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Nombre: Alforja Calasanz
Ubicación: Valencia, Malvarrosa, Spain

lunes, julio 31, 2006

P. Juan Francisco Pobo Mazón (1918 - 2005)


En memória del
Padre Juan Francisco Pobo Mazón
del Sagrado Corazón de Jesús (1918-2005)
de la Provincia de Valencia
José Julio Mínguez Tortajada, Escolapio


El P. Juan Francisco Pobo era persona poco habladora y pensaba con calma lo que decía. Austero y fuerte, como el paisaje de Celadas (Teruel), el pueblecito que lo vio nacer el día 10 de julio de 1918: una extensa llanura de secano, sin árboles, sobria y adusta, que permite la ganadería y el cultivo de cereales al finalizar los fríos de los prolongados inviernos.

Éstos fueron los recursos económicos de la familia Pobo Mazón, D. Sebastián y su esposa María Antonia, que falleció muy pronto, cuando su primogénito, Juan Francisco, tenía pocos meses. D. Sebastián, en segundas nupcias, tuvo cuatro hijos más.

Todos asistieron a las Escuelas Municipales del Pueblo. Su competente maestro D. Luciano, al que guardaba especial cariño, descubrió enseguida su facilidad para el dibujo y la pintura. Afición que compaginaba con su acción educativa y sacerdotal.

Al niño Juan Francisco le llamaba la atención la presencia de tres religiosos escolapios de sotana negra que permanecían en el pueblo durante las vacaciones del verano: P. Pompilio Marco, su hermano Anacleto y el P. Andrés Clemente.

Los tres, hijos de Celadas.

El niño fue conociendo quiénes eran los Escolapios. A los 12 años manifestó su deseo de ser sacerdote y maestro como ellos. Su familia estuvo de acuerdo y le dejó ir al Seminario Menor, situado en la Masía del Pilar de Godelleta (Valencia).

Su maestro, el P. Pascual Juan, se mostró muy satisfecho de su primer período de formación y Juan Francisco vistió la sotana escolapia el 22 de Agosto de 1933.

Transcurrido un año de noviciado, con varios compañeros más, hizo sus votos simples, el ingreso temporal en la Orden de las Escuelas Pías.

Seguidamente inició sus estudios sacerdotales en el Seminario de Irache (Navarra).

En 1936 estalló la Guerra Civil Española. Las quintas de los seminaristas, como las demás, fueron siendo llamadas para incorporarse al ejército nacional. En octubre de 1938 le tocó la suya.

Después de acelerados y mínimos entrenamientos militares se estrenó en el frente de Teruel. Hizo vida de soldado en una trinchera de Javalambre, pasó mucho frío durante los casi dos años que duró la milicia. Manejó su fusil como cualquier soldado en varias escaramuzas, sin lamentar ningún percance.

Finalizada la guerra recibió el título de excombatiente.

Poco después se incorporó nuevamente a los estudios sacerdotales en Irache, que finalizó en 1941.

Fue admitido a la profesión solemne, como escolapio, en Valencia, el 25 de enero de 1942. Algo después, se ordenó de Subdiácono y el 4 de julio, de sacerdote.

Cantó su primera misa en Celadas con gran alegría de su familia y de todos sus paisanos.

Su primer campo de trabajo docente fue nuestro colegio de Castellón, con niños de Primaria. Unos años después los Superiores lo destinaron a nuestro colegio de Albacete, donde siguió dando clase a los niños de Primaria. Tuvo también el cargo de Ecónomo de la Comunidad.

En 1960, desde Albacete, un gran salto: paso del Océano Atlántico con destino a Nicaragua, Centroamérica. Conoció el clima tropical con el calor y las lluvias de León Santiago de los Caballeros. Le deslumbraba el verdor leonés.

Ahora podía dedicar casi todos los fines de semana a la pintura al óleo que apenas había podido practicar. León tiene paisajes muy bellos en tierra firme y en sus playas, con sus laberínticos esteros.

Compartía su afición pictórica con el compañero escolapio que escribe. Cada sábado, caballete, caja de pinturas ... y a buscar la vista que más nos gustaba.

Sólo podíamos contar con los fines de semana de noviembre a mayo, porque el resto llueve casi todos los días.

El P. Pobo dio clases de Química, Literatura y Geografía en la Secundaria del Colegio San Ramón de León y fue también Secretario de Estudios. Dominaba la máquina de escribir, entonces pieza clave para las oficinas.

Inició el estudio de Ciencias de la Educación en la Universidad de Managua. De León pasó a la capital y siguió impartiendo las mismas clases. Además le permitió matricularse en la Escuela Americana de Inglés.

Tanto él como el P. Ricardo Sánchez mostraron su deseo de pasar las vacaciones en nuestro Colegio de Devon (EEUU) para practicar el inglés y obtuvieron el permiso de los superiores.

En algunas otras vacaciones, nos dice el P. Pobo: “hemos ido a misionar a pueblecitos de la selva”: los Trapichitos, Mina de la India, la Cruz (frontera con Costa Rica), Condega (frontera con Honduras) ...

Interrumpió los estudios de Ciencias de la Educación en Managua y los siguió en Santo Domingo (República Dominicana). El 7 de agosto de 1963 se doctoró summa cum laude en la Universidad de Santo Domingo.

Poco después fue nombrado Superior del recién fundado Colegio Calasanz de San José de Costa Rica. Renunció después de unos meses. Humildemente estaba convencido de “que no era lo suyo”.

Regresó a Nicaragua y fue Procurador y Vicerrector del Colegio de Managua.

Volvió a ser profesor de Química, Geografía e Inglés en Secundaria.

El 9 de diciembre de 1968 regresó a España. Fue destinado al Colegio de San Joaquín de Valencia y, dos años después, a Castellón, donde tendrá una estancia prolongada. Fue Secretario de la Comunidad y del Colegio; Profesor de Lengua Española y Geografía Universal de 2º de Bachillerato, Ciencias Sociales de 6º y
Plástica de 6º y 7º.

Impartió Catecismo en los 1º, 2 y 4º grados. Fue el encargado de la Biblioteca Escolar y daba clases de repaso a los niños atrasados de 4º.

Durante bastantes años fue Capellán de las Religiosas Siervas de Jesús.

Participó en las celebraciones penitenciales de los alumnos y otors servicios pastorales.

Escribe el mismo P. Pobo: “leo mucho de temas religiosos: Sagrada Escritura, Ascética y Hagiografía Religiosa. Soy asiduo a las lecturas inglesas, sobre todo de Geografía. Recibo la revista National Geographic desde hace muchos años”.

Montó su pequeño taller de pintura en una habitación de la Comunidad. Creció su dedicación y el número de cuadros. Cultivó la pintura figurativa, logró buen dibujo, logrados celajes y una cromática realista. Abundaron los temas paisajísticos y algunos excelentes bodegones.

Presentó su primera exposición en una sala del Ayuntamiento y algo después otra en la Sala Abadía. Eran 36 cuadros con fines benéficos. La crítica en el periódico “Mediterráneo” (21-IV-1983) dice: “su temario es muy variado: flores, panorámicas urbanas, marinas, casas de campo, etc. Admiramos su sensibilidad, el amor en su empeño, el cromatismo y una luminosidad muy conseguida”. No se trata de un pintor profesional, pero con su pintura ingenua, de pinceladas relamidas, consigue obras muy buenas.

El 29 de noviembre de 1985 sufrió un infarto y estuvo ingresado en la Casa de la Salud hasta el 23 de diciembre. Respondió bien al tratamiento; tanto que se animó a reanudar sus largos paseos, pero por prescripción médica redujo su actividad en el Colegio y se centró en la catequesis de los pequeños de 5 años.

Se realizó un encuentro entrañable. El espíritu sencillo del P. Pobo, amante de los niños, reflejado en su pintura, descubre un campo calasancio encantador. Su pintura ingenua se encuentra con los niños pequeños Cobra sencillez y colorido en las gráficas de su amigo Jesús, de su Madre María y del gran amigo de Jesús y nuestro, San José de Calasanz.

En el curso 93-94 es nombrado Vicerrector, pero sigue su deterioro físico. El 8 de Enero de 2005 fue trasladado a la Residencia de la Malvarrosa falleciendo de una embolia pulmonar el 7 de marzo.

Al día siguiente a las 11.30 celebramos el funeral en nuestra iglesia de San Joaquín. Numerosos escolapios, familiares, amigos, profesores ... un buen grupo de Castellón lo acompañó hasta el panteón del Cementerio General.

Con el P. Santiago Navarrete, rector de Castellón, queremos hacer constar que “los niños pequeños lo recordarán con cariño, como su padre y su abuelito”. ¡Cómo lo querían!.

“De los que son como éstos es el Reino de los cielos” (Mt. 19, 14 b). ¡Qué cielo tan calasancio!

José Julio Mínguez Tortajada, Escolapio

José de Calasanz, Padre de la Escuela Pública Europea - Juan Yzuel

JOSÉ DE CALASANZ
Maestro cristiano, padre de la escuela pública europea

Juan Yzuel Sanz
Director del ICCE
Instituto Calasanz de Ciencias de la Educación


En este pasado mes de noviembre se cumplieron los 400 años de la apertura en Roma de la primera «escuela pía», fruto de la visión y generosidad de José de Calasanz. El 27 de noviembre, fecha en la que recordamos la proclamación de este santo como «patrono universal de todas las escuelas populares» por el Papa Pío XII en 1948, y que hasta principios de los ochenta fue celebrada tradicionalmente en toda España como el «Día del Maestro», por ser San José de Calasanz también patrono de todo el magisterio español, es un buen momento para reflexionar sobre las implicaciones de este aniversario en el mundo educativo español y europeo y lo que este hombre significa para todos los educadores cristianos y profesores de Religión.

Este cuarto centenario ha pasado casi desapercibido para los organismos políticos y culturales españoles. La iniciativa más elevada ha sido, quizá, la del Justicia de Aragón, que el próximo 20 de diciembre entregará a los Escolapios la medalla a los Derechos Humanos, condecoración que viene a remarcar la enorme importancia de la obra de Calasanz y de sus hijos.

Los escolapios en España

La presencia de los escolapios en España se remonta a finales del siglo XVII y su impacto histórico y cultural en nuestro país ha sido enorme. Los escolapios fueron la primera Orden religiosa en la Iglesia –y en España– dedicada exclusivamente a la enseñanza. Garantizaron la enseñanza de varias generaciones de niños pobres de toda España dos siglos antes de que el Estado hiciera obligatoria y gratuita la enseñanza primaria.

De hecho, los escolapios fundaban sus colegios de acuerdo con el ayuntamiento y el obispado de la zona, que se comprometían a garantizar el sustento de los religiosos a cambio de que estos dieran enseñanza gratuita a los niños. Estos religiosos, llamados oficialmente «Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías» hacían voto de «suma pobreza» para poder aguantar los rigores de una existencia muy austera, a veces sólo apoyada en las limosnas y los frutos del trabajo de las tierras que los ayuntamientos cedían a la comunidad para su sustento. La Orden ha llegado a tener, durante estos tres siglos, más de 250 colegios en toda España.

En la actualidad, aparte de los colegios de las congregaciones femeninas afines (Escolapias y Calasancias), mantiene más de un centenar de obras que incluyen colegios, parroquias, centros juveniles, casas de acogida e instituciones especializadas en la pedagogía y la pastoral juvenil.

La Orden cuenta en España con una historia rica en «recursos humanos», tanto entre sus religiosos como entre sus antiguos alumnos. Los escolapios españoles, dedicados a las humildes labores de la escuela, no han brillado como otras congregaciones en la Teología, la cura de almas, la predicación o las grandes empresas misioneras, pero no por ello han estado faltos de grandes maestros en las todas las ciencias humanas y divinas.

Donde han hecho una labor excelente ha sido en la escuela y en su atención a la educación de los pobres. Entre los antiguos alumnos escolapios españoles en contraríamos, sobre todo, millones de niños anónimos de todas las clases sociales, pero hay también una pléyade de grandes figuras cuyos nombres sería difícil de enumerar completamente aquí:

varios premios Nobel (Ramón y Cajal, Aleixandre, Cela), personajes históricos y políticos de todas las tendencias (Blas Infante, Companys, Largo Caballero, Dato, Sanjurjo, Azaña, Figueras, Pi y Margall, varios reyes Borbones, Palafox...); arquitectos y artistas plásticos (Gaudí, Bayeu, Goya, Miró, Benlliure, Segrelles, Rosales, Mingote...); escritores (Larra, Azorín, Bretón de los Herreros, Camón Aznar, Caro Baroja, Casares, Ramón de la Cruz, Díaz Plaja, Dicenta, Guimerá, Jardiel Poncela, Nadal, Rosales, Sender, Cernuda, León Felipe, Blasco Ibáñez...); personalidades eclesiásticas (Pedro Arrupe, Escrivá de Balaguer, Capmany, Javier Osés y otra docena de obispos españoles actuales, varios fundadores de congregaciones españolas, y decenas de mártires beatificados de la guerra civil); y, finalmente, un sinnúmero de figuras de nuestros días en todas las áreas humanas (deportistas, músicos, cantantes, empresarios, políticos, etc.). Nombrarlos ahora sería caer en el peligro del agravio comparativo por omisión.

El problema del desconocimiento de la figura de Calasanz

Si la historia escolapia está llena de luz, la persona histórica de Calasanz está marcada, más bien, por la marginación y el olvido. En este aspecto cabe destacar un largo artículo que la UNESCO publicó en su revista Perspectivas el mes de junio de 1997. Su autor, Josep Domènech i Mira, nos dice que, mientras la historia ha hecho una merecida justicia a Comenio (obispo luterano checo, posterior a Calasanz, cuyo nombre está actualmente asociado a un programa de investigación educativa de la Unión Europea, el Programa Comenius, dentro del Programa Sócrates), «no ha sido tan justa con Calasanz, quien, si bien ha tenido en ciertos momentos gran prestigio en España, en Italia o en Europa central, ha sido víctima de un cierto olvido a escala internacional, como demuestra la escasa atención que le han dedicado muchas historias de la educación». ¿A qué se debe este desconocimiento internacional?.

El autor nos da unas pistas: la excesiva exaltación de su santidad por sus biógrafos; el que se haya resaltado su dimensión religiosa en detrimento de la pedagógica; y el que Calasanz haya dejado pocos documentos escritos de carácter sistemático. De hecho Calasanz escribió muchísimo, pero, frente a Comenio, que fue un teórico de la educación, Calasanz fue sobre todo un hombre de escuela, preocupado más por dar respuesta a problemas prácticos y organizativos que a escribir grandes tratados.

La de Calasanz fue una vida larga, hermosa, digna de figurar en cualquier buena biblioteca, y mucho más en la de un educador. Nació en Peralta de la Sal (Huesca) en 1557. Era el hijo varón menor de María Gastón y Pedro Calasanz, un infanzón (miembro de la baja nobleza aragonesa) con el oficio de herrero, que fue también, por varios años, alcalde del pueblo. Estudió en Estadilla la primera instrucción, y luego en los centros universitarios de Lérida, Valencia y Alcalá. Ordenado sacerdote en 1583, ejerció su ministerio en las diócesis de Barbastro y Seo de Urgell. A los 35 años marchó a Roma en busca de mejores posiciones eclesiásticas pero sufrió allí lo que hoy llamaríamos una «crisis de identidad» de la mitad de la vida y, encontrando algo más hermoso por lo que vivir y luchar, comenzó en 1597 en el barrio marginal del Trastévere la primera escuela popular y gratuita de Europa. Esta opción fue tan radical que cuando luego se le ofrezca una plaza de canónigo en Sevilla o en Zaragoza, responderá: «He encontrado en Roma mejor modo de servir a Dios ayudando a estos pobres muchachos: no lo dejaré por nada del mundo». Más tarde rechazará el convertirse en arzobispo y el capelo cardenalicio. Posteriormente, en 1617, fundó la Órden de las Escuelas Pías para garantizar el compromiso y la estabilidad de los maestros que necesitaba para sus colegios, que por aquel entonces contaban en Roma con más de dos mil alumnos y empezaban a extenderse a otras ciudades. Hasta su muerte en 1648, a la edad de 91 años, dedicó todas sus energías a extender su obra por varios países y a protegerla de las calumnias e intrigas de quienes defendían la ignorancia del pueblo como base de la «paz social».

