella. Madre Paula dio rostro, consciencia, a este anhelo y abrió el carisma de Calasanz a la mujer.

miércoles, febrero 27, 2008

Sanctorum Mater (Presentación)

actualización para las diócesis de una instrucción precedente de Juan Pablo II

INSTRUCCION SOBRE
EL PROCESO DIOCESANO CAUSAS SANTOS

CIUDAD DEL VATICANO, 18 FEB 2008 (VIS).

El cardenal José Saraiva Martins, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, presentó esta mañana en la Oficina de Prensa de la Santa Sede la Instrucción "Sanctorum mater", sobre el procedimiento instructorio diocesano o eparquial en las causas de los santos.

Acompañaron al cardenal Saraiva en la rueda de prensa el arzobispo Michele Di Ruberto y monseñor Marcello Bartolucci, respectivamente secretario y subsecretario del dicasterio.

El prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos afirmó que el objetivo de este documento es "contribuir a que las normas vigentes para la instrucción diocesana de una causa de beatificación y canonización se apliquen siempre con mayor atención".

El cardenal Saraiva señaló que la Instrucción se divide en seis partes: "en la primera se recuerda la necesidad de una auténtica fama de santidad para iniciar el proceso y se explican las figuras y las tareas del actor, del postulador y del obispo competente de la causa. En la segunda, se describe la fase preliminar de la causa que llega hasta la concesión del "nulla osta" de la Congregación para las Causas de los Santos. En la tercera -continuó-, se habla de la celebración de la causa. En la cuarta, de las modalidades para recoger las pruebas documentales y en la quinta, las pruebas "testificales". Finalmente, en la sexta parte se indican los procedimientos para los actos conclusivos de la instrucción diocesana".

Refiriéndose posteriormente a los motivos de la publicación, el purpurado explicó que los veinticinco años transcurridos desde la promulgación por parte de Juan Pablo II de la Constitución Apostólica "Divinus perfectionis Magister" y de las "Normae servandae" de la Congregación para las Causas de los Santos han confirmado "que algunas disposiciones no se han puesto en práctica en algunas diócesis con la debida precisión", de modo que el dicasterio "se ha visto obligado en algunas ocasiones a hacer alguna aclaración o a pedir a las curias diocesanas que corrijan los errores".

Por otra parte, añadió, "las diócesis no siempre pueden contar con personas especializadas y con experiencia práctica para las distintas tareas propias de una causa de canonización". Por eso, "es evidente la utilidad, es más la necesidad, de un documento aplicativo, es decir, la presente Instrucción".

El cardenal Saraiva subrayó que "con la entrada en vigor de la actual legislación sobre las causas de los santos se había extendido la idea, sin fundamento, de que la tradicional metodología empleada en los procesos había sido sustituida por un procedimiento instructorio de carácter histórico- crítico". El motivo de esta confusión, admitió, "se debe a que el término "inquisitio" del texto latino, único oficial, para designar el procedimiento en la fase diocesana de una causa, fue traducido en italiano como "inchiesta" (investigación). La Instrucción hace hincapié en "la sustancia del proceso de las mismas causas y subraya con precisión las normas que se deben observar".

En cuanto al último motivo por el que se ha publicado este documento, el purpurado señaló que "en el paso de la legislación anterior a la actual no resultó claro para algunos que la comprobación seria y severa de la fama de santidad o de martirio constituye un requisito previo y absolutamente necesario que debe realizarse en cada diócesis, de modo que el proceso no debe iniciar si no consta mediante pruebas irrefutables que el Siervo de Dios es considerado santo o mártir por una parte consistente de fieles, que se dirigen a él en su oración y atribuyen gracias y favores a su intercesión".

Durante el pontificado de Benedicto XVI ha habido 40 ceremonias de beatificación durante las cuales se han beatificado 563 siervos de Dios (36 confesores y 527 mártires, entre los cuales 48 sacerdotes diocesanos, 485 religiosos y religiosas, 30 laicos y laicas. En total 509 hombres y 54 mujeres).

El prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos ha presidido 31 ceremonias, 18 en Italia y 13 en 7 diversos países (México, Portugal, Brasil, España, Francia, Polonia y Austria).

Hasta el momento las ceremonias de canonización del pontificado de Benedicto XVI han sido 4 (3 en Roma y 1 en Brasil), durante las cuales han sido canonizadas 14 personas (2 obispos, 4 sacerdotes, 5 religiosos y 3 religiosas).
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En total, los santos y beatos del actual pontificado son 577.

OP/INSTRUCCION SANCTORUM MATER/SARAIVAVIS 080218 (730)

Escrito por Ecclesia Digital
lunes, 18 de febrero de 2008

Debate ¿Qué ha hecho Fidel por Cuba?

Carlos Montaner contra Ignacio Ramonet.
21 de febrero de 2007

Carlos Alberto Montaner
es un columnista cuyos artículos aparecen publicados en Europa, Latinoamérica y EE UU.
Ignacio Ramonet
es director de Le Monde Diplomatique en París.

Texto del artículo:

Casi cincuenta años después de que una pequeña nación isleña emprendiera uno de los experimentos sociales más radicales de la historia, ha llegado el momento de medir los resultados. ¿La salida de Castro ofrece a los cubanos la ansiada oportunidad de obtener libertad y prosperidad, o sólo señala el fin de una era en la que Cuba ha conocido un éxito sin precedentes? Uno de los más acerbos críticos de Castro discute la cuestión con uno de sus principales defensores.

El comunismo ha defraudado a Cuba
Carlos Alberto Montaner

Tras casi cincuenta años de sufrimiento bajo el régimen de Fidel Castro, los cubanos pueden prepararse ya de forma realista para la vida después del comandante. En el momento de escribir esto, el octogenario Castro está muy enfermo, tal vez completamente incapacitado. Cuando muera, ¿sobrevivirá el régimen comunista que creó en 1959? ¿O se convertirá el país en una democracia pluralista, con un sistema económico de mercado y la existencia de propiedad privada, como ocurrió con casi todas las dictaduras del Este de Europa tras la caída de la Unión Soviética?

Yo preveo esto último. En América, a principios del siglo XXI, una dictadura en la que no se respetan los derechos humanos, que cuenta con más de trescientos presos políticos – entre ellos, 48 jóvenes por recoger firmas para un referéndum, 23 periodistas por escribir artículos contra el régimen y 18 bibliotecarios por prestar libros prohibidos – no puede sostenerse. La muerte de Fidel Castro será el punto de partida de una serie de cambios políticos y económicos parecidos a los que se produjeron en Europa. Los motivos son éstos:

En primer lugar,
el liderazgo de Castro no es intransferible.
Es un hombre fuerte que ha ejercido personalmente el poder durante casi medio siglo. Aunque su ideología es el comunismo, pertenece a la misma especie antropológica que Francisco Franco en España o Rafael Trujillo en República Dominicana. Y ese tipo de autoridad, basado en una combinación de miedo y respeto, no puede traspasarse. Es verdad que ha escogido a su hermano Raúl como sucesor. Pero Raúl tiene 75 años, por lo que su edad también es una desventaja, como lo son su alcoholismo y su falta de carisma. Lo más probable es que se limite a desempeñar un papel de transición entre la dictadura comunista y la llegada de la democracia.

Segundo,
el pueblo cubano sabe que el sistema creado por Castro ha fracasado. Se enfrenta cada día a la realidad de que el comunismo ha agravado todos los problemas materiales fundamentales de Cuba hasta el punto de la desesperación. Las carencias en alimentación, vivienda, agua potable, transporte, electricidad, comunicaciones y ropa no pueden compensarse con unos sistemas de educación y de salud muy amplios, pero muy deficientes. Paradójicamente, incluso los propios logros del régimen le incriminan. El hecho de que la isla cuente con una población de un nivel educativo razonable alimenta el deseo de cambio de la sociedad y su insatisfacción con un sistema empeñado en que la inmensa mayoría de los cubanos tenga una vida miserable. Nadie está más ansioso por abandonar el colectivismo igualitario que las legiones de ingenieros, médicos, técnicos y profesores obligados a vivir sin la menor esperanza de mejorar. Esos cubanos educados y frustrados son quienes tratarán de presionar para que se produzcan reformas, dentro de las instituciones comunistas o incluso fuera de ellas.

En tercer lugar,
llegará un momento en el que Cuba tendrá que enfrentarse a la historia. El país no puede seguir siendo una dictadura comunista, colectivista y anacrónica en un mundo en el que el marxismo ha quedado totalmente desacreditado. Cuba pertenece a la civilización occidental. Forma parte de Latinoamérica, y no tiene sentido que su Gobierno siga manteniendo al país aislado de su entorno, sus raíces y su evolución natural. Al fin y al cabo, las dictaduras de América Latina, tanto las de izquierdas (Velasco Alvarado en Perú) como las de derechas (Augusto Pinochet y los regímenes militares de Argentina, Brasil y Uruguay), han sido sustituidas por gobiernos legitimados en las urnas.

Por último, los reformistas saben que el cambio no sólo es posible, sino deseable. Los dirigentes cubanos, sobre todo los que son más jóvenes que la generación de Fidel y su hermano Raúl, se dan cuenta de que no son héroes de una novela romántica, sino promotores de un sistema absurdo del que todo el que puede se escapa. Y al mismo tiempo saben, porque lo han visto en Europa del Este, que hay vida después del comunismo. Tienen todos los incentivos morales y materiales para contribuir al cambio. Yo predigo un cambio pacífico basado en un acuerdo entre los reformistas del régimen y los demócratas de la oposición, dentro y fuera de la isla.

El futuro de Cuba está aquí
Ignacio Ramonet

Quienes afirman que, después de Fidel, Cuba seguirá los pasos de Europa del Este, se niegan obstinadamente a ver lo que tienen ante sus ojos. El presidente Fidel Castro no está ejerciendo su cargo desde el pasado mes de julio; es decir, hace ya más de seis meses que existe el después de Fidel. Y, sin embargo, no ha ocurrido nada. El régimen no ha caído ni han estallado las tan anunciadas protestas públicas. El sistema ha demostrado que puede funcionar con normalidad en estas condiciones, y las instituciones legales están aguantando el impacto de la retirada de Castro. La situación actual, surgida por el empeoramiento gradual de su salud, ha servido de ensayo general para el día en el que ya no esté vivo. Y, por ahora, el ensayo está saliendo bien y confirma que los comentaristas como usted, que comparan Cuba con Hungría, se equivocan.

A diferencia de Hungría, las grandes reformas cubanas no son producto de ideas ajenas impulsadas por tropas extranjeras llegadas en vehículos blindados soviéticos. Nacieron de un movimiento popular en el que se unieron las esperanzas de campesinos, obreros e incluso profesionales de la pequeña burguesía urbana. Es, además, un movimiento que aprovechó el deseo de auténtica independencia nacional (frustrada por la intervención de Estados Unidos en 1898) y el deseo de poner fin a una discriminación racial humillante. Y sigue contando con el apoyo de la mayoría de sus ciudadanos. La muerte de Castro no va a desmantelar un movimiento que ha tardado cientos de años en construirse. Repudiar esta característica nacional es ignorar varias dimensiones esenciales del régimen. Y es no comprender por qué, 15 años después de la desaparición de la Unión Soviética, el sistema cubano sigue en pie.