La exagerada exaltación de la santidad de Calasanz en sus hagiógrafos fue debida precisamente a los graves problemas que sus seguidores encontraron para defender su proceso de canonización. No fue fácil demostrar ante los tribunales eclesiásticos sus virtudes heroicas debido, en gran parte, a la fuerza y el equilibrio de la personalidad de Calasanz. Fue un gran santo, con una vida interior intensa y un gran amor a Dios y los más pobres y pequeños, pero fue ante todo un gran ser humano, complejo y rico de matices, que supo combinar su obediencia al Papa, aún en las decisiones pontificias que deshicieron su obra, con una gran libertad de espíritu, una impresionante creatividad y un gran respeto y amistad por Galileo y Campanella, ambos sabios perseguidos por la Inquisición, institución que llegó a apresar brevemente a Calasanz en los últimos años de su vida. Este hecho, y el que el Papa desmantelara la Orden unos años antes de la muerte del Fundador, provocó graves dificultades en su proceso de canonización. No es de extrañar, pues, la gran necesidad de sus defensores de exaltar su figura y acentuar ante todo los rasgos religiosos y piadosos de su testamento vital. Al final todo esto, de alguna manera, ha jugado en contra del reconocimiento público e internacional de Calasanz. Una serie de biografías poco críticas y demasiado hagiográficas, junto a una lectura prejuiciada, ha llevado a muchos historiadores de la educación de los países de religión protestante a no subrayar su figura o, a lo más, a considerarlo como un miembro más del movimiento postridentino de la «contrarreforma». Por otra parte, aunque los escolapios están hoy en día en treinta países de cuatro continentes y echaron rápidamente raíces en Italia, Europa Central (Austria, Hungría, Eslovaquia, Polonia, Rumanía...) y España, tardaron en abrir fundaciones en América, y no se extendieron por Inglaterra, Francia, los Países Bajos ni Alemania, países de mayor riqueza e influencia cultural, por lo que la persona de Calasanz pasó desapercibida para las universidades de estos países.

Este desconocimiento no se circunscribe al mundo académico y afecta también, curiosamente, a la Iglesia. Esto se debe en parte a la falta de expansión de los escolapios, y a que éstos no siempre han tenido suficiente interés por promocionar a su fundador. Sólo en las últimas cuatro décadas es cuando vemos en las Escuelas Pías un resurgir de la figura del Fundador, con buenas biografías escritas por escolapios (Santha, Bau, Cueva, Giner, López...) y libros dedicados a su pensamiento espiritual, pastoral y pedagógico. Quizá por la desidia de sus propios hijos, la Iglesia Universal no ha concedido al recuerdo de Calasanz, verdadero «Doctor» de la Iglesia en pedagogía, más que el rango de memoria libre, aspecto que permite a los sacerdotes y religiosos el decidir si quieren o no celebrar la festividad de un santo generalmente poco conocido. Por si fuera poco, esta fiesta litúrgica de San José de Calasanz, que se celebra en el aniversario de su muerte, el 25 de agosto, es compartida por San Luis, rey de Francia, que por orden cronológico aparece primero en los breviarios y misales, lo que provoca que muchos religiosos y sacerdotes del mundo entero no hayan nunca leído nada del padre de la escuela popular y gratuita. Cada iglesia local, por otra parte, ha ido embelleciendo su historia con la aparición paulatina de grandes santos nacionales dedicados a la educación. La iglesia francesa cuenta con la figura de San Juan Bautista de la Salle, fundador, unas décadas después de Calasanz, de los Hermanos de La Salle. La iglesia italiana alaba al Señor por San Juan Bosco, casi contemporáneo nuestro. Por todo ello no es difícil encontrar hoy en día a católicos de muchos países que nunca han oído hablar de Calasanz.

Reivindicar la figura de Calasanz

Como educadores cristianos y españoles es necesario que nos replanteemos la reivindicación de la figura de Calasanz. Hacer esto, pienso que no debiera ser por una simple nostalgia histórica o por orgullo nacional, sino por la permanente actualidad de su mensaje y por la inspiración que puede seguir dando a futuras generaciones de maestros, profesores y catequistas.

Calasanz fue un adelantado de sus tiempos en muchos campos. Fue el verdadero creador de la primera escuela pública del mundo. Hizo una firme opción por la gratuidad de la enseñanza para que los pobres fueran educados, exigiendo para ello a sí mismo y a los escolapios una vida austera. Defendió la enseñanza en las lenguas vernáculas. En plena contrarreforma, acogió a niños luteranos y judíos en sus aulas de Centroeuropa, garantizando a los padres el respeto a sus creencias, y hasta recibió peticiones de abrir escuelas entre los turcos, que no pudo atender por falta de personal. Sistematizó la graduación de la enseñanza en niveles y ciclos. En plena época barroca subrayó la gran importancia del estudio de las matemáticas y las ciencias, hasta el punto de enviar a sus religiosos a estudiar con Galileo. Inició un método preventivo en el uso de la disciplina y el castigo, que él pensaba que debía utilizarse poco y servir más para ayudar a un cambio que para penalizar una falta. Finalmente, subrayó la importancia de una sólida formación moral y cristiana para los niños «desde la más tierna infancia».

El lema de la escuela calasancia se resume en dos palabras acuñadas por el mismo fundador: «Piedad y Letras». Para Calasanz era impensable una educación «sin alma», una pura instrucción en contenidos que no trajera consigo una mejora de la persona y de la sociedad. Las «letras» garantizaban a los niños pobres de Roma la posibilidad de encontrar un empleo digno y honrado; la «piedad» les ayudaba a saberse hijos de Dios y a vivir como tales. En su espiritualidad destacará siempre la importancia de la Virgen, a quien Calasanz encomendará el cuidado de los niños y de la Orden.

Calasanz mismo, al tomar el nombre de religioso en su profesión, se llamará a sí mismo «José de la Madre de Dios». Para incrementar su devoción escribió una sencilla oración llamada «La Corona de las Doce Estrellas», alabanza bíblica a la Trinidad por lo que ha hecho en María.

Recomendará siempre que los niños sean instruidos no sólo en el catecismo, sino en la oración mental y la práctica asidua de los sacramentos. Cuando Calasanz ya no podía celebrar misa, en los últimos días de su vida, bajaba a recibir la comunión junto con los niños de su colegio de San Pantaleo. Goya pintará más tarde esta escena y nos regalará así lo que se ha calificado como «una de las obras cumbres de la expresión religiosa en el arte».

Su mensaje pedagógico y su visión siguen siendo motivo de reflexión e inspiración para todos los educadores de hoy, enfrentados a los enormes retos, oportunidades y peligros del final del milenio: la multiculturalidad, la ausencia de un proyecto integral de persona, el trabajo por la igualdad de oportunidades frente al elitismo que pueden generar las nuevas tecnologías y el abandono y la falta de escolarización de decenas de millones de niños del Tercer Mundo, que no pueden aprender ni los rudimentos de la instrucción.

Recuperar a Calasanz y su mensaje para la Historia y para Europa no será una simple tarea de historiadores y pedagogos, sino el fruto de la acción coordinada de las instituciones políticas y culturales españolas. Muy acertado el gesto del Justicia de Aragón. Ojalá sea imitado. Se podría empezar, por ejemplo, volviendo a dejar el 27 de noviembre fijo como «Día de la Educación» en España, tal como lo fue por muchas décadas. Y se podría continuar presentando a las autoridades europeas la propuesta de un «Proyecto Calasanz» dentro del Programa Sócrates que se dedicara, sobre todo, a la potenciación de las escuelas más pobres y marginadas de Europa y los países del Sur.

Por último, una sugerencia para tutores y profesores de Enseñanza Religiosa en la Escuela: el libro de Severino Giner titulado San José de Calasanz (Biblioteca de Autores Cristianos-Editorial Católica, Madrid, 1993) resulta muy interesante para ampliar el conocimiento del patrono de todas las escuelas. Esto puede darnos pie a preparar una unidad didáctica sobre Calasanz con elementos que afectan a varias disciplinas (Historia, Geografía, Religión, Lengua) y a varios contenidos transversales: la educación para la paz, la educación moral y cívica.

Siguiendo la tradición calasancia de usar la «pedagogía del héroe» para motivar la búsqueda de los grandes ideales en los niños, la figura de Calasanz puede dar también pie a reflexionar sobre muchas virtudes evangélicas: la humildad, la generosidad, la paciencia, la obediencia...

Es una persona que encarna profundamente la vivencia de las palabras de Jesús: «Dejad que los niños se acerquen a Mí y no se lo impidáis, pues de los que son como ellos es el Reino», y puede ser motivo de una charla para padres y madres de alumnos alrededor del «Día de la educación» o «Día del Maestro».

Finalmente, apunto esta oración de su fiesta litúrgica, muy apta para todos los maestros, sobre todo en estos tiempos difíciles donde tanta «caridad y paciencia» se necesitan en la escuela:

Señor, Dios nuestro, que has enriquecido a San José de Calasanz con la caridad y la paciencia, para que pudiera entregarse sin descanso a la formación humana y cristiana de los niños; concédenos, te rogamos, imitar en su servicio a la verdad al que veneramos hoy como maestro de sabiduría. Amén.

viernes, julio 28, 2006

Victorias Inútiles - José Antonio - 11, I, 1934

11 de enero de 1934
Victorias inútiles
José Antonio Primo de Rivera
Falane Española, núm 2.


Hace varias tardes, durante la sesión necrológica en recuerdo del señor Maciá, hubo un momento -ya lo sabe todo el mundo- en que al grito de «¡Viva la República!», se pusieron en pie frenéticamente dos terceras partes de los diputados. No lo gritaban en respuesta a ninguna provocación: nadie había proferido expresión alguna contra el régimen; simplemente de un bando de la derecha había salido un «¡Viva España!», que por poco produce un ataque epiléptico al señor ministro de Hacienda. El señor ministro de Hacienda abrió un portillo en el pupitre que separa al hemiciclo del banco azul, avanzó por ese portillo hacia la mesa donde los taquígrafos trabajan y prorrumpió en vítores al régimen. En seguida, como almacén de combustibles al que se pone fuego, todos los republicanos, los socialistas, la esquerra, el señor Gordón Ordax, todos, todos, se entregaron al frenesí republicano: «Viva la República! ¡Viva la República! ¡Viva la República!».

Lo gritaban de modo amenazador, lanzando sobre los bancos donde se sientan los agrarios, Acción Popular, los monárquicos, tradicionalistas, miradas al mismo tiempo sarcásticas y retadoras; en tanto que de lado a lado del salón, de socialistas a radicales, se tendían de nuevo, como hace dos años, voces y ademanes de camaradería.

Nota saliente del espectáculo fue la desaparición de las derechas. Ante aquellos doscientos energúmenos rugientes, los diputados de las derechas, quietos en sus escaños, desaparecieron como una playa bajo el pleamar. Allí ya no había sensiblemente, C.E.D.A., Renovación, ni nada que no fuese, con la alegría agresiva de las primeras horas, la conjunción del 14 de abril.

Y uno se preguntaba: ¿Pero no han triunfado en las elecciones las derechas? ¿No es el señor Gil Robles quien acaudilla el grupo más numeroso de la Cámara? ¡Sí, sí! A quien en aquel momento le hubieran hablado como de cosa inimaginable de un Gobierno del señor Gil Robles, hubiera pensado que le contaban cuentos de fantasmas. La Cámara, hirviente, rugiente, se presentaba al mismo tiempo como fiera, dispuesta a devorar al señor Gil Robles y a los suyos, y como avanzada de otro ejército de fieras preparado en la calle para armar la primera zalabarda del siglo en cuanto las derechas se hicieran con el mando.

Cuando el 12 de abril de 1931 ganó la conjunción republicanosocialista las elecciones municipales, se adueñaron sus jefes, sin más, de los Ministerios e implantaron la República. En cambio, ahora, después del 19 de noviembre de 1933, las derechas no sólo no han sido capaces de incautarse del Poder, sino que ni siquiera se hubieran arriesgado a aceptarlo de las manos idóneas; ni, lo que es menos todavía, se aventuran a ser muy exigentes en el cumplimiento de su programa mínimo electoral: sirva de ejemplo la amnistía.

¿Por qué esa diferencia entre el 1931 y el 1933? Sencillamente, porque la victoria de 1931 fue una victoria revolucionaria y esta de ahora ha sido una victoria electoral. Detrás de los caudillos del 31 había unas masas pujantes, enardecidas con el mito de la forma nueva. Detrás de los caudillos del 33 hay unas maravillosas organizaciones sufragistas, con oficinas a la moderna, ficheros minuciosos y censos ilustrados; hay, también, unas admirables mujeres que han desdeñado burlas y amenazas por cumplir con su deber electoral; pero no hay una fe ardiente ni masas resueltas.

Los que han contribuido al triunfo electoral derechista pueden dividirse en dos grupos: uno formado por los que votaron en favor del renacimiento de antiguas costumbres; los que añoraban los buenos tiempos de los jornales míseros, de las grandes tierras destinadas al ocio de sus dueños y de los cacicatos de horca y cuchillo, y otro grupo formado por los que quisieron votar contra la disolución de España, contra la impiedad y la crueldad del bienio azañista, contra nuestra colonización por las logias y la Internacional de Amsterdam.

El primer grupo no sólo no nos interesa nada, sino que deseamos con todo fervor, con tanto fervor como los más irreducibles revolucionarios de izquierda, verlo raído del mundo.

Pero las gentes del segundo grupo, a las buenas gentes nacionales que esperaron detener una revolución antiespañola con papelitos en urna, tenemos que decirles: para ganar unas elecciones basta poco más que con señoras y ficheros; pero para ganar un pueblo se necesita más que un cómodo ademán de repulsa; hay que tener una fe, una alegría y una fuerza. Sin ellas -que han de ser puras, sin disimulo ni falsificación- las victorias electorales no sirven para más que para deparar a unos cuantos señores el privilegio de viajar de balde mientras las Cortes duran.

Cruz y Raya - Pío Baroja - 15, XI, 1933

Conferencia en el Ateneo de San Sebastián
Pío Baroja
Cruz y Raya,


1
Si la sociedad puede sostenerse tensa con una idea racionalista y relativista, nadie lo sabe. Ya los rusos, como desconfiando de toda teoría relativista, convierten el comunismo en religión, a Lenin en profeta y hacen que la Dialéctica de Hegel, que no parece más que un juego de seminario laico, se considere algo de un rigor científico absoluto.

Por ahora, el monoideísmo y el espíritu sectario es lo que produce la acción; las gentes agnósticas, saturadas de relativismo y de libre examen, con pluralidad de ideas, viven entre dudas y vacilaciones.

No hay hombre de espíritu relativista y comprensivo capaz de ordenar las matanzas que ordenaron los Lenin, los Trotsky y los Zinovief en Rusia, ayudados por unos judíos descendientes, sin duda, del mal ladrón, a juzgar por sus intenciones. Tampoco manda una persona de buen sentido las estúpidas matanzas que se hicieron en España en Casas Viejas. Para eso hay que ser un fanático y un pedante, fruta que abunda entre los políticos rusos y entre los españoles.

2
Yo supongo que en España debe haber gente harta de tanta palabrería, de tanto aspaviento, de tanto gesto histriónico y de tanta vulgaridad como ha destilado siempre la política.

Dicen que nos debemos dividir en izquierdas, derechas y centro. Todo eso de izquierda, derecha y centro yo lo veo muy claro en los descansillos de las escaleras, pero en la vida no lo noto absolutamente en nada.

Supongo que tiene que haber personas que quieran trabajar en lo suyo con un poco de silencio y con cierto pudor. Si no las hay, peor para nosotros. Esto querrá decir que no servimos más que para charlatanes de plazuela.

3
Que el político hable de los aranceles y de los presupuestos está bien; ¿pero de su alma?, ¿para qué? Para eso ya están los poetas; los Byron, los Bécquer, los Verlaine, los Baudelaire.

El público español corriente parece que quiere dar como trozo lírico de algún valor el alegato chabacano del político que exhibe sus sentimientos, probablemente falsos, con una literatura de último orden.

La retórica, que ni siquiera es la buena, nos envenena. La frase histriónica, la metáfora usada y efectista quieren hacerla pasar por un producto intelectual y hasta práctico.

Esta retórica de tono mayor, de grandes brochazos, de lugares comunes solemnes, esconde todos los gérmenes de porvenir, si es que los hay en España.

jueves, julio 27, 2006

El Cristo de Calasanz. El Cristo de Chinchachoma

REFLEXIÓN
P. Adolfo García - Durán

INTRODUCCIÓN

Estamos aquí en presencia de Dios … sintámoslo…- el P. Chinchoma nos diría: decidle cosas bonitas: Bueno, Bello, Papá, Inmenso, Amor…

Ante Dios empezamos un Capítulo, un xairós, un tiempo de Gracia en que Él, Dios, visita a la Orden

Sintámosle y estemos atentos.