Desde luego, en los años posteriores a Castro, La Habana sufrirá la influencia de los acontecimientos exteriores. El coloso del Norte se encargará de ello. No hay más que ver la sugerencia del Gobierno de Bush de nombrar a alguien que dirija "la transición en Cuba", como si el país fuera un protectorado colonial. La idea ha escandalizado incluso a algunos miembros de la oposición. Es evidente que Estados Unidos está decidido a mantener una relación equivocada con la isla. Sigue fomentando un embargo que, aparte de hacer sufrir a los cubanos, sólo ha servido que para dar más legitimidad ante los ojos del mundo al régimen que pretende derrotar. La posición de Washington es tan irracional que la propia Administración Bush reconoce que el embargo no se interrumpirá hasta que Fidel y Raúl dejen el poder. Es decir, es un embargo que, más que con un régimen político concreto, tiene que ver con dos personajes determinados. Da una idea del grado de neurosis que dicta la política de Estados Unidos respecto a Cuba.

Aunque no parece probable que la Casa Blanca vaya a cambiar pronto esa terca postura, otros países latinoamericanos han demostrado estar más que dispuestos a reconocer los avances y las ventajas del sistema cubano. El fracaso generalizado en Latinoamérica de los modelos neoliberales predicados en los 90 ha dado nuevo vigor a la imagen de la isla como modelo social. Nadie puede negar los éxitos del Estado en educación, salud, deporte y medicina, gracias a los cuales está volviendo a ser un punto de referencia para los desposeídos del continente latinoamericano. La estrategia de Washington de aislar a Cuba en el hemisferio ha fracasado. De hecho, la isla no ha tenido nunca tanta aceptación entre sus vecinos como en la actualidad. Néstor Kirchner en Argentina, Lula da Silva en Brasil, Evo Morales en Bolivia, Hugo Chávez en Venezuela y Daniel Ortega en Nicaragua han expresado públicamente su respeto por Fidel Castro y su solidaridad con Cuba. Y en su mayoría están adoptando soluciones cubanas para algunos de sus problemas sociales. No hay duda de que ese legado sobrevivirá a Fidel Castro.

Además, usted pasa por alto las reformas que ha emprendido el propio régimen, que incluyen la apertura a las inversiones extranjeras, la desregulación parcial del comercio exterior, la despenalización de la posesión de divisas extranjeras, la revitalización del turismo, y otras. Aún más importante, los gobernantes han diversificado las relaciones comerciales del país y han firmado acuerdos con Argentina, Brasil, China, Venezuela y Vietnam. ¿El resultado? Durante los últimos 10 años, el crecimiento medio anual del PIB cubano ha sido aproximadamente del 5%, uno de los mayores de Latinoamérica. En 2005, por ejemplo, el país alcanzó el 11,8% (si se incluye el valor de sus servicios sociales), y se espera una cifra parecida para 2006.

Por primera vez en su historia, este país no depende de un socio preferente, como había dependido sucesivamente de España, Estados Unidos y la Unión Soviética. Es más independiente que nunca. Con una distinción tan poco frecuente y tan duramente ganada, no parece probable que los cubanos vayan a invertir su rumbo.

Los cubanos son pobres y están esclavizados
Responde Carlos Alberto Montaner

Cualquiera que conozca la historia de Cuba sabe que Fidel dirigió la revolución contra el presidente Fulgencio Batista con el fin de restaurar las libertades en la isla y restablecer la Constitución de 1940, no para crear una dictadura comunista copiada del modelo soviético. La razón por la que el comunismo no ha caído en Cuba, igual que no lo ha hecho en Corea del Norte, es la represión total. Se trata de un tipo de opresión totalmente ligado a un hombre que está muriéndose. Cuando él desaparezca, también desaparecerá gran parte del miedo que su régimen inspira al pueblo.

Por encima de las diferencias políticas, todos los seres humanos tienen las mismas aspiraciones. Prefieren la libertad a la opresión, los derechos humanos a la tiranía, la paz a la guerra, y quieren que mejoren sus condiciones de vida y las de sus familias. Eso es así tanto en Hungría como en Cuba. Los cubanos quieren los mismos cambios por los que siempre han luchado los pueblos reprimidos. Y, cuando la muerte de Fidel Castro les de la oportunidad de hacer esos cambios, la aprovecharán.

No hay más que fijarse en los hechos. En cubaarchive.org, el economista cubano Armando Lago y su ayudante, María Werlau, han recopilado un balance que explica por qué el régimen de Castro ha obligado a dos millones de habitantes (y sus descendientes) a exiliarse. Con Castro ha habido aproximadamente 5.700 ejecuciones, 1.200 asesinatos extrajudiciales, 77.800 balseros muertos o desaparecidos y 11.700 cubanos fallecidos en misiones internacionales, sobre todo durante los 15 años de guerras africanas en Etiopía y Angola. Lo que va a dejar Castro es un legado de sangre e injusticia, no de solidaridad latina y reforma.

Culpa usted a Estados Unidos y su embargo de los problemas materiales que sufre el pueblo cubano. Pero su análisis ignora el efecto devastador que tuvieron el colectivismo y la falta de libertades políticas y económicas –no Estados Unidos– en los países del bloque soviético, hasta desembocar en su desaparición. Y las estadísticas sobre el crecimiento económico de Cuba son muy sospechosas. Las cifras oficiales sobre los logros económicos y sociales de Castro tienen tan poca credibilidad que la Comisión Económica para Latinoamérica y el Caribe optó por no tenerlas en cuenta cuando recogía sus propios datos sobre los auténticos parámetros de la sociedad cubana. En cuanto a la idea de que la isla es hoy más independiente que nunca, es ridícula, puesto que gran parte del crecimiento económico del que habla está impulsado por los 2.000 millones de dólares al año (unos 1.600 millones de euros) que proporciona Venezuela.

Cuando comenzó la revolución de Castro, éste afirmó que todos los males económicos tenían su origen en que EE UU explotaba la isla. Desde entonces, ha dicho que se deben a que Washington no la explota. ¿En qué quedamos? También es una curiosa paradoja del régimen castrista el hecho de que se oponga ferozmente al Área de Libre Comercio de las Américas que apoya Estados Unidos y, al mismo tiempo, exija que se levante el embargo para poder comerciar libremente con ese país. Sin embargo, pese a estas contradicciones, lo cierto es que EE UU es un socio comercial muy importante para Cuba. Cada año, los estadounidenses venden a Cuba alrededor de 350 millones de dólares en productos agrarios, autorizan transferencias de dinero por valor de 1.000 millones de dólares (la mitad de las exportaciones de la isla) y, sobre todo, concede visados de residencia a 20.000 cubanos, con lo que libera al Gobierno de graves presiones sociales. Además, Estados Unidos está ya preparándose para poner fin a las sanciones en cuanto Cuba emprenda la vía hacia la democracia. Ésa no es la conducta de un enemigo implacable.

El envidiable historial de Castro
Responde Ignacio Ramonet

Incluso aunque Castro fuera tan represivo como dice, la historia ofrece un buen número de ejemplos de pueblos descontentos que se alzaron contra la represión. Desde la antigua Alemania del Este, pasando por Polonia, Hungría y Checoslovaquia, hasta China –para no hablar más que de rebeliones contra el comunismo autoritario–, la gente ha sabido siempre luchar contra la opresión. Sin embargo, en la Cuba castrista no se han producido levantamientos significativos. Cuando el comandante caiga derrotado por la enfermedad, nada indica que los cubanos vayan a alzarse de pronto contra el socialismo.

Usted tiene que dejar de observar la isla a través de un prisma ideológico y de tergiversar los datos para que se ajusten a un esquema preconcebido. Ya es hora de que razonemos como adultos. Sus estadísticas, que mezclan el número de combatientes muertos en una vieja guerra (1956-1959) con el de personas ansiosas por emigrar –en su mayoría por motivos económicos–, no demuestran nada. La exageración se convierte en insignificancia.

Ninguna organización seria ha acusado jamás a Cuba –donde, en la práctica, existe una moratoria sobre la pena de muerte desde 2001– de llevar a cabo desapariciones, ejecuciones extrajudiciales ni torturas físicas a los detenidos. No se puede decir lo mismo de Estados Unidos en sus cinco años de guerra contra el terror. No existe un solo caso de estos tres tipos de crímenes en Cuba. Al contrario, en cierto sentido, el régimen representa la vida. Ha logrado aumentar la esperanza de vida y reducir la mortalidad infantil. Como decía el columnista de The New York Times, Nicholas Kristof, en un artículo el 12 de enero de 2005, "si Estados Unidos tuviera un índice de mortalidad infantil tan bajo como el de Cuba, salvaría a 2.212 bebés más al año".

Estos éxitos son un gran legado de Fidel Castro, que pocos cubanos, ni siquiera los que están en la oposición, estarían dispuestos a perder, y que los numerosos latinoamericanos convencidos por líderes populistas en los últimos tiempos anhelan. Los cubanos gozan de pleno empleo, y cada ciudadano tiene derecho a tres comidas al día, algo que sigue sin conseguir Lula en Brasil.

Pero a Castro no se le recordará solamente como el defensor de los más débiles y los más pobres. Dentro de 100 años, los historiadores le elogiarán por haber construido una nación unida con una identidad sólida, después de un siglo y medio con la tentación blanca y elitista de alinearse con Estados Unidos por temor a la abundante población negra oprimida. Ellos le recordarán como merece, como un pionero fundamental en la historia de su país.

El final de un triste capítulo
Responde Carlos Alberto Montaner

¿Cómo puede decir que no ha habido levantamientos significativos? Sabe tan bien como yo que sí ha habido resistencia popular al establecimiento de la dictadura comunista. En los 60, miles de campesinos se alzaron en armas en las montañas de Escambray, pero fueron aplastados por el régimen de Castro. Se calcula que el número de presos políticos en los dos primeros decenios de su régimen ascendió a 90.000, y el propio Gobierno reconoce 20.000.

Además de esta cuantificación del coste humano de la revolución, cualquiera que desee conocer la crueldad de la represión comunista en Cuba puede leer los 137 informes y comunicados de prensa de Amnistía Internacional sobre el tema, así como los abusos documentados en numerosos informes de organizaciones como Human Rights Watch. El crimen más conocido de la era de Castro es, hasta el momento, el hundimiento deliberado del barco 13 de Marzo, ordenado el 13 de julio de 1994, con 72 refugiados a bordo. De los 41 que murieron ahogados, 10 eran niños.

A Castro no se le recordará como una lumbrera ni como un defensor de los derechos humanos. El pueblo cubano recordará la era del comandante con tristeza. Deja como legado un catálogo detallado de cómo no gobernar. Deberíamos tener diversos partidos políticos, no uno solo que es dogmático, inflexible, empobrecedor y equivocado. Deberíamos respetar los derechos humanos.

Deberíamos confiar en el método democrático, en el imperio de la ley, el mercado y la propiedad privada, como hacen los países más prósperos y felices de la Tierra. Debemos tolerar y respetar a las minorías religiosas y a los homosexuales, y prohibir para siempre los actos de repudio o los pogromos contra las personas que son diferentes.

Tenemos que erradicar de forma permanente el apartheid que impide que los cubanos disfruten de los hoteles, restaurantes y playas a los que sólo pueden ir los extranjeros. Debemos vivir en paz, olvidarnos del aventurerismo internacional que tanta sangre costó en África y en la mitad de los grupos guerrilleros del mundo, inspirados por Fidel Castro.

En resumen, con el fallecimiento del comandante debemos esforzarnos en ser una nación normal, pacífica y moderna, no un delirante proyecto revolucionario empeñado en cambiar la historia del mundo.

Ver la verdad
Responde Ignacio Ramonet

Ya que hablamos de terribles violaciones de los derechos humanos, ¿por qué no empezamos por la protección que da todavía hoy Estados Unidos en Miami a dos terroristas confesos, los exiliados cubanos Luis Posada Carriles y Orlando Bosch, acusados de hacer estallar un avión civil cubano el 6 de octubre de 1976 y matar a 73 personas? Un acto que aún no ha denunciado toda la gente de Miami que sigue alimentando viejos resentimientos contra Cuba y que no ha protestado contra las 3.000 víctimas cubanas asesinadas por actos terroristas financiados y dirigidos desde Estados Unidos. ¿Será que hay un doble rasero, un rechazo al mal terrorismo (Al Qaeda) y una aceptación del bueno (anticubano)?

Y, si le preocupan los derechos humanos, ¿cómo puede negar que Cuba, un país pequeño, es el que más ayuda médica suministra a docenas de naciones pobres en todo el mundo? Hay aproximadamente 30.000 médicos cubanos que trabajan de forma gratuita en más de 30 países.

Proporcionalmente, sería como si Estados Unidos enviara a 900.000 médicos al Tercer Mundo. Sólo la Misión milagro, que ofrece operaciones de cataratas gratis a los pobres de Venezuela, Bolivia y Centroamérica, ha devuelto la vista a más de 150.000 personas. ¿Acaso el que una persona pueda ver a sus hijos y los paisajes de su patria no es un derecho humano fundamental? Cuba no acepta que le esté negado a millones de pobres.

Es una pena que, mientras observa su país con una mirada llena de reproches encendidos, no vea usted la verdad de lo que ocurre hoy en Cuba ni sepa cómo interpretar la permanencia de su régimen socialista.

Cuba libre
Responde Carlos Alberto Montaner

Siempre existen intelectuales dispuestos a justificar los crímenes. Ocurrió con Stalin y Franco, y ahora ocurre con Castro. Es moralmente incomprensible: aman a los verdugos y odian a las víctimas. ¿Cómo puede el Gobierno cubano respetar la solidaridad con sus vecinos latinos y, al mismo tiempo, no defender los derechos humanos en su propio patio? ¿Dónde está la incompatibilidad entre la solidaridad y la democracia?

Juzgar una dictadura que lleva medio siglo siendo incompetente y atroz por las operaciones de cataratas que realiza es el argumento fascista que suelen emplear los apologistas de Franco: su dictadura fue positiva porque los españoles podían comer tres veces al día. Era también el argumento de los racistas en Suráfrica: el apartheid era positivo porque los negros del país no eran tan pobres como sus vecinos. La dictadura de Castro ha sido buena, según nos enteramos ahora, porque ha suministrado médicos al Tercer Mundo.

No, todas las dictaduras –como todas las formas de terrorismo– son reprensibles. No olvidemos que Castro llegó al poder con tácticas guerrilleras y terroristas (los habaneros recuerdan a la perfección la noche de las cien bombas en 1958), pero más grave es que la isla ha servido de refugio en el que se reagrupan los narcotraficantes, incluidas las FARC colombianas. ¿Estos intelectuales quieren un régimen como el de Cuba para Francia? Supongo que no. Y, si no lo quieren para Francia ni para sí mismos, ¿por qué lo quieren para nosotros, los cubanos? ¿Es que no tenemos derecho a la libertad y la democracia? Sin embargo, pese a esta triste complicidad, llegará un día en el que saldrán libres los presos políticos, se celebrarán elecciones pluralistas y empezará la reconstrucción material y moral de una sociedad empobrecida artificialmente, cruelmente aterrorizada por la represión y devastada por el totalitarismo estalinista. Después de Castro, Cuba será libre.

¡Viva Fidel!
Responde Ignacio Ramonet

Los intelectuales importantes siempre han estado de parte de los acosados por la arrogancia de los poderosos enemigos de la Cuba de Fidel Castro. Colocarse en contra de la isla y en favor de EE UU, cuya Administración está acusada de violaciones muy graves de los derechos humanos (torturar a presos, secuestrar a civiles y encerrarlos sin juicio en cárceles secretas, asesinar a sospechosos y crear una prisión en Guantánamo, Cuba, completamente al margen de la ley) por las conciencias respetables del mundo, no es comportamiento propio de un ciudadano medianamente informado. No es ni siquiera una cuestión de actitud intelectual.

Para ser intelectual hay que ganárselo. Y el primer paso es informarse y no mencionar el apartheid surafricano e ignorar que no empezó a desmoronarse hasta que sus tropas de élite cayeron derrotadas en diciembre de 1986 en Cuito Cuanavale, el Stalingrado del apartheid, no por fuerzas estadounidenses, sino por soldados cubanos. Eso fue lo que empujó al surafricano Nelson Mandela, un icono de nuestro tiempo, a decir que la revolución de Fidel Castro había sido "una fuente de inspiración para toda la gente amante de la libertad". También él, como tantos cubanos que llorarán la muerte de su líder, acostumbraba a exclamar: "¡Viva el camarada Fidel Castro!".

¿Algo más?

Ambos participantes en este debate han escrito mucho sobre Fidel Castro, su vida, su legado y su influencia en Latinoamérica. El polémico libro Fidel Castro: Biografía a dos voces (Debate, Madrid, 2006), de Ignacio Ramonet, es resultado de más de cien horas de entrevistas con el comandante, aunque el autor ha sido acusado de inventarse las entrevistas y de reproducir discursos del líder cubano reproducidos en el órgano oficial del Partido Comunista cubano, Granma. Journey to the Heart of Cuba: Life as Fidel Castro (Algora, Nueva York, 2001), de Carlos Alberto Montaner, ofrece un juicio crítico del perfil psicológico y el legado político del líder cubano.

Para un análisis de la psique de Castro –y sus hábitos de lectura–, véase la curiosa reseña literaria que escribió sobre la obra de su amigo Gabriel García Márquez en 'Chronicle of a Friendship Foretold' (Foreign Policy, marzo/abril 2003). En After Fidel: The Inside Story of Castro's Regime and Cuba's Next Leader (Palgrave Macmillan, Nueva York, 2005), el ex agente de la CIA Brian Latell explica cómo la relación entre Fidel y Raúl sigue alimentando los mitos y las realidades de la historia cubana. Jorge Domínguez contempla un futuro sin Fidel en Cuba hoy (Colibrí, Madrid, 2006).

El cortometraje Bye Bye Havana (Journeyman Pictures, 2005), de J. Michael Seyfer, muestra una imagen seria y colorista de la Cuba que dejará Fidel. El periodista Anthony DePalma narra 'Focus on Cuba: Fidel Castro Cedes Power' (NYTimes.com, 2 de agosto de 2006), un reportaje fotográfico que captura el drama emocional que suscita la salida de Castro del escenario político.

Carlos Alberto Montaner es un columnista cuyos artículos aparecen publicados en Europa, Latinoamérica y EE UU. Ignacio Ramonet es director de Le Monde Diplomatique en París.

http://www.profesionalespcm.org/_php/MuestraArticulo2.php?id=8118

LITERANO - Lenguas de Aragón

Gran Enciclopedia Aragonesa

Modalidad de catalán de Aragón, con numerosas influencias lingüísticas ribagorzano- aragonesas, habitualmente usada, sin restricción, por la población de Tamarite y la comarca de La Litera (unas 12.000 personas).

La enseñanza ha sido siempre en castellano, e igualmente los escritos, tanto oficiales como particulares. Los niños aprenden el literano sólo en casa, por lo que ante el castellano se encuentra en clara inferioridad: es considerada una lengua menos útil, menos culta y de menor valor en todos los sentidos.

Fonética:

Frente al sistema de cinco vocales del ar., el literano tiene siete: además de a, u, i, dos tipos de o y e (abiertas y cerradas).

La e abierta tiene una gran abertura, pronunciándose casi como a.
Es frecuente intercalar una -y- para deshacer hiatos: paseyo (paseo).

No diptongan la e y o breves del lat.: festa (fiesta), terra (tierra), sel (cielo), porta (puerta), bones (buenas), fora (fuera), defora se refiere a «campo; parte exterior al propio casco urbano». Así: vay a defora (voy al campo), viu a defora (vive en el campo).

Es muy frecuente la caída de vocales finales: dit (dedo), antic (antiguo), diari (diario), gust (gusto), tranquils (tranquilos), etc., y en los participios (comprat, mirat, etc.). En ocasiones la vocal final caída se sustituye por -e: cuatre (cuatro), cantere (cantarero, alfarero).

Se puede encontrar diptongación en algún castellanismo: escuela. En general, el tratamiento de las vocales en ciertas condiciones especiales coincide con el cat.: ulls (ojos), nit (noche), vuitanta (ochenta).

La g-, j- iniciales del lat. han evolucionado a ch-, coincidiendo con el apitxat valenciano y con el aragonés: chen (gente), chitano (gitano), choventut (juventud), chermá (hermano), chugadó (jugador).

La f- inicial se conserva: fill (hijo), farina (harina), fé (hacer).

La -x- se conserva como prepalatal fricativa sorda: eixí (salir), madeixa (madeja), dixá (dejar).

Es frecuente el ensordecimiento de -d en -t: dat (dad).

El grupo -lt- se conserva: moltes (muchas).

Se pierde la -n final: ma (mano), patí (patín), ví (vino).

Hay seseo: espesie, grasies, tusals (ar. tozáls), servisi (servicio).

La palatalización de los grupos bl- cl-, fl-, gl-, pl- (que se pronuncian bll-, cll-, fll-, gll-, pll-), rasgo general en ribagorzano, es también muy característico del literano: ringlleres, cllavá, pllorá, fllorit (florido), etc.

Se da el paso de o- a au-: auló (olor), aubaga (umbría; del lat. opaca) que a veces se hace eu-: euliva (oliva).

Es normal la palatalización de l-: llevantá, llosa, lloc (pueblo).

Morfología:

Los artículos determinados son: lo (el), la, los, les (las).
Los indeterminados: un, una, uns, unes.
El femenino se forma añadiendo -a al masc.: gat / gata. Si acaba en e u o, se cambia por a: negre / negra. En palabras que tenían -r o -n y las han perdido, éstas reaparecen en el fem.: primé / primera, plla / pllana. En las terminadas en -c se cambia ésta en -g-: groc (amarillo) / groga. Y las acabadas en diptongo incorporan una -v-: escllau / escllava.
Para formar el pl. se añade simplemente -s, pero en palabras acabadas en vocal acentuada, que indica que originariamente seguía una -n, recuperan dicha -n: ma / mans (manos). Las agudas en -os, -s, -x añaden -os: gos / gosos (perros). Las terminadas en -a átona cambian esta -a por -e-: casa / cases.