Calasanz nos dice:

La voz de Dios es voz de espíritu que va y viene, toca el corazón y pasa, y no se sabe de donde venga o cuando inspire, por lo que importa muchísimo estar siempre en observación para que no venga al improviso y pase sin fruto" (C.131).
Pero este Dios no es el Dios de la Religión, a quien debemos sacrificarle cosas, al que pretendemos darle algo. Sino el Dios cristiano de la Fe, el Dios Amor, el Dios Don, el Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, a quien no podemos darle nada, sino del que recibimos todo.

Me explico:

Diferencia entre Religión y Fe

La Religión:
es el hombre que busca a Dios, su gran preocupación es Dios. Las imágenes que se hace de Dios, son a medida del hombre. Dios es lo más importante y a Él hay que sacrificárselo todo; a Dios se sacrifica el hombre. La relación con Dios es más bien de temor. DIOS ES EL GRANDE.
La Fe:
en cambio es la respuesta del hombre a Dios que se manifiesta. Es Dios quien busca al hombre. La gran sorpresa del hombre es que Dios está por él. El Dios de la Fe es inimaginable, fuera de toda concepción humana. Para el hombre de fe la gran preocupación: es el hombre.
"Si, pues llevas tu ofrenda al altar, y allí recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano; y luego vuelve y presenta tu ofrenda" (Mt. 5, 23 - 24).

“No está hecho el hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre”.

Y así podríamos citar aquí muchos textos, pero no es el lugar.

La imagen del Dios cristiano es Jesucristo, "el hijo del hombre". Dios se hace hombre y nos revela su misterio de Amor: Dios es Amor, Familia -Padre, Hijo y Espíritu Santo- el totalmente "OTRO", a quien no hemos de darle nada para que nos ame, el que nos lo da todo con su Hijo. Al hacerse hombre DIOS SE HACE EL PEQUEÑO, EL ÚLTIMO.

Por lo tanto estemos ante Dios sintiéndonos amados por Él y enviados a procurar el bien de los hombres, sobre todo de los que tenemos encomendados. En ellos hemos de pensar sobre todo en nuestro trabajo Capitular.

Calasanz con su claridad de ideas nos lo dejó como lema: “Para alabanza de Dios y utilidad del Prójimo”

El Instrumentum laboris:
    Ante ese Dios que ama al hombre y nos envía al hombre sentimos su invitación de Amor, a -para el bien de los hombres- renovarnos, refundarnos, serle fieles en las 4 fidelidades:

    • Fidelidad ante todo a Cristo y al Evangelio.

    • Fidelidad a la Iglesia y a su misión en el mundo.

    • Fidelidad a la vida consagrada y al carisma propio del instituto.


Fidelidad al hombre y a nuestro tiempo..Para esto se nos ofrece un “Instrumentum laboris” que quiere iluminar y fundamentar todo nuestro trabajo Capitular.

Repasemos en primer lugar lo que nos dice y nos propone: “Vestidos solamente de evangelio y sandalias”:

Y empecemos por el título:

Como el vino generoso necesita una botella o recipiente, y lo importante no es la botella sino el vino, aquí vamos a hablar del espíritu (el vino generoso) que en tiempos de Calasanz tomó la forma de Suma Pobreza, mendicidad, etc. y hoy ha de tomar la forma que corresponda a los tiempos y que toca a Uds. encontrar y determinar

Pero el vino, el espíritu, ha de seguir siendo el buen vino, el buen espíritu de Calasanz.

Fidelidad a Cristo y a su Evangelio:

La frase “Vestidos solamente de evangelio y sandalias” nos habla y nos pide fidelidad a Cristo y a su Evangelio

Pero ¿qué Cristo? Ciertamente el Cristo que siguió Calasanz, el Cristo que él encontró en el evangelio.

Parémonos, por tanto, a recordar el Cristo que seguía Calasanz.
El Cristo de Calasanz.

El P. Chinchachoma tiene un librito impresionante que se llama “El Cristo del Chinchachoma”. Es conocida la anécdota del Cardenal que le dijo después de pasarse la noche leyéndolo:
“Padre, hace tantos años que soy sacerdote, soy Cardenal de la Iglesia Católica y he de confesarle que hasta ahora no había conocido a Cristo”
Permítanme leerles aquí un capítulo:

Capítulo IX

CRISTO EL ÚLTIMO

Lo dice la Palabra, lo anunció Isaías: “Soy un gusano y no un hombre”. Todo el mundo se burla… Lo dijo Pablo: siendo de condición divina se anonadó a sí mismo y tomó condición de esclavo.

Lo intuyó Pedro, cuando el Cristo quiso lavarle los pies y lo aceptó ante la amenaza del Cristo de no tener parte con Él.

Jesús el último.
Como que el Padre Eterno, el Hijo y el Espíritu quisieron manifestar su amor al último de los hombres, a cada ser humano, por eso el Hijo al hacerse Cristo descendió y fue el último de todos, para poder anunciar al último de los hombres que Dios lo amaba a él.

Jesús el último.
Por eso lo anunció. “Lo que hagan a uno de los más pequeños me lo hacen a mí”.

Mi Cristo, el Cristo mío es el último de todos.

Me gusta por ello buscarlo en los últimos lugares. Reconocerlo, servirlo en el último humano y encontrarme con Él.

En un templo pregunto a la gente:

¨¿Jesús está arriba de ustedes o debajo?”

La gente se mira, me mira, como sin entender la pregunta.

La repito.

“¿Jesús está arriba de ustedes o debajo?”

La respuesta es: “Arriba”

Me empiezo a dirigir a un cristiano con una pregunta:

“¿A ti te han escupido en la cara?”

“No”

“A Jesús sí. Está debajo de ti”.

“¿A ti te han golpeado, te han partido la madre?”

“No”

“A Jesús sí. Está debajo tuyo”.

“¿Tú has pasado hambre?”

“No”

“Jesús sí. Está debajo tuyo”.

“¿A ti te han vendido?”
“No”

“A Jesús sí. Está debajo tuyo”.

“¿A ti te han metido en la cárcel?”

“No”

“A Jesús sí. Está debajo tuyo”.

“Tú, ¿dónde naciste?”

La gente acostumbra contestar con el lugar del nacimiento. Entonces concreto más la pregunta:

“¿En un hospital o en tu casa?”

La respuesta más general es en un hospital.

Yo contesto:

“Jesús nació en un pesebre, como un animal”.

Es el signo que puso Dios para indicar que era su hijo nacido entre los hombres.

Si alguno contesta afirmando en vez de negando que él sí pasó hambre, por ejemplo, entonces le digo:

“Jesús está parejo contigo”.

Luego pregunto a la gente:

“¿Qué harían ustedes si ahora se apareciese Jesús aquí en medio?”

Las respuestas acostumbran a ser muy variadas y las acostumbro cortar con una afirmación que les llena de duda y de asombro.

“¿Saben qué haría yo?”

“Le diría a Jesús: pasa, acércate, aquí tenemos agua, lávame los pies”.

Asombro.

Afirmación mía para remarcar lo asombroso del Cristo mío.

“Sí, es lo que le diría: lávame los pies”.

Para eso vino, para lavar los pies de los Apóstoles, los tuyos y los míos. Jesús es servidor.

Mi Cristo es siervo”.

Este es su mandamiento, servir.

Es impresionante ese Cristo mío.

Puedes, lector amigo, reunir todas las características del Cristo mío y te irás acercando a un amor inmenso, profundo, total, infinito.

Escupido, vendido, hambriento, sin nido, inmóvil, preso, golpeado, despreciado, abandonado

Pues bien, ese Cristo, el último, el que se abaja, es el Cristo de Calasanz, el Cristo de la humildad y la pobreza, el Cristo de la Kénosis evangélica.

Cuando en Cesarea de Felipe Cristo revela a los Apóstoles que es el Mesías, el Hijo de Dios, les revela al mismo tiempo que no es el Mesías triunfador y poderoso que ellos esperaban, el Mesías según el pensar de los hombres, sino el Mesías de la Pasión.

Y cuando Pedro le riñe, Cristo le contestará:

¡Apártate de mí, Satanás! Eres escándalo para mí, pues no sientes las cosas de Dios sino las de los hombres. (Mt 16, 23)

Es ese Cristo el que enamora a Calasanz, y nos propone con gran profundidad teológica, el Cristo Maestro de humildad, el Cristo de la Pasión que meditar cada día, el Cristo de la kénosis.
"Tened los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús; quien, a pesar de tener la forma de Dios, no reputó como botín el ser igual a Dios, antes se anonadó, tomando la forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres; y así, por el aspecto, siendo reconocido como hombre, se humilló, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz" (Filip. 2, 5 - 8).
Con qué fuerza se lo dice Calasanz a los Superiores:
"...recuerden que ocupan el lugar de aquel Señor, que siendo riquísimo, se hizo pobre para enriquecer a sus hijitos, y sufrió hambre, sed, calor, frío, cansancio, soportando incluso azotes, espinas, clavos y lanza, y que en su extrema necesidad quiso ser abrevado con hiel y vinagre, cuando para otros había convertido el agua en vino, y que finalmente quiso morir desnudo sobre un tronco de Cruz; así que queriendo imitarle dignamente en llevar un poco su santa Cruz, es preciso, al modo del humilde emperador Heraclio, despojarse de los vestidos reales del amor propio, y con los pies descalzos del buen ejemplo en todo, vestirse todos de pies a cabeza con el manto de la santa caridad, que hace realizar alegremente aquel admirable dicho del Apóstol: ¨Charitas non quaerit quae sua sunt"(la caridad no busca lo suyo)" (Decl. de Espiritualidad Calasancia, nota 138).
Y Calasanz sabe también que Cristo en Cesarea después de reñir a Pedro, dijo a todos los que queremos seguirle:
“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame; pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la encontrará” (Mt.16, 25).
Un antiguo alumno de Vilanova, que tiene introducida la Causa de Beatificación, Guillermo Rovirosa, lo comenta así:
“Objetivamente el bautismo produce el milagro (el mayor de todos los milagros imaginables) de dar vida divina con todo lo que esto significa, a una criatura humana creada, que hoy es y pudo no ser, corrompida en su origen, sin merecimiento alguno por su parte... ¿no da esto vértigo? ¿Podría pensarse jamás en una "ganga" así?
Subjetivamente. Para que la maravilla objetiva del Bautismo sea una realidad viva es preciso que por su parte el bautizado se niegue a sí mismo, tome su cruz, y siga a N. S. Jesucristo. Esta es la única condición que impuso Quien podía imponerla, sin que ofreciera rebajas ni "chalaneos"; se toma o se deja. Sin arreglos ni medias tintas. ¿Nos damos cuenta de lo que significa realmente el negarse a sí mismo? ¿No conspira constantemente toda mi naturaleza propia a afirmarme a mí mismo? Si yo mismo niego mi yo, ¿quién lo afirmará? ¿Qué queda de mí?

¿Puede imaginarse (humanamente) un negocio más desastroso?...”

Varones apostólicos:
Calasanz propone en consecuencia a los escolapios el ideal del varón apostólico, pobre y humilde, pobrísimo y humildísimo, “vestido solamente de evangelio y sandalias”

¡Qué ideas más claras expone Calasanz al P. Bernardini cuando piensa que serán los religiosos de la Madre de Dios quienes se encargarán de las Escuelas Pías:
"...y fue una cosa maravillosa que el P. Prefecto, habiendo tenido mucho tiempo antes deseo de formar una Religión con tal perfección, advirtió que él había ido pensando a las mismas cosas a las que habíamos pensado nosotros. Había tenido los mismos fines y los mismos motivos que nosotros, por lo que esta conformidad de pensamientos nos dio gran esperanza de bien. Movía a cada uno de nosotros ver el mundo lleno de feísimos vicios y que solo Italia y España, como bien decía el P. Prefecto, estaban limpias de Herejías. Otras provincias eran cismáticas, otras infieles, y quizás tanto mal era producido por el sueño de los religiosos, que se sigue necesariamente de muchas delicias y comodidades. Para poder dominar tan horrendos monstruos, era necesario contar con hombres de rara virtud, acostumbrados a las fatigas, a padecer, sin interés ninguno y que a la apostólica tuvieran ante los ojos solamente el honor y la gloria de Dios. No se podían formar tales hombres si no se apartaba de ellos toda delicadeza, y todo interés....(AMD. Armaria A, Parte 3, legajo, 34).
Esa clase de hombres, la explicita el P. Bernardini mejor en la siguiente carta:
"Ahora necesita la Congregación hombres verdaderamente Apostólicos porque nos tocará tratar funciones apostólicas y si no somos tales, quedaremos demasiado avergonzadísimos, defraudando al Papa y muchos cardenales y diversas personas eclesiásticas, detrás de la buena opinión que tienen también de nosotros. De lo dicho hasta aquí, se puede muy bien colegir cómo deben configurarse estos hombres apostólicos, pero quien quisiera una breve descripción considere lo que dice Nuestro Señor en San Mateo: "Qui vult venire post me abneget semetipsum, et tollat crucem suam, et sequatur me" En suma este es el hombre Apostólico, descrito en pocas palabras, pero llenas de altos sentimientos. (Carta de Bernardini- EPC p.2.693).
Una definición más exacta todavía la encontramos en San Vicente Ferrer, en la profecía que sabemos Calasanz cita como referida a los escolapios en el Me­morial al Card. Tonti.

"Tres cosas han de ser meditadas por nosotros especialmente y casi asiduamente... La tercera, la condición futura de los varones evangélicos.

Esto debes meditar día y noche, a saber, la condición de los pobrísimos, simplicísimos y mansos, humildes, abyectos, unidos entre sí por una caridad ardentísima, no pensando o hablando ni gustando nada sino Jesucristo solo y éste crucificado; ni interesados por este mundo, olvidados de sí, deseosos de las cosas celestes de Dios, esperando o deseando siempre la muerte por su amor, y diciendo a la manera de San Pablo: Deseo morir y estar con Cristo (Filip.1) (Bibliografía y Escritos de S. Vicente Ferrer. BAC, Madrid 1956, p.540).

Este era el retrato del escolapio para Calasanz y así lo vivieron nuestros primeros hermanos en la Orden:

"Por el vehemente deseo de alcanzar la perfección religiosa, profesada en aquellos principios con todo esmero por los primeros Padres de la Religión, llamados verdaderamente pobres de la Madre de Dios, tales en los hechos y en el nombre, porque profesando si bien con voto simple suma pobreza, puedo yo testigo de vista aseverar con qué estrechez se vivía en aquel tiempo, cuando no existiendo reglas particulares, que contuviesen con discreto freno el ardiente fervor de la principiante Religión, dependía el vivir de personas deseosas en grado extremo de padecer y renovar en el mundo una vida Apostólica" (Baldi, RSD 39, p. 49).

Nuestro P. General tiene el espíritu de su Religión, inspirado a él por Dios, otros fuera de su Religión no sé si lo tendrán conforme a la inspiración de dicho P. Fundador. Nuestra Religión está fundada con suma Pobreza y suma humildad, como corresponde al Instituto y obra que hace de enseñar a los pequeños niños pobres, y pobrísimos, los cuales tienen más necesidad que otros de quienes les partan el pan... " (RC XIV, 64).

Salvando las diferencias de los tiempos, ¿qué nos pide hoy el seguimiento de Cristo, el último? ¿Podemos sentir como dichas a nosotros todavía las siguientes recomendaciones de Calasanz?

"Asegure a todos que, cuanto más se alejen de la propiedad e imiten la santa pobreza apostólica, tanto más ricos serán y más fervientes en dones espirituales de Dios bendito. Que Él por su misericordia se complazca en difundir este espíritu de pobreza apostólica en todos nuestros religiosos. Amén. Amén. Amén" (C.727 a).

"Si tuviéramos este santo espíritu de Pobreza apostólica haríamos grandes cosas en servicio de Dios y de las almas, porque el Señor en lugar de la pobreza temporal, que profesaremos de verdad, nos dará con abundancia las riquezas espirituales que tanto importan" (C.729).

"...nuestra Religión, sus Padres si me creen, se ingeniarán en ser humildes y verdaderamente pobres, entre estas dos virtudes habita con gusto la Santa Caridad que es el fin de todas las religiones (C.1662).

"..Al paraíso sólo se va por amor; y según los grados de amor o caridad que tenga uno, así tendrá de gloria, y cuanto más nos humillemos por amor de Dios, es señal que más le amamos.. Igualmente, cuanto más pobres nos hacemos por amor de Dios, tanto mayor amor de Dios mostramos. Algunos pierden este gran amor por el extraordinario afecto que tienen a un libro, a un sombrero, a un estuche o cualquier otra bagatela semejante... Sin embargo, los que tienen un poco de soberbia son despachados del amor de Dios, porque 'Dios resiste a los soberbios, y da la gracia a los humildes' (Prov.3, 34)" (C.2630).

Queridos padres Capitulares, el Instrumentum Laboris nos propone volver al ideal evangélico de los orígenes, realizando una auténtica refundación, siguiendo la línea de los últimos documentos pontificios sobre la Vida Religiosa.

Yo los veo ya de alguna manera resumidos en la magnífica introducción de Calasanz al Memorial del card. Tonti:

1.- Es indudable que, entre las mayores empresas reservadas a los Sumos Pontífices como Vicarios de Cristo en la tierra, después de la canonización de los Santos ocupa quizás el primer lugar la aprobación de las Ordenes Religiosas. Como cosa que, si viene de Dios, redunda

en gran honor para la Iglesia,
ayuda y edificación para el prójimo,
gracia para los religiosos
y gloria para su Divina Majestad:
que da a los hombres capacidad
de vivir como ángeles,
-en el mundo muertos al mundo,
-en los sentidos insensibles,
-en la carne despojados de afectos carnales;
y de hacerse,
-de libres, esclavos,
-de sabios, locos,
-de sociables, solitarios,
-y de terrenales, espirituales y celestiales.

Quizás lo que nos pide Dios hoy es una buena dosis de locura, de pretender o tender a la utopía.

Ojalá salgamos “vestidos solamente de evangelio y sandalias” y experimentemos lo que nos dice el santo Fundador:

"Es un buen principio de la vida espiritual el del propio conocimiento y miseria en la que todos nacemos y también de la ingratitud con que después de tantos beneficios hemos correspondido a Dios y si se ejercita en ello con diligencia... yo le aseguro que tendrá en esta vida por premio algún conocimiento de Dios, el cual es una ciencia tan grande que una partícula del mismo aventaja a todas las ciencias humanas, detrás de las cuales consumen los hombres los más y mejores años de su vida y por premio suelen hinchar y enorgullecer a quien las posee. El conocimiento de Dios va beatificando al hombre según el grado que después del conocimiento crece en el amor divino. Le exhorto a hacer que cada día la primera cosa sea ese estudio después del cual el Señor le concederá todas las demás cosas que el mundo no conoce"(C.1339).

Temas del Capítulo:

Y pasemos ya brevemente al contenido del “Instrumentum laboris”, mirándolo con los ojos del Dios Amor.

1. Respuesta a los desafíos actuales

En primer lugar nos habla de los desafíos que encontramos en el mundo actual

Cuando uno estudia la Historia de la Iglesia, la verdadera, la del vino no la de la botella, queda admirado al ver cómo a cada tiempo y a sus desafíos han respondido los santos y santas. La Historia de la Iglesia es la historia de la Santidad.
Calasanz respondió a los retos de su tiempo maravillosamente insistiendo en la educación popular, la educación para todos.

¿Seremos nosotros capaces de responder a los desafíos de nuestro tiempo, refundando la Orden en la santidad?

Para eso el Instrumentum laboris nos presenta los temas fundamentales de que ha de ocuparse este Capítulo.

Si los estructuramos según la triple categoría (Consagración-Comunión-Misión) que nos propone la “Vida Consagrada” los resumiría de la siguiente manera:

2. Consagración-formación permanente

Consagración:
Aquí pondría de entrada el gran tema de la formación permanente entendida no sólo como una actualización profesional sino como crecimiento humano-cristiano-religioso..

Esta formación incluiría el aspecto de espiritualidad-santidad y de seguimiento de Cristo en la pobreza.

"Me alegro de que V. R. me escriba que no hay nada nuevo y que las cosas van según costumbre. Con todo, debe saber que en lo referente al servicio de Dios, no se ha de caminar lentamente, según costumbre, pues, si no se adelanta, no sólo se vuelve atrás, sino que se pierde el fervor del alma para adelantar" (Ct. 3064)

Creo interesante hacer notar que la base, el escolapio de a pie, parece que está pidiendo esa formación permanente en el espíritu.

En Cataluña se pidió a los Capítulos locales que se pronunciaran sobre la formación permanente que la Congregación Provincial habría de organizar preferentemente en la Provincia, y se les presentaron los cinco campos de que habla la “Vida Consagrada”.

El resultado fue el siguiente (se votaba de 1 a 5; indicamos la media obtenida))

1º) Dimensión humana y fraterna 3’96

2º) Vida en el Espíritu: 3’76

3º) Dimensión apostólica 2’95

4º) Dimensión del carisma 2’93

5º) Dimensión cultural y profesional 2’72

Este tema de la renovación espiritual y calasancia es fundamental. Sin él todo lo demás que haga el Capítulo será hojarasca:

“Permaneced en mí y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada” (Jn.15, 4 - 5).

Y Calasanz lapidariamente:

"Si V. R. desea aprovechar en las almas de los muchachos alumnos, como es obligación del maestro, con gran fervor y humildad debe pedir a Dios bendito gracia semejante, porque quien no tiene en sí fervor y amor de Dios, no puede comunicarlos a los demás. Cada día una o muchas veces en secreto y sobre todo en la Misa pida a Dios la gracia particular de poder sacar el fruto que está obligado en los muchachos que vienen a nuestras escuelas. Y si consigue de Dios bendito esta gracia, conseguirá un gran mérito para sí y gran utilidad para el prójimo" (C.2717).

Aquí entraría la vuelta a nuestras raíces de vida mixta, de contemplación y acción:

"El Religioso no debe oir murmuraciones ni palabras ociosas, sino que debe tener siempre recogidas las potencias interiores, para que huyendo de las conversaciones temporales esté más atento a la conversación del hombre interior, que es la verdadera presencia del Señor, de la que nacen como de una fuente todas las perfecciones del alma religiosa" (RC.12, 27**).

"Por último, y con todo ahínco, exhortamos a todos en el Señor a que, mientras les sea dado permanecer en la habitación, se esfuercen en practicar actos externos y sobre todo internos de humildad, contrición, acción de gracias y otros según el Espíritu Santo les irá sugiriendo, para que el Padre, que ve en lo escondido, les recompense y eleve a la perfección de las virtudes estables (verdaderas).(Const. P. I, Cap. 5).


3. Consagración - vocaciones

Otro tema importante relacionado con la consagración es el tema de las vocaciones.

Tema íntimamente relacionado con el anterior. Como dice muy bien el instrumentum laboris, lo fundamental es poder decir a los que se interesan “Venid y lo veréis”

Aquí, se recalca el criterio de Calasanz:

"El que no tiene ánimo de enseñar a los pobrecitos no tiene la vocación de nuestro instituto o bien el enemigo se la ha robado" (Ct.1319).

4. Comunión-Comunidad

Comunión:
El primer tema fundamental en este aspecto es el de la Comunidad.

No podemos contentarnos hoy con Comunidades tipo sociedad, y hemos de procurar por todos los medios conseguir auténticas comunidades de vida y de fe.

En una sociedad sus miembros se reúnen para conseguir un fin común, y se convierten así en una serie de individuos que tienen relación con un fin, y en ella la autoridad tiene como finalidad la obtención de ese fin y por lo tanto el respeto al Reglamento o Ley que marca la norma o camino para conseguirlo.

En la Comunidad, en cambio, los miembros se reúnen para convivir y relacionarse, su finalidad son las relaciones interpersonales, y la autoridad ha de preocuparse de hacer crecer (augere) la convivencia.

Oigamos una vez más a Rovirosa:

La idea trinitaria nos hace percibir el egoísmo en su raíz más profunda, así: si Dios es una relación de Personas, lo más contrario a este Ser será el ser-no-relación, el ser cerrado en sí mismo, el ser egoísta.

Hoy se nos pide que seamos “expertos en comunión”, que no vivamos sólo “junto a” los hermanos, sino “con” y “para” los hermanos, que nos sintamos miembros de un mismo cuerpo dispuestos a recibir y a dar en la cordialidad.

Si a los esposos que forman una comunidad matrimonial les pedimos que no se sientan dos sino uno solo, y que se lo comuniquen todo, que no haya un yo y un tú sino un nosotros, tendríamos también nosotros en nuestras comunidades que sentirnos uno y comunicárnoslo todo, no sólo lo que pasa o lo que hacemos, sino lo que pensamos y lo que sentimos, lo que creemos y lo que vivimos.. Esa comunión es la que nos pide el mundo.

Oigamos a Calasanz:

"En cuanto a este particular del nombre de lego, con toda sencillez y verdad afirman los sobredichos oradores a V. E. que no habían tenido nunca el pensamiento de vestir legos en su religión, sino hermanos religiosos: de los cuales unos fueran cooperadores suyos en la administración de las cosas temporales y domésticas, otros en el ejercicio de las escuelas, según el talento y habilidad de cada uno; pero todos pensaron aceptarlos como hermanos y compañeros, no como servidores y esclavos. Por eso procuraron en lo posible, que en toda cosa fueran semejantes a los sacerdotes y clérigos, sabiendo muy bien, que con esta uniformidad, se consuma y aumenta en las religiones la concordia, unión y caridad fraterna. Finalmente si se suprimieran entre sacerdotes y sacerdotes, entre clérigos y clérigos, entre hermanos y hermanos respectivamente toda precedencia y antigüedad, como dicen que se usa entre los Padres de la Compañía prudentísimos religiosos, se quitaría de la religión un gran semillero de discordia" (Reg. Cal. 12, CX).

“Procurará que el P. Miguel sea amable con todos y no permita V. R. que los hermanos sean maltratados ni con hechos ni con palabras, sino tratados con amor para que todos cumplan su obligación con toda diligencia, pues en nuestra religión son tan necesarios los hermanos, como los clérigos y sacerdotes, en cuanto todos formamos un cuerpo y no debe decir uno al otro no tengo necesidad de tu trabajo; sino que en santa paz, con mérito grande, cada uno trabaje según el propio talento por puro amor de Dios” (C.3990).

5. Comunión-Interdemarcacionalidad

Muy relacionado con este tema está el de la interdemarcacionalidad.

La interdemarcacionalidad es una exigencia de los signos de los tiempos. Ya en tiempos de Calasanz las Provincias tenían la función de proporcionar Superiores Mayores inmediatos para el mejor gobierno, pero los miembros era intercambiables, eran de la Orden y se enviaban tranquilamente de Provincia a Provincia como la cosa más natural del mundo.

Para Calasanz era claro:
A nosotros que no buscamos bienes, sino ayudar a los jóvenes en el temor de Dios y en las buenas letras, tanto nos da un pueblo como otro (C.1580).

Hoy con la igualdad de derechos concedida inmediatamente al que es enviado por obediencia a trabajar en otra Provincia o Demarcación, estamos llegando prácticamente a lo mismo. El escolapio se incorpora a la Orden, se incardina a una Provincia, está inscrito en una Demarcación donde ejerce sus derechos, y en ella está adscrito a una casa.. El cuerpo al que pertenece y al que tiene que hacer medrar es por tanto la Orden.

Por otra parte la efectividad que nos pide el mundo moderno, nos hace ver como la cosa más natural el aunar fuerzas para conseguir mejores resultados. Las propuestas de regionalización, y de nuevas estructuras no dependientes directamente del P. General van en esta línea. Parece que en este tiempo de “aldea global” el Espíritu nos está pidiendo una conversión en este sentido.


6. Comunión-laicos

Finalmente otro tema importante de este Capítulo que tiene relación con la “comunión” es el de la integración de los laicos (sin distinguir entre laicos y laicas).

Nadie duda que con los laicos es mucho más lo que nos une que lo que nos separa. Miembros todos del Cuerpo de Cristo, somos “miembro de miembro” y trabajamos todos en la misma misión, la misión de la Iglesia, construir el Reino de Dios.

Toda colaboración con los laicos y de ellos con nosotros es por tanto natural y querida por Dios.

Creo que es pacífica en la Orden la integración carismática de la tercera modalidad. Ya no lo es tanto la jurídica de la cuarta. No parece posible que puedan ser miembros de la Orden sin ser religiosos; ni parece suficiente que puedan estar en la Orden, como por ejemplo los novicios. Pidamos mucho al Espíritu que nos ilumine y nos haga escuchar su voz.

En los Capítulos Locales de Cataluña ante el tema de la integración de los laicos se obtuvo la siguiente respuesta:

Crear una nueva realidad en que los laicos continuarían siendo laicos con su estatuto o proyecto laical y los religiosos continuaríamos siendo religiosos con nuestras Constituciones y Reglas. Es decir como una especie de Federación
2’77
Introducir cambios en las Constituciones que permitiesen a la Orden tener miembros laicos no religiosos. Los laicos tendrían los derechos que se determinaran, diversos de los de los religiosos, como pasa ahora con los profesos de simples, etc.

2’04

Otro aspecto de la colaboración con los laicos, a tener presente, es nuestra responsabilidad empresarial para con ellos, con todas sus implicaciones en el campo de la pobreza y del compromiso social.


7. Misión-obras

Misión: Su tema fundamental es la calidad escolapia de nuestras obras y de él habla abundantemente el Instrumentum laboris.

La calidad escolapia se pone principalmente en los tres praecipue, y se insiste en el tema de la pastoral o evangelización, del compromiso social y de la pobreza, no vacilando en la necesidad de desprendernos de las obras que no respondan a esos criterios.

También aquí es indicativa la respuesta dada por los Capítulos Locales de Cataluña sobre las características que harían calasancia una escuela: Los diversos aspectos se priorizaron de esta manera

1 Anuncio explícito de la Buena Noticia de Jesús
2 Visión del mundo y del hombre iluminada por la fe
3 Educación integral
4 Espíritu evangélico de libertad y caridad
5 Opción preferencial por los pobres
6 Cultivo de los valores evangélicos
7 Formación de la persona
8 Formación y colaboración de padres y profesores
9 Acción pastoral dirigida a la mayoría
10 Presencia significativa de religiosos escolapios
11 Selección del profesorado
12 Caldo de cultivo de vocaciones
13 Nivel académico alto

Vale la pena que acabemos este punto escuchando una vez más a Calasanz:

"Le recomiendo la diligencia acerca de las escuelas, que los alumnos aprendan junto con las letras el santo temor de Dios, y sepan los maestros que si hacen la fatiga por puro amor de Dios, y plantan en el corazón de los niños un grado de amor de Dios, el Señor les dará ciento, si están en gracia de Dios. Siendo en este ejercicio el rédito o remuneración tan seguro y tan grande, cada uno se tendría que ingeniar para hacer devotos a sus alumnos. Hagan que no falten dos veces por semana las exhortaciones espirituales para las escuelas" (C.3042).

"Quiera Dios que todos comprendan lo meritorio que es ayudar en la buena educación de los niños, sobre todo pobres, porque sin duda rivalizarían por ver quién los puede ayudar más y hallarían facilidad grande y consuelo en sus acciones. Pues el amor facilita el trabajo, sobre todo cuando nuestro amor de Dios se refleja en el prójimo"(Ct. 2859).

"De palabra nos exhortaron aquellos Señores a enseñar a los muchachos la doctrina cristiana junto con las letras, conforme a nuestro Instituto; por tanto no se trataba de injuria alguna a la Religión, sino de un consejo y exhortación santa a que los nuestros se mantuvieran dentro de su humilde ejercicio de enseñar a los muchachos solamente. Y esto no sería de poco fruto en la Iglesia de Dios, antes bien, de muchísimo. Y cuantas veces nuestros religiosos no atiendan a este ministerio, relajarán el Instituto..."(C.3112).

"Los Padres de las Escuelas Pías en lugar del coro tienen el ejercicio de las escuelas los días de trabajo y la congregaciones y oratorios de los escolares los días de fiesta (RC 12,91).

Felipe: Permítanme para terminar una pequeña travesura o divagación como resumen evangélico de todo lo dicho aquí ante Dios.

Se trata de presentarles a mi amigo Felipe, un varón apostólico “vestido solamente de evangelio y sandalias”.

Siempre me ha llamado la atención el protagonismo que tiene en el evangelio de San Juan el apóstol Felipe.