Pronombres personales:
de 1.ª pers., yo, a yo, me, en yo (conmigo), nantros o naltres (nosotros), mos (nos);
de 2.ª pers., tú, a tú, te, en tú (contigo), valtres o valtros (vosotros), us (os), vusté;
de 3.ª pers., ell, ella, ells, aixó (ello), la, li (le), lo, hu o hue (lo) -no hu sabeu (no lo sabéis); sí que hue té (si que lo tiene)-, lis (les), les (las), pa n´ell (para sí), en ell (consigo).
Posesivos: meu o mon (mío), teu o ton (tuyo), seu o son (suyo), nostre (nuestro), vostre (vuestro).
Demostrativos: esto, ixo (ese), aquell, aixó (eso).
Indefinidos: algú (alguien, alguno), dingú (nadie), cualquier, ningú (ninguno), altre, tothom (todos; se refiere sólo a personas, aunque también en este sentido se admite tots); tots (todos; se refiere a objetos, no a personas).

Numerales cardinales:
uno, dos, tres, cuatre, sinc, sis, set, vuit, nou, deu, etc.

Ordinales:
primé, segundo, tersé, cuart, quint; después se utilizan expresiones perifrásticas: lo que fa sis, lo que fa set, etc.

Partículas:
hi, ne (’n), pas, molla: no hi va pas (no va allí), no´n té molla (no tiene nada de ello).

Las conjugaciones son cuatro, ajustándose a los tipos:

cantá (cantar),
naixé (nacer),
eurí (abrir),
perdre (perder).

Cantá:

gerundio,
cantán;
participio,
cantat;
indicativo presente,
canto, -es, -e, -em., -eu, -en;
pret. imperfecto,
cantaba, -abes, -abe, -abem, -abeu, -aben;
futuro,
cantaré, -arás, -ará, -arém, -areu, -arán;
potencial,
cantaría, -aríes, -aríe, -aríem, -arieu, -aríen;
subjuntivo presente,
cante, -es, -e, -em, -eu, -en (modelo que se sigue en otros verbos: faiga, faigues, faigue; «haga, hagas», etc.),
pret. imperfecto,
cantesa, -eses, -és, etc.

Naixé:

indicativo presente:
naisco, -es, naix, -quem, -queu, -en;
subjuntivo presente,
naixca, -ques, etc.

Eurí:

ind. presente,
eurisco, -ses, -s, -guem, etc.;
subj. presente:
eurisca, eurisques, eurisque, etc.

Perdre

se conjuga como cantá, aunque el imperf. de indicativo es en -iba: perdiba.

El mantenimiento de la -b- latina del imperfecto
es un rasgo característico que coincide en parte con el aragonés. La diferencia es que nunca aparece -eba: teniven, relluiben (relucían), dormiben, podibe, calibe (hacía falta). Y además hay excepciones: vivíe, habíe (ar. eba), fíen (ar. feban), etc.

Los pretéritos indefinidos
son perifrásticos: se construyen con vay, vas, va, vam, vau, van (presente de ir), más infinitivo: vay naixe (nací).

El verbo haber tiene dos tipos:

1) como auxiliar el infinitivo es habé y tiene las siguientes formas:

gerundio,
habén; participio, habut;
indicativo presente:
hay, has, ha, ham, hau, han;
pret. imperf.,
había;
futuro:
hauré;
condicional:
hauría;
subjuntivo presente:
haiga;
pret. imperf.,
haguesa;

2) como transitivo es haure, se conjuga con la partícula n’ (de ello) ante cada forma y tiene el significado de «tener». Por ejemplo,

el presente de ind.
es: n´hac, n´haus, n´ha, n´haguem, n´hagueu, n´hauen.

Si habé se conjuga como impersonal lleva ñ (de ne+ hi) ante cada forma de 3.ª persona: ñ´ha, ñ´habíe, ñ´haurá, ñ´hauríe, ñ´hagués, etc.

Las preposiciones son las siguientes:
a (a, en), deván (delante), baix, en (con; es una simple deformación de amb igual que ocurre en benasqués), contra, de, desde, entre, capa (hacia), conda o hasta, pa, per, seguntes, sense (sin), demún (sobre, encima).

Sintaxis:

Los posesivos
se construyen con el artículo y la forma plena: lo meu fill (mi hijo).

En los personales,
si coinciden dos de 3.ª persona, aparecen las siguientes construcciones: torna-lo-ye (una cosa), torna-los-ye (varias cosas).

Los complementos pronominalo-adverbiales
tienen un uso semejante al del aragonés
no´n ting (no tengo de ello), da-mene (dame de ello), no hi arribe (no llega ahí). Con verbos reflexivos: se´n anabe (se iba), baixa-te´n (bájate). A veces puede aparecer un de partitivo: n´ha faltat de ví (ha faltado vino).

Léxico:

Numerosas palabras de diferentes orígenes coinciden con el ar.
Por ejemplo: sucarrá, mardá, garra, mosta, orache, galdrufa. Una gran mayoría coincide tanto con el ar. como con el cat.: puyá, trobá, esquirol, ordi, badallá, melsa, boc. Y las hay que, además, coinciden con el gascón: enta, prou, espurna, remugá, truc.

Son también abundantes los tipos léxicos característicos del cat. y no existentes en ar.:
coloms (palomas), avui (hoy), soroll (ruido), groc (amarillo), mateixa (misma), may (nunca), bora (orilla), timó (tomillo), etc.

También hay algunas palabras catalanas dialectales: allavons (entonces).

E incluso algunas propias de la zona: topí (puchero).

Algunos modismos:

mal agoñat
(mal empleado; se dice cuando duele que algo se pierda),
mal te´n haus
(puedes estar contento),
te´ls alegrets
(está muy contento),
te les amplles
(tiene entera libertad),
pareix que minche bresca
(come muy satisfecho),
du com un codís
(cosa muy dura),
no va dí ni cherrit ni merrit
(no dijo palabra),
perdre l´esme
(desorientar),
Deu te´n guart
(Dios te guarde).

Algunas palabras antes usuales van siendo sustituidas por catalanismos
(por ej. batiaguas por paraigües, mullé por dona) o por castellanismos (sec de la garra por espinilla, estauviá por ahorrá, co por corasón; se acepta la palabra castellana, aunque también se mantiene co, etc.).

No hay noticia de obras literarias antiguas en literano. Se publican algunos artículos en La voz de La Litera, así como poesías (Joaquín Carrera, Salvador Ñaco, Tamara y otros) y cuentos y narraciones (Pedro Grúas).

Pastoral Vocacional (Nicaragua - 2008)

Religiosos Escolapios.
Nicaragua
Plan año 2008

Febrero
Del 25 de febrero al 2 de marzo.
Semana Vocacional en León.

Marzo
1 y 2 de marzo.
1era Convivencia Vocacional (León)
Del 16 al 23 de marzo.
Semana Santa. Experiencia Misionera Vocacional. (Managua, Pasos, ¿?)

Abril
12. Vigilia por las Vocaciones Escolapias. (Managua).
13. Día mundial de oración por las Vocaciones.
Eucaristía Vocacional. (Managua.)

Mayo
10. Vigilia de Pentecostés.(León)
11. Eucaristía Vocacional. (León)

Junio
Del 16 al 22.
Semana Vocacional. Managua
21 y 22.
2da Convivencia Vocacional. Managua

Julio
27. Eucaristía Vocacional (León)

Agosto
31. Eucaristía Vocacional. (Managua)

Septiembre
Del 15 al 21.
Semana Vocacional. (Calasancias)
21. 3era Convivencia Vocacional. (en Calasancias)

Octubre
19. DOMUND (Día Mundial de Oración por las Misiones).
Eucaristía Vocacional. (León)

Noviembre
23. Día de Cristo Rey.
Eucaristía Vocacional. (Managua)

Diciembre
6 y 7.
Retiro Vocacional de Adviento. (León)

La renuncia de Fidel

Frei Betto
ALAI AMLATINA, 19/02/2008, Sao Paulo.

Fidel Castro, de 81 años, renunció a sus funciones de presidente del Consejo de Estado de Cuba y de Comandante en Jefe de la Revolución. Dedicado a cuidar su salud, prefiere mantenerse fuera de las actividades de gobierno y participar en el debate público -que siempre le encantó- a través de sus artículos en los medios. Permanece, sin embargo, como miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba.

El próximo domingo día 24 Raúl Castro, de 77 años, será elegido, por los nuevos diputados de la Asamblea Nacional, para ocupar las funciones de primer mandatario de Cuba.

Es la segunda vez que Fidel renuncia al poder. La primera fue en julio de 1959, siete meses después de la victoria de la Revolución. Elegido primer ministro, chocó con el presidente Manuel Urrutia, que consideró muy radicales las leyes revolucionarias, como la de reforma agraria, promulgadas por el consejo de ministros. Para evitar un golpe de estado, el líder cubano prefirió renunciar. El pueblo salió a las calles apoyándole. Presionado por las manifestaciones, Urrutia no tuvo otra alternativa que dejar el poder. La presidencia fue ocupada por Oswaldo Dorticós, y Fidel volvió a la función de primer ministro.

Estuve en Cuba en enero de este año, para participar en el Encuentro Internacional sobre el Equilibrio del Mundo, a la luz del 155º aniversario del nacimiento de José Martí, figura paradigmática del país. Regresé a mediados de febrero para otra reunión internacional, el Congreso Universiade 2008, en el que participaron varios rectores de universidades brasileñas.

En ambas ocasiones me encontré con Raúl Castro y otros ministros cubanos. Me reuní también con la dirección de la FEU (Federación Estudiantil Universitaria); con estudiantes de la universidad de Ciencias Informáticas; con profesores de nivel básico y medio; y con educadores populares.

Se engaña quien crea que la renuncia de Fidel significa el comienzo del fin del socialismo en Cuba. No hay ningún síntoma de que sectores significativos de la sociedad cubana aspiren a que regrese el capitalismo. Ni siquiera los obispos de la Iglesia Católica. Con excepción de unos pocos, a quienes no les importaría que el futuro de Cuba fuese equivalente al presente de Honduras, Guatemala o Nicaragua. Además, ninguno de los que salieron del país continuó la defensa de los derechos humanos al insertarse en el mundo encantado del consumismo.

Cuba no es reacia a los cambios. El mismo Raúl Castro desencadenó un proceso interno de críticas a la Revolución a través de las organizaciones de masas y de los sectores profesionales. Son más de un millón de sugerencias las analizadas por el gobierno. Los cubanos saben que las dificultades son enormes, pues viven en una cuádruple isla: geográfica; única nación socialista de Occidente; desprovista del apoyo que le daba la Unión Soviética; bloqueada hace más de 40 años por el gobierno de los EE.UU.

A pesar de todo ello el país mereció elogios del papa Juan Pablo II con ocasión de su visita en 1998. En el IDH 2007 de la ONU el Brasil se alegró de figurar en el puesto 70. Los primeros setenta países son considerados los mejores en calidad de vida. Cuba, donde no se paga nada por el derecho universal a la salud y educación, figura en el puesto 51.

El país presenta una tasa de alfabetización del 99.8%; cuenta con 70.594 médicos para una población de 11.2 millones (1 médico por cada 160 habitantes); un índice de mortalidad infantil de 5.3 por cada mil nacidos vivos (en los EE.UU. son 7, y en Brasil 27); 800 mil diplomados en 67 universidades, en las que ingresan cada año 606 mil estudiantes.

Hoy día Cuba mantiene médicos y profesores trabajando en más de 100 países, incluido Brasil, y promueve en toda América Latina la ¨Operación Milagro¨, para curar gratuitamente enfermedades de los ojos, y la campaña de alfabetización ¨Yo sí puedo¨, con resultados que convencieron al presidente Lula a adoptar el método en el Brasil.

Habrá, sí, cambios en Cuba cuando cese el bloqueo de los EE.UU.; cuando sean liberados los cinco cubanos presos injustamente en la Florida por luchar contra el terrorismo; y si la base naval de Guantánamo, utilizada ahora como cárcel clandestina -símbolo mundial del irrespeto a los derechos humanos y civiles- de supuestos terroristas fuera devuelta.

No esperemos, sin embargo, que Cuba quite de las entradas a La Habana dos carteles que nos avergüenzan a nosotros los latinoamericanos, que vivimos en islas de opulencia rodeadas de miseria por todos lados: ¨Cada año 80 mil niños mueren víctimas de enfermedades evitables, Ninguno de ellos es cubano¨. ¨Esta noche 200 millones de niños dormirán en las calles del mundo. Ninguno es cubano¨.

Traducción de J.L.Burguet)

Frei Betto es escritor, autor de ¨Calendario del poder¨ entre otros libros.


http://alainet.org
Agencia Latinoamericana de Información

Cortesía P. Donald Mendoza

CUAUHTÉMOC

Mtra. Minerva Escamilla Gómez,
2ª Q. II.2008
Navegar Juntos
UCC - Veracruz

Para México, el nombre de Cuauhtémoc tiene una fuerte connotación histórica; fue un célebre personaje del siglo XVI, a quien tocó en suerte, como último emperador mexica o azteca, la caída de Tenochtitlán en manos de las huestes españolas encabezadas por Hernán Cortés.

Cuauhtémoc, nació en Tenochtitlán, en 1502, fue hijo del guerrero y también emperador mexica Ahuizotl y de la princesa tlatelolca, Tilalcápatl. Fue educado conforme a su linaje, por que asistió al Calmecac o escuela para pillis (nobles), en donde obtuvo una formación religiosa y militar, llegando a ser un oficial de alto rango tlacatecuhtli. Entre los 18 y 24 años fue señor de Tlatelolco, sacerdote del culto de Huitzilopochtli y caballero águila; en 1520 asumió el mando de los ejércitos aztecas.

Cuando llegaron los españoles, Cuauhtémoc se resistió a la mítica leyenda del regreso de Quetzalcóatl, por lo que en la batalla del Templo Mayor ordenada por Pedro de Alvarado, encabezó un contingente que derrotó a 400 soldados españoles. De igual manera, se opuso a la sumisión ante la corona española que Moctezuma Xocoyotzin pedía a su pueblo, forzado por Hernán Cortés.

Tiempo después, siendo emperador Cuitláhuac, como jefe del ejército mexica, luchó en la célebre batalla de la Noche Triste.

A la muerte de Cuitláhuac (1520) Cuauhtémoc asumió el poder y encabezó una campaña diplomática buscando aliados para luchar contra los invasores. Cuando Cuauhtémoc tomó el mando del imperio mexica, fortificó la ciudad de México Tenochtitlán, ya que parecía inminente el ataque español; seis meses después, Hernán Cortés sitió por agua y por tierra la ciudad, dando inicio a una larga e ininterrumpida lucha entre tenochcas y españoles. Cuauhtémoc rechazó la rendición que le ofrecía Cortés y mantuvo la ofensiva; sin embargo, la irrupción del ejército español a la ciudad llevó a Cuauhtémoc a replegarse en Tlatelolco, hasta ser derrotado.

Con la capitulación del imperio azteca el 13 de agosto de 1521, Cuauhtémoc y unos cuantos de sus hombres de confianza fueron tomados prisioneros. Los españoles asumieron que Cuauhtémoc tenía oculto el tesoro del imperio, por lo que fue torturado junto con su gente. Como parte de las estrategias de conquista, los españoles mantuvieron en parte la posición privilegiada de la nobleza mexica sobreviviente, de tal suerte que Cuauhtémoc conservó su título de señor de Tlatelolco, entre 1521 y 1523; durante este tiempo tuvo la tarea de auxiliar a los conquistadores en la administración y justicia, principalmente en lo tocante a la recaudación de tributos.

No obstante, al ser Cuauhtémoc un renombrado guerrero, un estratega y diestro también en la diplomacia, significaba una amenaza para los españoles, y ante el temor de una conspiración, Hernán Cortés lo llevó consigo en su expedición a las Hibueras, y estando en ella, ordenó su ejecución; Cuauhtémoc fue ahorcado el 28 de febrero de 1525.

Es un personaje que deja testimonios de valentía, compromiso con su pueblo haciendo honor a su cargo, principios de lealtad, ética, religiosidad; valores que no han pasado, se hallan hoy en los pueblos indígenas que sólo en México alcanzan más de doce millones.

Mtra. Minerva Escamilla Gómez,
Directora de Extensión Universitaria-UCC

jueves, febrero 14, 2008

René Descartes

Manuel García Morente

Vitam impendere vero

El Discurso del Método es una obra de plenitud mental. Exceptuando algunos diálogos de Platón, no hay libro alguno que lo supere en profundidad y en variedad de intereses y sugestiones. Inaugura la filosofía moderna; abre nuevos cauces a la ciencia; ilumina los rasgos esenciales de la literatura y del carácter franceses; en suma, es la autobiografía espiritual de un ingenio superior, que representa, en grado máximo, las más nobles cualidades de una raza nobilísima (1).

No podemos aspirar, en este breve prólogo, a presentar el pensamiento y la obra de Descartes en la riquísima diversidad de sus matices filosóficos, literarios, científicos, artísticos, políticos y aun técnicos. Nos limitaremos, pues, a la filosofía; y aun dentro de este terreno, expondremos sólo los temas generales de mayor virtualidad histórica.

El pensamiento cartesiano es como el pórtico de la filosofía moderna. Los rasgos característicos de su arquitectura se encuentran reproducidos, en líneas generales, en la estructura y economía ideológica de los sistemas posteriores. Descartes propone un grupo de problemas a la reflexión filosófica, y ésta se emplea en descifrarlos durante más de un siglo; hasta que una nueva transformación del punto de vista trae a los primeros planos de la conciencia nuevos intereses especulativos y prácticos, que inician nuevos métodos y orientaciones del pensamiento. Kant es quien, por una parte, remata y cierra el ciclo cartesiano y, por otra, inaugura un nuevo modus philosophandi.

La historia de la filosofía no es, como muchos creen, una confusa y desconcertante sucesión de doctrinas u opiniones heterogéneas, sino una razonable continuidad de ordenadas superaciones.

El Renacimiento

Sin embargo, la gran dificultad que se presenta al historiador del cartesianismo es la de encontrar el entronque de Descartes con la filosofía precedente. No es bastante, claro está, señalar literales consecuencias entre Descartes y San Anselmo, ni hacer notar minuciosamente que ha habido en el siglo XV y XVI tales o cuales filósofos que han dudado, y hasta elogiado la duda, o que han hecho de la razón natural el criterio de la verdad, o que han escrito sobre el método, o que han encomiado las matemáticas.

Nada de eso es antecedente histórico profundo, sino a lo sumo coincidencias de poca monta, superficiales, externas, verbales. En realidad, Descartes, como dice Hamelin, «parece venir inmediatamente después de los antiguos». Pero entre Descartes y la escolástica hay un hecho cultural -no sólo científico-, de importancia incalculable: el Renacimiento.

Ahora bien, el Renacimiento está en todas partes más y mejor representado que en la filosofía. Está eminentemente expreso en los artistas, en los poetas, en los científicos, en los teólogos, en Leonardo de Vinci, en Ronsard, en Galileo, en Lutero, en el espíritu, en suma, que orea con un nuevo y reconfortante aliento las fuerzas todas de la producción humana.

A este espíritu renacentista hay que referir inmediatamente la filosofía cartesiana. Descartes es el primer filósofo del Renacimiento. La Edad Media no ha sido seguramente una época bárbara y oscura. Hay, sin duda, en el juicio corriente que hacemos de ese período, un error de perspectiva, o, mejor dicho, un error de visión que proviene de que la vivísima luz del Renacimiento nos ciega y deslumbra, impidiéndonos ver bien lo que queda allende esta aurora. Pero es innegable que el pensamiento científico y filosófico necesita, como condición para su desarrollo, un medio apropiado que fomente la libre reflexión individual.

Cuando la conciencia del individuo queda reducida a reflejar la conciencia colectiva del grupo social, el pensamiento se hace siervo de los dogmas colectivos; el hombre se recluye en el organismo superior de la nación o clase, y el concepto de lo humano se disuelve y desaparece bajo el montón de reales jerarquías y de objetivas imposiciones sociales.

Así, cuando en el siglo XVI el espíritu comienza a desligarse de los estrechos lazos que lo tenían opreso, esta liberación aparece como un descubrimiento del hombre por el hombre. Como un soldado que, después del combate, en medio de un montón de cadáveres, vuelve poco a poco a la vida, se palpa, respira, alza la vista, extiende los brazos y parece convencerse al fin de su propia existencia, así también el Renacimiento posee la fragante ingenuidad alegre de quien por primera vez se descubre a sí mismo y exclama: «Yo soy un ser que piensa, siente, quiere, ama y odia; esta naturaleza que me rodea es bella y luminosa, y la vida nos ha sido dada por un Dios justo y benévolo, para vivirla con entereza y plenitud.»

La conciencia individual es el más grande invento del nuevo modo de pensar. Y todo en la ciencia, en el arte, en la sensibilidad renacentista se orienta hacia esa exaltación de la subjetividad del hombre. El criterio de autoridad abandona su puesto a la convicción íntima basada en la evidencia. Las oscuras entidades metafísicas se deshacen en la clara sucesión de razones matemáticas. La desconfianza, el odio hacia la naturaleza, son sustituidos por una optimista y alegre visión de las infinitas bondades que moran en el impulso espontáneo, en el directo hacer de las cosas. El universo es como un libro en donde está escrita la verdad suprema. Y para entender la lengua en que está compuesto, no hace falta más que la razón misma del hombre, la matemática aplicada a la experiencia (2).

Así, pues, por una parte, la exigencia máxima del espíritu científico es, en el Renacimiento, la claridad evidente de la razón individual; por otra parte, la solidez de la nuova scienza proviene ante todo de su carácter matemático y experimental; en fin, la fuente purísima de todo valor, especulativo y práctico, se encuentra ahora en el sujeto, en la interioridad de la reflexión personal creadora.

Todos estos nuevos anhelos, esa nueva sensibilidad teórica y moral, imponen nuevos rumbos al pensamiento filosófico; danle por de pronto libertad para manifestarse original y creador; pero también le indican una orientación inédita, y, por decirlo así, un problema virgen: hallar una definición del hombre que baste a explicar la objetividad de su producción científica y artística.

Descartes es el primero que sistemáticamente edifica la filosofía de este nuevo mundo mental.