Felipe, igual que la Escuela Pía, no es un apóstol de primera línea como Pedro, Andrés o Juan, pero es un llamado como nosotros al seguimiento de Jesús
Al día siguiente determinó encaminarse hacia Galilea y encontró a Felipe. Y le dijo Jesús: Sígueme. Felipe era de Betsaida, ciudad de Andrés y de Pedro.(Jn. 1, 43).

El Cristo al que sigue Felipe es el Cristo de la Kénosis:

Entre los que subieron a adorar a Dios en la fiesta había algunos griegos; éstos se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le rogaban diciendo: Señor, queremos ver a Jesús. Fue Felipe y se lo dijo a Andrés, y Andrés y Felipe fueron y se lo dijeron a Jesús. Jesús les contestó: Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del Hombre. En verdad, en verdad os digo que, si el grano de trigo no muere al caer en tierra, queda infecundo; pero si muere, produce mucho fruto. El que ama su vida la perderá, y el que aborrece su vida en este mundo, la guardará para la vida eterna. Si alguien me sirve que me siga, y donde yo estoy, allí estará también mi servidor; si alguien me sirve, el Padre le honrará. (Jn. 12, 20 - 26).

¿Son esos que quieren ver a Jesús figura de nuestros laicos?

Es a Felipe como a nosotros a quien Jesús le pide su pequeñez para multiplicar sus dones:

Jesús, al levantar la mirada y ver que venía hacia él una gran muchedumbre, dijo a Felipe: ¿Dónde compraremos pan para que coman éstos? Lo decía para probarle, pues él sabía lo que iba a hacer. Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno coma un poco. (Jn. 6, 5 - 7).

Felipe es un modelo de captar vocaciones por el simple argumento de “ven y lo verás”.

Encontró Felipe a Natanael y le dijo: Hemos encontrado a aquél de quien escribieron Moisés en la Ley y los Profetas: Jesús de Nazaret, el hijo de José. Entonces le dijo Natanael: ¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret? Le respondió Felipe: Ven y verás. (Jn. 1, 45 - 46).

Y finalmente es a Felipe a quien Jesús le dice claramente que cuando pensemos en el Padre, en el Dios de Amor, el Dios de la fe, miremos a Jesús clavado en la cruz.

Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida: nadie va al Padre sino por mí. Si me habéis conocido a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora le conocéis y le habéis visto. Felipe le dijo: Señor, muéstranos al Padre y nos basta. Jesús le contestó: Felipe, ¿tanto tiempo como llevo con vosotros y no me has conocido? El que me ha visto a mí ha visto al Padre; ¿cómo dices tú: Muéstranos al Padre? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre en mí? (Jn. 14, 6 - 10).

Y ahora pasando a Marcos, Felipe como nosotros se sintió escogido por Jesús para estar con Él, para su intimidad.

Y subiendo al monte llamó a los que él quiso, y fueron junto a él. Y eligió a doce para que estuvieran con él (Mc, 3, 13 - 15).

Y él también se sintió enviado como nosotros a anunciar el reino de Dios “vestido solamente de Evangelio y sandalias”:

Y llamó a los doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles potestad sobre los espíritus inmundos. Y les mandó que no llevasen nada para el camino, ni pan, ni alforja, ni dinero en la bolsa, sino solamente un bastón; y que fueran calzados con sandalias y no llevaran dos túnicas (Mc. 6, 7 - 9).

Realmente Felipe es un buen modelo para nosotros, y no vuelve a hablar de la necesidad de hacernos pequeños, de ponernos debajo, de ser “pobres y humildes”

“Los religiosos amarán y conservarán en su integridad a la venerable pobreza, madre de la preciosa humildad y de las otras virtudes, como muralla firmísima de la Religión. Todos procurarán experimentar algunas veces sus consecuencias.” (Const.137)


Conclusión:
Sí, aquí estamos nosotros, los “Pobres de la Madre de Dios”, permítanme acabar con una oración y un ruego.

La oración es poner el Capítulo bajo el amparo y protección de María, siguiendo siempre la inspiración de Calasanz:

“Recemos a la Virgen Santísima que ella en este particular tenga especial cuidado de su religión de sus pobres” (C. 1452).

Y el ruego es que vuelvan en este Capítulo a hacer que el vínculo del escolapio con María no sea un vínculo genérico sino específico y propio como quiso Calasanz. Somos “Pobres de la Madre de Dios” y para serlo no nos basta estar genéricamente como todas las Congregaciones bajo la protección de María, sino que hemos de ser propiedad de María porque nos damos a ella, nos entregamos a ella.

No hay duda ninguna de que esto es lo que quiso e hizo Calasanz, y hemos hecho todos los escolapios hasta que salieron las nuevas Constituciones. ¡Ojalá puedan volver a hacerlo las nuevas generaciones de escolapios!

¿No vendrán las objeciones a “entregarnos a María” de una concepción teológica del Dios de la Religión? ¿Qué quita o disminuye al Dios humilde de la Fe que queramos honrar de esa manera a la “pobre de Jahvé” a quien Él “exaltó en el Cielo sobre todas las criaturas?”

Que ese Dios que es amor y don esté siempre conscientemente presente en este Capítulo y lo llene con su luz.. Amén.

martes, julio 18, 2006

Sesión apasionada sobre el Estatuto de Cataluña.

6 de julio de 1932
Intervienen
Royo, Villanova, Ossorio y Gallardo, Puig Ferrater y Fanjul
Diario de Sesiones

El Sr. Presidente:
Ahora bien, el Sr. Royo Villanova ha presentado una seria de votos particulares en cada uno de los cuales pide la supresión de uno de los párrafos del art. 5.º, que se está discutiendo. Desea el Sr. Royo Villanova considerar cada uno de estos votos particulares independientemente y discutirlos por separado; pero claro está que todos ellos juntos son exactamente iguales al voto particular que defendió ayer. Yo invito a S.S. a considerar (El Sr. Royo Villanova pide la palabra.) que en la defensa de su derecho no debe llegar más allá de los límites prudenciales y evitar repeticiones puramente mecánicas. En todo caso, yo le agradecería que, de mantener su deseo de apoyar estos votos particulares, los refundiera en uno, puesto que todos vienen a pedir exactamente lo mismo: la suspensión de cada uno de los números del artículo y en conjunto de todo él.

Tiene S.S. la palabra.

El Sr. Royo Villanova:
Señor Presidente, yo creo que me expliqué ayer con suficiente claridad para que se comprendiera que es una cosa muy distinta el problema fundamental, el principio de que no debe admitirse esa distinción entre legislación y ejecución, novedad establecida en esta Constitución, y que no existía, por ejemplo, ni en la Constitución federal del año 73 ni en ninguno de los proyectos ni libros de Pi y Margall, ese catálogo de cosas. Es esta una novedad que no ha existido nunca en España, y como ayer no pude exponer los problemas importantísimos de carácter general que se plantean en este artículo, quiero irlos desmenuzando. Porque hágame el favor de tomar nota de mis observaciones el Sr. Presidente y verá que aquí se trata, desde mi punto de vista, no de un problema de soberanía, sino de delegación de servicios públicos, y cada servicio tiene un problema técnico de eficacia que es distinto absolutamente del problema general de principio, de si puede admitirse esa competencia mixta o repartida de que hablaba el señor Sánchez Román, de que legisle la República y ejecute la Generalidad. Mas cuando el Sr. Presidente vea que yo incurro en alguna repetición o que estoy machacando sobre problemas que se hayan esclarecido, le agradeceré que me lo advierta.

De todas suertes, ya comprenderá el Sr. Presidente que las minorías no tienen más derecho que la invocación del Reglamento, y que entre las minorías, quizá la minoría más desdichada es la modesta persona que os dirige la palabra. Si se tratase de un proyecto de gobierno de interés general, esta minoría demostraría una vez más que cede ante el interés público, como lo he demostrado yo personalmente en la Constitución, en los Presupuestos, en los créditos extraordinarios, en las leyes obreras y en esas doscientas cuarenta leyes que hemos aprobado; pero como considero injustificado el exigir de nosotros, con estos apremios absolutamente inexplicables, que votemos de mala manera y discutamos precipitadamente con fatiga de la Cámara y con fatiga personal de todos nosotros nada más que por el capricho de un señor que no viene nunca, yo invoco el Reglamento y nada más. Y con permiso del Sr. Presidente empezaré, si me deja, a explanar el voto particular.

El Sr. Presidente:
Permítame un momento, Sr. Royo Villanova. Yo, en la cuestión de fondo, no he entrado, ni entro, ni entraré, porque no es mi cometido; pero precisamente invoco el Reglamento. La posición de S.S. haciendo un voto particular a cada uno de los párrafos del artículo conduce a que por una estratagema de S.S. no se discuta como previene el Reglamento, por artículos, sino por párrafos de los artículos, por números en los cuales se divide el artículo, y eso es un derecho muy discutible de S.S., Sr. Royo Villanova. Por eso yo le invitaba a que al menos, repita o no, eso allá S.S. verá si lo debe hacer o no, refundiese todos estos votos particulares en uno solo, porque de otro modo parecería que mecánicamente se trata de alargar esta discusión y aumentar la fatiga, de lo cual estoy interesado que huya S.S. y no incurramos en ello ninguno de los que formamos esta Asamblea.

El Sr. Royo Villanova:
Señor Presidente, hay que distinguir, a mi juicio, entre los artículos y las enmiendas. El artículo no se discute más que una sola vez; no habrá más que un turno para el artículo; pero a cada artículo se pueden presentar varias enmiendas y, por consiguiente, a cada artículo se puede presentar varios votos particulares cuando se trata de apartados tan distintos. ¿Qué tiene que ver el ferrocarril con la certificación de documentos públicos? ¿No son cosas tan heterogéneas que no pueden explicarse a la vez? Además, tengo cierto hábito profesional y no puedo mezclar la lección primera con la ochenta y ocho. Me presentáis aquí toda la asignatura en un artículo y queréis que la abarque en un discurso.

Ruego al Sr. Presidente que se haga cargo de mi prejuicio profesional y hasta de mi rutina y mi ancianidad. A mi edad es muy difícil salirse del carrillo. Y si tiene la benevolencia de permitirme algo que creo que es reglamentario, se lo agradeceré. ¿Por qué cuando un artículo tiene 20 apartados no se pueden presentar 20 enmiendas? Pero, Sr. Presidente y Sres. Diputados, ¿es que desde las Cortes de Cádiz se ha discutido nada más profundamente grave y hondamente perturbador que estos artículos, que éste precisamente? Fijaos bien que esta es una cosa que no se le ha ocurrido a nadie, y que si me lo permite la Presidencia voy a recordar, porque no lo hemos tocado todavía ni al discutir la Constitución. Aquí hemos hablado mucho, o se dice que se habla mucho, pero hay problemas que todavía no se han esclarecido, como este que voy a tratar.

El Sr. Presidente:
Perdone un momento, Sr. Royo Villanova. Vamos a resolver este problema. No trato de contrariar los hábitos de la ancianidad que S.S. invoca, y hasta todo ello me mueve a la mayor deferencia para con S.S. Someto solamente a su consideración y discreción estas razones que son obvias. Naturalmente que cada uno de los números del art. 5.º trata de materias diferentes, pero S.S. en cada uno de los votos particulares pide exactamente lo mismo (Rumores): pide la supresión.

El Sr. Royo Villanova:
No es lo mismo pedir que se suprima un ferrocarril que la caza y la pesca.

El Sr. Presidente:
Naturalmente; pero cuando no se trata de otra modalidad que de la supresión, en un solo discurso S.S. podrá perfectamente razonar la supresión de todos ellos. (Rumores.) Reglamentariamente no le asiste a S.S. razón alguna. Ahora, S.S. invoca una seria de razones ante las cuales me rindo.

El Sr. Royo Villanova:
Si S.S. cree que no me apoya el Reglamento, S.S. me aplica sus preceptos y asume la responsabilidad; pero yo creo que el Reglamento me apoya. Si S.S. entiende que no, me inclinaré ante S.S. y ante la Cámara. De todos modos, aunque el Reglamento no me apoyase, repito que la importancia y la gravedad del problema exigiría, a mi juicio, una amplitud grande en la discusión de este problema.

De suerte, Sr. Presidente, que si no se relacionase este problema, de la manera como está planteado, con el Estatuto y con la actitud que he adoptado, y en la que tengo que insistir, desde la sesión de anoche, yo, con el Reglamento en la mano, me someteré; pero en cuanto tenga un resquicio para dificultar, para retardar el Estatuto de Cataluña... (Rumores y protestas que impiden oír el final de la frase.) Y vosotros tenéis el derecho de aplicarnos la guillotina.

El Sr. Presidente:
Señor Royo Villanova, espero que S.S. no responderá con su indignación a la actitud extraordinariamente deferente de la Presidencia, porque estoy formulando a S.S. ruegos. Mostrando una excesiva benevolencia una vez más, yo voy a consentir, a pesar de que me asiste toda la razón reglamentaria, en que S.S. defienda los votos particulares bajo su responsabilidad. Yo creo que es un mal camino de S.S., pero sígalo.

El Sr. Royo Villanova:
Por lo que no puedo pasar, Sres. Diputados, es por que el Estatuto de Cataluña una vez se ponga detrás de la República y ahora casi detrás del Presidente. Esta es una coacción que no puedo permitir."

Leído el voto particular del Sr. Royo Villanova pidiendo la supresión del núm. 1.º del antiguo dictamen (Véase el Apéndice 6.º al Diario número 189), dijo

El Sr. Valle:
El núm 1.º del antiguo dictamen ha sido retirado por la Comisión.

El Sr. Presidente:
Se refiere al núm. 1.º del dictamen actual. Conste, pues, que el voto particular que va a defender el Sr. Royo Villanova se refiere al núm. 1.º del dictamen reformado; y cuando llegue al núm. 12, sea la hora que quiera, habrán terminado los votos particulares que tiene formulados.

El Sr. Royo Villanova:
No voy ahora a hablar más que de éste, relativo a documentos públicos; de modo que mientras no hable de ferrocarril, es que no estoy tratando de lo que a éste se refiere.

El Sr. Presidente:
Lo que está claro es que S.S. dará doce golpes al voto particular.

El Sr. De la Villa:
Así está hace cuarenta años. El lo dice.

El Sr. Royo Villanova:
Señores Diputados, por lo mismo que tengo que molestar a la Cámara, me importa fijar mi posición y que cada uno la ocupe también. El régimen parlamentario ha consistido siempre en que los Diputados de la mayoría defiendan al Gobierno; y yo me encontré anoche con que, sin meterme para nada con el Gobierno, porque en este debate no he hostilizado ni molestado a ninguno de los señores Ministros, Diputados de la mayoría, cuando yo ni con la mayoría ni con el Gobierno me metía...(Un Sr. Diputado: No hace más que molestar, no al Gobierno, sino a los Diputados.) De suerte que por lo mismo que yo no utilizo este recurso reglamentario ni para atacar ni para molestar al Gobierno, yo no tengo el propósito de molestar a ningún Sr. Diputado de la mayoría. Y por lo que hace a aquella otra minoría más caracterizada, a quien afectaba este Estatuto (porque no nos hagamos ilusiones, este no es problema de Gobierno, ni es problema de Cortes como la Constitución; aquí se ha visto perfectamente que es una petición y lo dijo bien claro un Sr. Diputado-, una petición que presenta Cataluña, para que deliberen sobre ella las Cortes), tampoco puedo yo admitir que esa minoría dignísima, que con pleno derecho representa los intereses de Cataluña, pretenda ejercer sobre mi modesta persona, ni la de ningún Diputado, la coacción que significaría el querer interpretar el art. 15 de la Constitución en relación con el art. 5.º del Estatuto catalán. Todos recordaréis aquella novela de Leopoldo Alas La Regenta, en la que un jugador de ajedrez, cuando le daban jaque a la reina, decía: "lo hago cuestión personal"; pues bien, si yo me propongo combatir el Estatuto de Cataluña y la minoría catalana va a hacer cuestión personal el que yo combata la capacidad política de Cataluña, a eso no hay derecho. Yo no consideraré nunca cohibida mi libertad de pensar, pero, sobre todo en esta augusta tribuna parlamentaria, donde jamás la libertad se ha visto interrumpida, más que en algunas sesiones de estas Cortes Constituyentes, yo no consideraré cohibida, repito, mi libertad con ninguna clase de coacciones de esta naturaleza.

Este número demuestra lo absurdo del principio constitucional y, por consiguiente, del principio del Estatuto. Eficacia de las certificaciones oficiales y documentos públicos. La legislación corresponderá a la República y la ejecución a la Generalidad. Pero ¿en qué consiste la legislación y la ejecución y cómo se deslindan? Yo creo que tengo derecho a que la Comisión esclarezca este punto, porque yo declaro que no lo entiende. Y lo pido, no sólo como diputado, sino como funcionario público, porque yo tendré que explicar esto en clase, y como no lo entiendo, mientras no me lo explique la Comisión, no lo podré explicar a mis alumnos.

Pero, de todas maneras, yo quiero decir una cosa que no se ha dicho todavía en la Cámara, y es que el art. 15 de la Constitución no existe en ninguna Constitución federal de la postguerra más que en la de Austria. Este inventario de atribuciones, cuya legislación corresponde al Estado federal o al Estado central, como quiera llamarse, y cuya ejecución corresponde a los Estados particulares, esta enumeración y este catálogo no existe en ninguna Constitución de la postguerra más que en la de Austria. La Constitución alemana no tiene más que aquel principio federal que ya se formula en la doctrina clásica del federalismo, de que la ejecución de las leyes, en general, corresponde a la autoridad de los cantones o de las regiones, mientras no se reserve de una manera especial la ejecución misma. Este principio sí lo establecía Pi y Margall. Pero un inventario de facultades, como aquí se hace, no lo veo más que en Austria; y, naturalmente, encontrarlo en Austria no es un gran ejemplo, señores, porque Austria es un país que no creo que tenga categoría de ser maestro en Derecho público ni en nada.

¡La pobre Austria, que vive con permiso del enterrador, que vive por la contradicción de la autonomía que vosotros defendéis y que, sin embargo, os parece muy bien que se cohíba por la conveniencia de las potencias en la Sociedad de Naciones! Todos sabéis que Austria gravita por fuerza histórica y racial hacia Alemania, y es lo que una y otra nación desean para unirse, y eso no se le permite a Austria. De modo que Austria existe contra su voluntad, por imposición de esa Sociedad de Naciones, a cuyo funcionamiento ha hecho ya en otra ocasión observaciones y que me reservo de hacerlas ahora por no repetir.

En esa Constitución austriaca, en el art. 11, porque precisamente es el art. 11 el que trata de eso, se dice "Corresponderá la legislación al Estado federal y la ejecución a los Estados particulares, en estas materias". Y hace el inventario. Pero fijaos bien en la diferencia que hay entre la legislación austriaca y la Constitución española; la Constitución española no dice, como la austriaca, "corresponderá", sino que dice "podrá corresponder". "Corresponde al Estado español la legislación y podrá corresponder a las regiones autónomas la ejecución, en la medida de su capacidad política, a juicio de las Cortes, sobre las siguientes materias". Fijaos bien que nos encontramos ante un principio de Derecho público enteramente nuevo, completamente original, cuya discusión y esclarecimiento todavía no se han hecho con la debida atención. Y esto se pretende que pase de cualquier manera; que examinemos a paso de carga una cosa tan grave, tan trascendental, tan original, tan nueva y para mí tan extraña.

Pero analicemos este artículo en forma que el Sr. Lluhí lo hacía y comparémosle con otro artículo de la Constitución que usa el mismo verbo "podrá". El art. 44 de la Constitución usa también el verbo "podrá" cuando se trata de la socialización de la propiedad, y dice que la propiedad "podrá" ser socializada en las mismas condiciones que "podrá" ser expropiada con indemnización. Allí no se dice más que esto: que el Estado "podrá" socializar la propiedad; mientras que cuando se trata de delegar las facultades ejecutivas de aquella legislación que se reserva la República, ya no se contenta con eso, sino que pone una condición, mejor dicho, dos: una de fondo y otra de forma: primera, la capacidad política de las regiones autónomas; segunda, el reconocimiento de esa capacidad por las Cortes.

Naturalmente, como dice "en la medida de su capacidad política", es notorio que no puede decirse como el Sr. Lluhí dice: "Lo único que hay que discutir es la capacidad política". No; hay que discutir la capacidad política en relación con la medida. De modo que no se dice que estas materias serán íntegramente, totalmente transmitidas, sino que lo serán en la medida de la capacidad política de la región autónoma. De suerte que el Estado puede hacer tres cosas en relación con el art. 15 y en relación con las regiones autónomas: primera, puesto que dice "podrá", y el que puede, puede lo afirmativo y lo negativo, puede hacerlo o no hacerlo, está en su derecho de no hacerlo; segundo, puede hacerlo transmitiendo todas las facultades de que trata el art. 15, que todas ellas, sin perder una, han sido vaciadas en el art. 15 del Estatuto; tercero, puede hacer una denegación parcial en la medida que la capacidad política lo consienta.

Por tanto, este principio de Derecho constitucional enteramente nuevo, y cuya explicación no puede hacerse con la ligereza de estas sesiones rápidas, exige una interpretación notoria, lo cual quiere decir que, aun habiendo capacidad política, siempre se reserva el Estado la facultad de hacerlo o de no hacerlo. Esta fue, como recordaréis, la posición de don Miguel Maura, que, discrepando de mi punto de vista, decía bien claro: "¿Quién duda de la capacidad política de Cataluña?". Pero es que aquí dice "podrá". Ya sé yo que para transmitir estas facultades no me basta con mi potestad, sino que mi potestad ha de estar condicionada por dos cosas: la capacidad política y el reconocimiento de ella por las Cortes. Es cosas: la capacidad política y el reconocimiento de ella por las Cortes. Es que hay un "podrá" como una casa, según decía en una interrupción el Sr. Lluhí, y este "podrá" es el que servía al Sr. Maura, al Sr. Ortega y Gasset y a otros Diputados para sostener que no conviene en interés del Estado, que no es oportuno, delegar algunas materias; es un juicio político discrecional, soberano, y lo mismo puede hacerlo que no hacerlo.

Recuerdo, señores, lo que se dijo cuando se discutía aquí sobre enseñanza en el art. 50 de la Constitución; en él hay un "podrá" parecido al "podrá" del art. 44.

El art. 50 dice que el Estado "podrá", en las regiones autónomas, mantener o crear establecimientos de enseñanza, y como se trata de la soberanía del Estado, representada por las Cortes, es evidente que no tiene restricción alguna, y así como para transmitir la ejecución y delegar en las regiones autónomas se exigen aquellas trabas que indicaba, tratándose de la enseñanza, de lo que él puede hacer o no puede hacer, no tiene más límite que su albedrío y su voluntad soberana, puesto que no tiene más límite que su albedrío y su voluntad soberana, puesto que se trata de la soberanía de las Cortes. De modo que, Ser. Diputados y señores de la Comisión, el estudio comparativo, la exégesis, discreta, racional y lógica, científica, de estos preceptos constitucionales, la interpretación del verbo "podrá", su valor gramatical, su eficacia imperativa o facultativa, ha de estudiarse en relación con las palabras que en cada artículo se establecen; todo esto me parece que no es cosa indiferente que pueda relegarse a último término, y, naturalmente, este "podrá" y esta incapacidad política los tengo yo que enjuiciar en cada servicio público, porque no es lo mismo el cuidar de la caza y pesca que cuidar de los ferrocarriles o de la propiedad intelectual, que también me parece que está comprendida. Pues qué, ¿es lo mismo la certificación y eficacia de un documento público que la propiedad intelectual y la propiedad industrial? Y ni siquiera llego a eso, porque repito que he sido sobrio en mis votos particulares, puesto que he podido distinguir en la propiedad industrial y en la territorial cosas que son evidentes: la distinción entre el libro y la patente de invención y la distinción entre patente y marca de fábrica y la propiedad literaria de la artística y de la cinematográfica, problemas que se relacionan con el servicio público que los organiza respecto a las leyes que los establecieron. ¿Es que estos problemas se pueden abandonar así cuando se trata nada menos que de descuajar la vida pública española, arrancando servicios públicos del Estado y llevándolos a una región autónoma que no sabemos cómo funcionará? Todo esto, ¿lo vamos a hacer aquí amontonadamente? Esto no se puede llevar a cabo; lo que debíais haber hecho es haceros cargo de que en la actual estación del año y con esta fatiga no se puede plantear un problema de esta clase. Pero, ¡plantearlo vosotros y quererme echar a mí la coacción encima de que prescinda de todas mis convicciones doctrinales, de mi responsabilidad política y profesional, para que me digan mañana los alumnos: ¡ah!, tú has dejado pasar eso sin poner siquiera una observación....! (Rumores.- El Sr. De la Villa: Ya no habrá alumnos.) Porque el tema de la capacidad política está muy bien, se me dirá; se puede tener capacidad política para una cosa y no tenerla para otra, porque los servicios son distintos; es evidente que no es lo mismo un servicio público que otro; luego la capacidad política hay que enjuiciarla en cada servicio público. Fijaos que no he sustituido aquí el principio de la soberanía, que he partido del concepto que yo tengo de la autoridad y del Poder público, de aquella rectificación que yo invocaba ayer, recordando lo que dijo el Sr. Franchy e identificándome con tan ilustre maestro.

Pero como a mí me importa esclarecer que tengo derecho a enjuiciar la capacidad política de todas las regiones, y ayer me fundaba en argumentos del Sr. Cambó para reconocer o creer que Cataluña (con todos los respetos a su riqueza espiritual y cultural, que nada tiene que ver con la capacidad política) no tenía capacidad política para la autonomía que vosotros le dais, hoy me traigo otro texto para esto de la capacidad política, que no es de un periódico regionalista, de un periódico moderado, templado, que pudiera estar influido por el sentido de consideración al Estado, sino que es un periódico francamente separatista que se titula "Estat Catalá" y en un artículo que se titula "Luchas intestinas", y ruego a los señores taquígrafos que copien lo que dicto, porque voy traduciendo del catalán...

Este periódico, que defiende la independencia de Cataluña, y que para que sea eficaz la independencia de Cataluña busca una organización de los partidos que satisfaga ese ideal nacionalista, este periódico, abundando en mis ideas respecto del individualismo catalán, dice: "El ansia de independencia y de individualismo que todo catalán lleva en su interior, evidencia el viejo aforismo, en el cual se dice que un catalán se abre camino en todas partes, mientras que dos catalanes son un nido de antagonismos y de nulidad permanente". (El Sr. Pérez Madrigal: Eso está mal traducido.- Risas.) Me alegro de la interrupción del Sr. Pérez Madrigal, porque yo he tenido dudas sobre la traducción de una palabra y me he encontrado con una omisión en los dos diccionarios catalanes que he consultado. (Risas.) Este párrafo dice en catalán: "Mentres que dos cataláns son un cau d'antagonismes i de nulitat permanent." La significación de la palabra "cau" la he mirado en el diccionario de Rovira y Virgili y la traduce por "nido o madriguera", y he mirado otro de una casa editorial, que es más voluminoso, porque comprende el catalán, el francés y el castellano, e igualmente la traduce por "nido o madriguera". Y bien, yo echo de menos la verdadera traducción de la palabra "cau", que es la aragonesa "cado". De modo que yo traduciré la palabra "cau" por "cado", y la traduciré así en vista de la interrupción del Sr. Pérez Madrigal, porque "cado" es una palabra aragonesa que figura en el diccionario de la Academia. (Un Sr. Diputado: Es un catalanismo.) Si es un catalanismo, mejor; pero yo digo y señalo esta contradicción entre los filósofos y autores de los diccionarios catalanes- que vosotros, que queréis, con razón, resucitar la Historia y repetir o restaurar aquella solidaridad con razón, resucitar la Historia y repetir o restaurar aquella solidaridad histórica y federativa de Aragón y Cataluña, en vez de aquel imperialismo geográfico de extenderos hasta el Ródano, podríais haber aprovechado esta ocasión para haber traducido la palabra "cau" por la aragonesa "cado", y habríais rendido un homenaje a aquella afinidad de ideas entre aragoneses y catalanes. Además, la palabra "cado" tiene en Aragón una significación y un alcance tan grande, como que es la base de un refrán. Hay en Aragón un refrán que se refiere a la dificultad o trastorno que le produce a un viejo el cambio de profesión o de oficio o simplemente de residencia, y se dice: "Conejo viejo y cambiarlo de cado, es matarlo." Es decir, que la palabra "cado" tiene esta importante significación dentro del refranero aragonés y, sin embargo, estos señores catalanes la abandonan. Comprenderéis que yo deba quejarme como aragonés de que no hagáis aprecio de nuestra lengua, cuando tenemos varias palabras comunes en ambos idiomas, por ejemplo, la palabra "torre". Las fincas de recreo se llaman, tanto en Cataluña como en Aragón "torres". La misma construcción gramatical tiene afinidades entre Aragón y Cataluña. En Castilla, por ejemplo, se dice "las tres menos cuarto..." (Risas y rumores.- El Sr. De la Villa: Las seis menos cuarto.) ¡Ah! Pero ¿es que a nosotros no nos interesa esto? De modo que mucho idioma catalán, mucha oficialidad, y luego resulta que las cosas del idioma catalán en relación con el idioma aragonés no interesan a las Cortes Constituyentes. Aquí, por lo visto, la cuestión es obtener mucho mando. (Un Sr. Diputado: Pero ¿hay idioma aragonés?) ¿No ha de haber idioma aragonés? ¿Qué duda cabe que lo hay? Y Gramática. En Castilla repito, se dice "las tres menos cuarto", y en Aragón, en vez de eso, se dice "los tres cuartos para las tres". (Risas).

Y en Cataluña se dice "los tres cuartos de las tres", que, después de todo, también está bien. (Rumores.) ¿Estas cosas, son cosas nimias, inocentes y a vosotros no os interesan? Pues son el argumento para ver si tiene o no capacidad jurídica la región autónoma para transmitirle estos servicios.

Y sigue diciendo este periódico separatista "Nuestra idiosincrasia no es muy adicta a la colectividad; sucede en nosotros el caso del conejo y los perros de la fábula, que con discusiones y polémicas dejamos perder lo poco que nos queda y mucho menos todavía nos preocupamos de crear nada nuevo. Un país tan reducido como el nuestro y con tanta heterogeneidad de ideas y tanta diversidad de partidos, no creemos que exista en ningún sitio, y eso que nuestra condición de nacionalidad oprimida había de justificar sobradamente la estrecha unión de todos los catalanes; pero haciendo honor a un aforismo, que dice que todos los catalanes llevan un rey en el cuerpo, en todo partido político surgen siempre varios que quieren mandar, y entonces nacen las capillitas y los grupos, hasta que unos y otros forman rancho aparte." Es decir, que, como veis, aquello que yo os decía, y que un Diputado catalanista tomó casi como un agravio, de considerar que el espíritu individualista catalán, que constituye la fuerza del catalán como individuo, pero que constituye también una falta de aptitud para la solidaridad constructiva, para las grandes obras políticas, todo esto lo reconocen en la derecha y en la izquierda, los regionalistas y los separatistas, y es una nueva demostración de que no se puede enjuiciar tan alegremente el problema de la capacidad jurídica de Cataluña.

Y como quiero abusar de la atención de la Cámara, aunque aún tengo muchas cosas que decir, no hago más que rogar a la Comisión que me explique qué quiere decir eso de la ejecución de las materias relativas a la eficacia de las certificaciones oficiales y documentos públicos.

El Sr. Valle: Pido la palabra.

El Sr. Presidente: La tiene S.S.

El Sr. Valle:
La Comisión se encuentra en unas circunstancias extraordinarias; está cogida por la sorpresa de ver sentarse el Sr. Royo Villanova en el momento en que creía que terminaba el preámbulo su discurso, porque no ha dicho una palabra respecto a los documentos públicos, limitándose sencillamente a preguntar, de dónde entendemos que renuncia a la defensa de su voto particular. (El Sr. Royo Villanova: Cómo voy a decirlo, si no lo sé. Pero, ¿qué significa eso de ejecución?) ¿Qué significa la ejecución? Sencillamente, el cumplimiento de cuantas disposiciones legales dicte el Estado regulando la eficacia de las comunicaciones oficiales y los documentos públicos, toda esa serie de circunstancias formales que se dan como garantía para esa propia eficacia y cuya regulación queda al Estado, pero cuya vigilancia y cumplimiento se encomienda a la Generalidad. Como de eso no ha hablado el Sr. Royo Villanova, no hay manera de impugnar una argumentación que no se ha hecho, y la Comisión, repito, interpreta que S.S. ha renunciado a defender su voto particular, por cuanto no ha hablado de él una sola palabra. (Muy bien.)

El Sr. Royo Villanova: Pido la palabra.

El Sr. Presidente: La tiene S.S. para rectificar.