Vida de Descartes

Nació Renato Descartes en La Haya, aldea de la Touraine, el 31 de mayo de 1596. Era de familia de magistrados, nobleza de toga. Su padre fue consejero en el Parlamento de Rennes, y el amor a las letras era tradicional en la familia. «Desde niño -cuenta Descartes en el Discurso del Método- fui criado en el cultivo de las letras.» Efectivamente, muy niño entró en el colegio de la Flèche, que dirigían los jesuitas.

Allí recibió una sólida educación clásica y filosófica, cuyo valor y utilidad ha reconocido Descartes en varias ocasiones. Habiéndole preguntado cierto amigo suyo si no sería bueno elegir alguna universidad holandesa para los estudios filosóficos de su hijo, contestóle Descartes:

«Aun cuando no es mi opinión que todo lo que en filosofía se enseña sea tan verdadero como el Evangelio, sin embargo, siendo esa ciencia la clave y base de las demás, creo que es muy útil haber estudiado el curso entero de filosofía como lo enseñan los jesuitas, antes de disponerse a levantar el propio ingenio por encima de la pedantería y hacerse sabio de la buena especie. Debo confesar, en honor de mis maestros, que no hay lugar en el mundo en donde se enseñe mejor que en la Flèche.»

El curso de filosofía duraba tres años. El primero se dedicaba al estudio de la lógica de Aristóteles. Leíanse y comentábanse la Introducción de Porfirio, las Categorías, el Tratado de la Interpretación, los cinco primeros capítulos de los Primeros analíticos, los ocho libros de los Tópicos, los Últimos analíticos, que servían de base a un largo desarrollo de la teoría de la demostración, y, por último, los diez libros de la Moral.

En el segundo año estudiábanse la Física y las Matemáticas; en el tercer año se daba la Metafísica de Aristóteles. Las lecciones se dividían en dos partes: primero el maestro dictaba y explicaba Aristóteles o Santo Tomás; luego el maestro proponía ciertas quæstiones sacadas del autor y susceptibles de diferentes interpretaciones. Aislaba la quæstio y la definía claramente, la dividía en partes, y la desenvolvía en un magno silogismo, cuya mayor y menor iba probando sucesivamente. Los ejercicios que hacían los alumnos consistían en argumentaciones o disputas. Al final del año algunos de estos certámenes eran públicos. Sabemos el nombre del profesor de filosofía que tuvo Descartes en la Flèche. Fue el padre Francisco Véron. Pero en realidad la enseñanza era totalmente objetiva e impersonal.

Las normas de estos estudios estaban minuciosamente establecidas en órdenes y estatutos de la Compañía... «Cuiden muy bien los maestros de no apartarse de Aristóteles, a no ser en lo que haya de contrario a la fe o a las doctrinas universalmente recibidas... Nada se defienda ni se enseñe que sea contrario, distinto o poco favorable a la fe, tanto en filosofía como en teología. Nada se defienda que vaya contra los axiomas recibidos por los filósofos, como son que sólo hay cuatro géneros de causas, que sólo hay cuatro elementos, etc.... etcétera... (3).

Semejante enseñanza filosófica no podía por menos de despertar el anhelo de la libertad en un espíritu de suyo deseoso de regirse por propias convicciones.

Descartes, en el Discurso del Método, nos da claramente la sensación de que ya en el colegio sus trabajos filosóficos no iban sin ciertas íntimas reservas mentales. Su juicio sobre la filosofía escolástica, que aprendió, como se ha visto, en toda su pureza y rigidez, es por una parte benévolo y por otra radicalmente condenatorio. Concede a esta educación filosófica el mérito de aguzar el ingenio y proporcionar agilidad al intelecto; pero le niega, en cambio, toda eficacia científica: no nos enseña a descubrir la verdad, sino sólo a defender verosímilmente todas las proposiciones.

Salió Descartes de la Flèche, terminados sus estudios, en 1612, con un vago, pero firme, propósito de buscar en sí mismo lo que en el estudio no había podido encontrar. Este es el rasgo renacentista que, desde el primer momento, mantiene y sustenta toda la peculiaridad de su pensar. Hallar en el propio entendimiento, en el yo, las razones últimas y únicas de sus principios, tal es lo que Descartes se propone.

Toda su psicología de investigador está encerrada en estas frases del Discurso del Método:

«Y no me precio tampoco de ser el primer inventor de mis opiniones, sino solamente de no haberlas admitido ni porque las dijeran otros ni porque no las dijeran, sino sólo porque la razón me convenció de su verdad.»

Después de pasar ocioso unos años en París, deseó recorrer el mundo y ver de cerca las comedias que en él se representan; pero «más como espectador que como actor». Entró al servicio del príncipe Guillermo de Nassau y comenzaron los que pudiéramos llamar sus años de peregrinación. Guerreó en Alemania y Holanda; sirvió bajo el duque de Baviera; recorrió los Países Bajos, Suecia, Dinamarca. Refiérenos en el Discurso del Método cómo en uno de sus viajes comenzó a comprender los fundamentos del nuevo modo de filosofar. Su naturaleza, poco propicia a la exaltación y al exceso sentimental, debió, sin embargo, sufrir en estos meses un ataque agudo de entusiasmo; tuvo visiones y oyó una voz celeste que le encomendaba la reforma de la filosofía; hizo el voto, que cumplió más tarde, de ir en romería a Nuestra Señora de Loreto. Permaneció en París dos años; asistió, como voluntario del ejército real, al sitio de la Rochela y, en 1629, dio fin a este segundo período de su vida de soldado dilettante, viajero y observador.

Decidió consagrarse definitivamente a la meditación y al estudio. París no podía convenirle; demasiados intereses, amigos, conversaciones, visitas, perturbaban su soledad y su retiro. Sentía, además, con aguda penetración, que no era Francia el más cómodo y libre lugar para especulaciones filosóficas, y, con certero instinto, se recluyó en Holanda. Vivió veinte años en este país, variando su residencia a menudo, oculto, incógnito, eludiendo la ociosa curiosidad de amigos oficiosos e importunos.

Durante estos veinte años escribió y publicó sus principales obras: El Discurso del Método, con la Dióptrica – parte de la óptica que estudia los fenómenos de la refracción de la luz -, los Meteoros y la Geometría, en 1637; las Meditaciones metafísicas, en 1641 (en 1647 se publicó la traducción francesa del duque de Luynes, revisada por Descartes); los Principios de la filosofía, en 1644 (en latín primero, y luego, en 1647, en francés); el Tratado de las pasiones humanas, en 1650.

Su nombre fue pronto celebérrimo y su persona y su doctrina pronto fueron combatidas. Uno de los adeptos del cartesianismo, Leroy, empezó a exponer en la Universidad de Utrecht los principios de la filosofía nueva. Protestaron violentos los peripatéticos, y emprendieron una cruzada contra Descartes. El rector Voetius acusó a Descartes de ateísmo y de calumnia. Los magistrados intervinieron, mandando quemar por el verdugo los libros que contenían la nefanda doctrina. La intervención del embajador de Francia logró detener el proceso. Pero Descartes hubo de escribir y solicitar en defensa de sus opiniones, y aunque al fin y al cabo obtuvo reparación y justicia, esta lucha cruel, tan contraria a su modo de ser pacífico y tranquilo, acabó por hastiarle y disponerle a aceptar los ofrecimientos de la reina Cristina de Suecia. Llegó a Estocolmo en 1649.

Fue recibido con los mayores honores. La corte toda se reunía en la biblioteca para oírle disertar sobre temas filosóficos, de física o de matemáticas. Poco tiempo gozó Descartes de esta brillante y tranquila situación. En 1650, al año de su llegada a Suecia, murió, acaso por no haber podido resistir su delicada constitución los rigores de un clima tan rudo. Tenía cincuenta y tres años. En 1667 sus restos fueron trasladados a París y enterrados en la iglesia de Saint-Etienne du Mont. Comenzó entonces una fuerte persecución contra el cartesianismo. El día del entierro disponíase el P. Lallemand, canciller de la Universidad, a pronunciar el elogio fúnebre del filósofo, cuando llegó una orden superior prohibiendo que se dijera una palabra. Los libros, de Descartes, fueron incluidos en el índice, si bien con la reserva de donec corrigantur. Los jesuitas excitaron la Sorbona contra Descartes, y pidieron al Parlamento la proscripción de su filosofía. Algunos conocidos clérigos hubieron de sufrir no poco por su adhesión a las ideas cartesianas. Durante no poco tiempo fue crimen en Francia el declararse cartesiano.

Después de la muerte del filósofo, publicáronse: El mundo, o tratado de la luz (París, 1677). Cartas de Renato Descartes sobre diferentes temas, por Clerselier (París, 1667). En la edición de las obras póstumas de Amsterdam (1701), se publicó por vez primera el tratado inacabado: Regulæ ad directionem ingenii, importantísimo para el conocimiento del método. La mejor edición de Descartes es la de Ch. Adam y P. Tannery, París 1897-1909. Sobre Descartes, además de las historias de la filosofía, pueden leerse en francés: L. Liard. Descartes. O. Hamelin. Le système de Descartes. París, 1911.

El Método

Los orígenes del método están, según nos cuenta Descartes (Discurso), en la lógica, el análisis geométrico y el álgebra.

Conviene ante todo insistir en que el gravísimo defecto de la lógica de Aristóteles es, para Descartes, su incapacidad de invención. El silogismo no puede ser método de descubrimiento, puesto que las premisas -so pena de ser falsas- deben ya contener la conclusión. Ahora bien, Descartes busca reglas fijas para descubrir verdades, no para defender tesis o exponer teorías.

Por eso el procedimiento matemático es el que, desde un principio, llama poderosamente su atención; este procedimiento se encuentra realizado con máxima claridad y eficacia en el análisis de los antiguos.

Según Euclides el análisis consiste en admitir aquello mismo que se trata de demostrar y, partiendo de ahí, reducir, por medio de consecuencias, la tesis a otras proposiciones ya conocidas. Descartes explica también lo que es el análisis en un pasaje de la Geometría:

«... Si se quiere resolver un problema, hay que considerarlo primero como ya resuelto y poner nombres a todas las líneas que parecen necesarias para construirlo, tanto a las conocidas como a las desconocidas. Luego, sin hacer ninguna diferencia entre las conocidas y las desconocidas, se recorrerá la dificultad, según el orden que muestre, con más naturalidad, la dependencia mutua de unas y otras...»

Como se ve, el análisis es esencialmente un método de invención, de descubrimiento. Geminus lo llamaba descubrimiento de prueba (análysis éstin apodeíxeos heúresis). Esto principalmente buscaba Descartes. Y este es el punto de partida de su método nuevo. El silogismo obliga a partir de una proposición establecida, de la cual no sabemos nunca si podremos concluir la que queremos demostrar, a menos de conocer de antemano la verdad que necesita demostración. Pero, si ya de antemano sabemos la conclusión, entonces se ve bien claro que el silogismo sirve más para exponer o defender verdades, que para hallarlas.

El análisis es, pues, el primer momento del método. Dada una dificultad, planteado un problema, es preciso ante todo considerarlo en bloque y dividirlo en tantas partes como se pueda (segunda regla del método. Discurso). Pero ¿en cuantas partes dividirlo? ¿Hasta dónde ha de llegar el fraccionamiento de la dificultad? ¿Dónde deberá detenerse la división? La división deberá detenerse cuando nos hallemos en presencia de elementos del problema, que puedan ser conocidos inmediatamente como verdaderos y de cuya verdad no pueda caber duda alguna. Los tales elementos simples son las ideas claras y distintas. (Final de la primera regla; véase Discurso del Método).