El Sr. Royo Villanova:
Sigo si entender lo que me ha dicho la Comisión, porque fíjese mi querido amigo el Sr. Valle, que, según recordaba ayer la Comisión, recogiendo las luminosas observaciones del señor Sánchez Román, la ejecución de las leyes lo primero que necesita como trámite indispensable es la reglamentación, y lo que decís ahí parece que es eso, la reglamentación. (El Sr. Valle: No, la ejecución.) Pero la ejecución, ¿qué es? (El Sr. Valle: ¿Vamos a definir ahora lo que es la ejecución de las leyes? Pues estamos perdidos.) Pues nos vamos a armar un lío, como se lo armarán allí, si se aplica el Estatuto. Esto lo que indica es que desde el momento en que hemos establecido un principio nuevo en la historia del Derecho español y hemos creado una institución original, que a mí, por lo absurda, me parece extravagante, había razón y había motivo para que se aclarasen las cosas mejor que las ha aclarado el Sr. Valle. Claro es que si él no las ha explicado mejor es porque le sucede lo que a mí, que no las entiende. (Risas.) Ni más ni menos. Y si esto pasa tal como está, lo que ocurrirá será que si tengo que explicarlo como catedrático no podré decir más que camelos. (Rumores.) A mí lo que me preocupa es esto; porque llevo treinta y tantos años de catedrático, y de Diputado constituyente muy poco tiempo, y el día de mañana tendré, repito, que decir una porción de camelos a mis alumnos, que se quedarán sin comprenderlo y como quien ve visiones. Y esto pasará con casi todo el Estatuto; de modo que vea la Cámara si tiene utilidad mi voto particular. Conste, pues, que yo no entiendo qué quiere decir eso y que S.S. no me lo ha explicado. (El Sr. Maura: Un ejemplo.)

El Sr. Valle: Pido la palabra.

El Sr. Presidente: La tiene S.S.

El Sr. Valle:
Solicita el Sr. Maura que ponga un ejemplo. Declaro que en materia de leyes, profesionalmente, carezco en absoluto de toda competencia; sin embargo, no me explico que un profesor de Derecho público pregunte qué diferencia hay entre ejecución y reglamentación de las leyes. No he de ser yo quien lo defina; es un concepto que está por encima de toda definición; es una cosa de sentido común.

El ejemplo que pide el Sr. Maura es bien sencillo de poner. (El Sr. Pérez Madrigal pronuncia palabras que no es posible oír bien, requiriéndole el Sr. Presidente para que guarde silencio.) Ahora bien, señores Diputados, quien mejor que nadie podría dar la explicación y formular el caso concreto es el Sr. Ossorio y Gallardo, autor del proyecto de Constitución, en que se fijaba, con esta misma frase, la potestad legislativa del Estado con la ejecución atribuida a la región autónoma. Yo que no soy, vuelvo a decirlo, maestro de Derecho público, lo que únicamente puedo manifestar es que si para la eficacia de los documentos públicos las Cortes de la República fijan unas determinadas prescripciones formales, el encomendar que eso se cumpla y vigile a la región autónoma es ejecutar la ley la región autónoma. En este sentido, cualquiera que sea el ejemplo que se pueda poner, está perfectamente explicado.

Y ahora ruego al Sr. Ossorio y Gallardo que nos diga a qué se refería concretamente.

El Sr. Ossorio y Gallardo: Pido la palabra.

El Sr. Presidente: La tiene S.S.

El Sr. Ossorio y Gallardo:
Reconozcamos, Sres. Diputados, que tiene cierta fuerza cómica esta situación, en que se requiere para que dé explicación de un texto, no al autor del texto primitivo, sino a quien presidió una Comisión redactora de un proyecto que a vosotros os pareció muy mal y que no aceptasteis. (Risas.) Paréceme, por consiguiente, que erais vosotros los llamados a dar esa explicación, sin invocar un testimonio tan pobre como el mío.

Diré, ante todo, que en el anteproyecto de Constitución no había esta división de facultades del Estado y de la región, de legislación del Estado y ejecución por la región. De modo que esa divergencia, esa dualidad de atribuciones me permitiréis que no la explique yo, porque en eso sí que no tengo arte ni parte; eso, vosotros lo sabréis. (Dirigiéndose a la Comisión.)

La verdad es que entre las atribuciones del Estado se señalaba en el anteproyecto esto mismo que aquí se dice en el dictamen: "Eficacia de los comunicados oficiales y documentos públicos." Quiero recordar que el tema pasó de ligero en la Comisión mixta Jurídica asesora, sin originar debates ni exámenes profundos. Quizá fue así, porque sobre no ser materia adecuada a la controversia, tenía antecedentes, pues eso tampoco brota por primera vez en el texto que briosa y consecuentemente impugna el Sr. Royo Villanova. En las conclusiones de la Asamblea de Parlamentarios de 1917 se señalaba ya, en las facultades del Estado, la eficacia de los documentos públicos y de las sentencias y comunicaciones judiciales (El Sr. Royo Villanova: Del Estado.); del Estado; en el proyecto de Estatuto de autonomía que en 1918 redactaron los catalanes también se reconoce al Estado esa facultad, y, sin duda, repitiendo el concepto que encontrábamos ya escrito y aceptado, se incluyó en el anteproyecto, de éste pasó al proyecto y de ahí ha llegado al Estatuto. ¿Qué es esto? Se pide un ejemplo. Diré cómo lo entiendo. (El Sr. García Valdecasas: ¡Un ejemplito!) Un ejemplito, dice el señor García Valdecasas; veamos el ejemplito. (Risas.) Los documentos de un país extranjero, ¿cómo tienen valor en España? Llega un exhorto judicial, una escritura, un requerimiento para una notificación, de Francia, de Inglaterra, de Alemania. ¿Cómo tiene eso vigor en España? A mí me parece que habíais querido, que habíamos querido decir que eso lo regulará el Estado, porque no es posible que ese documento inglés, francés, alemán, valga de una manera en Andalucía y de otra distinta en Galicia. El Estado, que es la única representación nacional de las fronteras para afuera, dice a todo el mundo cómo han de valer sus instrumentos en España. Por eso es legislación del Estado.

¿Qué es la ejecución? Pues aplicar esa legislación dentro de los términos de la facultad autonómica de cada región. Por ejemplo, se ha dicho: "La ley del Estado tendrá que autenticar con la firma, legitimándola, de determinado número de notarios. ¿Será notarial la legitimación? Sobre que la ejecución de esa precepto del Estado implique que los notarios legitimantes sean uno solo, dos o tres, y que, a falta de notario, supla su función el juez u otro funcionario o el decano del Colegio, etc...., la legislación del Estado habrá dicho: "Tal firma para ser valedera necesita una legitimación", y las regiones autónomas podrán decir que la legitimación se ejecutará de éste o del otro modo. Así es como entiendo yo el artículo. (El Sr. Royo Villanova: Ahora lo entiendo muy bien. Pido la palabra.- El Sr. García Valdecasas: Pido también la palabra.- Rumores.) Sin duda no me ha acompañado el acierto en la exégesis, cuando de tal modo salen voces que, por lo visto, discrepan de mi interpretación. Conste que he cumplido con el respeto que se merece la Cámara, mezclándome, a requerimientos suyos, en un debate que, en realidad, no me afectaba y al que no me he referido para nada. Si lo he hecho mal, perdónenme los Sres. Diputados, porque el hablar no ha sido intromisión indiscreta, sino rendimiento y obediencia a su cortés atención. (Muy bien.)

El Sr. Presidente:
Agradecería a los señores que han pedido la palabra que no lleven esta cuestión, sin duda interesante, a detalles que la hagan degenerar, porque ello rebajaría la dignidad y el nivel a que en la Cámara deben quedar los debates. Confío en que el Sr. Royo Villanova así lo hará. Tiene S.S. la palabra.

El Sr. Royo Villanova:
Concretamente, y esto probará a la Presidencia cómo no pueden sumarse problemas tan complejos, yo declaro, siempre lo he dicho, y recuerdo que una vez... (El Sr. Pérez Madrigal: No cuente S.S. cuentos, hable de la cuestión.- Grandes rumores y protestas.)

El Sr. Presidente:
Lo que espero del Sr. Pérez Madrigal es que no se arrogue en la Cámara atribuciones que no tiene. (Continúan los rumores.)

El Sr. Royo Villanova:
Confieso, reconozco y declaro que soy catedrático de Derecho y que no entiendo... (Nuevos rumores.- El Sr. Villarrubia pronuncia palabras que no se perciben.- El Sr. Presidente reclama orden.) Yo reconozco el derecho a que se me diga eso; me han dicho muchas cosas más. Tiene derecho S.S., y yo reconozco que una cosa es ser catedrático y otra maestro. (El Sr. Puig Ferrater: ¡Burro! - Grandes protestas en distintos lados de la Cámara.) Vean ustedes: ya me llaman burro. (Continúan las protestas.)

El Sr. Calderón: Pido la palabra.

El Sr. Presidente: La tiene S.S.

El Sr. Calderón:
Se ha injuriado a un Diputado que está haciendo uso de su derecho y es necesario, por prestigio de la Cámara, que el que ha proferido esa frase dé una explicación, como ayer se dio públicamente por otro compañero. (El Sr. Alvarez Angulo: Su señoría es un cavernícola.- Rumores.- Protestas en la minoría agraria.)

El Sr. Presidente:
Advierto a los Sres. Diputados que se indignan contra los adversarios del Estatuto que a esos adversarios hay que combatirlos inteligentemente y no con exaltaciones pasionales, y por decoro de la Cámara espero que el Diputado que ha proferido una palabra ofensiva se levante a dar una explicación.

El Sr. Puig Ferrater: Pido la palabra.

El Sr. Presidente: La tiene S.S.

El Sr. Puig Ferrater:
Con permiso de la Cámara. Sin duda me he excedido en lanzar esa palabra al Sr. Royo Villanova, pero tengo que manifestar, con toda energía y con toda sinceridad, que mi intención era decir una cosa mucho más grave y mucho más dura. (Grandes protestas en diferentes lados de la Cámara que duran largo rato.)

El Sr. Presidente:
A veces, Sres, Diputados, una palabra ofensiva y aun injuriosa puede tener muy poca gravedad, y una crítica serena puede tenerla mucha. Yo espero que sea la crítica del Sr. Puig Ferrater todo lo profunda que quiera, pero que no haya en ella ni un insulto ni roce lo más levemente la dignidad de ningún Sr. Diputado. (Muy bien.)

El Sr. Puig Ferrater:
Muy agradecido al Sr. Presidente de la Cámara por esta observación, que yo me propongo atender en absoluto; pero me permitirá, puesto que me ha concedido la palabra, unos minutos para dar una breve explicación de mi posición y que trate de excusar, si no de hacerme perdonar, mi nerviosidad en este momento.

El Sr. Presidente:
La nerviosidad no la puedo excusar. Si S.S. es dueño de sus nervios, haga uso de la palabra; si no se siente con bastante dominio, renuncie a ella.

El Sr. Puig Ferrater:
Le prometo que sabré dominar mis nervios; en ocasiones más graves he sabido dominarlos. Yo vine a esta Cámara por primera vez con una ilusión muy grande, tratándose de la primera Cámara de la República; yo, hombre apartado de las luchas políticas, metido en mis estudios, en mis trabajos literarios, en mis trabajos de arte, llamado a la política por un ideal, al cual respondí con todo mi afecto y con toda mi pasión, traje a esta Cámara la ilusión de un hombre joven, nuevo en política y nuevo en un régimen nuevo, el cual creía que iba, como se está viendo claro, a elaborar una nueva España, esa nueva España a la cual va vinculado y adjunto el Estatuto de Cataluña.

Esperé, y hasta ahora la he encontrado siempre en todos los miembros de esta Cámara, una alteza de miras, una serenidad en la discusión, idealismo, justicia, sentido, sobre todo, de la responsabilidad, sentido del honor. Pero, a veces, Sres. Diputados, oyendo al Sr. Royo Villanova, he dudado quiero decirlo- no del Sr. Royo Villanova, que demasiado está demostrando su manera de ser, que no quiero ahora calificar; pero he dudado de nuestra obra viendo la paciencia de la cámara, la manera cómo soporta esa obstrucción tan insistente, tan tenaz, tan minuciosa, a veces tan pequeña de miras, con esos detalles tan ridículos porque no puedo retirar esa palabra- en que funda su obstrucción el Sr. Royo Villanova, viendo cómo se pone a contar cuentos, chascarrilos, anécdotas insignificantes, que todos nosotros nos ponemos a reír y que estamos celebrando con chacotas y chirigotas, cuando estamos a mitad del verano, cuando hay tantas cosas por hacer en esta República nueva (Muy bien en la mayoría.), cuando traemos aquí tanta fe y tanta ilusión, ya no por el Estatuto; no me importa que se pierda el tiempo para el Estatuto; ahora, en este momento, el Estatuto es lo de menos, porque más tarde o más temprano, según parece, por la voluntad general que ya se está manifestando en la Cámara y como varias veces lo han dicho representantes del Gobierno y el mismo señor Presidente de la Cámara, el Estatuto, más tarde o más temprano, más -¿cómo diré?- restringido o más amplio, será aprobado, he dudado, repito, de nuestra obra. ¿No ven sus señorías cómo estamos todos juntos perdiendo el tiempo, cómo pesa sobre nosotros una responsabilidad (Grandes aplausos en la mayoría.), cómo pesa sobre nosotros la responsabilidad de no cortar de raíz esa obstrucción, no porque sea el Sr. Royo Villanova sea quien sea-, porque ésa ya es una manera de obstruir vana, inútil, ineficaz, y quiero decir malévola, no ya contra Cataluña, sino tal vez contra la República? (Grandes aplausos en la mayoría.- El Sr. Ortiz de Solórzano pronuncia palabras que no se perciben, que dan origen a que le increpen numerosos Sres. Diputados.)

El Sr. Presidente:
Tengan en cuenta sus señorías que lo importante ahora es lo que está diciendo el orador que se halla en el uso de la palabra.

El Sr. Puig Ferrater: ¿Me permite su señoría que termine?

El Sr. Presidente: Sí, señor.

El Sr. Puig Ferrater:
Pues seré breve. ¿No os dais cuenta de que estamos perdiendo el tiempo y de que quien más contribuye a ello es el paladín de esa obra vana e inútil, el Sr. Royo Villanova? Entonces yo, en un momento de pasión no lo quiero ocultar-, para significar su incapacidad de colaborar en la tarea de hacer esa nueva España junto con Cataluña, ante esa ineficacia, ante esa especie de cerrazón de su pasión, porque no creo que sea su entendimiento, es su pasión que le ciega la mente, entonces, queriendo decir incapacidad esa era la palabra-, he dicho : "burro"; la retiro; pero me sabe muy mal que, aunque retire esa palabra, ella va a resonar en toda España, porque desde las Cortes irá a la Prensa que es su tornavoz. (Grandes aplausos en la mayoría.) Retiro la palabra, pero hago constar mi protesta más firme, más enérgica que nunca en nombre de la minoría catalana, de la República, de España, de Cataluña y del Parlamento. (Aplausos en diversos lados de la Cámara.- Fuertes protestas en la minoría agraria, cuyos miembros son increpados violentamente por un gran número de señores Diputados.- El Sr. Fanjul: ¡De España, no; traidores!- Se promueve un gran tumulto y el Sr. Ossorio y Gallardo, puesto en pie, protesta con indignación de estas palabras.- La Presidencia, tras grandes esfuerzos, logra poner término a la confusión.)

El Sr. Presidente:
Una persona de la ecuanimidad del Sr. Ossorio y Gallardo, en un momento de agitación, ha hecho una protesta. Grave debe ser el motivo cuando ha ocasionado la repulsa de una persona de este temperamento y de este dominio de sí mismo. Yo invito al Sr. Ossorio y Gallardo para que se haga uso de la palabra y nos explique lo que ha originado su indignación, y ruego a todos los Sres. Diputados, por la dignidad y el decoro de la Cámara, que sepan dominar sus nervios. (Un Sr. Diputado da un "¡Viva la República!" que es contestado por una gran mayoría.)