Al llegar aquí es imposible seguir exponiendo el método de Descartes, sin indicar algunos principios de su teoría del conocimiento y su metafísica.

En la primera regla del Discurso están resumidas, más aún, comprimidas algunas de las más esenciales teorías de la filosofía cartesiana. Las enumeraremos brevemente.

En primer lugar, la regla propone la evidencia,
como criterio de la verdad. Lo verdadero es lo evidente y lo evidente es a su vez definido por dos notas esenciales: la claridad y la distinción. Clara es una idea cuando está separada y conocida separadamente de las demás ideas. Distinta es una idea cuando sus partes o componentes son separados unos de otros y conocidos con interior claridad.

Nótese, pues, que la verdad o falsedad de una idea no consiste, para Descartes, como para los escolásticos, en la adecuación o conformidad con la cosa. En efecto, las cosas existentes no nos son dadas en sí mismas, sino como ideas o representaciones a las cuales suponemos que corresponden realidades fuera del yo. Pero el material del conocimiento no es nunca otro que ideas -de diferentes clases-, y, por tanto, el criterio de la verdad de las ideas no puede ser extrínseco, sino que debe ser interior a las ideas mismas.

La filosofía moderna debuta, con Descartes, en idealismo. Incluye el mundo en el sujeto; transforma las cosas en ideas, tanto que un problema fundamental de la filosofía cartesiana será el de salir del yo y dar el paso de las ideas a las cosas. (Véasela sexta meditación metafísica.) En las Regulæ ad directionem ingenii, llama a las ideas claras y distintas, naturalezas simples (nature simplices).

El acto del espíritu que aprehende y conoce las naturalezas simples es la intuición o conocimiento inmediato, o, como dice también en las Meditaciones (meditación segunda), una inspección del espíritu. Esta operación de conocer lo evidente o intuir la naturaleza simple, es la primera y fundamental del conocimiento.

Los procedimientos del método comenzarán pues por proponerse llegar a esta intuición de lo simple, de lo claro y distinto.

Las dos primeras reglas están destinadas a ello.

Las dos segundas se refieren en cambio a la concatenación o enlace de las intuiciones, a lo que, en las Regulæ, llama Descartes deducción.

Es la deducción, para Descartes, una enumeración o sucesión de intuiciones, por medio de la cual, vamos pasando de una a otra verdad evidente, hasta llegar a la que queremos demostrar. Aquí tiene aplicación el complemento y como definitiva forma del análisis. El análisis deshizo la compleja dificultad en elementos o naturalezas simples.

Ahora, recorriendo estos elementos y su composición, volvemos, de evidencia en evidencia, a la dificultad primera en toda su complejidad; pero ahora volvemos conociendo, es decir, intuyendo una por una las ideas claras, garantía última de la verdad del todo.

«Conocer es aprehender por intuición infalible las naturalezas simples y las relaciones entre ellas, que son, a su vez, naturalezas simples» (4).

La Metafísica

La noción del método, la teoría del conocimiento y la metafísica se hallan íntimamente enlazadas y como fundidas en la filosofía de Descartes.

La idea fundamental de la unidad del saber humano, que Descartes, además, se representa bajo la forma seguida y concatenada de la geometría, es la que funde todos esos elementos, reúne la metafísica con la lógica, y éstas a su vez con la física y la psicología, en un magno sistema de verdades enlazadas.

El cartesiano Espinosa pudo conseguir exponer la filosofía de Descartes en una serie geométrica de axiomas, definiciones y teoremas (Renati Descartes Principiorum philosophiæ pars. I et II, more geometrico demonstratæ.)

El punto de partida es la duda metódica.

La duda cartesiana no es escepticismo, sino un procedimiento dialéctico de investigación, encaminado a desprender y aislar la primera verdad evidente, la primera idea clara y distinta, la primera naturaleza simple. La duda, en suma, es la aplicación al problema del conocimiento del método del análisis, que hemos descrito. El residuo de ese análisis es la verdad fundamental que sirve de base a todas las demás:

«Yo soy una cosa o sustancia pensante.»

Entre las dificultades que plantea la duda metódica, nos detendremos en una tan sólo, en la famosa hipótesis del genio o espíritu maligno (Meditaciones).

Después de haber examinado las diferentes razones para dudar de todo, quedan todavía en pie las verdades matemáticas, tan simples, claras y evidentes, que parece que la duda no puede hacer mella en ellas. Pero Descartes también las rechaza fundándose en la consideración de que acaso maneje el mundo un Dios omnipotente, pero lleno de tal malignidad y astucia, que se complace en engañarme y burlarme a cada paso, aun en las cosas que más evidentes me parecen.

Esta hipótesis ha sido diversamente interpretada; quién la tacha de fantástica y superflua, suponiendo que Descartes lo dice por juego y sin creer en ella; otros, por el contrario, la consideran muy seria y fuerte, hasta el punto de creer que encierra el espíritu en tan definitiva duda, que no cabe salir de ella sin contradicción. En realidad, la hipótesis del genio maligno ni es un juego ni un círculo de hierro, sino un movimiento dialéctico, muy importante en el curso del pensamiento cartesiano.

Repárese en que la hipótesis del genio maligno, necesita, para ser destruida, la demostración de la existencia de Dios. Sólo cuando sabemos que Dios existe y que Dios es incapaz de engañarnos, sólo entonces queda deshecha la última y poderosa razón que Descartes adelanta para justificar la duda. ¿Qué significa esto? Significa el planteamiento y solución de un grave problema lógico, que luego ocupará hondamente a Kant:

el problema de la racionalidad o cognoscibilidad de lo real.

El genio maligno y sus artes de engaño simbolizan la duda profunda de si en general la ciencia es posible. ¿Es lo real cognoscible, racional? ¿No será acaso el universo algo totalmente inaprensible por la razón humana, algo esencialmente absurdo, irracional, incognoscible? Esta interrogación es la que Descartes se hace bajo el ropaje dialéctico de la hipótesis del genio maligno. Y las demostraciones de la existencia y veracidad de Dios no hacen sino contestar, afirmando la racionalidad del conocimiento, la posibilidad del conocimiento, la confianza postrera que hemos de tener en nuestra razón y en la capacidad de los objetos para ser aprehendidos por ella.

La base primera de la filosofía cartesiana es el

cogito ergo sum: pienso, luego soy.

Dos observaciones sobre este primer eslabón de la cadena.

Primera:
no es el cogito un razonamiento, sino una intuición, la intuición del yo como primera realidad y como realidad pensante. El yo es la naturaleza simple que, antes que ninguna, se presenta a mi conocimiento; y el acto por el cual el espíritu conoce las naturalezas simples es, como ya hemos dicho, una intuición. Se yerra, pues, cuando se considera el cogito como un silogismo, v. gr., el siguiente: todo lo que piensa existe; yo pienso, luego yo existo.

Segunda:
al poner Descartes el fundamento de su filosofía en el yo, acude a dar satisfacción a la esencial tendencia del nuevo sentido filosófico que se manifiesta con el Renacimiento. Trátase de explicar racionalmente el universo, es decir, de explicarlo en función del hombre, en función del yo. Era, pues, preciso empezar definiendo el hombre, el yo, y definiéndolo de suerte que en él se hallaran los elementos bastantes para edificar un sistema del mundo.

La filosofía moderna, con Descartes, entra en su fase idealista y racionalista. Los sucesores de nuestro filósofo se ocuparán fundamentalmente en desenvolver estos gérmenes del idealismo; es decir, de definir la razón como el conjunto de principios y axiomas lógicos necesarios y suficientes para dar cuenta de la experiencia.

Habiendo hallado la primera verdad, Descartes se apresura a sacar de ella todo el provecho posible. El cogito es, por una parte, la primera existencia o sustancia conocida, la primera naturaleza simple; por otra parte, es también la primera intuición, el primer acto del conocer verdadero. Del cogito puede, pues, desprenderse el criterio de toda verdad, a saber: toda intuición de naturaleza simple es verdadera, o, en otros términos, toda idea clara y distinta es verdadera.

Con este escaso bagaje emprende en seguida Descartes el problema sumo de la metafísica, la existencia de Dios. De las tres pruebas que da (dos en la tercera y una en la quinta meditación) nos fijaremos sólo en la tercera, dada en la quinta meditación. Es el famosísimo argumento ontológico.

El esquema de la demostración es el siguiente:
la existencia es una perfección; Dios tiene todas las perfecciones; luego Dios tiene la existencia. Como se ve, Descartes considera la existencia de Dios tan segura y evidentemente demostrada como la propiedad del triángulo de tener tres ángulos. Tras él va toda la metafísica del siglo XVII y XVIII, la cual, hipnotizada por la geometría, querrá construirse more geométrico, y se apoyará más o menos encubiertamente en el argumento cartesiano.

Así como la existencia del yo ha sido, en el cogito, establecida por una intuición intelectual, también la existencia de Dios queda establecida en el argumento ontológico por medio de una deducción (que para Descartes es una serie de intuiciones intelectuales).

La metafísica del cartesianismo y filosofías subsiguientes tienden, por modo inevitable, a demostrar las existencias, mediante actos intelectuales subjetivos. En efecto, siendo el yo, es decir, la inteligencia personal, su punto de partida, no podrán considerar las realidades fuera del yo, como dadas, y necesitarán inferirlas, demostrarlas; pues la inteligencia conoce inmediatamente esencias, definiciones, pero no existencias, cosas exteriores; las existencias son siempre, en el racionalismo, inferidas mediatamente de las esencias.

Esta distinción bastará a Kant para arruinar toda la metafísica cartesiana, y abrir un nuevo cauce a la filosofía; bastará, digo, distinguir la esencia o definición, de la existencia; la esencia podrá ser objeto de conocimiento intelectual; pero la existencia no podrá serlo sino de conocimiento sensible. Para conocer una existencia precisará una intuición no intelectual, sino sensible. El cogito y el argumento ontológico podrán servir para instituir ideas, pero no cosas existentes.

La Física

De la existencia de Dios y sus propiedades, deriva ya Descartes fácilmente la realidad de las naturalezas simples en general, y, por tanto, de los objetos matemáticos, espacio, figura, número, duración, movimiento. La metafísica le conduce sin tropiezo a la física.

Esta debuta en realidad con la distinción esencial del alma y del cuerpo. El alma se define por el pensamiento. El cuerpo se define por la extensión. Y todo lo que en el cuerpo sucede, como cuerpo, puede y debe explicarse con los únicos elementos simples de la extensión, figura y movimiento.

Hay, pues, que considerar dos partes en la física cartesiana. Una, en donde se trata de los sucesos en los cuerpos (mecánica), y otra, en donde se trata de definir la sustancia misma de los cuerpos (teoría de la materia). La física de Descartes es, como todo el mundo sabe, mecanicista; Descartes no quiere más elementos, para explicar los fenómenos y sus relaciones, que la materia y el movimiento. Todo en el mundo es mecanismo y, en la mecánica misma, todo es geométrico. Así lo exigía el principio fundamental de las ideas claras, que excluye naturalmente toda consideración más o menos misteriosa de entidades o cualidades.