El Sr. Ossorio y Gallardo:
Muchas gracias, Sr. Presidente, por haberse adentrado noblemente en mi espíritu, reconociendo que sólo un sentimiento íntimo y ardoroso, que me arranca las lágrimas, ha podido llevarme a solicitar la atención del Congreso en momento de tal emoción. Sí, hay un motivo. No es la primera vez que, en voz más elevada o más recatada, oigo calificar de traidores a los Diputados catalanes. Y yo me pregunto: si ellos son traidores, ¿qué papel tenemos en la Cámara los Diputados castellanos que en todo, en mucho o en algo estamos a su lado y creemos que les asiste un tanto de razón? (Muy bien.) La condenación viene sobre todos, y ya es ocasión de que en este debate se sanee la atmósfera para que no vuelva a producirse cierta clase de imprecaciones que substituyen a los argumentos.

Yo, Sr. Fanjul, soy más humilde que S.S., menos culto que S.S. (Grandes exclamaciones y denegaciones.), pero soy tan español como su señoría. (Muy bien.- Aplausos.) Cada cual tiene su concepción y sus modos de servir a la Patria; y yo os digo: patriotismo verbalista, no; patriotismo estancado, no; patriotismo monopolizado, no; : "Marcha de Cádiz", no (Grandes aplausos.) ¿Qué especie de coacción va a resucitar en esta Cámara (resucitar, porque ya la hubo en otras) atravesando frente al pensamiento de una masa de hombres que podrá equivocarse, pero que proceden con nobleza- el grito de ¡Viva España!? ¿Quién no se suma a él, si hasta los catalanes, cuando tuvieron que agradecer el discurso del ilustre jefe del Consejo de Ministros, no supieron decir otra cosa sino ¡Viva España!? (Muy bien.- El Sr. Companys: Con lágrimas en los ojos, grito: ¡Viva España!? - Grandes aplausos.) Ese grito no puede constituir una división; cada cual tiene el modo de sentir el patriotismo que le da su idiosincrasia. ¡Viva España!, sí, pero una España liberal, democrática y justiciera; ¡viva España!, pero una España en donde quepamos todos los españoles, sin que nadie ejerza presión sobre los demás; ¡viva España!, pero una España jurídica donde el Derecho ocupe lugar preeminente y no sea posible la arbitrariedad ni el despotismo; ¡viva España!, fuente del amor, de cordialidad y de concordia; ¡viva España!, con la amplitud del pensamiento y del alma, donde se asiente todo, donde se discuta todo, donde no se excluya a nadie; pero un viva España que quiera constituir una barrera y separar unos de otros, no; ¡eso, no! Yo pido rendidamente a la Cámara que no entre nunca ninguno de sus miembros en tal camino, porque constituiría la mayor torpeza.

Catalanes, castellanos, todos, todos estamos aquí adscritos y juramentados al servicio de España, y cada cual lo entiende de un modo, pero todos son igualmente respetables.

Y perdonadme, señores, que haya tenido esta expansión, dejando fluir un sentimiento que, si no hubiera salido, me ahogaría como ahoga el amor y como ahoga el llanto. (Grandes y prolongados aplausos de casi todos los Sres. Diputados, puestos en pie.)

El Sr. Fanjul:
Pido la palabra. (Grandes y violentas protestas de la mayoría.- La Presidencia reclama, enérgicamente, orden.)

El Sr. Presidente:
Ruego a los Sres. Diputados que dejen tramitar este incidente con toda calma para que no se pueda decir que se usa la violencia con nadie.

No sólo la Cámara no tiene nada que dispensar al Sr. Ossorio y Gallardo, sino que yo, desde la Presidencia, me atrevo a mostrarle su profundo agradecimiento. (Muy bien, muy bien.)

Las palabras que ha pronunciado el Sr. Fanjul no pueden, en efecto, herir sólo a la minoría catalana; hieren a toda la Cámara y a la misma Presidencia, que, si esos hombres son calificados de traidores, se siente incursa en el delito de traición. Espero que el Sr. Fanjul sepa explicar su conducta (El Sr. Martínez de Velasco pide la palabra.) y pueda desvanecer el efecto deplorable que ha producido con sus palabras, para que las pasiones, envueltas en las ideas tradicionales más torpes y oscuras, no vengan a envenenar un problema que, con toda cordialidad, estamos tratando de resolver en unión de los representantes de Cataluña.

Se puede exponer todas las ideas, con todos los matices, con tenacidad, pero esos calificativos son vergonzosos para las mismas personas que los pronuncian. (Muy bien.)

Por el honor de S.S., Sr. Fanjul, yo le requiero para que inmediatamente dé explicación de esas palabras.

El Sr. Fanjul:
Voy a quitarle de mis palabras toda aquella emoción de indignación que se produce al tratar de este problema en diversos sectores de la Cámara y especialmente entre la minoría catalana y nosotros, porque la postura nuestra, hablando más específicamente, la postura mía, expuesta aquí hace tiempo, cuya exposición tendré que repetir porque obedece a un profundo convencimiento, es la de que vosotros, los Diputados catalanes, la minoría catalanista, sois esencialmente nacionalistas, y no hacía falta que yo lo dijera, porque lo han dicho aquí el Sr. Hurtado, el Sr. Estelrich (El Sr. Estelrich pronuncia palabras que no se entienden.), el Sr. Torres y el Sr. Carrasco; y no solamente nacionalistas, sino separatistas, porque así lo demuestran las manifestaciones que vosotros hacéis en Cataluña, que se acaban de hacer días ha, cuando al llegar un Diputado a la estación del ferrocarril, dijo: "¡Camaradas separatistas!l". Ese lenguaje hiere en lo más hondo a los que consideramos a Cataluña como una de las ramas más frondosas del árbol español, que no queremos que se desgaje. Nuestra indignación en vuestro ambiente separatista es una indignación envuelta en cariño y amor a Cataluña.

Ya no tiene nada de particular, por tanto, que salgan de los labios de un Diputado que, además de serlo, tiene un concepto de la unidad de la Patria arraigado y profundo en el fondo de su alma, algunas voces que no suenen bien en la Cámara; pero yo os voy a leer (Denegaciones en la mayoría) unas palabras del Sr. Maciá, pronunciadas en esta Cámara el día 23 de agosto de 1923. El señor Maciá decía (Nuevas denegaciones y protestas en la mayoría): ¡no dejáis ni leer! : "Efectivamente, en Cataluña nosotros consideramos que ésa era una traición a estos puros y santos ideales de libertad." Y un Sr. Diputado interrumpe : "La traición sería de los regionalistas." Y cuando se ve que hay en la Cámara una minoría profundamente separatista... Las protestas, increpaciones y contraprotestas impiden oír el final del discurso del Sr. Fanjul.- Muchos Sres. Diputados: No ha explicado nada.- La Presidencia impone el orden.)

El Sr. Presidente: El Sr. Martínez de Velasco tiene la palabra.

El Sr. Martínez de Velasco:
Señores Diputados, comprenderéis la profunda emoción con que yo me levanto en este momento. He procurado siempre ajustar mi actuación parlamentaria a un ambiente de consideración y respeto para los demás, que creo no haber olvidado nunca. Tengo la evidencia absoluta de que el Sr. Fanjul no ha tenido ni el deseo, ni el propósito ni la intención de molestar a nadie. (Grandes rumores.- Varios Sres. Diputados: Que lo diga él.- El Sr. Vergara: Explicaciones por delegación, no.) Hay que reconocer que la inmensa mayoría de la Cámara ha perdido la serenidad. El Diputado de la minoría catalana que ha dirigido un agravio al Sr. Royo, al ser requerido por el Sr. Presidente para que lo explicara, ha acentuado el contenido de su frase (Denegaciones de muchos Sres. Diputados), porque después de reconocer que había llamado : "burro" al Sr. Royo, ha manifestado que retirando esa palabra, después de pronunciada, mañana tendría una resonancia estrepitosa, en toda España, porque la reproduciría la Prensa.

No tiene, pues, nada de particular que en una situación semejante se haya perdido por todos el equilibrio; pero a mí me interesa extraordinariamente, como jefe de la minoría agraria, plantear aquí, si fuera posible, en un ambiente de cordialidad, una cuestión que para nosotros es fundamental. Cada uno puede tener su modo especial de enjuiciar los problemas trascendentales que aquí se plantean y a nadie hay derecho a agraviar, porque se coloque enfrente del contradictor, diciendo que tiene más o menos patriotismo; pero esto hay que aplicárnoslo a nosotros también, y cuando ejercitamos con toda consideración los derechos que nos concede el Reglamento, no se puede hablar de la posibilidad de que por ser una minoría podemos ser violentamente atropellados, ni se puede decir tampoco que el ejercicio de ese derecho constituye una ofensa para los demás. Nosotros, con el respeto debido a todo el mundo, continuaremos con la línea de conducta que nos hemos trazado, porque dicho sea sin propósito de herir ni mortificar a nadie- constituiría una verdadera deserción de nuestros deberes el que teniendo un camino trazado, que debemos inflexiblemente seguir, lo abandonáramos por la coacción o la violencia de los demás.

Como estoy seguro de que la Cámara nos amparará en el ejercicio de ese derecho, no tengo nada más que agregar.

El Sr. Presidente:
Antes de conceder la palabra al Sr. Companys, me va a permitir la Cámara que no me haga eco de lo que acaba de decir el Sr. Martínez de Velasco, porque ello suscita una cuestión distinta de la que estaba aquí planteada, que era la de la grave ofensa que el señor Fanjul había dirigido a una fracción de la Cámara, recogida por amplios sectores de ella y por la misma Presidencia.

Esta estima que las palabras del Sr. Fanjul no son satisfactorias. (Muy bien, muy bien.) El Reglamento no autoriza al Presidente para adoptar por sí mismo ninguna medida, pero dejo a la consideración de la Cámara y del Sr. Fanjul el lugar en que puede quedar aquí un señor Diputado que, movido por la pasión del momento, profiere palabras graves, injustas, ofensivas y contrarias a los intereses de la República y de España, y que después, fríamente, no las rectifica, continuando impasible en la Cámara en contra, enfrente, en oposición a la satisfacción de la inmensa mayoría de los Sres. Diputados. (Aplausos.)

Ahora el Sr. Companys tiene la palabra.

El Sr. Companys:
Señores Diputados, después de las palabras que acaba de pronunciar el Sr. Presidente, como si hubiesen sido dirigidas a mí las concedería grandísima importancia, debo dar, y doy, este asunto por completamente liquidado. Sin embargo, no puedo menos de manifestar también al Sr. Ossorio y Gallardo nuestro profundo agradecimiento, más que nuestro agradecimiento, nuestra emoción ante la emoción de S.S., y nuestro optimismo ante la sensibilidad de la Cámara.

Hay aquí muchas personas que combaten, y que seguirán combatiendo el Estatuto, que lo combatirán con pasión; para ellas nuestros más hondos respetos; pero frente a esas cosas ocultas que no van precisamente contra el Estatuto, yo creo que la serenidad y la sensibilidad de la Cámara se han demostrado hoy una vez más, como se han demostrado en todas las ocasiones en que han sido puestas a prueba su fe republicana y su alteza de miras y de pensamiento. (Aplausos.)

El Sr. Fanjul: Pido la palabra.

El Sr. Presidente: la tiene S.S.

El Sr. Fanjul:
No puede menos de extrañarme que el Sr. Presidente de la Cámara haya dicho que no le han satisfecho mis explicaciones.

El Sr. Presidente:
Efectivamente, no me han satisfecho en manera alguna.

El Sr. Fanjul:
Yo he dicho que tenía un concepto de la postura de la minoría catalanista, el concepto de un fundamental nacionalismo, tras el cual yo veía un separatismo profundo. Desde luego retiro las palabras que han originado la protesta, porque no he querido ofender a nadie en momento de pasión; pero el hecho de que un Diputado de esta Cámara opine que la minoría que presenta el Estatuto, por sus antecedentes, por las propias palabras que aquí le hemos oído, por los conceptos que vierte en Cataluña, por el mismo ambiente nacional, es separatista, no creo que pueda constituir ofensa. ¿Se me puede impedir que piense así? Ahora bien, entre eso y las frases agrias hay una gran diferencia, y esas frases repito que quedan, desde luego, retiradas.

El Sr. Presidente:
En efecto, las cosas han cambiado. Si el Sr. Fanjul tiene la creencia de que la minoría catalana es separatista, eso podrá ser un error, pero no es una ofensa. Además, aunque sea separatista por convicción, ello podrá originar una distanciación de opiniones, pero tendrá el respeto que merece toda persona que profesa un ideal de una manera noble. Precisaba, sin embargo, retirar la palabra ofensiva, y ya el Sr. Fanjul la retira noblemente.

El Sr. Fanjul: Creí haberla retirado.

El Sr. Presidente:
Queda terminado el incidente. Estaba en el uso de la palabra el Sr. Royo Villanova. Puede continuar S.S.

El Sr. Royo Villanova:
Señores Diputados, se trataba, como recordaréis, de un problema estrictamente jurídico en que ni siquiera se mezclaba el concepto apasionado de la soberanía. Se trataba de interpretar unas palabras del Estatuto, de interpretar un concepto nuevo en ciertas materias cuya legislación corresponde a la República; y abrigando yo dudas respecto del valor de ciertas palabras, mi querido amigo el Sr. Valle, que se escudaba en su incompetencia profesional para resolver las dudas que yo me planteaba, se ha servido aludir al Sr. Ossorio y Gallardo (El Sr. Valle: Para poner un ejemplo), el cual luminosamente ha resuelto la dificultad, y lo ha hecho en un ambiente estrictamente jurídico, dándome la razón acerca de que hay aquí una serie de pequeños problemas jurídicos que nada tienen que ver con la soberanía ni con la unidad nacional. De modo que se ha producido una excitación, un movimiento, al cual soy enteramente ajeno porque ni siquiera ha partido de mí la menor reclamación. Yo nunca he reclamado, porque soy un liberal empedernido que respeta el pensamiento ajeno; la tolerancia y la libertad son un imperativo de la cultura, y, por consiguiente, a mí, que tengo por profesión la cultura, enseñarla y difundirla, no me estremece una palabra como esa, ni más agresiva; porque sé que el hombre que se estremece por eso, es que se olvida de aquel imperativo de cultura que obliga a todo hombre político. De modo que conste que yo no he pedido, ni me importa, explicación de nada ni de nadie. Que me insulten, que me injurien, que me calumnien; el hombre político que se impresiona porque le injurian, porque le calumnian, no sirve para político. A mí me tiene sin cuidado lo que me digan.

Lo que importa es el problema que hemos planteado y que demuestra que hay aquí una serie de problemas jurídicos que no se pueden resolver ni con la "Marcha de Cádiz" ni con la Marcha del Nuncio; son problemas jurídicos que aquí ha planteado y resuelto muy bien el Sr. Ossorio y Gallardo. El Sr. Ossorio ha dicho que se trataba de ver la eficacia de un documento público. El ejemplo, yo lo veo. ¿Dónde se va a ejecutar la eficacia de un documento público? En los Tribunales, en el Derecho notarial; y aquí nos encontramos con el art. 1.º, que habéis traspasado a la parte de Justicia, y con las palabras del Sr. Ossorio, interpretadas en la forma que mi modesto sentido jurídico me dicta, yo digo que me alegro mucho de haber presentado este voto particular, de haber esclarecido esta materia, y ahora acuso a la Comisión de contradicción flagrante; porque si la ejecución de estas materias tiene que hacerse en los Tribunales, ya estamos prejuzgando. (Rumores.) ¿Dónde se va a hacer si no? Estamos en el mismo caso del art. 1.º, cuando yo decía, y lo habéis venido a reconocer : "¿Qué se entiende por ejecutar las leyes penales, mercantiles y sociales?" Y me dijisteis: : "Pues se entiende que las cuestiones jurídicas que surjan sobre interpretación o aplicación de las leyes penales, mercantiles y sociales se ventilarán ante los Tribunales de la Generalidad." Y yo dije: : "Pues esto es prejuzgar que los Tribunales pertenecerán a la Generalidad, es dar por resuelta aquella cuestión que dejaba en el aire D. Fernando de los Ríos, Ministro de Justicia, cuando discutimos aquí la Constitución." Y desde el momento en que yo he oído esta explicación del Sr. Ossorio y Gallardo, mantengo mi voto particular y me quejo de que se me trate de esta manera tan distinta; porque este aspecto, este número, debe aplazarse para la parte de Justicia, como se ha aplazado el 1.º, teniendo en cuenta las observaciones del Sr. Ossorio y si no, no entiendo lo que quiere decir ejecución. Por eso yo insisto en mantener mi voto particular. Hecha la pregunta de si se tomaba en consideración el voto particular del Sr. Royo Villanova, se pidió por suficiente número de Sres. Diputados que la votación fuera nominal.

Verificada en esta forma, resultó desechado el voto particular por 172 votos contra 21...