La física de Descartes es una mecánica de la cantidad pura.

El movimiento queda despojado de cuanto atenta a la claridad y pureza de la noción; es una simple variación de posición, sin nada dinámico por dentro, sin ninguna idea de esfuerzo o de acción, que Descartes rechaza por oscura e incomprensible.

La causa del movimiento es doble.

Una causa primera
que, en general, lo ha creado e introducido en la materia, y esta causa es Dios. Una vez introducido el movimiento en la materia, Dios no interviene más, si no es para continuar manteniendo la materia en su ser; de aquí resulta que la cantidad de movimiento que existe en el sistema del mundo es invariable y constante. Pero de cada movimiento en particular hay una causa particular, que no es sino un caso de las leyes del movimiento.

Estas leyes son tres:

la primera,
es la ley de inercia, hermoso descubrimiento de Descartes que, aunque no hubiese hecho otros, bastaría para colocarlo entre los fundadores de la ciencia moderna.
La segunda,
es la de la dirección del movimiento: un cuerpo en movimiento tiende a continuarlo en línea recta, según la tangente o la curva que descubra el móvil.
La tercera ley,
es la ley del choque, que Descartes especifica en otras leyes especiales. Todas ellas son falsas.

La mecánica cartesiana, tan profunda y exacta en sus dos primeros principios, se desvía y falsea en el último, precisamente por el exceso de geometrismo, con que concibe la materia y el movimiento.

Es bien conocida la corrección fundamental que Leibnitz hace a la física de Descartes: no es la cantidad de movimiento lo que se conserva constante en la naturaleza, sino la fuerza viva, la energía. Pero Descartes, en su afán de no admitir nociones oscuras, considera las nociones de energía o fuerza como incomprensibles, porque no son geométricamente representables, y las desecha para limitarse a concebir en la materia la pura extensión geométrica.

Llegamos, pues, a la segunda parte de la física, a la teoría de la materia. Aquí domina el mismo espíritu que en la mecánica. La materia no es otra cosa que el espacio, la extensión pura, el objeto mismo de la geometría. Las cualidades secundarias que percibimos en los objetos sensibles son intelectualmente inconcebibles, y, por tanto, no pertenecen a la realidad: color, sabor, olor, etc. La materia se reduce a la extensión en longitud, latitud y profundidad, con sus modos, que son las figuras o límites de una extensión por otra.

La Psicología

El hombre está compuesto de un cuerpo al cual está íntimamente unida el alma, sustancia pensante. Esta unión, a la par que distinción entre el cuerpo y el alma, domina todas las tesis psicológicas.

Tendremos por un lado que considerar el alma en sí misma, y luego en cuanto que está unida al cuerpo.

En sí misma,
el alma es inteligencia, facultad de pensar, de verificar intuiciones intelectuales; en este punto, la psicología se confunde con la metafísica o la lógica. Por otra parte, entre las ideas del alma están sus voluntades. La voluntad o libertad la sitúa, empero, Descartes en el mismo plano que las demás intuiciones intelectuales; la voluntad es la facultad, totalmente formal, de afirmar o negar. Y tan grande es el carácter lógico y metafísico que le da a la voluntad, que de ella deriva su teoría del error, el cual, como es sabido (véase la cuarta Meditación) proviene de que, siendo la voluntad infinita, puesto que carece de contenido, y el entendimiento finito, aquélla a veces afirma la realidad de una idea confusa, por precipitación, o niega la de una idea clara (por prevención), y en ambos casos provoca el error. (Véase la primera regla del Método en la parte segunda del Discurso.)

Réstanos considerar el alma como unida al cuerpo.
En este sentido, el alma es, ante todo, consciencia, es decir, que conoce lo que al cuerpo ocurre, y se da cuenta de este conocimiento.

Mas, siendo el cuerpo un mecanismo, si no hay alma no habrá consciencia, ni voluntad, ni razón. Así los animales son puros autómatas, máquinas maravillosamente ensambladas, pero carentes en absoluto de todo lo que de cerca o de lejos pueda llamarse espíritu. En el hombre, en cambio, porque hay un alma inteligente y razonable, hay pasiones; es decir, los movimientos del cuerpo se reflejan en el alma; y a este reflejo es precisamente lo que llamamos pasión, que no es sino un estado especial del alma, consecuencia de movimientos del cuerpo.

Pero lo característico de estos estados especiales del alma es que, siendo causados, en realidad, por movimientos del cuerpo, sin embargo el alma los refiere a sí misma; ignorante de la causa de sus pasiones, el alma las cree nacidas y alimentadas en su propio seno.

Hay seis pasiones fundamentales. La primera, la admiración, es apenas pasión, y señala el tránsito entre la pura intuición intelectual y la pasión propiamente; es, en suma, la emoción intelectual. De ella nacen el amor, el odio, el deseo, la alegría, la tristeza.

De estas seis pasiones fundamentales, derívanse otras muchas: el aprecio, el desprecio, la conmiseración, etc. El estudio de las pasiones, ya que éstas provienen de los movimientos del cuerpo, conduce a Descartes a un gran número de interesantes y finas observaciones psico-fisiológicas.

Manuel G. Morente.

Política cubana

León Trotsky
C.E.I.P
Escritos Latinoamericanos
Artículos de la Revista Clave
Sunday, 09 April 2000

Para hacer una estimación de la situación política de Cuba – ca. 1940 (n.e) - en el momento presente, debemos retrotraernos a las elecciones celebradas el 15 de noviembre último para elegir delegados a una Asamblea Constituyente. El país, después de vivir un período de dictadura militar abierta a partir de 1934, confrontó, por primera vez, las fuerzas electorales de los partidos gubernamentales y las de ciertos sectores oposicionistas (PRC y ABC) que se habían abstenido de participar en todas las mascaradas precedentes.

Estas elecciones para una Asamblea Constituyente han estado determinadas por la necesidad del imperialismo norteamericano de darle un STATUS jurídico al régimen gubernamental presente, a fin de evitar toda posibilidad de explosiones violentas en vísperas de guerra.

Combinados los factores de odio declarado del pueblo contra Batista y su régimen y de excesiva confianza de éste en su aparato, dieron por resultado un ligero margen de mayoría para el bloque de partidos oposicionistas frente al conjunto de los partidos batistianos: 41 delegados oposicionistas y 35 gubernamentales.

Pero hay que analizar la composición de ambos bloques, para llegar a un juicio adecuado. El bloque oposicionista, unido en el llamado “pacto de los cuatro”, estaba compuesto por los partidos Revolucionario Cubano (PRC) presidido por Grau San Martín, ABC, vocero de la burguesía comercial y las clases medias reaccionarias, Acción Republicana (AR) conjunto heterogéneo de viejos políticos, mandado por el ex presidente Gómez, y por último, Partido Demócrata Republicano (PDR) de Menocal, fuerza esta última estrechamente ligada a los hacendados azucareros y al capital financiero yanqui. El partido de Grau, dentro del conjunto, representa el de mayor influencia en las masas obreras y campesinas, aunque la ideología de su dirección fluctúa entre los márgenes del conservadurismo pequeño burgués y el nacionalismo revolucionario de tipo cardenista.

Del cuadro anterior se deriva que la oposición, en cuanto a su contenido esencial, no presenta diferencias fundamentales, sino de grado, respecto del bloque gubernamental, compuesto por el viejo partido de Machado (Partido Liberal) y una serie de CLAQUES, formadas al calor del proceso de la dictadura militar (Partido Nacionalista, Conjunto Nacional Democrático, etc.) más el Partido Comunista, convertido en agente de Batista en las filas obreras.

Dado el cariz de las elecciones, Batista decidió, puesto ya en plan de candidato presidencial, precipitar las elecciones generales, para hacerlas con antelación a la reunión de la Constituyente. Pero ante la amenaza del bloque oposicionista de no asistir a dichas elecciones, se llegó a una inteligencia, y la Asamblea Constituyente se reunió en febrero último.

La Asamblea Constituyente se inauguró bajo la presidencia de Grau San Martín y con la mayoría “oposicionista” señalada. Sin embargo, pronto se vio que los “oposicionistas” estaban en plan fabiano, adoptando una actitud de extrema conciliación hacia los machadistas miembros de la Asamblea. Esto llegó a su clímax cuando un miembro del PRC, desde su escaño de constituyente, hizo la defensa y panegírico del tristemente célebre Orestes Ferrara, consejero íntimo de Machado, que habiendo sido electo delegado a la Asamblea temía concurrir a la misma. Detrás de este orador, abundaron sobre el tema, los líderes del ABC y del PDR, siendo finalmente recibido en el seno de la Asamblea el responsable de una de las épocas más negras de la historia cubana.

La Asamblea Constituyente se ha desenvuelto a un ritmo extremadamente lento e intrascendente. En medio de este proceso, Batista ha logrado una gran jugada política: atrajo a Menocal a su lado y ahora, bajo el marbete de “Coalición Socialista-Democrática”, tenemos, bajo la presidencia de Batista, comiendo en el mismo plato, a los stalinistas y a Menocal, a quien Blas Roca, hacía sólo unos días, había prometido escupir las barbas.

Hasta la fecha en que escribimos estas notas, aún no ha sido presentado al pleno de la Asamblea el proyecto de Constitución elaborado por las distintas comisiones; pero podemos augurar que el resultado final será decepcionante para el pueblo: la gran mayoría de la Asamblea está ahora bajo el control de Batista, que representa las fuerzas e intereses del imperialismo, y toda su decisión estará condicionada por esta característica. El Pacto Batista Menocal, cuyo panegírico ha hecho Blas Roca en un folleto especial, tiene toda la aprobación del Departamento de Estado yanqui.

Las elecciones generales están señaladas para el 14 de julio próximo. Hasta la fecha, los partidos PRC, ABC y AR llevan como candidato presidencial a Grau San Martín2. Las posibilidades en cada lado son aún difíciles de precisar. Sin embargo, Batista tiene a su favor el aparato del Gobierno (Congreso, burocracia, gobiernos provinciales y municipales, el ejército y la policía, que difícilmente permanecerán neutrales), recursos económicos ilimitados, la presión sobre los sindicatos a través de sus lacayos stalinistas y un mayor dominio sobre las pandillas que lo apoyan.

Grau, por otra parte, afronta una grave crisis interna en su partido, por cuestión de aspiraciones personales; y sus asociados del ABC y de AR sacan ventajas de la situación. En tanto, el pueblo se muestra desorientado, pero no hay duda de que los próximos meses señalarán un definitivo realineamiento en las fuerzas que actúan en el tablero político cubano y que las masas trabajadoras, derivando la experiencia de todo el proceso, darán el paso firme hacia una política propia, fuera de las tutelas corrompidas del stalinismo y de los partidos pequeñoburgueses.

Notas

1. Artículo publicado en Clave Nro. 8/9, segunda época, pág. 220. abril-mayo de 1940. Sin Firma.
2. Nota de la Revista Clave: Después de esta nota, Grau ha renunciado a su candidatura. La situación es indecisa. Él se da cuenta de que está haciendo el juego a Batista; y no puede remediarlo porque al programa reaccionario de éste, sólo opone él el “programismo” pequeño-burgués.

http://www.ceip.org.ar/160307/index.php?option=com_content&task=view&id=411&Itemid=39